Para comprender el porque de algunas cosas.

Tomensé 2 minutos y lean esta muy buena nota que salió en Perfil y fue escrita por Pacho O’Donnell,que no es precisamente de derecha ni ahi. :o
El triunfo de Mauricio Macri se basó en una demanda colectiva de orden y eficiencia por parte de una población capitalina harta de la acorralante inseguridad, de la irritativa suciedad, del desbordado caos vehicular, del pésimo funcionamiento de los servicios públicos, de la absoluta impunidad para cortar calles, de la incontenida decadencia de las prestaciones educativas y sanitarias.Por Pacho O’Donnell08.07.2007 | 03:01 El triunfo de Mauricio Macri se basó en una demanda colectiva de orden y eficiencia por parte de una población capitalina harta de la acorralante inseguridad, de la irritativa suciedad, del desbordado caos vehicular, del pésimo funcionamiento de los servicios públicos, de la absoluta impunidad para cortar calles, de la incontenida decadencia de las prestaciones educativas y sanitarias. Males ante los que los sucesivos gobiernos de centroizquierda que gobiernan Buenos Aires desde hace casi una década se han evidenciado impotentes.
Surge entonces una pregunta crucial: ¿es la centroizquierda inevitablemente ineficaz?
Esa sombra parece estar expandiéndose sobre los partidos de ese signo a nivel mundial. La centroizquierda acaba de perder elecciones en Bélgica, en España, en Suecia. En Francia el candidato vencedor, el centroderechista Sarkozy, expuso en su discurso de asunción algunos conceptos que resuenan más allá del país galo; nos guste o no nos guste, también en nuestra Argentina: “Hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. El pensamiento único es el del que lo sabe todo, y que condena la política mientras la practica. No vamos a permitir mercantilizar el mundo en el que no quede lugar para la cultura: desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos habían impuesto el relativismo. La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado. Que no había nada sagrado, nada admirable (…) Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor. Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Voy a rehabilitar el trabajo. Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: ‘Se ha abierto una brecha entre la juventud y la policía’. Los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente, inocente. Defienden los servicios públicos, pero jamás usan un transporte colectivo. Aman tanto la escuela pública, pero sus hijos estudian en colegios privados. Dicen adorar la periferia y jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún okupa, pero no aceptan que se instalen en su casa. Esa izquierda que desde Mayo del ’68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que atiza el odio a la familia, a la sociedad y a la República. Esto no puede ser perpetuado en un país como Francia y por eso estoy aquí. No podemos inventar impuestos para estimular al que cobra del Estado sin trabajar. Quiero crear una ciudadanía de deberes”.
La centroizquierda argentina enarbola atractivos valores de solidaridad, de sensibilidad social, de no discriminación que, en la práctica, se ven oscurecidos por su horror a imponer orden, haciendo de autoridad y autoritarismo equívocos sinónimos. De allí que asiste paralizada a los cortes de calles y rutas por motivos fútiles que han sustituido a los que en un principio significaron una acción creativa y eficaz de muchos desplazados que reclamaban un lugar en la sociedad. Pero en los días que corren, con la anuencia gubernamental, asistimos a la angustiante coagulación del tránsito originada, por ejemplo, en que las estufas de algún colegio no funcionan adecuadamente. Ello es, protegido por un equívoco concepto de libertad, una acción autoritaria intolerable. ¿No ha llegado también el momento de legitimar a los cartoneros como una actividad organizada con sus centros de acumulación y de recogida, con sus premios por limpieza pero también con penalidades por una desprolija suciedad que parecería simbolizar un castigo que injustamente recae sobre toda la sociedad, diluyendo una culpa que tiene responsables identificables ?
Otra de las razones del fracaso de la centroizquierda vernácula cuando debe gestionar administraciones nacionales, provinciales o municipales es la dificultad de tomar medidas impuestas por la lógica del gobernar pero que pudieran aparecer como lesivas para los trabajadores. Una consecuencia de ello es la creación de absurdos organismos fantasmas sostenidos con nuestros impuestos, como es el caso, entre otros muchos, de Lafsa, una empresa aérea sin aviones pero con muchos jefes y empleados, con la que se “resolvió”el problema de la crisis de las líneas aéreas privadas. Ello parecería dar la razón al ex presidente uruguayo Julio M. Sanguinetti, quien pregona que hoy es el centro (como pudorosamente se autodenomina la centroderecha) el movimiento progresista por su apego a la eficiencia y al desarrollo, en contraste con una centroizquierda inmovilista que apela al insaciable ordeñe de un “estado benefactor” hoy inexistente e inviable.
Algo notorio en nuestros “progres” es la repetición agotadora de clichés ideologistas que hicieron crecer en la población la convicción de que en vez de ocuparse de los afligentes problemas que la acosan todos los días, aquellos parecen más ocupados en la reivindicación de la lucha armada de los setenta, en la demonización de los noventa (a pesar de que es público y notorio que, desde el presidente Kirchner para abajo, casi todos los que hoy nos gobiernan desempeñaron funciones relevantes durante esos años), en las leyes que legitiman los vínculos homosexuales, en el debate sobre el control de la natalidad o el aborto, temas que indudablemente merecen atención pero que no deberían aparecer sobreponiéndose o compitiendo con el temor al asalto o al crimen, a los insólitos tiempos de espera en los hospitales, al deterioro de los valores morales, a la decrepitud de programas e instalaciones educativas, etc.
El arrogante enarbolar consignas ideologistas adquirió ribetes de ridículo durante la reciente elección capitalina cuando los rivales de Macri lo acusaban de centroderechista (sin duda lo es) como si a los electores les resultase claro diferenciarlo de los autocalificados como centroizquierdistas. Es otro caso de usurpación de título porque ni el candidato del sector ni sus valedores podrían resistir un examen de sincero progresismo. Como si las historias personales pudieran borrase por el simple expediente de enunciar convicciones contradictorias con aquellas, apostando irritantemente a la supuesta desmemoria colectiva. Las urnas demostraron la hipocresía estratégica.
Esto también afecta a la capacidad ejecutiva de nuestra centroizquierda: la hipervaloración de lo proclamado como sustituto de lo realizado. Hacer es lo mismo que proponer, gobernar es lo mismo que anunciar. Ello sostenido por una infatuada convicción de ser dueños absolutos de la verdad, lo que los lleva, por ejemplo, a la infausta afirmación del candidato “progre” acerca de que quienes lo votaron fueron los ‘inteligentes’, valoración despectiva de más de la mitad del electorado, del “pueblo” al que imaginan interpretar a pesar de un divorcio que se sostiene con terquedad a lo largo de los años. Seguramente culpa del “pueblo”…
Algo que debería diferenciar a la centroizquierda es el honrado manejo de los fondos públicos, puestos al servicio de los intereses de los sectores populares. Lamentablemente, ello también quedó cuestionado por la presunción y evidencia de gravísimos casos de corrupción que no se diferencian de los de los denostados noventa. Además, los subsidios otorgados a nivel nacional con escasos o nulos controles, o los sospechables fondos fiduciarios, no favorecen la imagen de un gobierno que debería hacer de la probidad un inalienable principio republicano y progresista. Ni hablar de la bolsa de papel en el baño…
Conclusión: la centroizquierda tiene consignas mucho más atractivas que la centroderecha pues, por ejemplo, le pertenecen con exclusividad las reivindicaciones por los derechos humanos, pero su ineficiencia en el gobernar y su vacuo ideologismo ha vuelto a poner en valor aquella consigna de “paz y administración” enunciada por uno de los próceres más denostados por el progresismo, Julio A. Roca. Difícil le será lograr éxitos electorales si no logra transmitir una imagen de eficaz preocupación por los problemas más acuciantes de la sociedad.

Cuanta razón tiene.

Saludos

Tomensé 2 minutos y lean esta muy buena nota que salió en Perfil y fue escrita por Pacho O’Donnell,que no es precisamente de derecha ni ahi. :o
El triunfo de Mauricio Macri se basó en una demanda colectiva de orden y eficiencia por parte de una población capitalina harta de la acorralante inseguridad, de la irritativa suciedad, del desbordado caos vehicular, del pésimo funcionamiento de los servicios públicos, de la absoluta impunidad para cortar calles, de la incontenida decadencia de las prestaciones educativas y sanitarias.Por Pacho O’Donnell08.07.2007 | 03:01 El triunfo de Mauricio Macri se basó en una demanda colectiva de orden y eficiencia por parte de una población capitalina harta de la acorralante inseguridad, de la irritativa suciedad, del desbordado caos vehicular, del pésimo funcionamiento de los servicios públicos, de la absoluta impunidad para cortar calles, de la incontenida decadencia de las prestaciones educativas y sanitarias. Males ante los que los sucesivos gobiernos de centroizquierda que gobiernan Buenos Aires desde hace casi una década se han evidenciado impotentes.
Surge entonces una pregunta crucial: ¿es la centroizquierda inevitablemente ineficaz?
Esa sombra parece estar expandiéndose sobre los partidos de ese signo a nivel mundial. La centroizquierda acaba de perder elecciones en Bélgica, en España, en Suecia. En Francia el candidato vencedor, el centroderechista Sarkozy, expuso en su discurso de asunción algunos conceptos que resuenan más allá del país galo; nos guste o no nos guste, también en nuestra Argentina: “Hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas. El pensamiento único es el del que lo sabe todo, y que condena la política mientras la practica. No vamos a permitir mercantilizar el mundo en el que no quede lugar para la cultura: desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos habían impuesto el relativismo. La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes. Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado. Que no había nada sagrado, nada admirable (…) Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor. Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Voy a rehabilitar el trabajo. Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: ‘Se ha abierto una brecha entre la juventud y la policía’. Los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente, inocente. Defienden los servicios públicos, pero jamás usan un transporte colectivo. Aman tanto la escuela pública, pero sus hijos estudian en colegios privados. Dicen adorar la periferia y jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún okupa, pero no aceptan que se instalen en su casa. Esa izquierda que desde Mayo del ’68 ha renunciado al mérito y al esfuerzo, que atiza el odio a la familia, a la sociedad y a la República. Esto no puede ser perpetuado en un país como Francia y por eso estoy aquí. No podemos inventar impuestos para estimular al que cobra del Estado sin trabajar. Quiero crear una ciudadanía de deberes”.
La centroizquierda argentina enarbola atractivos valores de solidaridad, de sensibilidad social, de no discriminación que, en la práctica, se ven oscurecidos por su horror a imponer orden, haciendo de autoridad y autoritarismo equívocos sinónimos. De allí que asiste paralizada a los cortes de calles y rutas por motivos fútiles que han sustituido a los que en un principio significaron una acción creativa y eficaz de muchos desplazados que reclamaban un lugar en la sociedad. Pero en los días que corren, con la anuencia gubernamental, asistimos a la angustiante coagulación del tránsito originada, por ejemplo, en que las estufas de algún colegio no funcionan adecuadamente. Ello es, protegido por un equívoco concepto de libertad, una acción autoritaria intolerable. ¿No ha llegado también el momento de legitimar a los cartoneros como una actividad organizada con sus centros de acumulación y de recogida, con sus premios por limpieza pero también con penalidades por una desprolija suciedad que parecería simbolizar un castigo que injustamente recae sobre toda la sociedad, diluyendo una culpa que tiene responsables identificables ?
Otra de las razones del fracaso de la centroizquierda vernácula cuando debe gestionar administraciones nacionales, provinciales o municipales es la dificultad de tomar medidas impuestas por la lógica del gobernar pero que pudieran aparecer como lesivas para los trabajadores. Una consecuencia de ello es la creación de absurdos organismos fantasmas sostenidos con nuestros impuestos, como es el caso, entre otros muchos, de Lafsa, una empresa aérea sin aviones pero con muchos jefes y empleados, con la que se “resolvió”el problema de la crisis de las líneas aéreas privadas. Ello parecería dar la razón al ex presidente uruguayo Julio M. Sanguinetti, quien pregona que hoy es el centro (como pudorosamente se autodenomina la centroderecha) el movimiento progresista por su apego a la eficiencia y al desarrollo, en contraste con una centroizquierda inmovilista que apela al insaciable ordeñe de un “estado benefactor” hoy inexistente e inviable.
Algo notorio en nuestros “progres” es la repetición agotadora de clichés ideologistas que hicieron crecer en la población la convicción de que en vez de ocuparse de los afligentes problemas que la acosan todos los días, aquellos parecen más ocupados en la reivindicación de la lucha armada de los setenta, en la demonización de los noventa (a pesar de que es público y notorio que, desde el presidente Kirchner para abajo, casi todos los que hoy nos gobiernan desempeñaron funciones relevantes durante esos años), en las leyes que legitiman los vínculos homosexuales, en el debate sobre el control de la natalidad o el aborto, temas que indudablemente merecen atención pero que no deberían aparecer sobreponiéndose o compitiendo con el temor al asalto o al crimen, a los insólitos tiempos de espera en los hospitales, al deterioro de los valores morales, a la decrepitud de programas e instalaciones educativas, etc.
El arrogante enarbolar consignas ideologistas adquirió ribetes de ridículo durante la reciente elección capitalina cuando los rivales de Macri lo acusaban de centroderechista (sin duda lo es) como si a los electores les resultase claro diferenciarlo de los autocalificados como centroizquierdistas. Es otro caso de usurpación de título porque ni el candidato del sector ni sus valedores podrían resistir un examen de sincero progresismo. Como si las historias personales pudieran borrase por el simple expediente de enunciar convicciones contradictorias con aquellas, apostando irritantemente a la supuesta desmemoria colectiva. Las urnas demostraron la hipocresía estratégica.
Esto también afecta a la capacidad ejecutiva de nuestra centroizquierda: la hipervaloración de lo proclamado como sustituto de lo realizado. Hacer es lo mismo que proponer, gobernar es lo mismo que anunciar. Ello sostenido por una infatuada convicción de ser dueños absolutos de la verdad, lo que los lleva, por ejemplo, a la infausta afirmación del candidato “progre” acerca de que quienes lo votaron fueron los ‘inteligentes’, valoración despectiva de más de la mitad del electorado, del “pueblo” al que imaginan interpretar a pesar de un divorcio que se sostiene con terquedad a lo largo de los años. Seguramente culpa del “pueblo”…
Algo que debería diferenciar a la centroizquierda es el honrado manejo de los fondos públicos, puestos al servicio de los intereses de los sectores populares. Lamentablemente, ello también quedó cuestionado por la presunción y evidencia de gravísimos casos de corrupción que no se diferencian de los de los denostados noventa. Además, los subsidios otorgados a nivel nacional con escasos o nulos controles, o los sospechables fondos fiduciarios, no favorecen la imagen de un gobierno que debería hacer de la probidad un inalienable principio republicano y progresista. Ni hablar de la bolsa de papel en el baño…
Conclusión: la centroizquierda tiene consignas mucho más atractivas que la centroderecha pues, por ejemplo, le pertenecen con exclusividad las reivindicaciones por los derechos humanos, pero su ineficiencia en el gobernar y su vacuo ideologismo ha vuelto a poner en valor aquella consigna de “paz y administración” enunciada por uno de los próceres más denostados por el progresismo, Julio A. Roca. Difícil le será lograr éxitos electorales si no logra transmitir una imagen de eficaz preocupación por los problemas más acuciantes de la sociedad.

Cuanta razón tiene.

Saludos

:o

jaja…

lo que pasa es que lo que pusiste excede el limite de longitud que varios aca estamos dispuestos a leer :lol:

Si lo resumis, te juro que lo leo!!! posta eh!!

Saludos…

Jaja no sean pajeros y leanlo…

Leanlo vagancias!

Che que alguien me cuente de que se trata semejante texto, lei hasta la parte que dice tomense 2 minutos y no segui porque mi atencion dura 1 minuto, a lo sumo minuto y medio, ¿de que habla el kilometrico texto, el cholo reconoce por carta abierta su homosexualidad :lol: …

Mucha razón… igual no me aventuro a sacar ninguna conclusión sobre Macri pq en lo qe a mí respecta es una incognita… todos sabemos qe para el niño Mauricio el objetivo es sentarse en el sillón de Rivadavia… habrá qe ver qe hace se metió en un lío…

ZZZZZZZZZZZZZZZ :lol:

Esto escribí cuando ganó Macri. No soy periodista. No estoy del todo informado. Sé poco sobre poco, pero me mandé igualmente a dar mi opinión como buen opinólogo que me gusta ser :).

¿Por qué ganó las elecciones Macri?. ¿Es acaso, el 60% de la población porteña facha?. No lo creo.
Los por qué son muchos… y diversos.
Si partimos de una base en la que a la gente, por lo general y en general, no le interesa demasiado la política, podríamos decir que, viejos zorros como Macri, sacan provecho de esas situaciones.
Intento encontrar las incógnitas de la victoria y del retroceso social que puede generar.
No se puede afirmar que La Capital está bien, decirlo sería un delirio, pero a la hora de hacer la comparación con otras, pareciera el primer mundo y la gente que vive aquí (Y EN CIERTOS SECTORES), siempre buscó, de una u otra forma, lograr el ingreso al fabuloso target primermundista.
Mis dudas acerca de que M M puede lograrlo, son escasas. Ahora que para lograrlo va a esconder mucha basura bajo la alfombra, tampoco. Por eso, hete aquí, una de las principales razones (según mi humilde criterio) del voto a este señor: la tranquilidad de los YA asentados y su búsqueda por pertenecer nuevamente a esa sociedad ficticia creada en los 90 por el mono patilludo.
¿Se puede criticar a la gente por buscar solo su bien personal y no el bien social?. Es criticable, pero entendible. ¿Cómo pedirle a una sociedad tan manipulada de información, tan manipulada de verdad y tan cansada de sufrir transpies personales que espere un poco más y piense en lo que se propone?.
Daniel Filmes y Carlos Heller, proponían seguir un proceso de reorganización Nacional el cual llevaría (como todo proceso) su tiempo, mientras tanto y en la vereda del frente, se escucharon respuestas “mágicas” y “sólidas” a problemas de raíz los que, analizados mínimamente, serían inaplicables a la realidad.
Yo me pregunto, ¿qué pasará con el pobre?. ¿qué pasará con el cartonero?, ¿tendrá que ir preso como una vez dijo Macri?. ¿Volveremos a agrandar la brecha de diferencias entre los ya instalados y los por instalar, generando aún más problemas a futuro?.
¿Cómo pretender que uno de los tantos encargados de tranzar en la época militar y los 90, sea el sanador social actual?. Hay preguntas que no tienen respuesta. Porque no te olvides que a pesar de esconderse en un discurso pseudo progresista, Mauricio es Macri.
La respuesta que más escuché hasta ahora fue “lo que vos quieras, pero en el 90 estábamos mejor”, lo cual posiblemente (aunque parcialmente) sea cierto ya que, muchos gozaron de viajes y compras que hoy saldrían millonadas. Ahora yo pregunto, ¿no fueron el costo de esos viajes, esas compras y esa vida, los causantes del mal actual?. ¿no fue el uno a uno ficticio, por cierto, el causante de que el dólar se dispare, la inflación crezca y la plata alcance menos?.. al hacerme estas preguntas caigo en la misma respuesta: gran parte de la sociedad mientras tenga sus dólares en el banco y no haya corralitos, seguirá mirando para otro lado, seguirá ignorando (porque no hay peor ignorancia que la de mirar para otro lado) que gran parte del país no tiene para comer, no poseé una vivienda y ni hablar de tapar las necesidades y metas estipuladas por la misma sociedad que no les permite el acceso. ¡Vaya paradoja!.
Ahora, el día que haya otro corralito, los Nito Artaza volverán a aparecer con su cacerola. El día que su bolsillo sea tocado nuevamente, aparecerán los escraches “que se vayan todos”. Mientras tanto, el resto sigue sin comer, perdón, importar…
Más allá de todo lo que digo, Macri ganó bien e hizo una excelente elección. Bien por él. Mal por (y para) mí.
Saludos.

muy bueno
coincido en todo lo escrito

Kirchner no es de centroizquierda.

El discurso de Macri, no fue de derecha. Sus ideologías, sí.

Los de la derecha, lo votaron por sus ideologías, saben lo que es Macri (piensan como Susanita de Mafalda en mi firma) el resto no está conforme con la “izquierda” (muy muy entre comillas) de Kirchner y compré el discurso (algo progre) de Mauricio.

Ah…obviamenente disto mucho en varios aspectos del texto. No están bien fundamentados, es una simple nota de opinión de un asesor macrista.

lo lei todo , no es joda

Para que ese texto sea aceptable, cada frase debería comenzar con “Yo opino…”.

Así escrito, intenta meter conceptos con la fuerza de la afirmación, cuando algunas cosas las va construyendo sin cimientos…

Para hablar, habla cualquiera.

es una buena vision d la realidad creo

Además, si hablamos de políticas de (centro) derecha podemos remitirnos a la década del 90 con Carlos Saúl.

.

Mendrem es un nieto de puta.Lo peor que pudo pasarle al Pais.

Mas que derecha el tipo fue un neoliberal asqueroso,a mi entender no da para ligarlo de"derecha"

Porque como todos sabemos hay contrariamente a lo que dicta el sentido comun, izquierdistas muy pero muy liberales

La cuestión es que teniendo gobernantes “progres” seguiremos sumergidos en la mierda donde vale todo,total nadie actua.

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Mendrem es un nieto de puta.Lo peor que pudo pasarle al Pais.

Mas que derecha el tipo fue un neoliberal asqueroso,a mi entender no da para ligarlo de"derecha"

Porque como todos sabemos hay contrariamente a lo que dicta el sentido comun, izquierdistas muy pero muy liberales

La cuestión es que teniendo gobernantes “progres” seguiremos sumergidos en la mierda donde vale todo,total nadie actua
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Es que yo te puedo tirar como derecha a personajes nefastos como Sobisch, Rodriguez Saá, Puerta y Murphy. Y todos ellos estuvieron en un punto ligados con Macri (luego Macri los desligó porque vio que no le convenía). Son las peores lacras que existen.

Igual, para mí va más allá de izquierda o derecha. Va más que nada por corrupción. Todos los que te nombré son corruptos. Seas progre o no, si robás ya está, si tu objetivo es asumir el poder para manejar mejor tus negociados, ya fue.

Desde las últimas elecciones, me resigné al hecho de votar (pensá que apenas voté dos veces). Es todo la misma mierda. Y la gente no piensa cuando vota. No agarra las plataformas. Yo traté de informarme un poco (no del todo, lo reconozco, fui ignorante al votar, pero algo hice) ¿para qué? para que una vecina de 50 años diga que votó a Telerman porque los hijos (de 7 y 10 años) le dijeron que era el más simpático. ¿Te das cuenta?

Ahora para las presidenciales va a ganar Cristina, no tiene una oposición respetable. No pienso votar a ninguno de los dos. Voy a darle mi voto a la izquierda a los socialistas o a alguien que sea un grupo minoritario que denuncie lo que pase y se ponga de nuestro lado (el laburante, estudiante).

Perdón, me fui de las ramas.

Lo que tengo en claro es que la derecha, o parte de la misma piensa como mi firma. Y es triste.

Abrazo Cholo.