Terminó. River es el último de la tabla, aún con un partido más. Tadeo, mi hijo de tres años, duerme. A mí se me caen unas lágrimas. Y no entiendo por qué de mi boca eufórica brota un “y dale, y dale, y dale River dale”. Me sentí solo, haciéndome cargo de lo que vivo como una humillación. La bronca me pide un “que se vayan todos”. Pero pienso: José no se fue ni cuando en su tribuna mataron a un muchacho que bajo su estela hasta trabajaba en el club que preside; los que dicen que dirigen por el bien del club mantienen sus plateas y no se inmutan; vos, Diego Pablo, tenías que estar sentado en esta última fecha, haciéndote cargo por lo que hiciste (digo, como te hiciste cargo del campeonato); que se vayan los que ni siquiera saben cómo cruza la Banda en sus pechos; y yo mismo me condeno por emocionarme y ponderar esos bombos que no hablan sino de ellos mismos y nada tienen que ver con ese sentimiento que es River. A cada uno de nosotros nos corresponde un traje en este velorio. Tadeo, mi hijo, grita los goles como el primer Salas. A Dios gracias, sólo tiene tres años.
Por lo menos hay un empleado en el diario olé que la sufre como nosotros. Muy bueno lo que escribe
Terminó. River es el último de la tabla, aún con un partido más. Tadeo, mi hijo de tres años, duerme. A mí se me caen unas lágrimas. Y no entiendo por qué de mi boca eufórica brota un “y dale, y dale, y dale River dale”. Me sentí solo, haciéndome cargo de lo que vivo como una humillación. La bronca me pide un “que se vayan todos”. Pero pienso: José no se fue ni cuando en su tribuna mataron a un muchacho que bajo su estela hasta trabajaba en el club que preside; los que dicen que dirigen por el bien del club mantienen sus plateas y no se inmutan; vos, Diego Pablo, tenías que estar sentado en esta última fecha, haciéndote cargo por lo que hiciste (digo, como te hiciste cargo del campeonato); que se vayan los que ni siquiera saben cómo cruza la Banda en sus pechos; y yo mismo me condeno por emocionarme y ponderar esos bombos que no hablan sino de ellos mismos y nada tienen que ver con ese sentimiento que es River. A cada uno de nosotros nos corresponde un traje en este velorio. Tadeo, mi hijo, grita los goles como el primer Salas. A Dios gracias, sólo tiene tres años.
Por lo menos hay un empleado en el diario olé que la sufre como nosotros. Muy bueno lo que escribe
Ahora me doy cuenta de que es lo que viene afectandome el animo, nunca pense que seria para tanto, pero todos los domingos a la noche me siento para el reverendo carajo, los lunes ni ganas de ir a laburar tengo, ahora se los mostivos, no son otros mas que lo que le viene pasando a River, y todo por culpa de el hijo de mil putas de Aguilar, con razon desde hace un tiempo que me vengo bajoneando y cada año que pasa es peor, hoy cuando River ganaba con gol de Tuzzio me llego una alegria enorme, ganabamos y peleabamos por algo, pero cuando nos empataron se me planto un lagrimon y me di cuenta de que ese algo que pelabamos era por no quedar ultimos… que lo pario, ahi me di cuentas de todo lo que me viene pasando, que amargura, que odio, tantos sentimientos encontrados…