Miras TN, vota a Nestor.

Mirá TN, votá a Néstor

Por Raúl Degrossi

“Mirá TN, votá a Néstor”. Esta promoción no es para los kirchneristas fanáticos y convencidos, esos a los que nos les importa si la fórmula oficialista para el 2011 es Moreno-D’Elía (mejor todavía, dirían).

Tampoco es para los kirchneristas críticos, los que acompañan señalando puntualmente todo aquello con lo que no están de acuerdo, lo que se hace mal, lo que falta.

Menos para los kirchneristas tardíos, para los que decidieron apoyar al proceso iniciado en el 2003 después de haber votado por ejemplo por Pino Solanas en el 2007, o que se están sumando ahora al kirchnerismo espantados por el tren fantasma opositor.

Esta promoción es para los anti k fanáticos, en especial de clase media urbana (como le gusta decir a Carrió), y quedan descartados de participar solamente aquellos que no tienen problemas con los Kirchner en particular, sino con que exista la democracia y haya que votar cada tanto.

A ellos está dirigida la promo, titulada: “Mira TN, votá a Néstor.”

¿En qué consiste? Muy sencillo.

El año que viene hay elecciones, pero no cualquier elección.

No elegimos (como el año pasado) legisladores “para el Parlamento” (¿cuándo aprenderemos que en la Argentina hay Congreso¿), o por lo menos no sólo eso.

No elegimos tipos que vayan “a controlar a los k, ponerles límites”, no señor; elegimos presidente, o sea el tipo que corta el bacalao, el que tiene el poder (y la obligación) de resolver los quilombos de todos los días, incluso los que él (o ella) mismo haya creado.

Por eso no se trata de ver como quedan conformadas las Cámaras, ni de lograr cosas inasibles tales como “la unidad de la oposición”, porque está visto además que los diálogos y los consensos alcanzan para poco más que repartirse cargos y comisiones.

La parte que te toca a vos, clasemediero anti K, es muy sencilla: votá a Néstor.

¿Por qué?

Bueno porque como están las cosas cada voto cuenta, y no estamos como para correr el riesgo de que, por que vos repitas el voto del año pasado, alguno de los impresentables del tenebroso conglomerado opositócrata tenga que gobernar, y descubra entonces que la Casa Rosada no queda en los estudios de TN.

Porque además ese conglomerado se puede dividir en dos grandes grupos: los que no tienen la menor idea de que hacer si llegaran al gobierno, y los que lo tienen clarísimo, pero no lo pueden decir en público; y es altísimamente probable que, aun de ganar los primeros, serán presionados para llevar adelante el programa de los segundos, y ahí es donde tenés que prestar atención (ahora, porque después puede ser tarde).

Con toda seguridad, tomarían de inmediato una serie de medidas tendientes a desmantelar buena parte de las cosas que el kirchnerismo hizo estos años, y no me refiero precisamente a los desaguisados del Indec o el Consejo de la Magistratura.

Por ejemplo van a decir que el Estado no es fiscalmente sustentable, y en consecuencia hay que tomar medidas drásticas como anular las jubilaciones sin aportes otorgadas estos años, y suspender la ley de movilidad que establece dos aumentos al año para jubilados y pensionados; sumado a que volverían a sacar parte de los impuestos que hoy van a parar a la ANSES.

Ni que decir que con el mismo argumento, volarían la asignación universal a la niñez, y eliminarían los subsidios a las tarifas del gas, la luz y el transporte.

Bueno pero vos dirás ¿y a mí qué con todo eso?

Para no perder tiempo tratando de conmover tu lado solidario, te digo que le vas a tener que decir a la patrona que se despida de la jubilación del ama de casa que sacó hace unos años, “para mis gastos, viste”, y que vas a tener que empezar a apagar el aire acondicionado split (o usar uno sólo de los cuatro), porque la boleta de la luz va a venir saladita y después andá a reclamarle a Melconián, o mejor a Polino.

Vos no viajarás en colectivo o en subte, pero las vacaciones o las escapadas de fin de semana se van a complicar un poco, cuando vuelen los precios de los micros de larga distancia, del avión (porque el déficit de Aerolíneas es intolerable, viste) o de la nafta.

Como con toda seguridad no creo que la corten ahí con “la necesidad de sincerar el gasto público”, le veo poca vida a la devolución del IVA a las compras con tarjeta de débito, y en ese marco, ¿cuánto puede tardar en volver, en versión corregida y aumentada, la tablita de Machinea para que tengas que volver a pagar Ganancias, o pagar más que ahora?

Respondiendo a los deseos (y a las presiones) de la Mesa de Enlace, seguramente se reducirán o eliminarán las retenciones y se disolverá la ONCCA, liberando por completo la exportación de carne, trigo, maíz y leche; con el riesgo de que todos los precios de los alimentos se vayan a las nubes, y suspirés meláncolico recordando lo lindo que estaba todo, cuando un kilo de pulpa estaba a treinta pesos, o un litro de nafta a cuatro.

Pero para que no se diga que el gobierno no se preocupa por la inflación, con toda certeza se suspenderán las paritarias y todo mecanismo de discusión salarial hasta mejor oportunidad, porque como es sabido “los aumentos de salarios generan inflación”, si lo dicen todos los economistas “que saben”, debe ser así nomás.

Antes que contestés rápido “es un problema de Moyano, ¿a mí que me calienta?”, recordá que es altamente probable que seas de los privilegiados que tiene un trabajo en blanco, y que cuando los gremios logran aumentos, los cobrás aunque no estés afiliado y creas que sos Bill Gates, o el recibo viene engordado por un reconocimiento del sistema a tus talentos naturales.

No es descabellado pensar que un nuevo gobierno, tratando de desandar el rumbo seguido estos años en “que nos aislamos del mundo”, decida volver a pedir ayuda al FMI, y no hace falta ser pitonisa como Carrió para saber que le van a aconsejar (mirá Grecia y España por estos días): ajuste, ajuste y más ajuste, o sea todo lo arriba señalado y “alguito” más; que se yo ponéle unos cuantos empleados públicos en la calle, volver a privatizar lo estatizado desde el 2003, privatizar lo que faltó como el Banco Nación, las Cataratas del Iguazú o el Perito Moreno.

Sin mencionar que todo eso subiría exponencialmente el número de marchas, piquetes y cortes de ruta que tanto te enervan, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de algo: en un país sin los 180 por pibe, con jubilaciones congeladas o recortadas, sueldos ídem y gente sin laburo, veríamos en serio lo que es una recesión.

¿Y que hacés entonces con el negocio que empezó a repuntar estos años, o con la tiendita de ropa que se puso tu mujer en un shopping o en una galería del centro?, ¿no se complicaría el pago de la cuota del auto, o mantenerlo todos los meses?

¿Hay que volver a los cacerolazos otra vez, no hay forma de evitar un gobierno votado por las clases medias en forma mayoritaria, que lo primero que haría sería cagarlas en forma sistemática, es necesario llegar otra vez a eso?

¿Hay que esperar a marzo (o julio, o diciembre) del 2012 para que digás, primero para vos mismo, después en charlas íntimas de familia: “al final, con los pingüinos no estábamos tan mal”?

Por eso el año que viene, vota a Néstor.

¿”Y donde está la promo”, me preguntás?

En que si lo hacés, no tenés que decirlo (¡ah, las delicias del voto secreto!).

Cuando entrás al cuarto oscuro no hay cámaras de TN adentro, no están Lilita Carrió o Pino Solanas escondidos adentro de un armario, ni Morales Solás pispeando por arriba de tu hombro que boleta metés dentro del sobre.

Pero la cosa no termina ahí, es esencial mantener el secreto de la maniobra.

Apenas salgás del cuarto oscuro, y cuando metas el sobre en la urna, guiñále el ojo al fiscal de la Coalición Cívica, seguro va a haber uno. Es fácil de reconocer: es el que tiene una vianda con un yogurt light y una bandejita plástica con ensalada de zanahoria rallada, o brotecitos de soja; y el guiño tiene que ser convincente, onda “tranquilo, hoy ganamos seguro”.

Y ahí termina lo tuyo, ni siquiera se te exige ir al obelisco o a la plaza a festejar si Néstor (o él/la que vengan por ahí) ganan, o estar prendido a la tele pendiente de los cómputos.

A partir del lunes siguiente, y por los próximos cuatro años, vos seguí haciendo tu vida normal: mirá TN, leé Crítica, Perfil, Clarín y La Nación, y no te privés -bajo ningún concepto- de dejar comentarios hirientes y mordaces contra los kk, sin olvidar ninguno de los tópicos que encabezan el ránking: carteras, bótox, fondos de Santa Cruz, dictadura, crispación, revanchismo setentista, montoneros y todo eso; prestando siempre atención a los que vayan surgiendo, no es cuestión tampoco de quedar desactualizado, o lucir poco informado.

¿Para qué decir la verdad, traicionando el sagrado mandato de Sáenz Peña y corriendo el riesgo de ser una especie de leproso social?

¿Cómo perderse de criticar al gobierno, convertirse de pronto en oficialista al riesgo de perder el mejor tema de conversación para calzar en todo tipo de eventos sociales, para generar empatía con otros y sentirse -aunque sea módicamente- parte de algo, no es cierto?

Vos seguí como si nada, y si te preguntan por quien votaste, no te ampares en el secreto del voto, porque sin querer, estarías dando una pista para que la maniobra sea descubierta.

Mandá fruta, decí cualquiera, incluso cambiá la respuesta si cambia el auditorio y adaptála a la circunstancias.

Una vez será Pino, “porque lo de la minería y los glaciares es una vergüenza, no puede ser”; otra vez será Lilita, “porque este país lo que necesita es un contrato moral”, o Cobos, “porque es necesario ampliar los diálogos y los consensos entre los argentinos”; en definitiva: el que se te antoje.

Pero bajo ningún concepto se te ocurra confesar la verdad, y menos que menos si Néstor gana, no hay nada más dañino para las relaciones sociales que ser oficialista; ni nada que te deje más expuesto a los “yo te dije que éstos eran unos chantas”.

¿Cómo explicarte con ejemplos sencillos, para que me entiendas, lo que tendrías que hacer?

Ya sé: hacé lo mismo que con Menem en 1995, con De La Rúa en 1999, y por que no, con Cristina en el 2007: ante cualquier reproche, decís con total seguridad: “yo no lo voté”.

Mirá TN, votá a Néstor

Por Raúl Degrossi

“Mirá TN, votá a Néstor”. Esta promoción no es para los kirchneristas fanáticos y convencidos, esos a los que nos les importa si la fórmula oficialista para el 2011 es Moreno-D’Elía (mejor todavía, dirían).

Tampoco es para los kirchneristas críticos, los que acompañan señalando puntualmente todo aquello con lo que no están de acuerdo, lo que se hace mal, lo que falta.

Menos para los kirchneristas tardíos, para los que decidieron apoyar al proceso iniciado en el 2003 después de haber votado por ejemplo por Pino Solanas en el 2007, o que se están sumando ahora al kirchnerismo espantados por el tren fantasma opositor.

Esta promoción es para los anti k fanáticos, en especial de clase media urbana (como le gusta decir a Carrió), y quedan descartados de participar solamente aquellos que no tienen problemas con los Kirchner en particular, sino con que exista la democracia y haya que votar cada tanto.

A ellos está dirigida la promo, titulada: “Mira TN, votá a Néstor.”

¿En qué consiste? Muy sencillo.

El año que viene hay elecciones, pero no cualquier elección.

No elegimos (como el año pasado) legisladores “para el Parlamento” (¿cuándo aprenderemos que en la Argentina hay Congreso¿), o por lo menos no sólo eso.

No elegimos tipos que vayan “a controlar a los k, ponerles límites”, no señor; elegimos presidente, o sea el tipo que corta el bacalao, el que tiene el poder (y la obligación) de resolver los quilombos de todos los días, incluso los que él (o ella) mismo haya creado.

Por eso no se trata de ver como quedan conformadas las Cámaras, ni de lograr cosas inasibles tales como “la unidad de la oposición”, porque está visto además que los diálogos y los consensos alcanzan para poco más que repartirse cargos y comisiones.

La parte que te toca a vos, clasemediero anti K, es muy sencilla: votá a Néstor.

¿Por qué?

Bueno porque como están las cosas cada voto cuenta, y no estamos como para correr el riesgo de que, por que vos repitas el voto del año pasado, alguno de los impresentables del tenebroso conglomerado opositócrata tenga que gobernar, y descubra entonces que la Casa Rosada no queda en los estudios de TN.

Porque además ese conglomerado se puede dividir en dos grandes grupos: los que no tienen la menor idea de que hacer si llegaran al gobierno, y los que lo tienen clarísimo, pero no lo pueden decir en público; y es altísimamente probable que, aun de ganar los primeros, serán presionados para llevar adelante el programa de los segundos, y ahí es donde tenés que prestar atención (ahora, porque después puede ser tarde).

Con toda seguridad, tomarían de inmediato una serie de medidas tendientes a desmantelar buena parte de las cosas que el kirchnerismo hizo estos años, y no me refiero precisamente a los desaguisados del Indec o el Consejo de la Magistratura.

Por ejemplo van a decir que el Estado no es fiscalmente sustentable, y en consecuencia hay que tomar medidas drásticas como anular las jubilaciones sin aportes otorgadas estos años, y suspender la ley de movilidad que establece dos aumentos al año para jubilados y pensionados; sumado a que volverían a sacar parte de los impuestos que hoy van a parar a la ANSES.

Ni que decir que con el mismo argumento, volarían la asignación universal a la niñez, y eliminarían los subsidios a las tarifas del gas, la luz y el transporte.

Bueno pero vos dirás ¿y a mí qué con todo eso?

Para no perder tiempo tratando de conmover tu lado solidario, te digo que le vas a tener que decir a la patrona que se despida de la jubilación del ama de casa que sacó hace unos años, “para mis gastos, viste”, y que vas a tener que empezar a apagar el aire acondicionado split (o usar uno sólo de los cuatro), porque la boleta de la luz va a venir saladita y después andá a reclamarle a Melconián, o mejor a Polino.

Vos no viajarás en colectivo o en subte, pero las vacaciones o las escapadas de fin de semana se van a complicar un poco, cuando vuelen los precios de los micros de larga distancia, del avión (porque el déficit de Aerolíneas es intolerable, viste) o de la nafta.

Como con toda seguridad no creo que la corten ahí con “la necesidad de sincerar el gasto público”, le veo poca vida a la devolución del IVA a las compras con tarjeta de débito, y en ese marco, ¿cuánto puede tardar en volver, en versión corregida y aumentada, la tablita de Machinea para que tengas que volver a pagar Ganancias, o pagar más que ahora?

Respondiendo a los deseos (y a las presiones) de la Mesa de Enlace, seguramente se reducirán o eliminarán las retenciones y se disolverá la ONCCA, liberando por completo la exportación de carne, trigo, maíz y leche; con el riesgo de que todos los precios de los alimentos se vayan a las nubes, y suspirés meláncolico recordando lo lindo que estaba todo, cuando un kilo de pulpa estaba a treinta pesos, o un litro de nafta a cuatro.

Pero para que no se diga que el gobierno no se preocupa por la inflación, con toda certeza se suspenderán las paritarias y todo mecanismo de discusión salarial hasta mejor oportunidad, porque como es sabido “los aumentos de salarios generan inflación”, si lo dicen todos los economistas “que saben”, debe ser así nomás.

Antes que contestés rápido “es un problema de Moyano, ¿a mí que me calienta?”, recordá que es altamente probable que seas de los privilegiados que tiene un trabajo en blanco, y que cuando los gremios logran aumentos, los cobrás aunque no estés afiliado y creas que sos Bill Gates, o el recibo viene engordado por un reconocimiento del sistema a tus talentos naturales.

No es descabellado pensar que un nuevo gobierno, tratando de desandar el rumbo seguido estos años en “que nos aislamos del mundo”, decida volver a pedir ayuda al FMI, y no hace falta ser pitonisa como Carrió para saber que le van a aconsejar (mirá Grecia y España por estos días): ajuste, ajuste y más ajuste, o sea todo lo arriba señalado y “alguito” más; que se yo ponéle unos cuantos empleados públicos en la calle, volver a privatizar lo estatizado desde el 2003, privatizar lo que faltó como el Banco Nación, las Cataratas del Iguazú o el Perito Moreno.

Sin mencionar que todo eso subiría exponencialmente el número de marchas, piquetes y cortes de ruta que tanto te enervan, no hay que ser muy inteligente para darse cuenta de algo: en un país sin los 180 por pibe, con jubilaciones congeladas o recortadas, sueldos ídem y gente sin laburo, veríamos en serio lo que es una recesión.

¿Y que hacés entonces con el negocio que empezó a repuntar estos años, o con la tiendita de ropa que se puso tu mujer en un shopping o en una galería del centro?, ¿no se complicaría el pago de la cuota del auto, o mantenerlo todos los meses?

¿Hay que volver a los cacerolazos otra vez, no hay forma de evitar un gobierno votado por las clases medias en forma mayoritaria, que lo primero que haría sería cagarlas en forma sistemática, es necesario llegar otra vez a eso?

¿Hay que esperar a marzo (o julio, o diciembre) del 2012 para que digás, primero para vos mismo, después en charlas íntimas de familia: “al final, con los pingüinos no estábamos tan mal”?

Por eso el año que viene, vota a Néstor.

¿”Y donde está la promo”, me preguntás?

En que si lo hacés, no tenés que decirlo (¡ah, las delicias del voto secreto!).

Cuando entrás al cuarto oscuro no hay cámaras de TN adentro, no están Lilita Carrió o Pino Solanas escondidos adentro de un armario, ni Morales Solás pispeando por arriba de tu hombro que boleta metés dentro del sobre.

Pero la cosa no termina ahí, es esencial mantener el secreto de la maniobra.

Apenas salgás del cuarto oscuro, y cuando metas el sobre en la urna, guiñále el ojo al fiscal de la Coalición Cívica, seguro va a haber uno. Es fácil de reconocer: es el que tiene una vianda con un yogurt light y una bandejita plástica con ensalada de zanahoria rallada, o brotecitos de soja; y el guiño tiene que ser convincente, onda “tranquilo, hoy ganamos seguro”.

Y ahí termina lo tuyo, ni siquiera se te exige ir al obelisco o a la plaza a festejar si Néstor (o él/la que vengan por ahí) ganan, o estar prendido a la tele pendiente de los cómputos.

A partir del lunes siguiente, y por los próximos cuatro años, vos seguí haciendo tu vida normal: mirá TN, leé Crítica, Perfil, Clarín y La Nación, y no te privés -bajo ningún concepto- de dejar comentarios hirientes y mordaces contra los kk, sin olvidar ninguno de los tópicos que encabezan el ránking: carteras, bótox, fondos de Santa Cruz, dictadura, crispación, revanchismo setentista, montoneros y todo eso; prestando siempre atención a los que vayan surgiendo, no es cuestión tampoco de quedar desactualizado, o lucir poco informado.

¿Para qué decir la verdad, traicionando el sagrado mandato de Sáenz Peña y corriendo el riesgo de ser una especie de leproso social?

¿Cómo perderse de criticar al gobierno, convertirse de pronto en oficialista al riesgo de perder el mejor tema de conversación para calzar en todo tipo de eventos sociales, para generar empatía con otros y sentirse -aunque sea módicamente- parte de algo, no es cierto?

Vos seguí como si nada, y si te preguntan por quien votaste, no te ampares en el secreto del voto, porque sin querer, estarías dando una pista para que la maniobra sea descubierta.

Mandá fruta, decí cualquiera, incluso cambiá la respuesta si cambia el auditorio y adaptála a la circunstancias.

Una vez será Pino, “porque lo de la minería y los glaciares es una vergüenza, no puede ser”; otra vez será Lilita, “porque este país lo que necesita es un contrato moral”, o Cobos, “porque es necesario ampliar los diálogos y los consensos entre los argentinos”; en definitiva: el que se te antoje.

Pero bajo ningún concepto se te ocurra confesar la verdad, y menos que menos si Néstor gana, no hay nada más dañino para las relaciones sociales que ser oficialista; ni nada que te deje más expuesto a los “yo te dije que éstos eran unos chantas”.

¿Cómo explicarte con ejemplos sencillos, para que me entiendas, lo que tendrías que hacer?

Ya sé: hacé lo mismo que con Menem en 1995, con De La Rúa en 1999, y por que no, con Cristina en el 2007: ante cualquier reproche, decís con total seguridad: “yo no lo voté”.