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El auto acelera por una ruta lateral bonaerense. Mientras alguien aclara “vamos a estar moviéndonos todo el tiempo”, el Tano Beto dice, por tercera vez en dos minutos, “me estoy comiendo un garrón”. Es grandote, Beto. Pero ahora, con pedido de captura por la guerra en Vélez previa al match con Arsenal, su imagen se asocia más a la de un osito de peluche de Taiwán. Habla de su hijo de seis meses, de su foja libre de antecedentes y remarca, por si no lo había dejado claro, eso de “me estoy comiendo un garrón”.

El Tano Beto es Alberto, regentea la barra de Italiano y es, desde la caída en desgracia de Adrián, Alan y compañía, el líder de la tribuna de River. En las sombras, los capos son Joe, Caverna y Martín de Ramos, pero en el paraavalanchas, sin derecho de admisión, manda él. Por eso y aunque en los videos de Liniers no se lo ve pegando, quedó en el ojo de la tormenta. Y con la ropa empapada, habla sobre cómo llegó a liderar la barra y por qué pasó lo que pasó.

“Yo soy buen tipo. Preguntá en Italiano. Pongo plata, con los pibes hicimos el paredón del predio de Ricchieri, y mantengo en orden la tribuna: no drogas, no robos. La idea en River era hacer lo mismo. Yo estoy hace mucho en la barra, pero al tiempo de que la dirigencia impusiera a Alan y Adrián nos abrimos, porque a la hora de repartir, no nos daban ni un pantaloncito. Por eso no estamos en ningún quilombo: Panamericana, Brasil, etc. Volvimos a la barra después del Mundial, cuando las cosas ya se iban poniendo mal. Y nos abrimos de nuevo después de quinchos. Porque era una pelea de dos donde nos querían involucrar a todos”.

–Pero si ustedes quedaron del lado de Adrián.

–Les dijimos: agárrense mano a mano y vamos con el que queda en pie. Pero a Adrián le dieron los de Palermo con facas. Y nosotros tenemos códigos.

–Pero si la banda de Hurlingham estuvo con facas en la gresca del playón.

–No es así: hubo un asado previo, cierto, pero nosotros no entramos porque sabíamos que era una boludez. Después pasó lo de Gonzalo y ya no tuvimos dudas sobre con quién no estar. Y nos abrimos hasta este año.

–¿Por qué volviste?

–Porque la barra estaba descabezada. Fuimos a Mar del Plata y hablamos con los del Oeste para
hacer una banda unida, sin quilombos. Pero ellos decían: “Este no, aquél tampoco”. Y todo se complicó. Y después de lo que le hicieron al Colimba en Retiro, ya no hubo retorno.

–Ahí quedás como jefe.

–Jefe es quien tiene relación con la dirigencia, la Policía. Y ésos eran otros (no lo dice pero se refiere a Joe, Caverna y Martín de Ramos). Pero en la tribuna los 300 pibes me seguían a mí.

–En ese caso sos el responsable de lo que pasó en Vélez.

–No. En la semana supimos que los del Oeste se habían reunido en el cementerio de Ciudadela y que el Turco estaba juntando gente de Fuerte Apache, Merlo, Moreno. Pero nosotros salíamos custodiados desde River, los otros (Joe y Cía.) habían hablado con la brigada, estaba todo bien, decían que lo iban a manejar. Y al llegar a Vélez nos enteramos de que los del Oeste estaban adentro y eran 150 distribuidos por la popular. Les dijimos a la Policía: “Sáquenlos o se pudre”. Y nos dijeron que no podían hacer nada.

–¿Por qué como jefe no dijiste: “Nos ganaron de mano, no entramos?”.

–Eso se tenía que arreglar antes, en el Mc Donalds, cuando ellos (ellos son Joe, Caverna y Martín) ya sabían que Oeste estaba adentro. Pero no dijeron nada. Y yo me entero cuando llegamos a la cancha. Ahí tengo 300 tipos atrás, cómo les digo no entramos.

–Simple. Diciendo si pasa algo vamos todos presos.

–No es tan fácil. Y cuando yo entro, se ve claro que a Cadenita y Gallo les digo: “¿Qué hacen acá, boludos? Váyanse que va a haber quilombo”. Y ellos empiezan a los cintazos. Nos estaban esperando. Pero yo no le puse una mano a nadie. Quería parar todo porque la pelea nos perjudicaba a todos. Y tenía razón: ahora me estoy comiendo un garrón.

–¿Joe y el Turco del Oeste no habían arreglado que no habría lío?

–Eso se dice, pero a mí no me bajaron ese mensaje. Después ves que la Policía libera la zona, ellos no entran, y empezás a sospechar.

–¿A sospechar qué?

–Que fue una cama para sacarme del medio. Yo manejaba la tribuna y otros las relaciones. Yo no vivo de River, quizás eso a algunos no les conviene y pensaron que era una amenaza.

–¿En River la barra maneja mucha guita?

–Eso se dice. Pero yo nunca vi un peso y me como este pijazo porque alguien habrá pensado que me quería quedar con la barra por este tema. Caigo por perejil: la barra la manejás cuando tenés las entradas, la plata, los recitales. Yo eso no lo tenía.

–¿Quién maneja las entradas?

–No sé.

–¿Qué? ¿Comprabas las 300 en boletería?

–A mí me las daban los pibes, si se las bajaban o las compraban, yo no sé.

–¿Te sorprendió que Joe, Caverna y Martín estuvieran en Floresta y no en la cancha?

–Y… fue raro. Si sos el poronga, tenés que estar. Además, con derecho de admisión un montón de veces entraron igual. Y esta vez no. Esa es la bronca de todos con ellos. Ahora no sé qué va a pasar. Sí sé qué ocurrirá conmigo: el lunes me entrego porque no tengo nada que ocultar. Qué raro. Me encanan a mí y no a otros que están con facas. Igual, con este quilombo nunca más puedo volver a River. Aunque la Justicia compruebe que no tengo nada que ver, ya está, me sacaron del medio. Y si ése era el objetivo, lo lograron.

El auto acelera por una ruta lateral bonaerense. Mientras alguien aclara “vamos a estar moviéndonos todo el tiempo”, el Tano Beto dice, por tercera vez en dos minutos, “me estoy comiendo un garrón”. Es grandote, Beto. Pero ahora, con pedido de captura por la guerra en Vélez previa al match con Arsenal, su imagen se asocia más a la de un osito de peluche de Taiwán. Habla de su hijo de seis meses, de su foja libre de antecedentes y remarca, por si no lo había dejado claro, eso de “me estoy comiendo un garrón”.

El Tano Beto es Alberto, regentea la barra de Italiano y es, desde la caída en desgracia de Adrián, Alan y compañía, el líder de la tribuna de River. En las sombras, los capos son Joe, Caverna y Martín de Ramos, pero en el paraavalanchas, sin derecho de admisión, manda él. Por eso y aunque en los videos de Liniers no se lo ve pegando, quedó en el ojo de la tormenta. Y con la ropa empapada, habla sobre cómo llegó a liderar la barra y por qué pasó lo que pasó.

“Yo soy buen tipo. Preguntá en Italiano. Pongo plata, con los pibes hicimos el paredón del predio de Ricchieri, y mantengo en orden la tribuna: no drogas, no robos. La idea en River era hacer lo mismo. Yo estoy hace mucho en la barra, pero al tiempo de que la dirigencia impusiera a Alan y Adrián nos abrimos, porque a la hora de repartir, no nos daban ni un pantaloncito. Por eso no estamos en ningún quilombo: Panamericana, Brasil, etc. Volvimos a la barra después del Mundial, cuando las cosas ya se iban poniendo mal. Y nos abrimos de nuevo después de quinchos. Porque era una pelea de dos donde nos querían involucrar a todos”.

–Pero si ustedes quedaron del lado de Adrián.

–Les dijimos: agárrense mano a mano y vamos con el que queda en pie. Pero a Adrián le dieron los de Palermo con facas. Y nosotros tenemos códigos.

–Pero si la banda de Hurlingham estuvo con facas en la gresca del playón.

–No es así: hubo un asado previo, cierto, pero nosotros no entramos porque sabíamos que era una boludez. Después pasó lo de Gonzalo y ya no tuvimos dudas sobre con quién no estar. Y nos abrimos hasta este año.

–¿Por qué volviste?

–Porque la barra estaba descabezada. Fuimos a Mar del Plata y hablamos con los del Oeste para
hacer una banda unida, sin quilombos. Pero ellos decían: “Este no, aquél tampoco”. Y todo se complicó. Y después de lo que le hicieron al Colimba en Retiro, ya no hubo retorno.

–Ahí quedás como jefe.

–Jefe es quien tiene relación con la dirigencia, la Policía. Y ésos eran otros (no lo dice pero se refiere a Joe, Caverna y Martín de Ramos). Pero en la tribuna los 300 pibes me seguían a mí.

–En ese caso sos el responsable de lo que pasó en Vélez.

–No. En la semana supimos que los del Oeste se habían reunido en el cementerio de Ciudadela y que el Turco estaba juntando gente de Fuerte Apache, Merlo, Moreno. Pero nosotros salíamos custodiados desde River, los otros (Joe y Cía.) habían hablado con la brigada, estaba todo bien, decían que lo iban a manejar. Y al llegar a Vélez nos enteramos de que los del Oeste estaban adentro y eran 150 distribuidos por la popular. Les dijimos a la Policía: “Sáquenlos o se pudre”. Y nos dijeron que no podían hacer nada.

–¿Por qué como jefe no dijiste: “Nos ganaron de mano, no entramos?”.

–Eso se tenía que arreglar antes, en el Mc Donalds, cuando ellos (ellos son Joe, Caverna y Martín) ya sabían que Oeste estaba adentro. Pero no dijeron nada. Y yo me entero cuando llegamos a la cancha. Ahí tengo 300 tipos atrás, cómo les digo no entramos.

–Simple. Diciendo si pasa algo vamos todos presos.

–No es tan fácil. Y cuando yo entro, se ve claro que a Cadenita y Gallo les digo: “¿Qué hacen acá, boludos? Váyanse que va a haber quilombo”. Y ellos empiezan a los cintazos. Nos estaban esperando. Pero yo no le puse una mano a nadie. Quería parar todo porque la pelea nos perjudicaba a todos. Y tenía razón: ahora me estoy comiendo un garrón.

–¿Joe y el Turco del Oeste no habían arreglado que no habría lío?

–Eso se dice, pero a mí no me bajaron ese mensaje. Después ves que la Policía libera la zona, ellos no entran, y empezás a sospechar.

–¿A sospechar qué?

–Que fue una cama para sacarme del medio. Yo manejaba la tribuna y otros las relaciones. Yo no vivo de River, quizás eso a algunos no les conviene y pensaron que era una amenaza.

–¿En River la barra maneja mucha guita?

–Eso se dice. Pero yo nunca vi un peso y me como este pijazo porque alguien habrá pensado que me quería quedar con la barra por este tema. Caigo por perejil: la barra la manejás cuando tenés las entradas, la plata, los recitales. Yo eso no lo tenía.

–¿Quién maneja las entradas?

–No sé.

–¿Qué? ¿Comprabas las 300 en boletería?

–A mí me las daban los pibes, si se las bajaban o las compraban, yo no sé.

–¿Te sorprendió que Joe, Caverna y Martín estuvieran en Floresta y no en la cancha?

–Y… fue raro. Si sos el poronga, tenés que estar. Además, con derecho de admisión un montón de veces entraron igual. Y esta vez no. Esa es la bronca de todos con ellos. Ahora no sé qué va a pasar. Sí sé qué ocurrirá conmigo: el lunes me entrego porque no tengo nada que ocultar. Qué raro. Me encanan a mí y no a otros que están con facas. Igual, con este quilombo nunca más puedo volver a River. Aunque la Justicia compruebe que no tengo nada que ver, ya está, me sacaron del medio. Y si ése era el objetivo, lo lograron.

De esto no se puede hablar amigoo…

Estaría bueno que lo posteen, pero diciendo, “cierren el tema así no se habla” y que dure lo que dure. Lo bueno es que se lean estas cosas también. Saludos.

si marto igual ya habia un tema y lo cerraron .

Igual ya van a poner mensajes: quiero que vuelvan las banderas y los bombos!

ya lo habia leido esto…

Segunda vez que abren sobre lo mismo…

NO SE PUEDE HABLAR SOBRE ESE TEMA…