Sí, es así. Tiene belleza y jerarquía en David Trezeguet, Fernando Cavenaghi, y alguna que otra estocada de Alejandro Domínguez. Tiene explosión en Lucas Ocampos, el Sánchez de la primera rueda e, incluso, en los arranque de Daniel Villalva.
Tiene una cierta “tranquilidad” en el aplomo de Ponzio y su recambio, Martín Aguirre. La defensa está un poco más sólido e incluso Ramiro Funes Mori, además de revelarse como alternativa para una defensa que dejó ir a Román y Ferrero en el verano, también tiene más gol que ellos. Sin embargo River, líder de la BN hasta el próximo lunes al menos, no gusta.
River: ganar, sí. Golear, también. ¿Gustar? mmm
Hubo excepciones, claro. River jugó muy bien en el 7-1 a Atlanta, muy bien en el 0-1 con Boca Unidos -pese a la derrota- y muy bien en el 3-0 frente a Independiente Rivadavia en el Monumental.
Después tuvo ráfagas de buen juego: a partir del 2-0 en el duelo ante Merlo, lapsos en la visita a Independiente Rivadavia en Mendoza, en el 4-1 en Jujuy e incluso en el 4-1 ante Guillermo Brown. El primer tiempo ante Instituto, si se quiere, también fue bueno. Pero no consigue gustar. No consigue sostener más de un partido jugando bien, jugando lindo, haciéndole honor a todo lo que tiene en su plantel. Eso sí, gana y no sólo gana, golea.
Con los tres de ayer ante Ferro y sin contar Copa Argentina, River llegó a 51 goles en la BN, es decir casi un gol por punto (en la tabla suma 52) lo que le da un promedio de gol de 1,88, es decir, casi dos goles por partido. Sólo le convirtieron 20, lo que le da una diferencia de + 32, tremendo. ¿Los rivales son malos? Más que malos-que también los hay- lo respetan en exceso y, si bien a River le cuesta abrir los partidos (Merlo y Ferro, ejemplos recientes) una vez que lo hace tiene material de sobra para agujerear los arcos rivales.
¿Por qué no gusta entonces? Díficil saberlo. Quizás esté errado el esquema, quizás el técnico no sepa como implementar algunas cuestiones. Material hay de sobra. Ayer, Matías Almeyda mandó un contundente mensaje a la cancha: con el 0-0, el DT sacó al Chori y Cavenaghi. Algo que le terminó de salir redondo cuando los tres hombres que metió tuvieron incidencia en los dos primeros goles. En el primero, Aguirre la peinó, en el segundo, centro del Keko, penal a Rogelio. El mensaje fue clarísimo: “Primero River, después nosotros”, dijo el DT. Y por ahí es el camino.
El nivel del Chori lo hace pedir banco y, sin el Chori, Almeyda puede apostar a un 4-4-2 dándole a Aguirre la titularidad que tanto merece. Incluso, puede meter a un Keko Villalva en lugar del ex Quilmes o apostar a un 3-4-3, bien arriesgado, si así lo desea.
River es líder, sólo perdió tres juegos sobre 27, anotó más de 50 goles y recibió 20. Desde los números, no deja dudas. Pero el equipo no convence. Sólo en la segunda rueda, le costó quebrar a Chacarita, ganó bien ante La Lepra, jugó muy mal hasta el gol de Ponzio en San Juan, no supo como vulnerar a Quilmes, mereció caer ante Defensa y Justicia, le costó vencer a Merlo, aburrió contra Gimnasia y regaló 70′ de espanto contra Ferro.
Sin embargo, gana. Gana y golea. No gusta. Ni de cerca. ¿Conseguirá en las últimas jornadas sumar la última G? Veremos, lo cierto es que, por ahora sólo con 2G tiene “cobertura” suficiente como para ilusionarse con volver pronto a Primera.