La Locura CelestialAbreu, a los 43 minutos del segundo tiempo, metió un empate increíble. Bolivia iba 2-0 arriba y los charrúas reaccionaron con altura y un enorme amor propio. JUAN PABLO MENDEZ | jpmendez@ole.com.ar
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Abreu comienza su festejo. Arismendi está detrás. Igualó tras un centro de Vicente Sánchez. Uruguay alcanzó a Chile en el cuarto puesto.
El desborde de euforia en Montevideo no tiene antecedentes cercanos. Por fin volvió a verse la mística milagrosa de la Celeste, en un final de ensueño que hizo olvidar el discurso casetero de que “vamos a La Paz sólo a ganar”. Sí, fue un “puntazo”, al decir de sus futbolistas, lo que se consiguió sobre 3.600 metros de ahogo.
Hubo una imagen fuerte. A los dos minutos del segundo tiempo, con Bolivia 2-0, Vicente Sánchez fue caminando a rematar un córner. Cualquiera le hubiera reclamado por su pasividad. Sin embargo, el semblante de la mayoría de los charrúas pedía un respiro. Allí no había sensación de empate, tampoco de entrega, aunque sí de impotencia ante un rival que metía con las subidas de Reyes y el despliegue de Ronald García.
Uruguay no sólo tuvo seis bajas en relación a la derrota con Argentina (una de ellas, Suárez, de los mejores). No hay que olvidarse de su principal individualidad, Forlán, lesionado. Y si encima un emblema como Lugano le regala la pelota a Martins Moreno en el 1-0 todo es peor. La zaga uruguaya también falló en el 2-0 (el punta, libre de marca, cabeceó al doblete). 'Qué podía esperarse de una selección que en ocho partidos en La Paz sólo había sumado con tres empates?
Y allí surgió conmovedor un amor propio. Sin alta expresión técnica, porque el aire no alcanzaba. Bruno Silva había sido torpe al punto de pegarle una patada en la nariz a Reyes. Quedará en la memoria que el lateral, suplente en el Ajax, le dio el centro del descuento a Bueno (lo único que hizo).
Así, Uruguay fue y fue. Como pudo. Con más voluntad que fútbol, con Sánchez de mediapunta tirado a la izquierda, pero poco organizador. Tabárez le dio entrada a Abreu por Cebolla Rodríguez, que se había transpirado todo. Menos de 20 segundos tardó el Loco en cabecear con riesgo. En la segunda que tuvo, a los 43 minutos del segundo tiempo, metió el frentazo salvador, aprovechando la impericia de los zagueros bolivianos y la indefinición de del arquero Arias al salir. Los suplentes se sumaron a la emotiva locura de Abreu. Sólo se podía explicar desde el orgullo. Ni hablar de recursos tácticos porque no hubo nada de eso.
Los bolivianos se agarraron la cabeza. Estaba presente en sus retinas el mano a mano que se había perdido Botero, tras un patético rechazo de Castillo (el arquero de Botafogo salvó tres bravísimas). También, una chance de Martins. Incluso con el 2-2, Robles tuvo una que evitó Cáceres… Sí, pasó de todo.
El mismo Loco que había estado casi pintado en el Monumental se vistió de héroe. “A uno le sale el hincha de adentro”, explicó. Está justificado.