A varios judíos le negó la visa, entre ellos el creador del principio de Incertidumbre.
Argentina y las puertas cerradas
En una primera etapa los nazis forzaron la expulsión de judíos de su territorio; los perseguidos tenían permiso para salir de Alemania, pero no para entrar a otros países. Casi todas las naciones pusieron restricciones a la llegada de refugiados. Incluida Argentina. La política inmigratoria selectiva quedó claramente implementada en el país a partir de la década del '30 y alcanzó su punto máximo de rigor el 25 de julio de 1938. Entonces comenzó también a prohibirse el descenso de los judíos que llegaban en barco. Por lo menos 476 embarcaciones fueron rechazadas entre 1937 y 1942. Se trataba de pasajeros a los ya se les había negado la entrada en una escala anterior (en Sudamérica por lo general) y esa era la excusa esgrimida para no recibirlos en el país.
La cantidad de pasajeros que traían los barcos era ínfima en relación a la población total argentina, y, además, muchos de esos perseguidos llegaban respaldados por alguna institución benéfica que iba a encargarse de darles trabajo y ayuda, por lo que tampoco iban a transformarse en un problema social. Las autoridades no debían hacer mucho más que dejarlos bajar; apenas un gesto, pero no lo hicieron y los sentenciaron a regresar a Europa, es decir a muerte.
Tantas trabas pusieron los organismos oficiales que a una cantidad de judíos que huían de del nazismo no les quedó otra que alternativa que ingresar a la Argentina de manera ilegal. Las estrategias variaban desde el pago de permisos y la utilización de visas de turistas hasta el cruce clandestino desde los países limítrofes, Paraguay sobre todo. (Romero José Luis, La sociedad argentina ante el auge y caída del III Reich )
U[b]n número estimado de 33 mil y 40 mil refugiados centroeuropeos ingresaron a Argentina entre 1933 y 1945, según cálculos muy variados. El número de inmigrantes judíos ingresados entre 1945 y 1949 asciende alrededor de 4800 personas. (Avni Haim, Argentina y la historia de la inmigración judía).
“Uno de los aspectos más trabajados por los investigadores ha sido la gestión de Santiago Peralta, director de migraciones entre noviembre de 1945 y junio de 1947. Para ellos Peralta representa el paradigma del nacionalismo antisemita y discriminatorio instalado en le DGM. La presencia de asesores confidenciales en temas inmigratorios -de notoria identificación con los regímenes nazi-fascistas - , el ingreso al territorio nacional de conspicuos criminales de guerra y colaboracionistas pertenecientes a los regímenes del Eje y sus aliados, y las pesadas dificultades que estaban presentes para los potenciales inmigrantes judíos de la época, nos orientarían a afirmar que el peronismo en el gobierno tuvo una tendencia política de orientación antijudía”, señala el investigador Adrián Jmelnizky, quien se desempeña en la DAI[/b]A.
En tanto que recién este año, el 8 de mayo de 2005, el gobierno argentino firmó la derogación de un documento reservado, estrictamente confidencial y profundamente discriminatorio, que se mantuvo oculto por 60 años. Se trata de la circular 11, orden firmada en 1938 por el canciller José María Cantilo y girada a todas las delegaciones argentinas del mundo con el propósito de impedir que los judíos y otros perseguidos por el nazismo ingresaran a la Argentina.
Su dereogación fue solicitada durante años por la Fundación Raúl Wallemberg, en base a una investigación del periodista Uki Goñi, quien desarrolla y saca a la luz esta prohibición en su libro La Auténtica Odessa. “A pesar de la existencia de esta orden, la Argentina, durante la guerra, recibió más judíos que cualquier otro país del hemisferio occidental. Esto se debe exactamente, no a una buena voluntad del Estado argentino, sino a la gran corrupción que hubo con el otorgamiento de visados. Con el final de la guerra, pareciera ser que la orden ya no se aplicaba tan estrictamente, pero desafortunadamente seguía en pie la idea de no ingreso de judíos”, explica Goñi y agrega: “En el '46 el gobierno del GOU nombra como director de migraciones a Santiago Peralta, un antisemita confeso que escribe los dos libros más antisemitas que se han escrito en la argentina, así los rechazos a judíos se suceden. Incluso después de la dimisión, con el nuevo director Pablo Diana. Él entre sus funcionarios tenía al ex embajador Croata en Berlín y amigo personal de Hitler, Branco Benzon. Este personaje formaba parte del equipo especial para hacer entrar a criminales nazis al país. El firmaba los legajos si algún judío pedía el ingreso: “J no B”, que significaba judío no. Firmado Benzon”
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