[Historia reciente] Mártires de Chamical

Los primeros mártires de La Rioja

Los primeros mártires de La Rioja

Dos sacerdotes y un laico que acompañaban la misión pastoral del obispo Enrique Angelelli y fueron asesinados durante la dictadura militar de 1976, en La Rioja, podrían ser las primeras víctimas del terrorismo de Estado en la Argentina con méritos probados para ser declarados santos. Se trata de los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, que fueron secuestrados, torturados y asesinados el 18 de julio de ese año en un paraje cercano a Chamical, sobre la ruta nacional 38, lo que puso fin a un compromiso social con los más pobres, sostenido desde el púlpito y desde la acción. Una semana después, el laico Wenceslao Pedernera, comprometido con la Iglesia y la asistencia a los más necesitados, apareció muerto brutalmente en Chilecito.

Ahora, 35 años más tarde, el actual obispo de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez, en una decisión que sorprendió a varios obispos, comenzó el proceso de recolección de datos y testimonios para aportar pruebas y avanzar en el proceso de beatificación de los tres seguidores de la obra de Angelelli.

“Llevaron el Evangelio y no los comprendieron. Realizaron un proyecto pastoral y no fueron entendidos. Los que los mataron pensaron que les estaban haciendo un bien a Dios y a la patria”, afirmó monseñor Rodríguez la semana última, al declarar iniciado el proceso en la parroquia de Chamical.

El obispo ya recibió una carpeta con datos y una lista de 70 testigos que podrán aportar sus testimonios ante el Tribunal Eclesiástico. No se trata de esclarecer el crimen, sino de certificar que cada uno vivió el martirio y ofrendó su sangre por su misión pastoral.

Murias era un sacerdote franciscano cordobés, del pueblo de San Carlos Minas, que se dedicó al trabajo comunitario en zonas carecientes. Trasladado a La Rioja, trabajó codo a codo con Longueville, sacerdote francés que había llegado en 1970 a Corrientes y dos años después se acercó a Angelelli para ejercer en Chamical su proclamada opción por los pobres.

Algunos compañeros de Murias afirman que, en una de sus últimas frases, el sacerdote enfrentó la saña de sus verdugos: “Podrán silenciar la voz del obispo y la mía, pero nunca podrán silenciar la voz del Evangelio”. Pocas semanas después, Angelelli encontró la muerte en un extraño accidente que hoy la Justicia investiga como posible crimen.

En agosto de 2006, a 30 años de su muerte, el cardenal Jorge Bergoglio exaltó la obra y la entrega del pastor riojano y sus colaboradores. Más allá de lo que significa remover una historia que en algún aspecto podría resultar incómoda para la Iglesia -la justicia francesa pidió al propio Bergoglio que aporte su testimonio en una causa abierta para esclarecer la muerte del padre Longueville-, varios peritos comenzaron ya la tarea de relevar los escritos y mensajes de quienes fueron acribillados para silenciar su compromiso con la fe.

Por Mariano De Vedia para Nueva Rioja


Todos saben que no soy católico. Me podría definir como agnóstico. Pero en cuanto a la institución Iglesia, siempre hay excepciones, no reconocidas en su momento que limpian en algo su accionar durante la dictadura

Los primeros mártires de La Rioja

Los primeros mártires de La Rioja

Dos sacerdotes y un laico que acompañaban la misión pastoral del obispo Enrique Angelelli y fueron asesinados durante la dictadura militar de 1976, en La Rioja, podrían ser las primeras víctimas del terrorismo de Estado en la Argentina con méritos probados para ser declarados santos. Se trata de los padres Carlos de Dios Murias y Gabriel Longueville, que fueron secuestrados, torturados y asesinados el 18 de julio de ese año en un paraje cercano a Chamical, sobre la ruta nacional 38, lo que puso fin a un compromiso social con los más pobres, sostenido desde el púlpito y desde la acción. Una semana después, el laico Wenceslao Pedernera, comprometido con la Iglesia y la asistencia a los más necesitados, apareció muerto brutalmente en Chilecito.

Ahora, 35 años más tarde, el actual obispo de La Rioja, monseñor Roberto Rodríguez, en una decisión que sorprendió a varios obispos, comenzó el proceso de recolección de datos y testimonios para aportar pruebas y avanzar en el proceso de beatificación de los tres seguidores de la obra de Angelelli.

“Llevaron el Evangelio y no los comprendieron. Realizaron un proyecto pastoral y no fueron entendidos. Los que los mataron pensaron que les estaban haciendo un bien a Dios y a la patria”, afirmó monseñor Rodríguez la semana última, al declarar iniciado el proceso en la parroquia de Chamical.

El obispo ya recibió una carpeta con datos y una lista de 70 testigos que podrán aportar sus testimonios ante el Tribunal Eclesiástico. No se trata de esclarecer el crimen, sino de certificar que cada uno vivió el martirio y ofrendó su sangre por su misión pastoral.

Murias era un sacerdote franciscano cordobés, del pueblo de San Carlos Minas, que se dedicó al trabajo comunitario en zonas carecientes. Trasladado a La Rioja, trabajó codo a codo con Longueville, sacerdote francés que había llegado en 1970 a Corrientes y dos años después se acercó a Angelelli para ejercer en Chamical su proclamada opción por los pobres.

Algunos compañeros de Murias afirman que, en una de sus últimas frases, el sacerdote enfrentó la saña de sus verdugos: “Podrán silenciar la voz del obispo y la mía, pero nunca podrán silenciar la voz del Evangelio”. Pocas semanas después, Angelelli encontró la muerte en un extraño accidente que hoy la Justicia investiga como posible crimen.

En agosto de 2006, a 30 años de su muerte, el cardenal Jorge Bergoglio exaltó la obra y la entrega del pastor riojano y sus colaboradores. Más allá de lo que significa remover una historia que en algún aspecto podría resultar incómoda para la Iglesia -la justicia francesa pidió al propio Bergoglio que aporte su testimonio en una causa abierta para esclarecer la muerte del padre Longueville-, varios peritos comenzaron ya la tarea de relevar los escritos y mensajes de quienes fueron acribillados para silenciar su compromiso con la fe.

Por Mariano De Vedia para Nueva Rioja


Todos saben que no soy católico. Me podría definir como agnóstico. Pero en cuanto a la institución Iglesia, siempre hay excepciones, no reconocidas en su momento que limpian en algo su accionar durante la dictadura

Doblemente mártires, por haberse revelado no solo contra la dictadura, sino también contra la posición de complicidad asumida por la jerarquía de la iglesia.

¿Bergoglio mantendrá también ahora y como de costumbre el pico cerrado?

Un dato llamativo. Al que buscaban era a Murias. El francés Longueville no se metía en temas políticos. Lo asesinan por querer acompañarlo (lo llevaban con la excusa de “hacer un reconocimiento a un cuerpo”)
A la vuelta del velatorio, muere en un “accidente” de ruta, el obispo Angelelli.

El asesinato de Enrique Angelelli Dudosa Muerte Curas Tercer Mundo

El asesinato de Monseñor Angelelli:

Monseñor Angelelli era obispo de La Rioja. Fiel a la misión de Pastor de su pueblo, se convirtió en el Defensor de las causas justas y de los hermanos más humildes y oprimidos. Lo acompañan en esta tarea sus laicos, religiosas y sacerdotes. Comienza entonces la persecución contra la Iglesia en La Rioja.

Se encarcela y persigue a laicos, catequistas, luego a monjas y sacerdotes, muchos de los cuales son expulsados de la provincia por las autoridades de seguridad. Algunos son encarcelados y otros, después de ser liberados por falta de motivos, son expulsados del país.

Esta nueva campaña de difamación y ataque abierto, tampoco tiene mayor resultado en asustar a los cristianos.

Se pone en marcha entonces un plan sangriento: asesinar a algunos para que escarmienten todos. El mismo Monseñor Angelelli lo advierte en conversaciones con posibles amenazados para que sean precavidos.

Las primeras víctimas son dos sacerdotes: el padre Gabriel y el padre Carlos de la Parroquia de Chamical. Hasta allí llegan a medianoche hombres vestidos de civil que mostrando credenciales de Policía Federal piden a los Sacerdotes que los acompañen a reconocer a unos detenidos.

A las pocas horas se escuchan muchos disparos. A la mañana siguiente los dos sacerdotes son encontrados acribillados a balazos a la entrada del pueblo, junto a las vías del ferrocarril. Uno de ellos había sido torturado, antes de ser masacrado a tiros.

La noticia corre como reguero de pólvora. El Chamical, La Rioja entera se llena de estupor y tristeza. Nadie pregunta el por qué. Todos lo saben. Dolor, impotencia compromiso se hacen como una sola mesa. “Hay que seguir, Dios lo quiere, La Rioja lo necesita”.

A la semana siguiente hombres encapuchados van a buscar al Párroco de Sañogasta, el cual, avisado por Monseñor Angelelli, había abandonado la localidad.

Fueron entonces a buscarlo a la casa de un laico que trabajaba en el movimiento rural, donde pensaban podría estar. Al salir éste al llamado de la puerta y al decir que no sabía el paradero del sacerdote, lo ametrallaron. Pocas horas después recorrió en el hospital.

Los sacerdotes, sabiendo por amenazas recibidas por Monseñor Angelelli que había una lista en la que él mismo estaba amenazado, le pidieron que se fuera de Rioja, a lo que él respondió: “Eso es lo que buscan, que yo me vaya para que se cumpla lo del Evangelio, heriré al pastor y se dispersarán las ovejas…”

Y se fue a Chamical para acompañar a sus hijos doloridos que han perdido a sus pastores asesinados y para hacer una investigación de los hechos.

Desde Chamical denuncia públicamente a los posibles autores del crimen y pide una investigación seria y profunda a las autoridades. No es escuchado.

El 4 de agosto, con una carpeta llena de pruebas irrefutables decide viajar a la capital provincial para presentarlas a los responsables de la seguridad pública y exigir justicia. Se dirige a La Rioja. En un lugar llamado Punta de los Llanos aparece muerto, con el cráneo destrozado a golpes. Asesinado. La versión oficial de los hechos habla de “un grave accidente”.

Obispado de La Rioja. Fragmentos del documento: Enrique Angelelli Mártir. 1991.

El 18 de julio a las nueve y media de la noche, sacerdote Carlos Murias, fue secuestrado junto con el sacerdote Gabriel Longueville de la casa religiosa donde vivían. El 20 por la tarde un empleado ferroviario encontró los cadáveres de ambos sobre una vía, maniatados, con restos de cinta adhesiva y algodón en la boca. Uno de ellos había sido mutilado y la autopsia indicó que había padecido una muerte lenta.

Los cuerpos estaban cubiertos por mantas del Ejército y junto a ellos había una lista con nombres de sacerdotes. Pérez Battaglia prohibió que se publicara el comunicado del obispo y hasta el aviso fúnebre que informaba del asesinato. En cambio firmó un comunicado en el que, ante denuncias sobre desaparición de personas, anunciaba más operaciones para “erradicar definitivamente de la provincia a los delincuentes subversivos e ideológicos”.

Angelelli fue asesinado cuando viajaba a Buenos Aires con una denuncia sobre el secuestro y asesinato de sus sacerdotes Gabriel Longueville y Carlos Murias. El diario vaticano L’Osservatore Romano presentó el caso como un “extraño accidente”.

Un sacerdote que llegó a poco del vuelco intentó retirar el maletín, la carpeta y las pertenencias de Murias y Longueville que Angelelli llevaba consigo, pero los militares se lo impidieron.

Estas cosas son las que me hacen tenerles mas bronca a los curas,ni siquiera fueron capaces de defender a su propia gente.

A la jerarquía. Los curas, y hasta un obispo cayeron en esta

Me exprese mal,de la jerarquia eclesiastica hablo,murieron muchos sacerdotes en Latinoamerica a manos de los deictadores y ni el Vaticano salio a pedir explicaciones.

El capellán de la base aérea de aquí le da manija a los jóvenes para que ingresen a la fuerza aérea. Les pinta todo muy lindo, y les niega que el maltrato de superior a subordinado siga igual que siempre

En el video, un resumen de los hechos

//youtu.be/Ni5PXgyshQM