FUERA DE JUEGO: HUGO GATTI
“El Kaiser es el mejor técnico de Argentina”
Desde España, donde trabaja para la TV, el Loco sorprende en un momento duro para Passarella. Elogioso con Carrizo y Caranta, cuenta el día que el DT de River lo quiso llevar a Núñez y dos locuras, en superclásicos, con su sello: bien a lo Gatti.
—Y sí, Loco, lo decidieron así, pero bueno…
—Pero bueno no, hombre, esto es un derby. Un derby, ¿me explico? El fútbol es intocable, o bueno, ahora habría que decir que tendría que ser intocable, porque, la verdad, correr a un River y Boca por el rugby, no, yo no entiendo más nada. Ahora nos interesa el rugby. Dios mío. Me duele. A mí, que amo el fútbol, que la peleé como tantos para hacer grande este partido, me duele. No se puede creer. El rugby…
No había pasado demasiado. Veinte, quizá treinta segundos, el saludo, buenas tardes acá, buenas noches allá, el cronista que propone, el hombre que dispone, hasta que —al fin— pudo escucharse esa verba indignada, fácilmente detonante. Desde España, en Madrid, caminando ansioso en un alto de una grabación para la Televisión Española, donde trabaja, Hugo Orlando Gatti habla y sorprende —sin embargo— con un tono parco, como exageradamente pensante. Eso sí: siempre, siempre, asombrando. Dixit marca Gatti, aun así, presente. “La obligación es de River, no hay dudas, y más por la situación que vive mi amigo Daniel Passarella. Pero yo confío mucho en su capacidad. Passarella es el mejor técnico de la Argentina. Y será cierto que Boca es el dueño de este derby, pero también lo es que Passarella rompió esa tendencia. Veremos, veremos…”.
—Llamativa frase para este momento, Loco.
—Pero es así. No te digo que un técnico va a cambiar a un equipo y esas cosas, pero el mejor que utiliza ese 20% de influencia de cada entrenador es Passarella. Bueno, Daniel me quiso llevar a River, para su cuerpo técnico, apenas me retiré de Boca. A principios de los 90, sí, y le tuve que decir que no, le dije que no por respeto a Boca. A mí, como a tantos, no me dieron muchas chances de trabajar en el país, y entonces Daniel se la jugó por mí. Eso no me lo olvido.
—Pero tirás para Boca. Bah, ¿tirás para Boca?
—Bueno, sí, obvio. Desde Bianchi ningún equipo le pudo quitar a Boca la corona del rey. Hay como una mística, digamos. Y River, para quebrar esa mística, tiene que ganar un torneo. Un torneo, digo, no el clásico. El clásico no le va a servir para mucho en este clima. Y cuesta, che, arriesgar un resultado: River juega bien en casa, Boca es Boca; hoy, te digo, tirás una moneda y cae parada.
—Recién decías que el Kaiser emparejó un poco la paternidad de Boca de los 90. En tu época también era así, se repartían los triunfos.
—Sí, la paternidad no pesaba tanto. Lo que me molesta de ahora es que parece que el fútbol es de los técnicos. Faltan caudillos. Antes todos queríamos ser el muchachito de la película. Como que faltan jugadores que se revelen, ¿me entendés? A mí, por suerte, siempre me fue bien en los clásicos, tanto en River como en Boca. A fines de los 60, en un derby que la rompieron Onega y Mas le íbamos ganando a Boca, le saqué un cabezazo a Rattín y me quedé un ratito colgado del travesaño sacándole la lengua a la hinchada de Boca. La de puteadas, je.
—¿Otra locura?
—También en River. ¿La de la escoba la sabés?
—Por supuesto; no.
—Había un córner para Boca, y, de repente, vemos una escoba cayendo en el área. La había tirado la hinchada de Boca. Y ¿qué podía hacer? La agarré e hice como que barría. Fueron dos segundos nomás, pero se cagaban todos de risa.
—¿Los viste a Carrizo, Caranta? ¿Te gustan?
—Son dos buenos porteros, sí. A Caranta se lo ve con mucha personalidad, asentado, mientras que Carrizo es muy sobrio. Me gustan.
—La última, Loco. ¿Cuándo te tenemos, entonces, otra vez acá?
—¿Trabajando, decís? Y… no… lo dudo… De técnico, al menos, no me van a ver.
—¿Por?
—Porque no, no me gusta. Ser técnico es envejecer, envejecer velozmente, y yo vivo luchando contra el tiempo. Tengo 63 años, estoy bien, y así quiero seguir. Y hasta te parecerá que digo una locura, pero soy más ídolo acá, me aman más acá, en España, que en la Argentina. Es así. Qué le vamos a hacer.