Historia de la táctica

YA LO HABIA POSTEADO EN EL PASADO, PERO ESTÁ BUENO. SALUDOS, MAXX

Pequeña historia de la táctica (extraño homenaje)

Implotado por Ruizist! el 17.09.04 @ 8:52 |
Keywords: La redonda
Como particular homenaje de mi parte hacia Marcelo Bielsa, comienzo una serie largamente postergada en Mut@ntes: una historia de la táctica que arranca desde el siglo XIX y pretende llegar hasta nuestros días.
Aclaro de todos modos que últimamente me di cuenta que Bielsa es un DT casi “atáctico”, si seguimos la definición más difundida, de sentido común, de lo que se entiende por táctica. Hace no mucho el saliente DT de la selección dijo que en realidad la táctica no era importante en un partido (o no era lo más importante, más bien), que era variable y si en el fondo se juega con 4, con 3 o con 2 no es una cuestión de principios.
Estas declaraciones de Bielsa se comprenden si logramos cambiar de paradigma y entender que la táctica pasa por una comprensión global del juego, no por poner 3 delanteros, 2, 1 o medio. Las modificaciones en las líneas se hacen para resolver problemas concretos que se plantean en un partido, o en todo caso para inclinar el desarrollo hacia terrenos deseables.
Dicho esto, aviso que el recorrido propuesto sí va a aferrase a la noción más “dura” de táctica, es decir a las distintas maneras de disponer a los jugadores en el campo. Pero al seguir los hechos históricos que van determinando los cambios de esquema, se notará que éstos se llevan a cabo para sacar ventaja de las nuevas reglas o de las que fueron modificadas (como el offside, por ejemplo). O sea que, al fin y al cabo, la disposición táctica es una decisión que se toma desde una comprensión global del juego, desde una propuesta futbolística determinada, o buscando explotar virtudes propias o defectos ajenos.
Luego de esta pesada pero necesaria perorata introductoria, vamos a los hechos.
Antecedentes: los pioneros
Al principio había una sola táctica, que en realidad ni siquiera era tal. La disposición de los jugadores que se daba de hecho en el field era un simple 1-10: el arquero por su lado y los diez hombres restantes corriendo atrás de la pelota sin posiciones fijas, aunque preferentemente de cara al arco contrario. A partir de ese primitivo dibujo, la cosa no pudo sino complicarse.
Los primeros experimentos tácticos llegaron, como no podía ser de otra manera, de Inglaterra. En 1881, el Bolton Wanderers impuso la primer táctica conocida en el fútbol: el 1-1-8. Se dejaba a un hombre fijo en defensa y a otro en el mediocampo, quedando los ocho restantes en función ofensiva. Con ese dibujo, el Bolton salió campeón de la copa Inglesa de ese año.
Tres años más tarde, en 1884, el Aston Villa aparece con una táctica similar pero a la vez innovadora, el 1-2-7. Con ella empieza la tendencia de asignar más jugadores al sector defensivo, que se acrecentará cada vez más con el paso del tiempo.
El “sistema clásico”: 2-3-5
Paralelamente al 1-2-7 del Aston Villa, el Blackburn Rovers impone el llamado “sistema clásico”: 2-3-5. Esta disposición en el campo, que tendría una vigencia de más de 50 años, fue la primer táctica propiamente dicha (las anteriores no estaban del todo desarrolladas), ya que era un esquema dinámico que podía adaptarse a varias circunstancias. Los dos defensores i[/i] se complementaban para dejar en offside a los forwards contrarios (en ese entonces hacían falta 3 jugadores para habilitar al rival), en la zona media se ubicaba el centre-half y los halves izquierdo y derecho, todos con funciones preferentemente defensivas. En la vanguardia, los cinco delanteros se desplegaban en abanico; a diferencia de lo que sucede hoy, el centre-forward era el más retrasado, y en él recaía la responsabilidad de armar juego. Los wings se encargaban de desequilibrar a los backs contrarios, mientras que los insiders debían estar tanto en el armado de la jugada como en la llegada al gol.
En 1925 este sistema sufre un pequeño ajuste, como consecuencia directa de una crucial modificación reglamentaria. Al cambiar la ley de offside, ya no hacen falta tres jugadores para habilitar al rival sino dos. Esto significa la muerte de la táctica defensiva del “one-back game” (el adelantamiento de uno de los backs para dejar en offside al contrario), quizás un primer antecedente del “achique” que algunos equipos ejecutan en la actualidad.
De este modo, el “sistema clásico” se adaptó a la nueva ley de offside cambiando la disposición de sus cinco delanteros. El viejo centrodelantero armador se extinguió, para dar paso a un 9 “punta de lanza” más adelantado, aprovechando que con la nueva reglamentación era más difícil hacerlo caer en la trampa del fuera de juego. La función de armado recayó entonces en los insiders, principalmente el izquierdo. Vemos entonces que con el 9 “punta de lanza” apareció también el 10 “conductor”, un puesto que cuenta con exponentes en el fútbol argentino de la calidad de Bochini, Alonso o Babington. El típico puesto del 10 persiste, aún con una merma notable en cantidad y calidad de jugadores, hasta nuestros días: basta ver casos como los de Capria, Riquelme o Gallardo, por sólo nombrar algunos.

“La Máquina” desde la táctica
La línea de forwards compuesta por Muñoz, Pedernera, Moreno, Labruna y Loustau era el engranaje fundamental de aquel formidable equipo de River Plate de 1942, al que apodaron La Máquina (o Los caballeros de la angustia, como los llaman quienes prefieren recordar su dificultad para definir algunos partidos antes que la perfección futbolística que alcanzaron). Pero aquél no sólo fue un gran equipo desde la calidad técnica de sus jugadores: también incorporó la nueva táctica del “WM”, tomada del Arsenal londinense de los años ‘30. Esta innovación cambiaba el 2-3-5 por un 3-2-5 que incorporaba un defensor más (ahora había un back centro y dos marcadores laterales, en lo que puede tomarse como un primer antecedente de la línea de 3 tan en boga actualmente) y dejaba 2 halves en el centro del campo, para formar un “cuadrado mágico” con los insiders que bajaban a armar juego. La perfección técnica, el desmarque y el cambio de posiciones constante que poseía la vanguardia riverplatense de 1942 hizo que este esquema les cayera como anillo al dedo.
River repetiría con otro título en 1945, ya sin Moreno (vendido a México para convertirse en El Charro) pero con la aparición rutilante de un joven Di Stefano que en esos años se forjó a fuerza de piques y goles su fama de Saeta Rubia. El Di todavía estaba lejos de aquel jugador total que brillaría años después en el Real Madrid, pero su capacidad para penetrar las defensas rivales provocó que su equipo adoptara un nuevo esquema táctico: el “doble punta de lanza”. Seguían firmes los 3 defensores y los 2 halves, pero en la vanguardia ahora dos jugadores (en este caso Di Stefano y el eterno Ángel Labruna) cumplían la función de “9″. En los papeles los delanteros seguían siendo 5, pero en la práctica los insiders estaban ya decididamente ocupando posiciones en el mediocampo y los wings habían desaparecido momentáneamente para dejar paso a los “punta de lanza”, quienes a diferencia de los punteros no buscaban el desborde por afuera sino la diagonal hacia el área rival para llegar al gol, abastecidos por un armador suelto que tampoco podía considerarse un delantero propiamente dicho, sino más bien un mediocampista adelantado.
Transiciones
Este dibujo fue adoptado por húngaros y brasileños algunos años más tarde, cuando ambos estuvieron entre las potencias futbolísticas de la década del ‘50. Pese a que en el fútbol criollo esta disposición táctica no tuvo un gran predicamento, es un antecendente fundamental del 3-5-2 que constituiría la próxima innovación en la materia varios años más tarde. A partir de este momento se empieza a observar la tendencia, lenta pero inexorable, que llevaría a la desaparición de los 5 delanteros del sistema clásico tal como se lo conocía originalmente. De aquí en adelante los delanteros serán 2 ó 3, nunca 5; y los viejos insiders pasaron a ser netamente mediocampistas, con responsabilidades tanto de armar juego como de recuperar la pelota.
Entre este momento y la rutilante aparición de Holanda en 1974, el esquema que se impone es el 4-3-3, primero más estático y luego con algunas variantes (era común que uno de los punteros bajara a la línea media para armar un 4-4-2, por ejemplo), en el que el elemento más destacable es la aparición de la línea de 4 defensores que muchos equipos conservan hasta nuestros días. En realidad no muchas cosas separan el clásico 2-3-5 del 4-3-3. Veamos: de los 5 delanteros quedan 3, el 9 y los dos wings. Los insiders pasan ya de forma clara al centro del campo, cosa que ya ocurría de hecho en muchos equipos que utilizaban el esquema 2-3-5; a su vez, los dos halves que acompañaban al centre-half se reconvierten en laterales. Eso no significó un cambio tan radical porque de hecho las funciones de los halves dentro del 2-3-5 eran defensivas casi en su totalidad, pero sí trajo aparejadas mayores responsabilidades para el “centrojás”, que debió multiplicarse para entrar en este nuevo esquema al no tener ya una referencia definida a sus costados.

Holanda ‘74: la última revolución
El planteo táctico de Holanda ‘74 fue llamado “fútbol circular” por tener como elemento característico la constante movilidad de todos sus hombres buscando posiciones de ataque. Aquel equipo paraba un 4-3-1-2 muy dinámico, una especie de 2-1-4-1-2 casi sin posiciones fijas. En la faz defensiva jugaba con dos centrales (Suurbier y Krol, los únicos que ocupaban posiciones fijas en el equipo) y dos laterales/volantes (Jansen y Rijsbergen) que permanentemente se sumaban a posiciones de ataque. El otro elemento central que hay que mencionar, además del pressing, es el lugar primordial que Holanda le daba a la posesión de la pelota, característica que mantiene hasta nuestros días. El mentado pressing -muchas veces sobrevalorado- no es un fin en sí mismo, sino que es el arma más eficaz para recuperar rápidamente la pelota y partir velozmente hacia posiciones ofensivas. Básicamente, Holanda paraba 3 jugadores en función defensiva (los 2 centrales y el volante central, Van Hanegem) y 7 del medio hacia adelante, incluidos los laterales. En aquel Mundial, con ese dibujo táctico superó claramente a todos sus rivales salvo a Alemania, que supo cómo anular a Cryuff en la final y así pudo dar vuelta un resultado que le era adverso casi desde los vestuarios. Pese a no coronarse campeón del mundo, ese equipo holandés es recordado por su revolucionaria manera de pensar el juego.

Modelos tácticos usados de 25 años a esta parte
4-3-3
Argentina ‘78 puede tomarse como un caso paradigmático. El equipo arrancó con tres delanteros titulares (Bertoni, Luque y Ortiz) bien definidos, pero el posterior ingreso de Larrosa le dio variantes a la formación, que en función ofensiva se completaba con Kempes (más delantero que mediocampista, aunque también puede pensárselo como un todoterreno estilo Cruyff o Di Stefano, sin pretender compararlos) y Ardiles. Incluso con Larrosa en el once inicial, aquel equipo se paraba con tres delanteros netos, contando además con la presencia ofensiva de Ardiles, el propio Larrosa y las eventuales incursiones de defensores como Passarella y Olguín. Justo es decir también que ese equipo podía permitirse ser ofensivo por contar con un 5 tapón como Gallego, que hacía su trabajo a la perfección: relevar y cubrir las espaldas de los compañeros que se encontraran en posiciones ofensivas. En esta tarea poco lucida también se prodigaban Ardiles y Larrosa, quienes pese a tener responsibilidades en ataque también retrocedían rápidamente para auxiliar a su retaguardia.
4-3-1-2
Una variante del 4-3-3, resignando un delantero para tener un mediocampista suelto que arme juego y manteniendo dos delanteros que pueden ser tanto “puntas de lanza”, rotando por el frente de ataque, o repartirse las funciones (uno de área, uno por afuera). Muchos equipos la siguen usando en la actualidad, aunque su punto débil sea quizás el estatismo de la línea de 4, innecesaria en una época en que la mayoría de los equipos no juega con más de dos delanteros netos.
4-4-2
En este esquema generalmente a las dos líneas de 4 las separan pocos metros y achican hacia atrás, provocando un “embudo” defensivo para que el rival se vea superado numéricamente. Se usa mucho para aguantar resultados, y se suele llegar a este dibujo tanto del 4-3-1-2 (cambiando a un volante ofensivo por uno de marca cuando el resultado es favorable) como del 3-4-1-2 (defensor por volante o directamente volante que baja a completar la línea de 4 defensores).
3-4-1-2
Aquí vemos la primera modificación concreta en la retaguardia, con un defensor libre y dos marcadores que pueden tanto hacer zona como hombre (stopper). De los cuatro del medio, dos son carrileros (es decir, ningún otro jugador ocupa posición fija por su sector) y dos volantes centrales, manteniéndose la posición de enlace y los dos delanteros. En el Mundial ‘86, Argentina terminó jugando de esta manera, aunque había arrancado con algunos titubeos e indefiniciones en su alineación (eran titulares Garré, Pasculli, Clausen y Borghi, por ejemplo). En aquel equipo, Burruchaga era el enganche más clásico, mientras que Maradona, sin ser por sus características un delantero neto, se encargaba tanto de generar juego como de la puntada final. Los dos volantes centrales eran Batista (con un perfil de “centrojás” más clásico) y Giusti (más rueda de auxilio, apareciendo por donde se lo necesitara), mientras que por los costados iban Enrique (con mucha participación ofensiva) y Olarticoechea. Valdano era el único delantero bien definido, aunque rara vez quedaba aislado, acompañado constantemente por Maradona, Burruchaga y Enrique. En otros momentos, aquel equipo pasaba del 3-5-2 a un poco feliz 5-3-2, que la mayoría de las veces significaba resignar incondicionalmente terreno y pelota. Bilardo lo puso en práctica un par de veces durante el Mundial y logró detenerles el corazón a unos cuantos. La primera vez fue cuando, confiado por la ventaja mínima ante Uruguay, mandó al equipo a meterse atrás y casi pierde cuando los orientales se acordaron que en el banco tenían a Rubén Paz. Y al partido siguiente, para no ser menos, Inglaterra quemó las naves al verse 1-2 abajo e hizo ingresar del incontrolable John Barnes (¿no era que no se jugaba más con punteros en esa época?); Bilardo no tuvo mejor idea que improvisar al pobre Enrique de 4, una apuesta de la que salió airoso sólo gracias a la nuca de Olarticoechea, quien rechazó sobre la línea y con esa parte de su cuerpo el enésimo centro envenenado del wing izquierdo inglés.
3-4-2-1
Variación del dibujo anterior, apostando a generar más fútbol sumando otro enlace pero resignando un delantero, formando un cuadrado dinámico entre los dos volantes centrales y los dos enganches. En realidad este cuadrado es casi puramente nominal, ya que los enganches cambian constantemente de posición y los volantes centrales suelen tirarse a los costados para complementar a los carrileros. Otra variante de este esquema es el…
5-4-1
Variante más cautelosa del 5-3-2, aquí la línea de 5 puede entenderse como una línea de 4 más un líbero, que a las espaldas de sus compañeros de zaga barre como última instancia defensiva. De los 4 volantes, los de afuera suelen tener llegada y puede haber un enganche sin tantas obligaciones defensivas, para que el único delantero tenga algo de compañía. La explicación suena muy linda, pero la realidad es que pocas veces ocurre eso y en la mayoría de los casos el único delantero languidece por la falta de acompañamiento de los volantes, atados a un esquema ultraconservador. Es una suerte de táctica para una derrota decorosa, típica de un equipo que se sabe muy inferior y no quiere ser goleado.
4-5-1
En los papeles este dibujo puede parecer defensivo, pero como siempre todo depende de los intérpretes. La clave en este caso está en el mediocampo. El resto de las líneas se mueve dentro de lo esperado, con un 9 de área que sirve como referencia ofensiva y una defensa que suelta un lateral por vez y no arriesga demasiado. Pero, como decíamos, la identidad en este esquema la dan los volantes. Si se elije jugar con dos volantes centrales, casi que estamos hablando de un 4-4-1-1, esquema hiperdefensivo si los hay. En cambio, si se elije jugar con dos enganches y dos volantes externos con llegada (como Dinamarca en el Mundial 2002, por ejemplo), estamos hablando de un esquema que propicia un constante manejo de la pelota en campo rival y mucha presencia ofensiva.
4-3-2-1
Aquí nuevamente el equipo se estructura claramente de atrás hacia adelante, con una línea de 4 definida que suelta los laterales uno por vez y 3 volantes con más responsabilidades defensivas que en ataque. No es el ideal para jugar en función ofensiva, ya que el único delantero debe luchar en soledad contra la última línea rival y suele quedar aislado; a raíz de ésto tiende a bajar para tomar contacto con el balón y su equipo pierde la única referencia ofensiva. Esto es bastante peligroso porque generalmente los equipos con este esquema se refugian de manera inconsciente en su propio campo, regalando terreno y balón al contrario. De todos modos, de contarse con los intérpretes adecuados (Independiente en el Apertura 2002/2003, por ejemplo), puede funcionar como esquema ofensivo.
4-4-1-1
Variante aún más defensiva del 4-4-2, que mantiene las dos líneas de 4 que achican hacia atrás pero resta un delantero. El enlace entre la línea de volantes defensivos y la vanguardia puede ser o bien un regista (es decir, un 10 más clásico, que en este esquema generalmente juega de lanzador) o un media punta.
2-4-4
Generalmente se presenta como un 4-4-2 en los papeles, aunque en la cancha se expresa de una manera radicalmente diferente a aquel esquema de las dos líneas de 4 separadas por pocos metros. Holanda lo usó en el Mundial ‘98, dejando solamente a Stam y Frank de Boer en la cueva y soltando a ambos laterales simultáneamente hacia posiciones ofensivas. Claro que en este caso la tarea defensiva se veía complementada con la ciclópea labor de Edgar Davids, que corría a todo lo que se moviera y no dejaba un solo hueco cuando su equipo perdía la pelota y había que retroceder. En función ofensiva hay un enganche y dos delanteros, además de los laterales -que la mayoría del tiempo son decididamente volantes- y otros dos jugadores que en los papeles son volantes (como Zenden, por ejemplo), pero juegan prácticamente como punteros.
3-3-1-3
Éste es el esquema usado por Bielsa en la Selección, que puede leerse de dos maneras. La primera, asumiendo que los extremos son delanteros definidos y acompañan al 9 en la vanguardia; la segunda, tomando sólo al 9 como delantero neto y pensando el resto de las posiciones del mediocampo como dinámicas, con dos líneas de 3 que se desdoblan constantemente en funciones tanto ofensivas como defensivas. De cualquier modo, se trata de un esquema netamente ofensivo. Los 3 del fondo pocas veces se sueltan y generalmente tienen muchos metros a sus espaldas para cubrir, porque la función tanto de volantes como de delanteros es presionar y salir disparados velozmente en ataque. El enlace es quizás el jugador que menos responsabilidades para recuperar tiene, aunque cuando el equipo está replegado suele pararse al costado del volante central como “5 bis”, para tratar de obstruir al rival. Nuevamente, este esquema designa 4 jugadores para las responsabilidades defensivas (los 3 defensores y el volante central) y el resto está más para atacar, aunque los laterales vuelven constantemente a posiciones de retaguardia, formando por momentos una línea de 5 defensores. A riesgo de ser repetitivo, conviene insistir en que lo fundamental para entender este dibujo táctico es su dinamismo, teniendo en cuenta que salvo el delantero centro y los 3 defensores, el resto de los puestos no son fijos.

YA LO HABIA POSTEADO EN EL PASADO, PERO ESTÁ BUENO. SALUDOS, MAXX

Pequeña historia de la táctica (extraño homenaje)

Implotado por Ruizist! el 17.09.04 @ 8:52 |
Keywords: La redonda
Como particular homenaje de mi parte hacia Marcelo Bielsa, comienzo una serie largamente postergada en Mut@ntes: una historia de la táctica que arranca desde el siglo XIX y pretende llegar hasta nuestros días.
Aclaro de todos modos que últimamente me di cuenta que Bielsa es un DT casi “atáctico”, si seguimos la definición más difundida, de sentido común, de lo que se entiende por táctica. Hace no mucho el saliente DT de la selección dijo que en realidad la táctica no era importante en un partido (o no era lo más importante, más bien), que era variable y si en el fondo se juega con 4, con 3 o con 2 no es una cuestión de principios.
Estas declaraciones de Bielsa se comprenden si logramos cambiar de paradigma y entender que la táctica pasa por una comprensión global del juego, no por poner 3 delanteros, 2, 1 o medio. Las modificaciones en las líneas se hacen para resolver problemas concretos que se plantean en un partido, o en todo caso para inclinar el desarrollo hacia terrenos deseables.
Dicho esto, aviso que el recorrido propuesto sí va a aferrase a la noción más “dura” de táctica, es decir a las distintas maneras de disponer a los jugadores en el campo. Pero al seguir los hechos históricos que van determinando los cambios de esquema, se notará que éstos se llevan a cabo para sacar ventaja de las nuevas reglas o de las que fueron modificadas (como el offside, por ejemplo). O sea que, al fin y al cabo, la disposición táctica es una decisión que se toma desde una comprensión global del juego, desde una propuesta futbolística determinada, o buscando explotar virtudes propias o defectos ajenos.
Luego de esta pesada pero necesaria perorata introductoria, vamos a los hechos.
Antecedentes: los pioneros
Al principio había una sola táctica, que en realidad ni siquiera era tal. La disposición de los jugadores que se daba de hecho en el field era un simple 1-10: el arquero por su lado y los diez hombres restantes corriendo atrás de la pelota sin posiciones fijas, aunque preferentemente de cara al arco contrario. A partir de ese primitivo dibujo, la cosa no pudo sino complicarse.
Los primeros experimentos tácticos llegaron, como no podía ser de otra manera, de Inglaterra. En 1881, el Bolton Wanderers impuso la primer táctica conocida en el fútbol: el 1-1-8. Se dejaba a un hombre fijo en defensa y a otro en el mediocampo, quedando los ocho restantes en función ofensiva. Con ese dibujo, el Bolton salió campeón de la copa Inglesa de ese año.
Tres años más tarde, en 1884, el Aston Villa aparece con una táctica similar pero a la vez innovadora, el 1-2-7. Con ella empieza la tendencia de asignar más jugadores al sector defensivo, que se acrecentará cada vez más con el paso del tiempo.
El “sistema clásico”: 2-3-5
Paralelamente al 1-2-7 del Aston Villa, el Blackburn Rovers impone el llamado “sistema clásico”: 2-3-5. Esta disposición en el campo, que tendría una vigencia de más de 50 años, fue la primer táctica propiamente dicha (las anteriores no estaban del todo desarrolladas), ya que era un esquema dinámico que podía adaptarse a varias circunstancias. Los dos defensores i[/i] se complementaban para dejar en offside a los forwards contrarios (en ese entonces hacían falta 3 jugadores para habilitar al rival), en la zona media se ubicaba el centre-half y los halves izquierdo y derecho, todos con funciones preferentemente defensivas. En la vanguardia, los cinco delanteros se desplegaban en abanico; a diferencia de lo que sucede hoy, el centre-forward era el más retrasado, y en él recaía la responsabilidad de armar juego. Los wings se encargaban de desequilibrar a los backs contrarios, mientras que los insiders debían estar tanto en el armado de la jugada como en la llegada al gol.
En 1925 este sistema sufre un pequeño ajuste, como consecuencia directa de una crucial modificación reglamentaria. Al cambiar la ley de offside, ya no hacen falta tres jugadores para habilitar al rival sino dos. Esto significa la muerte de la táctica defensiva del “one-back game” (el adelantamiento de uno de los backs para dejar en offside al contrario), quizás un primer antecedente del “achique” que algunos equipos ejecutan en la actualidad.
De este modo, el “sistema clásico” se adaptó a la nueva ley de offside cambiando la disposición de sus cinco delanteros. El viejo centrodelantero armador se extinguió, para dar paso a un 9 “punta de lanza” más adelantado, aprovechando que con la nueva reglamentación era más difícil hacerlo caer en la trampa del fuera de juego. La función de armado recayó entonces en los insiders, principalmente el izquierdo. Vemos entonces que con el 9 “punta de lanza” apareció también el 10 “conductor”, un puesto que cuenta con exponentes en el fútbol argentino de la calidad de Bochini, Alonso o Babington. El típico puesto del 10 persiste, aún con una merma notable en cantidad y calidad de jugadores, hasta nuestros días: basta ver casos como los de Capria, Riquelme o Gallardo, por sólo nombrar algunos.

“La Máquina” desde la táctica
La línea de forwards compuesta por Muñoz, Pedernera, Moreno, Labruna y Loustau era el engranaje fundamental de aquel formidable equipo de River Plate de 1942, al que apodaron La Máquina (o Los caballeros de la angustia, como los llaman quienes prefieren recordar su dificultad para definir algunos partidos antes que la perfección futbolística que alcanzaron). Pero aquél no sólo fue un gran equipo desde la calidad técnica de sus jugadores: también incorporó la nueva táctica del “WM”, tomada del Arsenal londinense de los años ‘30. Esta innovación cambiaba el 2-3-5 por un 3-2-5 que incorporaba un defensor más (ahora había un back centro y dos marcadores laterales, en lo que puede tomarse como un primer antecedente de la línea de 3 tan en boga actualmente) y dejaba 2 halves en el centro del campo, para formar un “cuadrado mágico” con los insiders que bajaban a armar juego. La perfección técnica, el desmarque y el cambio de posiciones constante que poseía la vanguardia riverplatense de 1942 hizo que este esquema les cayera como anillo al dedo.
River repetiría con otro título en 1945, ya sin Moreno (vendido a México para convertirse en El Charro) pero con la aparición rutilante de un joven Di Stefano que en esos años se forjó a fuerza de piques y goles su fama de Saeta Rubia. El Di todavía estaba lejos de aquel jugador total que brillaría años después en el Real Madrid, pero su capacidad para penetrar las defensas rivales provocó que su equipo adoptara un nuevo esquema táctico: el “doble punta de lanza”. Seguían firmes los 3 defensores y los 2 halves, pero en la vanguardia ahora dos jugadores (en este caso Di Stefano y el eterno Ángel Labruna) cumplían la función de “9″. En los papeles los delanteros seguían siendo 5, pero en la práctica los insiders estaban ya decididamente ocupando posiciones en el mediocampo y los wings habían desaparecido momentáneamente para dejar paso a los “punta de lanza”, quienes a diferencia de los punteros no buscaban el desborde por afuera sino la diagonal hacia el área rival para llegar al gol, abastecidos por un armador suelto que tampoco podía considerarse un delantero propiamente dicho, sino más bien un mediocampista adelantado.
Transiciones
Este dibujo fue adoptado por húngaros y brasileños algunos años más tarde, cuando ambos estuvieron entre las potencias futbolísticas de la década del ‘50. Pese a que en el fútbol criollo esta disposición táctica no tuvo un gran predicamento, es un antecendente fundamental del 3-5-2 que constituiría la próxima innovación en la materia varios años más tarde. A partir de este momento se empieza a observar la tendencia, lenta pero inexorable, que llevaría a la desaparición de los 5 delanteros del sistema clásico tal como se lo conocía originalmente. De aquí en adelante los delanteros serán 2 ó 3, nunca 5; y los viejos insiders pasaron a ser netamente mediocampistas, con responsabilidades tanto de armar juego como de recuperar la pelota.
Entre este momento y la rutilante aparición de Holanda en 1974, el esquema que se impone es el 4-3-3, primero más estático y luego con algunas variantes (era común que uno de los punteros bajara a la línea media para armar un 4-4-2, por ejemplo), en el que el elemento más destacable es la aparición de la línea de 4 defensores que muchos equipos conservan hasta nuestros días. En realidad no muchas cosas separan el clásico 2-3-5 del 4-3-3. Veamos: de los 5 delanteros quedan 3, el 9 y los dos wings. Los insiders pasan ya de forma clara al centro del campo, cosa que ya ocurría de hecho en muchos equipos que utilizaban el esquema 2-3-5; a su vez, los dos halves que acompañaban al centre-half se reconvierten en laterales. Eso no significó un cambio tan radical porque de hecho las funciones de los halves dentro del 2-3-5 eran defensivas casi en su totalidad, pero sí trajo aparejadas mayores responsabilidades para el “centrojás”, que debió multiplicarse para entrar en este nuevo esquema al no tener ya una referencia definida a sus costados.

Holanda ‘74: la última revolución
El planteo táctico de Holanda ‘74 fue llamado “fútbol circular” por tener como elemento característico la constante movilidad de todos sus hombres buscando posiciones de ataque. Aquel equipo paraba un 4-3-1-2 muy dinámico, una especie de 2-1-4-1-2 casi sin posiciones fijas. En la faz defensiva jugaba con dos centrales (Suurbier y Krol, los únicos que ocupaban posiciones fijas en el equipo) y dos laterales/volantes (Jansen y Rijsbergen) que permanentemente se sumaban a posiciones de ataque. El otro elemento central que hay que mencionar, además del pressing, es el lugar primordial que Holanda le daba a la posesión de la pelota, característica que mantiene hasta nuestros días. El mentado pressing -muchas veces sobrevalorado- no es un fin en sí mismo, sino que es el arma más eficaz para recuperar rápidamente la pelota y partir velozmente hacia posiciones ofensivas. Básicamente, Holanda paraba 3 jugadores en función defensiva (los 2 centrales y el volante central, Van Hanegem) y 7 del medio hacia adelante, incluidos los laterales. En aquel Mundial, con ese dibujo táctico superó claramente a todos sus rivales salvo a Alemania, que supo cómo anular a Cryuff en la final y así pudo dar vuelta un resultado que le era adverso casi desde los vestuarios. Pese a no coronarse campeón del mundo, ese equipo holandés es recordado por su revolucionaria manera de pensar el juego.

Modelos tácticos usados de 25 años a esta parte
4-3-3
Argentina ‘78 puede tomarse como un caso paradigmático. El equipo arrancó con tres delanteros titulares (Bertoni, Luque y Ortiz) bien definidos, pero el posterior ingreso de Larrosa le dio variantes a la formación, que en función ofensiva se completaba con Kempes (más delantero que mediocampista, aunque también puede pensárselo como un todoterreno estilo Cruyff o Di Stefano, sin pretender compararlos) y Ardiles. Incluso con Larrosa en el once inicial, aquel equipo se paraba con tres delanteros netos, contando además con la presencia ofensiva de Ardiles, el propio Larrosa y las eventuales incursiones de defensores como Passarella y Olguín. Justo es decir también que ese equipo podía permitirse ser ofensivo por contar con un 5 tapón como Gallego, que hacía su trabajo a la perfección: relevar y cubrir las espaldas de los compañeros que se encontraran en posiciones ofensivas. En esta tarea poco lucida también se prodigaban Ardiles y Larrosa, quienes pese a tener responsibilidades en ataque también retrocedían rápidamente para auxiliar a su retaguardia.
4-3-1-2
Una variante del 4-3-3, resignando un delantero para tener un mediocampista suelto que arme juego y manteniendo dos delanteros que pueden ser tanto “puntas de lanza”, rotando por el frente de ataque, o repartirse las funciones (uno de área, uno por afuera). Muchos equipos la siguen usando en la actualidad, aunque su punto débil sea quizás el estatismo de la línea de 4, innecesaria en una época en que la mayoría de los equipos no juega con más de dos delanteros netos.
4-4-2
En este esquema generalmente a las dos líneas de 4 las separan pocos metros y achican hacia atrás, provocando un “embudo” defensivo para que el rival se vea superado numéricamente. Se usa mucho para aguantar resultados, y se suele llegar a este dibujo tanto del 4-3-1-2 (cambiando a un volante ofensivo por uno de marca cuando el resultado es favorable) como del 3-4-1-2 (defensor por volante o directamente volante que baja a completar la línea de 4 defensores).
3-4-1-2
Aquí vemos la primera modificación concreta en la retaguardia, con un defensor libre y dos marcadores que pueden tanto hacer zona como hombre (stopper). De los cuatro del medio, dos son carrileros (es decir, ningún otro jugador ocupa posición fija por su sector) y dos volantes centrales, manteniéndose la posición de enlace y los dos delanteros. En el Mundial ‘86, Argentina terminó jugando de esta manera, aunque había arrancado con algunos titubeos e indefiniciones en su alineación (eran titulares Garré, Pasculli, Clausen y Borghi, por ejemplo). En aquel equipo, Burruchaga era el enganche más clásico, mientras que Maradona, sin ser por sus características un delantero neto, se encargaba tanto de generar juego como de la puntada final. Los dos volantes centrales eran Batista (con un perfil de “centrojás” más clásico) y Giusti (más rueda de auxilio, apareciendo por donde se lo necesitara), mientras que por los costados iban Enrique (con mucha participación ofensiva) y Olarticoechea. Valdano era el único delantero bien definido, aunque rara vez quedaba aislado, acompañado constantemente por Maradona, Burruchaga y Enrique. En otros momentos, aquel equipo pasaba del 3-5-2 a un poco feliz 5-3-2, que la mayoría de las veces significaba resignar incondicionalmente terreno y pelota. Bilardo lo puso en práctica un par de veces durante el Mundial y logró detenerles el corazón a unos cuantos. La primera vez fue cuando, confiado por la ventaja mínima ante Uruguay, mandó al equipo a meterse atrás y casi pierde cuando los orientales se acordaron que en el banco tenían a Rubén Paz. Y al partido siguiente, para no ser menos, Inglaterra quemó las naves al verse 1-2 abajo e hizo ingresar del incontrolable John Barnes (¿no era que no se jugaba más con punteros en esa época?); Bilardo no tuvo mejor idea que improvisar al pobre Enrique de 4, una apuesta de la que salió airoso sólo gracias a la nuca de Olarticoechea, quien rechazó sobre la línea y con esa parte de su cuerpo el enésimo centro envenenado del wing izquierdo inglés.
3-4-2-1
Variación del dibujo anterior, apostando a generar más fútbol sumando otro enlace pero resignando un delantero, formando un cuadrado dinámico entre los dos volantes centrales y los dos enganches. En realidad este cuadrado es casi puramente nominal, ya que los enganches cambian constantemente de posición y los volantes centrales suelen tirarse a los costados para complementar a los carrileros. Otra variante de este esquema es el…
5-4-1
Variante más cautelosa del 5-3-2, aquí la línea de 5 puede entenderse como una línea de 4 más un líbero, que a las espaldas de sus compañeros de zaga barre como última instancia defensiva. De los 4 volantes, los de afuera suelen tener llegada y puede haber un enganche sin tantas obligaciones defensivas, para que el único delantero tenga algo de compañía. La explicación suena muy linda, pero la realidad es que pocas veces ocurre eso y en la mayoría de los casos el único delantero languidece por la falta de acompañamiento de los volantes, atados a un esquema ultraconservador. Es una suerte de táctica para una derrota decorosa, típica de un equipo que se sabe muy inferior y no quiere ser goleado.
4-5-1
En los papeles este dibujo puede parecer defensivo, pero como siempre todo depende de los intérpretes. La clave en este caso está en el mediocampo. El resto de las líneas se mueve dentro de lo esperado, con un 9 de área que sirve como referencia ofensiva y una defensa que suelta un lateral por vez y no arriesga demasiado. Pero, como decíamos, la identidad en este esquema la dan los volantes. Si se elije jugar con dos volantes centrales, casi que estamos hablando de un 4-4-1-1, esquema hiperdefensivo si los hay. En cambio, si se elije jugar con dos enganches y dos volantes externos con llegada (como Dinamarca en el Mundial 2002, por ejemplo), estamos hablando de un esquema que propicia un constante manejo de la pelota en campo rival y mucha presencia ofensiva.
4-3-2-1
Aquí nuevamente el equipo se estructura claramente de atrás hacia adelante, con una línea de 4 definida que suelta los laterales uno por vez y 3 volantes con más responsabilidades defensivas que en ataque. No es el ideal para jugar en función ofensiva, ya que el único delantero debe luchar en soledad contra la última línea rival y suele quedar aislado; a raíz de ésto tiende a bajar para tomar contacto con el balón y su equipo pierde la única referencia ofensiva. Esto es bastante peligroso porque generalmente los equipos con este esquema se refugian de manera inconsciente en su propio campo, regalando terreno y balón al contrario. De todos modos, de contarse con los intérpretes adecuados (Independiente en el Apertura 2002/2003, por ejemplo), puede funcionar como esquema ofensivo.
4-4-1-1
Variante aún más defensiva del 4-4-2, que mantiene las dos líneas de 4 que achican hacia atrás pero resta un delantero. El enlace entre la línea de volantes defensivos y la vanguardia puede ser o bien un regista (es decir, un 10 más clásico, que en este esquema generalmente juega de lanzador) o un media punta.
2-4-4
Generalmente se presenta como un 4-4-2 en los papeles, aunque en la cancha se expresa de una manera radicalmente diferente a aquel esquema de las dos líneas de 4 separadas por pocos metros. Holanda lo usó en el Mundial ‘98, dejando solamente a Stam y Frank de Boer en la cueva y soltando a ambos laterales simultáneamente hacia posiciones ofensivas. Claro que en este caso la tarea defensiva se veía complementada con la ciclópea labor de Edgar Davids, que corría a todo lo que se moviera y no dejaba un solo hueco cuando su equipo perdía la pelota y había que retroceder. En función ofensiva hay un enganche y dos delanteros, además de los laterales -que la mayoría del tiempo son decididamente volantes- y otros dos jugadores que en los papeles son volantes (como Zenden, por ejemplo), pero juegan prácticamente como punteros.
3-3-1-3
Éste es el esquema usado por Bielsa en la Selección, que puede leerse de dos maneras. La primera, asumiendo que los extremos son delanteros definidos y acompañan al 9 en la vanguardia; la segunda, tomando sólo al 9 como delantero neto y pensando el resto de las posiciones del mediocampo como dinámicas, con dos líneas de 3 que se desdoblan constantemente en funciones tanto ofensivas como defensivas. De cualquier modo, se trata de un esquema netamente ofensivo. Los 3 del fondo pocas veces se sueltan y generalmente tienen muchos metros a sus espaldas para cubrir, porque la función tanto de volantes como de delanteros es presionar y salir disparados velozmente en ataque. El enlace es quizás el jugador que menos responsabilidades para recuperar tiene, aunque cuando el equipo está replegado suele pararse al costado del volante central como “5 bis”, para tratar de obstruir al rival. Nuevamente, este esquema designa 4 jugadores para las responsabilidades defensivas (los 3 defensores y el volante central) y el resto está más para atacar, aunque los laterales vuelven constantemente a posiciones de retaguardia, formando por momentos una línea de 5 defensores. A riesgo de ser repetitivo, conviene insistir en que lo fundamental para entender este dibujo táctico es su dinamismo, teniendo en cuenta que salvo el delantero centro y los 3 defensores, el resto de los puestos no son fijos.

Muy buena info, que selección la de Bielsa papa! me encantaba ese 3-3-1-3.

muy bueno ever…nunca habia leido algo asi de la tactica del futbol.

muy interesante

Muy bueno!!

es muy bueno. cuanto me tardo leerlo. y como cambio el sistema tactico, de 1 defensor a 4

muy radical el cambio

q buen post!

muy lindo el temade tacticas…

saludos yomaxx

Ah, si. Está bueno, ya lo había leido una vez.

1-10, eso es futbol…:lol:

fua no sabia qe antes habia 2 defensores i 5 delanteros :open_mouth: