LA PROMOCIÓN
A River le sobran enemigos
Publicado el 26 de Junio de 2011
Por VÍCTOR HUGO MORALES
De adentro y de afuera. El club llegó hasta esta situación límite como consecuencia de una muy mala administración, la misma que fue apoyada por el Grupo Clarín silenciando negocios extraños, entre otras cosas.
Como un personaje de Shakespeare, River se debate entre los fantasmas del pasado y las urgencias de la hora. El veneno en el oído, lo volcaron quienes lo traicionaron por el poder y vaciaron de contenido económico a una institución que hasta hace no más de 10 años era de las más importantes del mundo. Se codeaba con el Real, el Milan, el Bayern o alguno de los clubes ingleses.
Dirigentes protegidos por los que hacían el negocio de la televisión, dieron contención, hicieron invisibles los errores que hundieron a los Millonarios hasta caer en estos abismos que desquician a sus seguidores. La televisión necesitó siempre de operadores dentro del fútbol. A cambio, como a Julio Grondona en los buenos tiempos, le dio las llaves del reino de la impunidad. Se silenciaron las ventas indiscriminadas, los negocios extraños, los déficits disimulados, los anticipos de pan para hoy y hambre para mañana.
Esa misma televisión estafadora, ese cáncer moral que sigue siendo el Grupo Clarín, en sociedad con Torneos y Competencias, ahora aguarda la caída en el Hades de un club que vendría a resignificar el negocio del ascenso. Mortifica el presente de River actuando sobre la autoestima de jugadores y técnicos, desmoraliza a una parte de su hinchada que no advierte la jugada y se pone en contra de sus protagonistas. Desquicia el mundo River para aprovecharlo en sus negocios. TN dejó el jueves durante un tiempo de vergüenza una bandera que decía “Matar o Morir”. Arrastra a ese sentimiento a los parciales y de paso condiciona la vida del fútbol a la exasperación que nubla la capacidad de análisis. Hace unos días un destacado profesional de TyC decía que allí no se podía hablar de ciertos personajes de River. Caían ministros bajo la picota, descabezaban personajes populares, árbitros, y jugadores, pero a ciertos protectores del negocio, a sus operadores, no se los tocaba.
El hincha fue desprotegido, engañado. Negocios, barras bravas, asesinatos, bataholas de todos los domingos fueron un componente natural de la vida de clubes manejados por quienes estaban a su servicio. Al día siguiente, aparecía la nota salvadora, cómplice, oblicua, que venía a distorsionar la realidad cada vez que era necesario.
Hasta el último instante se miente. En los diarios del emporio se dividen las culpas de la anterior administración y esta, por igual. Pero en una temporada y media anterior, River logró 56 puntos. En la otra 85. ¿Cómo puede operarse tan impúdicamente? Con los puntos de la actual temporada, los Millonarios se clasificarían para la Copa Sudamericana, aunque no puedan jugarla. Inició la temporada con el peor promedio, ocho puntos abajo de Gimnasia y terminó 16 arriba del lobo platense. Si River supera a Belgrano y sigue en Primera, eliminará la temporada en la que consiguió 41 puntos (gestión anterior) y con los 57 que obtuvo en la actual, comenzará con una comodidad desconocida en los últimos tiempos. Hay que salvar a los fantasmas del pasado hasta cuando no son más que eso. El negocio es el negocio. Y siempre van por más.
River juega hoy contra todo eso. Ni las limitaciones del cuarto equipo del ascenso, le dan tranquilidad. Es posible que finalmente saque el ancla de ese atolladero donde quedó la nave que no hace mucho tiempo parecía destinarse a ganar el campeonato. Las diferencias deberían expresarse en un resultado amplio para River, pero saltará a la cancha más turbado que Hamlet, a ser o no ser, a un monólogo interminable de dominio territorial y pelotazos al área, a voltear los arcos más que a penetrarlos.