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En caída libre
Boca vs. River. Ninguno de los dos grandes logró demostrar autoridad fuera y dentro de la cancha.
24-09-2009 / El fracaso de los dos gigantes del fútbol. En los últimos siete años vendieron jugadores por 450 millones de dólares, pero hoy están en rojo. River no puede pagar ni los dispensers de agua y Boca eliminó el 90 por ciento de los deportes federados. El fin de la hegemonía.
Por Carlos Stroker
Al momento de escribir estas líneas, los dos clubes de fútbol más poderosos del país y que más campeonatos ganaron se encuentran deambulando por el fondo de la tabla de posiciones. Que los dirigidos por “El Coco” Basile y por “Pipo” Gorosito puedan vencer –incluso golear– a sus rivales en el próximo partido no va a cambiar una realidad que se revela a gritos: Boca y River, los dos gigantes del fútbol argentino, se están cayendo mostrando el fracaso de una forma empresarial de manejar las instituciones deportivas. Más allá de los artilugios que se utilizan para tratar de mostrar una imagen de buena conducción, la realidad indica que River y Boca en los últimos siete años vendieron más de 50 jugadores por un monto superior a los 450 millones de dólares. Y sin embargo, el déficit anual de ambos escala a algo más de los 150 millones de pesos.
El fútbol habla mucho de nuestra sociedad. De una manera de hacer negocios. La caída de River y Boca refleja todo esto.
Las dos presidencias están muy cuestionadas y cada vez hay mayor cantidad de problemas internos, no sólo a nivel de los dirigentes, sino también entre los planteles profesionales. Ambos clubes, a diferencia de la frase que inmortalizó el actual entrenador de la selección nacional, Diego Maradona, “la pelota está manchada”. Y lo que ambos equipos sufren en la cancha es un reflejo de cómo vienen siendo manejados por sus dirigentes en los últimos años.
Boca y la vidriera macrista. Cuando Mauricio Macri llegó al club, prometió una gestión moderna y exitosa. Y los éxitos futbolísticos lo acompañaron claramente en los primeros años. Puertas adentro, se iban produciendo situaciones más polémicas. Tapadas, claro, por las copas internacionales y locales.
Macri apostó a su crecimiento político dentro del club para llegar a ser jefe de gobierno porteño, incluso a la presidencia. Su reflejo es nada menos que Silvio Berlusconi, el poderoso hombre de la derecha italiana y a quien el ingeniero argentino desea imitar. Las formas son similares. Incluso el Milan, del cual “il Cavaliere” es dueño, sólo tiene fútbol. Y una de las medidas más cuestionadas que tomó Macri cuando comenzó su gestión fue la de desterrar los deportes amateurs, ya que no representaban un negocio apetecible. Ninguno de sus sucesores pensó, ni piensa, en recuperarlos. Esto despertó la ira de varias autoridades, que rompieron su alianza con Macri, caso el dirigente peronista Roberto Digón (ver recuadro) y sus seguidores y socios históricos, como el contador Claudio Giardino, quien fue uno de los que levantó la voz: “Esto tiene que cambiar. Boca debe volver a ser un club social”.
La rentabilidad por sobre lo social. Esa línea continúa hasta hoy.
No es un dato más que los roces internos del primer equipo no son sólo por cuestiones del juego. Juan Román Riquelme es en la actualidad el jugador mejor pago del fútbol doméstico. Llegó hace dos años del Villarreal y como muestra de su amor por la camiseta pidió 10,5 millones de dólares por dos años de contrato. Eso sí, firmó por tres temporadas y dijo que la tercera (la que viene) lo haría gratis. Esto provocó quejas de varios “veteranos” del equipo, como Palermo, que cobra cinco veces menos. También de Sebastián Battaglia y de Hugo Ibarra. Ya casi ni se hablan con Román y esto se refleja en el césped.
La apuesta por tener a Riquelme fue del fallecido presidente del club Pedro Pompilio, quien sucedió en 2006 a Macri. En el ejercicio 2007-2008, según el balance oficial, se gastó un 90 por ciento más de lo pautado. Y eso que figuraban las ventas de Fernando Gago al Real Madrid y la de Ever Banega al Valencia, que según los datos oficiales fueron por más de 50 millones de dólares, aunque hay dirigentes que realizaron presentaciones judiciales para verificar el monto exacto de las transferencias de los dos volantes. Cuando Jorge Ameal sucedió a Pompilio, la situación interna xeneize quedó endeble debido a que hubo posicionamientos en el marco de la política interna. Tanto Pompilio como Ameal integraron la conducción que inició Macri.
Ameal contrató a Carlos Bianchi como manager general y la mayoría de los dirigentes se quejó por lo abultado de su contrato. Por año, el “Virrey” recibiría 1,6 millones de dólares, un salario básico dentro de una economía ya sin muchos ingresos. Sin embargo, en la intimidad, varios integrantes de la comisión directiva se quejaban de tamaño egreso de plata. La excusa que le puso Ameal a Juan Carlos Crespi, uno de los vicepresidentes y enemistado con Bianchi, fue: “Con él vamos a generar muchos ingresos”. Hasta el momento su predicción no anduvo firme. Lejos de esa realidad, en el presupuesto actual de Boca figuran entradas de billetes por rubros que ya no existen. Uno de ellos indica que “el equipo llegará a las semifinales de la Copa Sudamericana” y por tal motivo tenía previsto recibir unos dos millones de dólares. Pero el conjunto de Basile quedó eliminado en la ronda clasificatoria y sólo cobró 200 mil dólares. Además incluye los dólares que le traerá la participación en la próxima Copa Libertadores, aunque hoy aparece muy lejos de la clasificación. Si los números no cierran hoy, parece que menos cerrarán mañana.
La inyección económica prometida con el contrato de Bianchi quedó para más adelante. La voracidad del mercado hizo que se desprendieran de las joyas más preciadas. Ya no queda mucho más. Ni siquiera pudo vender a buen precio a una de las figuras nacidas en el club, el defensor Juan Forlín. Pese a que se decía que se iba por más de 10 millones de euros, apenas se vendió al Espanyol de Barcelona por 4 millones. Ni siquiera el delantero Rodrigo Palacio, por quien en 2006 Boca rechazó una oferta de 15 millones de euros al Real Madrid, pudo ser un negocio de buen margen para el club, ya que se fue al Genoa (algunos dicen que lo hizo contra su voluntad) por 5 millones de euros.
Boca está en rojo, tiene problemas internos y su plantel ya no cuenta con futbolistas que impacten en el mercado.
River, ni para el agua. “Lo único seguro es que Aguilar se va en diciembre. Después puede pasar cualquier cosa. Acá nunca se sabe.” La frase pertenece a uno de los hombres de confianza del actual mandamás millonario, quien cumplirá su segundo mandato al finalizar este año. Es tal el apetito por sentarse en el sillón presidencial que hasta el momento hay diez candidatos en carrera para gobernar al club. Muchos, demasiados, para comandar una institución que se cae a pedazos.
A quien llegue como nuevo presidente de River le espera un club con un déficit operativo mensual de más de 6 millones de pesos, lo que habla de casi 72 millones al año. Pese a ser una institución que se dedica a vender futbolistas a un promedio de casi un jugador por mes, la actual administración tiene serios inconvenientes para pagar los salarios de los trabajadores y hasta suspendió la contratación de dispensers de agua por falta de pago.
Según algunos dirigentes opositores, la deuda global que tiene supera los 60 millones de dólares; sin embargo, no es la misma visión que la del oficialismo, ya que desde allí hablan de una economía equilibrada y hasta se aprobó un presupuesto que indica que la entidad generará ingresos por 163 millones de pesos y egresos por 161 millones de la misma moneda. Pese al optimismo, se incluyeron rubros que ya están descartados.
Son varios los socios y candidatos que se quejan de la forma de conducción de José María Aguilar, quien en su carrera hacia la presidencia criticó la manera de dirigir de su par de Boca, Mauricio Macri, pero que finalmente pareció imitar. “Debemos pensar en un club social y no sólo en una vidriera para hacer negocios con los jugadores”, afirmó a Veintitrés el candidato opositor Horacio Roncagliolo. Aguilar, apenas accedió a la presidencia, se perfilaba como un dirigente progresista que podía disputar un rol contrario a la fórmula mercantilista de la derecha. Aunque no lo logró.
Al igual que Boca, los contadores incluyeron rubros por jugar la Copa Sudamericana y la Libertadores. Por el primer certamen se incluyó la participación del equipo hasta la instancia de cuartos de final, mientras que por la segunda también se auguró arribar hasta una de las semifinales. A la debilitada economía millonaria sólo llegaron los 200 mil dólares por haber enfrentado a Lanús, responsable de la eliminación de la Sudamericana. Tal como su eterno rival, también está en riesgo su participación en la Libertadores.
No es casual que River esté como está. Para hacer frente a varios problemas de dinero, por su endeble administración debió recurrir a la venta de juveniles en forma permanente. Hasta la oposición denunció varias veces que hubo un acuerdo poco claro con el club suizo Locarno, donde muchos futbolistas eran transferidos, pese a que nunca jugaron en ese país.
Como reflejo de situaciones increíbles está el “caso Strahman”. Con la ida del colombiano Radamel Falcao, quien dejó un agujero en la delantera de la banda, Néstor Gorosito vio con buenos ojos a un juvenil número 9 llamado Eial Strahman, goleador, potente y de buen pie. Este chico cumplió 20 años, pero nunca jugó en primera. Es que vestía la camiseta de Vélez en las inferiores y su padre recurrió a la patria potestad para hacerlo cambiar de club. Ya se hablaba de millones de dólares, aunque de Liniers pasó al Maccabi Tel Aviv, donde estuvo pocos meses y luego cayó en River.
¿Sorpresa? Para algunos no tanto. Desde Núñez, donde jugó en la cuarta, pasó sin escalas al Villarreal, donde se encuentra en este momento. La venta, apenas, se hizo en 500 mil dólares. Un negocio que se perdieron Vélez (que recibió una indemnización menor por formar al chico) y River.
Las diferencias internas del plantel también se hacen notar. No cayó bien que Marcelo Gallardo firmara un contrato de más de 500 mil dólares al año como sueldo y que luego cobrara premios por partido internacional o amistoso, cuando el resto del plantel lo hace en forma conjunta según la instancia hasta donde llegue el equipo. Algo similar sucede con Ariel Ortega, que recibe poco más de 600 mil dólares anuales. La situación se complicó cuando estaba por comenzar el certamen actual. Al plantel se le adeudaba más de 15 millones de pesos entre sueldos y premios y, según una versión, gran parte de la primera cuota que habría recibido por la nueva televisación de los partidos (unos 25 millones de pesos) debió ir a Agremiados para saldar las deudas con los profesionales.
La versión mercantilista tendrá que ser guardada en el vestuario y apostar a dar una visión más humana de las instituciones. Quizás habrá que pensar en la frase que una vez dejó en el papel el escritor uruguayo Eduardo Galeano: “Todo se hace desde abajo, salvo los pozos, que se hacen desde arriba”. Y Boca y River se están cayendo. Las perforaciones comenzaron hace tiempo y nacieron en lo más alto.
Informe: Jorge Repiso y Leandro Filozof