DIEGO BUONANOTTE, DESPUES DEL REPUDIO
Su figura se pierde debajo de cámaras, grabadores y micrófonos. Sus 56 kilos y sus 161 centímetros desaparecen ante tanto acoso. Desde lejos no se ve. Ni se escucha. Pero al acercarse, uno se da cuenta de que sus palabras tienen peso, altura y fuerza. La resurrección ante Gimnasia, la punta, su sorpresivo presente como goleador, su descanso en Teodelina, la ilusión por lo que puede venir, la decepción por lo que acaba de pasar… Diego Buonanotte habla de todo. Como en la cancha, no se esconde. Contesta rápido, con esa vocecita tan particular como aguda. En todo sentido. Por eso no da vueltas cuando se le pregunta por la bronca de los hinchas y el recibimiento que le dieron al equipo el domingo. “No lo esperaba. Sabía que la gente iba a estar más enojada de lo normal por lo de la Libertadores, pero me sorprendió lo que hizo”, dice. Y con toda seguridad, afirma: “Aunque hay que darle para adelante, fue un momento feo, raro… Me dolió que nos tiraran maíz”.
La humillante eliminación de la Copa se instala. Y el Enano no la gambetea. “No hay mucho por explicar. Fue insólito. Hubo diez minutos fatales y se nos terminó todo”, explica sin ánimo de dramatizar, pero con dolor. Tanto, pero tanto, que admite no haber querido volver a ver el partido del jueves. “Al otro día traté de no mirar televisión porque sabía que iba a ser muy duro. Después no se dio y pensé que se iba a terminar ahí”, admite. Y no hace falta decirle que se equivocó. La lluvia de granos de maíz que cayó desde la platea San Martín antes de jugar ante Gimnasia lo hizo caer en una realidad indisimulable: la bronca no tenía nada de pasajera. Al contrario. Algo que Buonanotte acepta sin chistar, pero cuestionando la forma de expresión. “Siempre hay banderas y gritos cuando pasan estas cosas. Entiendo perfectamente el enojo, pero lo del maíz, insisto, fue extraño. Que tus hinchas te reciban como hacen en otros clubes es muy duro”, cuenta sin necesidad de recordar la “bienvenida” que el plantel recibió hace 15 días en La Boca para hacerse entender…
Mario, su papá, lo espera apoyado en su auto. Volver a entrenarse recién mañana invita a agarrar la ruta lo más rápido posible y descansar en su pueblo. Pero el Enano no se apura. Habla sin interrupciones. Deja claro que no le interesa tomar el Clausura como un premio consuelo. Pero tampoco se anima a hacer futurología y jugarse a afirmar que el Clausura puede ayudar a tapar la decepción que originó el tsunami Ramón. “No sé si a la gente le va a alcanzar”, duda. Pero en lo que no ve interrogantes es en la necesidad de festejar de una buena vez. “Algo tenemos que ganar. Lo sabemos y estamos tranquilos porque el grupo está muy fuerte, muy unido. Y eso es importante”, asegura. Por eso, cree que con maíz o sin maíz, será clave vencer a Independiente. “Es una final como la de Gimnasia. Y hay que seguir igual. Esto es River, y aunque la gente no ayude, tenemos que salir a ganar siempre”.