perdon si no va aca pero me pareciò una muy buena nota acerca de la MAFIA DEL FUTBOL
LOS HIJOS DE JULIO ya estan listos para sucederlo en la continuidad del poder
En la AFA todo pasa, menos el apellido Grondona
La continuidad de la familia más poderosa del fútbol argentino parece estar asegurada. Así se desprende por la influencia que tuvieron Julio Ricardo, actual presidente de Arsenal, y Humberto, técnico de Talleres de Córdoba en la designación del actual técnico de la Selección. Ellos fueron fundamentales para convencer a su padre de que Diego era la mejor opción ante las otras alternativas que asomaban. Don Julio ve a Julito como futuro presidente de la AFA y elogia públicamente a Humberto como “un hombre que puede ocupar el cargo que él crea conveniente”.
Por Andres Eliceche / Marcelo Rodriguez
Todos juntos. Julito y don Julio, en la cancha de Arsenal; el hijo es el actual presidente. El padre fue su fundador. Humbertito prefirió la dirección técnica.
Uno trata de criar a sus hijos a su imagen y semejanza. Intenta darles la mejor educación posible, quiere que aprendan. Por eso no me llama la atención que Grondona haya mandado a su hijo Humberto a que se hiciera al lado de Kia Joorabchian en el Corinthians.” Raúl Gámez puede ser el primero en levantar la bandera del antigrondonismo: desde su lugar de presidente de Vélez (ya no lo es) siempre combatió el manejo personalista con que Julio padre hizo y deshizo en la AFA. O con el que hace y deshace aún, a 29 años de su llegada al sillón principal de Viamonte 1366. La ironía de Gámez se explica a partir de quién es el iraní Joorabchian: el presidente del consorcio británico de inversiones MSI, acusado en Brasil de lavar dinero a través del popular club paulista. Allí, Humberto Grondona supo ser manager gracias a los contactos de su papá. Más cerca, en Sarandí, el jefe del clan Grondona ubicó a Julito, su otro hijo, como presidente de Arsenal, el club familiar. Para que también se haga. Hoy, los chicos ya están hechos y listos para asegurar la continuidad de la dinastía en la AFA. Tanto que ya deciden a la par del padre.
El chocolatinero. Julio Ricardo Grondona creció como el protegido de Nélida, su mamá. Andrés Ducatenzeiler, ex presidente de Independiente y conocedor de la interna familiar, describió en PERFIL hace dos años los inicios de Julito: “El pibe atendía el kiosco de la estación de servicio de su papá. Su tarea era vender chocolatines”. Una vez ungido presidente de Arsenal, Julito empezó a soltar su lengua, poco propensa a los formalismos. “Esto es para todos los putos que ayer se quejaron”, soltó tras un partido que ganó el equipo de visitante.
Sus modos diplomáticos venían a cuento de las acusaciones que giran en torno al supuesto favoritismo de los árbitros por Arsenal. O a las presiones que reciben para que favorezcan al club de la familia Grondona. A los que osan equivocarse en contra del club no les va bien. Lo puede contar Adrián Pérsico, por ejemplo, un árbitro asistente que invalidó un gol de Arsenal contra Huracán por un off-side inexistente de Leonardo Ulloa, en la primera fecha del Apertura 2007. Después de ese partido, Pérsico rodó barranca abajo: pasó a dirigir partidos de la B Metropolitana y la B Nacional, con esporádicas apariciones en Primera. “Los condicionan de esa manera. Es como decirles ‘mirá que si cobrás en contra nuestro te puede pasar lo mismo’. Lo hacen con los árbitros asistentes, es menos visible que con los árbitros principales”, resume a PERFIL un árbitro en actividad, que pide la reserva de su nombre por obvias razones.
La verba de Julito se permite otros lujos: “Mi viejo es un tipo mayor que está en Suiza comiendo panchos y ahora se le da por decir boludeces. Cuando me dijo que lo iba a renovar a Bielsa, le pregunté si estaba en pedo. Lo renovó para clasificar al Mundial 2006. Se equivocó”, aseveró en octubre de 2004 tras la asunción de Pekerman como técnico de la Selección, tras la salida del propio Bielsa. El actual DT de Chile se había ido, entre otras cosas, por su mala relación con los Grondona. Demasiado pluralismo versus demasiado verticalismo.
A esa altura (fines de 2004), la influencia de Julio hijo había crecido lo suficiente como para que su voz ya fuese más importante que la de los integrantes de la caricaturesca Comisión de Selecciones Nacionales, encargada de hacer lo que nunca hace: elegir al DT. Esa decisión, que siempre tomó Grondona padre, ahora también corre por cuenta de sus dos hijos. Como ocurrió con la designación de Maradona, cocinada por Julito y Humbertito junto al pater familiae en uno de los departamentos que tienen, en Puerto Madero. Una fotografía de lo que viene.
“Julito es un buen tipo”, tercia Luis Segura, presidente de Argentinos Juniors y también secretario de la citada Comisión. No lo dirá por sus encuentros en las reuniones del Comité Ejecutivo de la AFA: Julito prefiere delegar esas tareas menores en el vicepresidente de Arsenal. Lo suyo pasa por presidir la delegación argentina en el Mundial de Alemania, por ejemplo. En las tierras germanas, precisamente, el hijo menor del jefe festejó el inédito convenio que su club, de apenas 2.600 socios, firmó con el poderosísimo Barcelona español para proveerle futbolistas de sus divisiones juveniles. Que el acuerdo haya durado apenas cuatro meses (ver aparte) es un detalle…
El todopoderoso. De Humbertito se podrá decir que es buen o mal entrenador. Cuestión de gustos. Lo que nadie podrá discutir es su cada vez más influyente participación en los asuntos de la AFA. Incluso, desde su actual cargo de entrenador de Talleres de Córdoba. Devenido en asesor de su padre, el más grande de los dos hijos de Julio hace gala de su poder. Su último unipersonal fue el 25 de octubre pasado, en la suspensión del partido que debían disputar Talleres e Instituto.
La persistente lluvia hizo imposible que se jugara en La Boutique, como se conoce al estadio del actual equipo del hermano mayor. Por reglamento, la reprogramación debía ser automática, para el día siguiente. Pero Humbertito no quería jugar el domingo porque el jueves posterior su equipo debía visitar a Los Andes, rival directo de Talleres en la pelea por no descender de categoría. Una paradoja: los dirigentes de Instituto sí querían jugar el día correspondiente, respetando lo consignado por AFA. Pero Humbertito escupió su bronca y arremetió contra el árbitro Rafael Furchi y Hugo Cots, gerente de la Casa Madre del fútbol argentino. En presencia de dirigentes de Instituto, el DT de Talleres acusó a Cots de estar “enfermo de la cabeza” y de ser un “inútil”, por no atender su reclamo. Mientras que Furchi, irresoluto, respondió que estaba esperando una llamada del Colegio de Arbitros para confirmar la nueva fecha del encuentro. Ergo, Talleres e Instituto jugarán recién el 19 de noviembre, a la medida de Humbertito.
Su perlita más reciente tiene que ver con el encuentro que ayer disputó el equipo cordobés contra Independiente Rivadavia. En principio la hora de comienzo se había fijado a las 16. Pero Humbertito convenció a los dirigentes mendocinos para correr el arranque para las 18.30. Mucho calor, argumentó. Y su deseo fue orden.
Su menú de características guarda un costado místico: también sabe apelar a argumentos espirituales para que sus dirigidos ganen los partidos. Para eso, a sus cuerpos técnicos suele adosarles la figura de un pai. El que les insufla ánimo a los actuales jugadores de Talleres se llama Leoncio.
El hombre mira al padre con la admiración de quien quiere lo mismo para su vida. Eso sí, lo ve grande en edad (Don Julio tiene 77 años) y el miércoles pasado hizo público su parecer en el programa de Luis Majul en radio La Red: “A papá lo veo como presidente de AFA hasta 2010. Después lo queremos tener más con nosotros”, aventuró. Asuntos de familia.
En su raid mediático también se jactó de haber impuesto los nombres de José Pekerman para las selecciones juveniles, de Sergio Batista para la sub 23 y, ahora, el de Diego Maradona para conducir a la mayor. Sus atribuciones cobran aún más fuerza cuando Julio padre concede: “Humberto es un hombre que ha recorrido el mundo con el fútbol, y por eso puede ocupar el cargo que él crea conveniente”, señaló en la semana al diario La Voz del Interior.
Gámez lo definió como “un tipo bravo”. El, en cambio, prefiere describirse como un “celestino”, que se encarga de acercar las partes, como ocurrió recientemente con su padre y Bilardo.
La sucesión. “Julito Grondona no tiene techo. Está a la altura de Meiszner y de toda la muchachada joven que está cerca de mí”, opinó Julio mayor esta semana sobre lo que parece cosa juzgada: su próxima salida de la AFA. José Luis Meiszner, justamente, es un ex presidente de Quilmes siempre ligado a Grondona que aspira a sucederlo. Aunque sus chances parecen escasas: “Los hijos de Julio lo van a sacar del medio”, pronostica Gámez. La fórmula de la suma de los nombres tiene entidad: para suceder a Julio Humberto va a ser decisivo el peso de Julio y Humberto.
Don Julio, de todas maneras, acumula cada vez más nombres a su alrededor, como quedó claro con su reconciliación con Bilardo y Maradona. “Se debe estar por morir. Está llamando a todos los que lo ayudaron alguna vez”, suelta Gámez con sarcasmo.
Nadie debería confiar demasiado en que eso suceda pronto: el martes, la mamá de Don Julio cumplió 102 años. Es que la longevidad también es un bien de familia.
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Un club de barrio en el Camp Nou
El Camp Nou, imponente estadio del Barcelona español, es un lugar ideal para celebrar. Si hasta se puede tomar champagne en su platea preferencial. Eso creyó Julito Grondona el 30 de abril de 2006, cuando aprovechó el entretiempo del partido entre el local y Cádiz para firmar un acuerdo tildado como espectacular. Allí, él y Joan Laporta –presidente del club español– sellaron un convenio por cinco años para que la pequeña institución de Sarandí se convirtiese en un proveedor de materia prima: jugadores juveniles. Julio padre, engranaje necesario para el acercamiento, seguía la escena desde el mismo palco. La prensa afín al trío AFA-Grondona-Arsenal festejó la novedad: “El convenio seguramente generará un punto de inflexión en el mercado futbolístico argentino”, publicó el diario Olé en aquel momento.
La idea era que los catalanes pudiesen evaluar y seleccionar chicos para incorporar a su club a través de un director general llegado de España. Incluso Laporta viajó a la Argentina en septiembre de ese año para la presentación del proyecto. Una foto en la que posa con la camiseta de Arsenal y Grondona junior con la del Barcelona agrandó el álbum de Julito.
El recuerdo no debe ser tan grato para Laporta: cuatro meses más tarde todo quedaba en la nada. “No tuvimos en cuenta que Arsenal fue fundado como un club de barrio”, se excusó Julito en una carta que envió al Barcelona para proponer la rescisión. De pronto, se había dado cuenta de que sostener semejante proyecto requería una organización y una inversión demasiado grande. Tan grande como el papelón que ambos clubes habían armado en poco tiempo.