No llega, ¿se va?
Mientras los jugadores lo miran de costado, Gorosito admitió que no entienden su idea. Mañana, sin Vega ni Fabbiani, se juega el resto. ¿Resiste otra caída?
FEDERICO DEL RIO | fdelrio@ole.com.ar
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LA GENTE DE LANÚS YA LO DESPIDIÓ. ¿Y LA DE RIVER?
¿Por dónde empezar? ¿Por la falta de comunicación entre Gorosito y el plantel? ¿Por las siempre cuestionadas decisiones del técnico? ¿Por la bronca de jugadores pesados (y no por los kilos) con otro pesado? ¿Por la falta de calidad futbolística? ¿Por la ausencia de autoridad en lo dirigencial?
Si hoy River vive nuevamente un momento crítico no es por culpa de un único responsable. Todo lo contrario, la lista es larga. Bien larga. Pero, esta vez, los grandes protagonistas de esta situación que puede desembocar con la ida del quinto técnico en cuatro años son justamente el actual DT y sus futbolistas. “Es imposible sacar adelante a un grupo cuando no están todos unidos”, contestó hace una semana Gallego, el amigo de Pipo, hablando de la Selección. “Necesitás cinco laderos. Fijate que los equipos que ganaron todo tenían cinco o seis tipos que iban al frente contra los que no querían correr, los que no querían portarse bien…”, siguió el Tolo refiriéndose al equipo de Maradona, aunque sus palabras son perfectas para la realidad que se vive en Núñez.
El vestuario local del Monumental no está unido ni Gorosito tiene a esos caciques que se la jueguen por él. Sí están los experimentados que le ponen los puntos a los que descarrilan, aunque eso no quiere decir que sean incondicionales del hombre de rulos. “Me preocupa mucho no poder llegarle al jugador”, admitió el propio técnico. “No les echo toda la culpa a los chicos, sino que seguramente que nosotros no les podemos llegar. Lo hablé mil veces con ellos y no sé por qué sucede. Hemos buscado la forma, diferente sistemas, y nos cuesta llegarles”, siguió y desnudó la realidad con su ida y vuelta de palabras, tratando de no embarrarse: “La relación es buena, con algunos mejor, con otros no tanto. No tenemos mala relación con ninguno, aunque sí más afinidad con unos que con otros, pero algo nos está faltando, algo falla”.
De a poco, Gorosito perdió el respaldo de los jugadores. Una continuidad de decisiones hicieron que ya no le respondan como espera. “¿Cómo nos va a llegar si nos sacó la confianza?”, se escucha del otro lado, del de los que sufren con el que hoy jugás, mañana no y pasado tal vez. Ejemplos sobran: Nico Sánchez (de titular a ni concentrar), Buonanotte (de figura a suplente), Gil y Tortuga Fernández (de reemplazantes de Fabbiani en la pretemporada a la Reserva), Ríos (de colgado a titular), entre otros. Ayer les llegó el turno a Vega y Fabbiani. Ambos se enteraron escuchando a Gorosito en Del Plata que no tendrán lugar en el equipo. Sí, el técnico ni habló con el plantel durante la práctica, apenas pegó la lista de concentrados, y un rato más tarde confirmó por radio que Navarro seguirá en el arco (otra elección que fue mal recibida por el grupo) y que Villalva ocupará el lugar del Ogro. Este último cambio sí era esperado por los más experimentados, que si bien no llegaron a plantarse delante de Pipo, sí le manifestaron al propio delantero su descontento por su bajo nivel y su excesiva exposición, y lo vienen haciendo público.
Con Fabbiani se dio otra situación increíble para un conductor de grupo. “El Tanque no me dijo que no quiere jugar ahí”, comentó Gorosito ayer, cuando Fabbiani declaró hasta en Billiken que no le gusta ser el 9. “No sabíamos nada del equipo”, confesó el delantero en Fox Sports minutos después de que Pipo confirmó que mañana estará en el banco. Insólito.
Entre esta situación puertas adentro y lo que muestra el equipo en la cancha, cuesta creer que la realidad puede cambiar. “Correr, corren. Lo que no está claro es la forma de jugar. No es que ves y decís ‘van a jugar así’, son ráfagas de buenos y malos momentos. Correr, corren y mucho, pero a veces mal y eso se nota”, es el crudo análisis del técnico que tuvo frases que sonaron a despedida. El suyo parece un ciclo cumplido y su continuidad, una agonía que se estira como cuando Passarella siguió seis meses tras quedar afuera en la primera fase de la Copa 07. Gorosito, justamente, igualó al Kaiser, el anterior DT que no pudo pasar ni una ronda en la Libertadores y en la Sudamericana. “La renuncia no se me cruza por la cabeza. A mí me gusta disfrutar de mi trabajo. Ahora, si se transforma en un sufrimiento no es bueno para nadie”, cambió de postura el DT que había dicho que tenía “pelotas” para quedarse hasta diciembre. Ya varios dirigentes pidieron su cabeza, que se sostiene sólo porque Aguilar no tiene intenciones de buscar otro técnico. Aunque el presidente sabe que una nueva derrota puede obligarlo a cambiar de idea. es más, si estas líneas se escribieran en Lanús, se podría decir que ante una caída mañana, en la visita a Arsenal, 70% renuncia, 30% lo echan…