Como si se los hubiese tragado la tierra, desde el domingo pasado es casi imposible observar hinchas de boca cuando uno anda por la ciudad. Aquella fidelidad de la cual se jactan los ‘xeneizes’, parece no ser tan apropiada. Lo cierto es que, luego del baile, dentro y fuera de la cancha, la gente de la Rivera, optó por quedarse en sus casas.
No, no es que dejaron de venderse las remeras de Boca, tampoco es cierto que haya una nueva ley que prohíbe su uso. Pero si hay una realidad, en Buenos Aires parecen no quedar fanáticos de Boca. Desde nuestro humilde lugar, entendemos que haya sido dura la derrota, que les haya y dolido, y hasta que hayan sentido vergüenza. Pero, ¿esconderse?, no nos parece lo correcto.
Tras el superclásico, los pocos bosteros capaces de dar la cara, no tenían palabras y evitan hablar de la “Fiestita” del Monumental, como si nada hubiese pasado. Claro, les recordamos, queridos primos, que River le “pegó” un terrible baile, y nada más le hizo 2 goles, porque en el segundo tiempo decidió jugar a media maquina.
Ni hablar de lo que sucedió detrás de las líneas de cal. Tribunas Belgrano, San Martín y Sivori, totalmente teñidas de rojo y blanco, mientras que enfrente (Tribuna Centenario), una verdadera postal. De no ser que conocidos míos estuvieron presentes en la popular visitante, y los conozco, hubiese pensado que eran un contingente de mudos que fueron a parar a Núñez. ¿Pero cómo, no eran acaso, en teoría, los 2.600 más fanáticos y ubicados en las primeras posiciones del “Ranking de Hinchas”? Evidentemente, el “sentimiento xeneize” está cada vez mas deteriorado.
Con el partido ya empezado, los visitantes seguramente habrán pensado, “Uf, nos pasaron el trapo en el recibimiento, pero por suerte ya terminó”. Pero para su desgracia, tampoco fue así, ya que para el segundo tiempo, 2 toneladas de papel, y casi 10.000 serpentinas le dieron un impresionante marco a la Tribuna Enrique Omar Sivori, mientras que enfrente, los 2.600 “fanáticos” observaban sentados dicha demostración de amor por los colores.
Para finalizar, existió “la mancha negra”, obviamente, protagonizada por “ellos”, que cuando vieron que su equipo no reaccionaba, cuando vieron que por más que intenten cantar, los íbamos a tapar, decidieron arrojar butacas a la gente que estaba abajo. Claro, que van a pensar ellos si pueden lastimar a chicos y mujeres que tranquilamente disfrutaban del partido.
Evidentemente, esta gente no entiende lo que es el folclore del fútbol, y están muy “calentitos” por la derrota en todos los aspectos. Y bueno muchachos, antes de irse, esperen que les saque una foto. ¿Por qué? Y… “Se van para la Boca, con el cul* roto…”