Paul Gascoigne es un Homeless

[b]Planeta Redondo
Del pedestal a la calle [/b]

08:11|Paul Gascoigne fue el último gran crack del fútbol inglés. Talentoso, irreverente, genial, fascinó en las canchas del mundo y tropezó fuera de ellas. Atrapado por los infiernos del alcohol, ahora pide ayuda para no vivir en la calle.
CON INGLATERRA. Fue un símbolo de Los Inventores en las décadas del 80 y del 90. Con él como figura, su seleccionado llegó a las semifinales en Italia 90, la mejor participación como visitante.

Vivió siempre en la cornisa. Y en estos días, abrazado a los infiernos del alcohol, tampoco hay excepción. Paul John Gascoigne fue capaz de encajar dentro de mil adjetivos distintos: dentro del campo de juego resultó mágico, irreverente, admirable, intenso, lúcido, genial, memorable; fuera de él jugaba y juega a ser la contracara. El más talentoso de los futbolistas ingleses de las últimas tres décadas, es ahora un homeless. El inmenso Gazza está en situación de calle.

Gordon Taylor, presidente de la Asociación de Futbolistas Ingleses, aseguró este febrero: “Paul no tiene manera de mantenerse por sus propios medios y ha tenido que recurrir a nuestra ayuda para que le encontremos un lugar donde pasar la noche. De Gascoigne se han aprovechado todos los que estaban a su alrededor. Paul ha sido el clásico ejemplo de futbolista explotado como una vaca”.

Gascoigne fue capaz de todo: le sacó la lengua a la cámara mientras sonaba el “God Save the Queen” (Dios salve a la Reina); le cambió las diapositivas de una charla técnica al entrenador Terry Venables para poner imágenes pornográficas; más de una vez le prohibieron subir a aviones por llegar completamente ebrio al embarque; se peleó en público con otro muchacho terrible, el cantante de Oasis, Liam Gallacher; en plena Gazzamanía -a principios de los años 90- se fue de gira por Europa con el grupo Iron Maiden; grabó un tema (“Fog on the Tyne”) con el grupo Lindisfame que llegó hasta el puesto número 2 del Top 40 británico. También fue el protagonista de dos videojuegos (Gazza’s Superstar Soccer y Gazza II) y el modelo de una colonia para hombres.

Cuando jugaba en el Glasgow Rangers produjo un escándalo propio de su osadía. En un clásico de plena rivalidad y connotaciones religiosas entre protestantes (Rangers) y católicos (Celtic), metió un gol y lo celebró como si estuviera tocando una flauta, al estilo de las polémicas marchas protestantes de la anticatólica Orden de Orange. Recibió amenazas de muerte por aquel episodio. No se preocupó.

Jaime Rincón, periodista del diario Marca, de España, sostiene sobre Gascoigne: “Su magia dentro de los terrenos de juego y sus excentricidades fuera de él hacen del centrocampista inglés una de las grandes leyendas de este deporte”. Amado y odiado, recorrió invariablemente los extremos: voló a saltos entre paraísos y oscuridades. Es ídolo, celebridad y bandera. Es reo, ogro y maldito.

También jugó al fútbol. Y muy bien; mejor que casi todos los de su generación. Fue la cara y la figura de la más destacada actuación de Inglaterra como visitante en la historia de los Mundiales: llegó a las semifinales en Italia 1990. Sus lágrimas tras la eliminación contra Alemania recorrieron el mundo y los corazones ingleses. Después de mil gambetas y mil esfuerzos, se había quedado sin nada.

Gascoigne nació un 27 de mayo de 1967 en Dunston. Empezó en los juveniles del Newcastle en 1980 y debutó en Primera cinco años más tarde. Luego pasó por el Tottenham Hotspur, Lazio, Glasgow Rangers y Middlesbrough; ya en el cierre de su carrera mostró los retazos que le quedaban en Everton, Burnley, Gansu Tianma de China y Boston United, un equipo de la cuarta categoría inglesa, en el que jugó apenas cinco partidos y se despidió en 2005. Ganó una FA Cup en 1991, dos ligas escocesas (1996 y 1997) y otras dos copas en Escocia (1996). En ese recorrido, también fue emblema del seleccionado de su país, para el que disputó 57 partidos e hizo 10 goles. Su vida como entrenador duró un espasmo: recién retirado, llegó al Kettering Town, de la sexta división inglesa. Dirigió un puñado de partidos. No le gustó.

Nunca ocultó sus debilidades. En dos autobiografías (Gazza: My Story, de 2004; y Being Gazza: Tackling My Demons, en 2006) desnudó a todos los demonios que lo habitaban: la bulimia, la bipolaridad y, sobre todo, el alcoholismo. También se hicieron documentales con su vida. Se lo vio preso por pelearse con fotógrafos, por conducir en estado de ebriedad; lo internaron en centros de rehabilitación y en instituciones psiquiátricas. Apareció con la boca llena de risa y con el llanto de un condenado. Y miró a las cámaras con ese perpetuo desafío en sus ojos: ¿por qué no me dejan en paz?

No se por qué me hizo acordar al Burro. En realidad si se por qué

[b]Planeta Redondo
Del pedestal a la calle [/b]

08:11|Paul Gascoigne fue el último gran crack del fútbol inglés. Talentoso, irreverente, genial, fascinó en las canchas del mundo y tropezó fuera de ellas. Atrapado por los infiernos del alcohol, ahora pide ayuda para no vivir en la calle.
CON INGLATERRA. Fue un símbolo de Los Inventores en las décadas del 80 y del 90. Con él como figura, su seleccionado llegó a las semifinales en Italia 90, la mejor participación como visitante.

Vivió siempre en la cornisa. Y en estos días, abrazado a los infiernos del alcohol, tampoco hay excepción. Paul John Gascoigne fue capaz de encajar dentro de mil adjetivos distintos: dentro del campo de juego resultó mágico, irreverente, admirable, intenso, lúcido, genial, memorable; fuera de él jugaba y juega a ser la contracara. El más talentoso de los futbolistas ingleses de las últimas tres décadas, es ahora un homeless. El inmenso Gazza está en situación de calle.

Gordon Taylor, presidente de la Asociación de Futbolistas Ingleses, aseguró este febrero: “Paul no tiene manera de mantenerse por sus propios medios y ha tenido que recurrir a nuestra ayuda para que le encontremos un lugar donde pasar la noche. De Gascoigne se han aprovechado todos los que estaban a su alrededor. Paul ha sido el clásico ejemplo de futbolista explotado como una vaca”.

Gascoigne fue capaz de todo: le sacó la lengua a la cámara mientras sonaba el “God Save the Queen” (Dios salve a la Reina); le cambió las diapositivas de una charla técnica al entrenador Terry Venables para poner imágenes pornográficas; más de una vez le prohibieron subir a aviones por llegar completamente ebrio al embarque; se peleó en público con otro muchacho terrible, el cantante de Oasis, Liam Gallacher; en plena Gazzamanía -a principios de los años 90- se fue de gira por Europa con el grupo Iron Maiden; grabó un tema (“Fog on the Tyne”) con el grupo Lindisfame que llegó hasta el puesto número 2 del Top 40 británico. También fue el protagonista de dos videojuegos (Gazza’s Superstar Soccer y Gazza II) y el modelo de una colonia para hombres.

Cuando jugaba en el Glasgow Rangers produjo un escándalo propio de su osadía. En un clásico de plena rivalidad y connotaciones religiosas entre protestantes (Rangers) y católicos (Celtic), metió un gol y lo celebró como si estuviera tocando una flauta, al estilo de las polémicas marchas protestantes de la anticatólica Orden de Orange. Recibió amenazas de muerte por aquel episodio. No se preocupó.

Jaime Rincón, periodista del diario Marca, de España, sostiene sobre Gascoigne: “Su magia dentro de los terrenos de juego y sus excentricidades fuera de él hacen del centrocampista inglés una de las grandes leyendas de este deporte”. Amado y odiado, recorrió invariablemente los extremos: voló a saltos entre paraísos y oscuridades. Es ídolo, celebridad y bandera. Es reo, ogro y maldito.

También jugó al fútbol. Y muy bien; mejor que casi todos los de su generación. Fue la cara y la figura de la más destacada actuación de Inglaterra como visitante en la historia de los Mundiales: llegó a las semifinales en Italia 1990. Sus lágrimas tras la eliminación contra Alemania recorrieron el mundo y los corazones ingleses. Después de mil gambetas y mil esfuerzos, se había quedado sin nada.

Gascoigne nació un 27 de mayo de 1967 en Dunston. Empezó en los juveniles del Newcastle en 1980 y debutó en Primera cinco años más tarde. Luego pasó por el Tottenham Hotspur, Lazio, Glasgow Rangers y Middlesbrough; ya en el cierre de su carrera mostró los retazos que le quedaban en Everton, Burnley, Gansu Tianma de China y Boston United, un equipo de la cuarta categoría inglesa, en el que jugó apenas cinco partidos y se despidió en 2005. Ganó una FA Cup en 1991, dos ligas escocesas (1996 y 1997) y otras dos copas en Escocia (1996). En ese recorrido, también fue emblema del seleccionado de su país, para el que disputó 57 partidos e hizo 10 goles. Su vida como entrenador duró un espasmo: recién retirado, llegó al Kettering Town, de la sexta división inglesa. Dirigió un puñado de partidos. No le gustó.

Nunca ocultó sus debilidades. En dos autobiografías (Gazza: My Story, de 2004; y Being Gazza: Tackling My Demons, en 2006) desnudó a todos los demonios que lo habitaban: la bulimia, la bipolaridad y, sobre todo, el alcoholismo. También se hicieron documentales con su vida. Se lo vio preso por pelearse con fotógrafos, por conducir en estado de ebriedad; lo internaron en centros de rehabilitación y en instituciones psiquiátricas. Apareció con la boca llena de risa y con el llanto de un condenado. Y miró a las cámaras con ese perpetuo desafío en sus ojos: ¿por qué no me dejan en paz?

No se por qué me hizo acordar al Burro. En realidad si se por qué

Despues de leer la nota pense lo mismo. Ojala no tenga el mismo final…

Una lástima lo de Gascoigne. Hace años que viene mal, desde épocas cuando jugaba. Jugadorazo de la puta madre, que quien sabe como habría sido sus logros o rendimientos sin todos sus problemas.
En su época a muchos les parecía simpático y divertido su forma de actuar o comportarse, pero se sabía que el tipo iba a terminar mal. Yo creí que al internarse iba a mejorar un poco su situación. Pero vaya a saber… y ahora no tiene ni para vivir.

Lo del Burro no es tan extremo, pero… por lo menos tiene que tratarse y no terminar como Housseman.