ESTE HIJO DE PUTA ES EL QUE HECHO A DELEM DE LAS INFERIORES DE RIVER.
“Manejar Inferiores en River es tan difícil como llevar la causa SW”
Carlos Liporace, juez que investiga el narcoescándalo y presidente del Fútbol Amateur del club, compara sus funciones y se agarra la cabeza.
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El juez dice que River tiene uno de los mejores semilleros. En los recovecos de Tribunales se comenta que si el sumario de las valijas voladoras hubiese salido a licitación, seguramente nadie habría presentado una oferta. El sumario llegó por sorteo —esto no es un plan de ahorro, claro— al juzgado en lo Penal y Económico número 4 a cargo de Carlos Liporace, quien desde enero investiga uno de los casos más pesados del narcotráfico en la historia del país. Sí, ya van 13 líneas de texto y aún no se entiende qué relación tiene este tema en medio de un diario deportivo, pero aquí la cuestión: el juez que “ganó” el sorteo, Liporace, es también el presidente del Fútbol Amateur de River. Hoy, gozando de una licencia en el club y abocado al esclarecimiento del tráfico de drogas que se realizó en un vuelo de la empresa Southern Winds, recibe a Olé para hablar de su doble identidad judicial y futbolera. Y dice: “Lamentablemente para lo que es mi pasión por River tuve que dejar por el momento mi función en el club, porque la instrucción de esta causa me lleva demasiado tiempo. Hasta que se normalice mi gestión al frente del juzgado mantendré mi licencia”.
—¿Va a ser larga esa licencia?
—Y, a medida que se vaya cerrando el rompecabezas de la causa podré volver al club.
—A partir de esta causa seguro que se convenció de que es más difícil la función judicial que la labor en Inferiores.
—No crea, manejar las Inferiores es tan difícil como llevar la instrucción de esta causa. Más allá del respaldo que tengo del presidente, también conlleva a situaciones humanas de múltiples tipos. Tenemos el control de 200 chicos que están en el club, con todo lo que eso implica desde el punto de vista social y familiar. Así que el espectro problemático que traen las Inferiores también tiene sus dificultades.
—Lo dice, por ejemplo, por el papel que debió cumplir para solucionar el affaire Lamela.
—Sin puntualizar, los chicos adolescentes están expuestos a la distorsión que genera el triunfo, por eso en River pretendemos prepararlos en todo sentido. Sabemos que son muy pocos los que llegan a Primera, y como esto conlleva una sensación de frustración, los queremos preparar también para una vida distinta.
—[b]Cuando usted asumió, hace cuatro años, sacó a Delem como coordinador porque dijo que River no podía seguir buscando laterales fuera del club. Y el tema no se resolvió…
—Con los medios que tiene, River debe encontrar los mejores jugadores en cada uno de los puestos. Creo que el desarrollo económico del país obligó a los clubes a mirar hacia abajo.
—En el Sudamericano Sub 20 sólo hubo un jugador de River: Almerares ¿No es poco?
—Sí, pero al mismo tiempo al Sub 17 le cederemos seis jugadores.
[/b]—¿No se adjudica errores?
—Sí, hemos cometido muchos errores. Sin embargo, prefiero mirar los aciertos que también fueron varios: lo principal es que logramos una coherencia, un desarrollo humano a partir de la educación y el departamento social.
—Pero al hincha y a la economía del club le preocupa sobre todo la calidad futbolística. ¿Se puede esperar otra generación como la de los Gallardo, Crespo, Ortega?
—No tengo dudas de que tenemos un semillero espectacular. No quiero dar nombres, pero se encontraron valores importantes. Es un proceso que no se frenará.
—¿River tienen las mejores Inferiores del país?
—Hoy competimos contra clubes que están trabajando muy bien, como los rosarinos.
—No habla de Boca…
—Porque hablo de River.
Aquella tarde de 1957 en que visitó el Monumental por primera vez, para la despedida de Enrique Omar Sívori, se empezó a armar su esqueleto de hincha de paladar negro. Y tras muchos años de platea, de angustias y vueltas olímpicas, de grandes equipos (“como el del 66 al que sólo le faltó la Copa, el maravilloso del 75 o el orgullo que nos dio el del 86”), empezó a militar en Cuerpo y Alma Riverplatense, cuya figura simbólica es el escribano Julián William Kent —uno de los presidentes más reconocidos que haya tenido el club—. Lejos de aquel debut como fanático de la camiseta de la banda roja, fue elaborando su formación en el Derecho. Todas esas funciones se entremezclaron por estos días. En River fue elegido vocal titular hace cuatro años y ahí comenzó su trabajo en las Inferiores (apuntó al desarrollo de la contención educativa y psicológica de los chicos). Y en la Justicia carga con una de las causas más pesadas. Por si tuviera poco con el narcoescándalo, ahora debe absorber algunas derivaciones del caso, como las sospechas que despiertan las exportaciones de parte de la Cuota Hilton en los problemáticos vuelos de Southern Winds.
—¿Es tan optimista en la causa como en la visión que dio del trabajo en el semillero?
—Por supuesto. El caso tuvo un desarrollo positivo, aunque no soy yo quien lo debe decir.
—Usted recibió algunos cuestionamientos por el rumbo que le dio a la investigación. ¿Lo condicionaron?
—Los cuestionamientos son colaterales a la gestión y circunstanciales. La causa tiene más de diez cuerpos y 2.000 fojas. Para que la gente entienda, esta es una cifra más que importante. Ya hay cinco detenidos, tres en la Argentina y dos España, y varios indagados. Ahora necesitamos resolver sus situaciones procesales.
—O sea que no lo afectaron.
—Esos temas están en los lugares que corresponden. Yo estoy conforme con mi desarrollo laboral como juez. Estoy seguro de lo que hice en cada uno de mis actos. Siguiendo las enseñanzas de mi padre, de noche puedo apoyar la cabeza tranquilo.
—¿Y de su función en River hay algo que lo desvela?
—Me queda un sueño: organizar en el Monumental un torneo juvenil con los mejores clubes del mundo, para mostrar que River es uno de los más grandes desde las Inferiores.