JP, la figura de River y el arquero menos vencido del torneo, reconoce que “lo del Milan sigue en pie” pero asegura que prefiere volar a Europa con un título.
Para el gozo, la tranquilidad y la salud de los hinchas de River, es como si Juan Pablo Carrizo llevara el número diez en su espalda. Es “su” crack. Promesa de Inferiores convertida en arquerazo de Selección y con futuro europeo, JP brilla como el menos vencido del Clausura y hasta el técnico y el presidente le ruegan que se quede al menos seis meses más.
—El domingo, en La Plata, ¿escuchaste el “Carrizo no se va”?
—Sí, lo escuché, no se puede evitar.
—¿Y?
—Nunca esperé que hubiera tanta conexión con la gente de River. La gente se ve identificada porque defiendo el arco a muerte. Ese canto es porque los hinchas ven que el equipo está pasando un momento difícil y piensan que lo importante para todo proyecto es generar una base, empezando por el arco.
—¿Por eso Passarella te pidió que te quedes?
—De Daniel no tengo palabras. El fue el que me dijo “ahí tenés el arco, demostrá lo que sabés, es tu posibilidad”. Tuvo coraje y personalidad, y ha sacado a Germán (Lux), que era un arquero de Selección. Que diga que me quiere retener está bueno. Me gustaría quedarme, pero sabemos que se manejan cifras que no se igualan de ninguna manera y que las posibilidad se puede presentar una vez en la vida.
—¿Pensás mucho en eso?
—No pienso en eso, dejo que lo maneje Pablo Sabbag, mi representante. Cuando llegue el momento, decidiré. Hoy tengo la cabeza metida en River.
—¿Sos de los que priorizan una muy buena oferta por encima del aspecto futbolístico?
—No me gustaría desaparecer, quiero crecer futbolísticamente. Es obvio que lo económico importa. Pero tengo la idea de ir a un club que sea candidato a conseguir cosas. No me gustaría, por darte un ejemplo, ir al mercado ruso: se maneja muy buen dinero pero futbolísticamente retrocedés.
—¿Te irías de River sin salir campeón?
—Voy a ser sincero: si me fuera ahora, sería con la espina enorme de irme sin salir campeón. Y no quiero. Pretendo dejar algo en el club. Hoy estaría dejando una imagen mía y yo quiero dejar logros importantes para el club. Por eso manejo la idea de quedarme al menos seis meses más.
—Pero las necesidades de los clubes de Europa a veces no te dan tiempo.
—Sí, o las mismas necesidades de River, que por ahí quiere vender o necesita vender. En ese caso, lo único que me quedará será optar por mi conveniencia.
—Al ver Milan-Liverpool, ¿te imaginaste en la final de la Champions?
—Uno sueña, porque soñar es gratis, je. Sé que lo del Milan sigue en pie, es todo lo que me dijo mi representante. Pero yo tengo que dedicarme a jugar en River.
—¿Y el pasaporte comunitario cuándo lo tenés?
—Me dijeron que este mes. Pero hasta que no lo tenga en la mano, no lo creo.
—Burgos dijo: “Me gusta Carrizo porque es de los que se tiran de cabeza contra un camión”.
—Yo siempre jugué así. Soy consciente de que en el puesto de arquero uno deber ser muy arriesgado, tratar de tapar las pelotas con lo que sea. La personalidad del arquero tiene que ser fuerte, de un caracter complicado en algún punto. Pero no copio: quiero imponer mi propio estilo.
—¿Tuviste referentes puntuales en el puesto?
—Me han gustado varios. De chico miraba a Bonano y después, a Franco Costanzo. De Bonano me gustaba que estaba siempre bien ubicado, era más de atajar debajo de los tres palos. Franco era más arriesgado en cuanto al cuerpo a cuerpo y me gustaba la potencia de piernas.
—¿Por qué sobresalís en los partidos importantes como los superclásicos?
—Soy así. Me gustan los desafíos, las cosas que duelen, los momentos duros. Disfruto más los momentos complicados. No me achico por nada. Ahí siento más motivación.
—¿No es una contradicción tener el arco menos vencido en un equipo que juega mal?
—Tuve algunos partidos buenos en donde pude impedir goles, pero también hay mérito de los demás.
—¿Cuál es el mérito del equipo si te llegan?
—Que hemos tratado de ser sólidos en todo momento y a veces lo logramos. Lo importante es cuando uno no encuentra esa solidez en sus compañeros, ser sólido uno. En parte lo vengo haciendo.
—¿El plazo que se fijo Passarella los presiona?
—La presión la tenemos desde que arrancó el año, con la Libertadores y el torneo local. Y hoy nos encontramos afuera de las dos competencias. Lo que dijo Daniel está bien. Pidió seis meses más, la Sudamericana y el campeonato, que le den esa última posibilidad. El también se da cuenta de que todo tiene un límite y tiene tanta personalidad que puede decir: “Yo quiero ese plazo y si no consigo nada, me voy”. Es lógico.
—¿Por qué?
—Formar un grupo, en tres meses, lo podés lograr. Pero a veces el equipo no concuerda, no hay comunicación, y pasa por otros factores. Lo que dijo Daniel no me cae mal, en el fútbol hoy mandan los resultados y si él no pudo con eso, quiere un tiempo para tratar de revertirlo. En mi caso, si yo ando mal, que me saquen por otro que esté mejor es entendible.
Lo difícil, por cierto, es que Carrizo ande mal…