El Grupo Clarín siempre acompaña a los gobiernos en sus momentos de mayor popularidad y los abandona cuando caen en la mala o se meten con sus intereses. Los mismos periodistas que dicen una cosa en Clarín o TN, opinan otra distinta en privado.
Pero levantar la bandera de Perfil es un error. Fontevecchia, supuesto paladín de periodismo puro, fue propagandista de la dictadura desde la revista La Semana.
Nadie niega que 7 Días (la revista que publicó la investigación sobre el pasado de Fontevecchia) es oficialista, pero la motivación no anula la evidencia concreta. Las notas están para quien las quiera leer.
El argumenta en su defensa que fueron sólo algunas notas entre muchas, que no sabía lo que pasaba y que estuvo detenido. Corresponde responderle punto por punto.
¿Sólo algunas notas? Si fuera lo que pretende ser, ni una línea a favor de la dictadura debería haber escrito.
Basta hablar con periodistas que hayan trabajado en la época, para comprobar que sí sabían lo que pasaba. En particular para 1978, cuando Fontevecchia seguía negando la existencia de centros clandestinos de detención. El 24 de marzo de 1977, Rodolfo Walsh había difundido su Carta Abierta a la Junta Militar. Se ve que Jorge no la recibió. O Fontevecchia era muy inocente o cree que nosotros lo somos.
Los militares detuvieron clandestinamente, torturaron y hasta mataron a muchas personas que no eran opositores ni estaban involucrados en movimientos guerrilleros. Los motivos fueron desde intento de apropiación de bienes hasta simples confusiones. Un ejemplo concreto es otro empresario periodístico, Jacobo Timerman, quien no era un fervoroso crítico del golpe antes de su detención. Que Fontevecchia haya sido chupado, de ninguna manera es prueba de que no fue propagandista de la dictadura. En todo caso, fue una suerte de justicia poética: detenido por el mismo régimen que defendió.
Pero dejemos de lado al “paladín de periodismo puro” y pasemos a sus medios. Una enorme cantidad de las “investigaciones” publicadas en el diario Perfil y la revista Noticias serían reprobadas en cualquier escuela de periodismo por infundadas y antojadizas. Pareciera que primero eligen el tema y después ven si pueden probar algo. He visto notas sustentadas sólo en el supuesto testimonio de un testigo anónimo. Es muy poco serio. Tan poco serio como creer que investigar es sacarle una foto a una personalidad en la playa, otra práctica habitual de la editorial. “Ginés González García veraneando con su nueva novia” y pelotudeces superfluas por el estilo. Si no fuera por un par de notas verdaderamente de política, a veces cuesta un huevo diferenciar Perfil o Noticias de Caras.
Volvamos a Fontevecchia, paladín de la explotación pura. No sé cuánto están ganando los redactores de Perfil ahora, pero durante mucho tiempo cobraban dos mangos y eran frecuentes los reclamos por haberes atrasados.
Lanata, a quien lo progre se le pasó hace rato, no defendió a sus compañeros cuando laburaba en Perfil. El -como una de las figuras del medio- ganaba bien, así que se cagaba en el resto. No hay nada como la guita para cambiar los ideales.