Recién estuve hablando con un amigo que es socio del club. Lo que me contó no deja de asombrarme. Es que siempre se puede ser un poco más indigno en esta vida…
Resulta que lo llamaron por teléfono para hacerle una encuesta. La misma tenía que ver, obviamente, con el Monumental. Para su sorpresa, enumeraba una serie de opciones absolutamente tendenciosas destinadas no a elegir el futuro de nuestra casa sino a convencerlo de las enormes bondades de mudarse a un nuevo edificio, vendiendo las tierras donde se encuentra el actual. Es decir, de encuesta no tenía nada de nada.
Para peor, la voz que escuchaba terminaba diciéndole que si River remodelaba el Monumental se endeudaría, mientras que si vendía parte de sus tierras, el nuevo Monumental se pagaba solo. Lo que se dice, literalmente, un lavado de cerebro.
La intención de instalar la idea de que hay que irse porque alguien necesita esas hectáreas para hacer un negocio inmobiliario, y nosotros nos estaríamos beneficiando tremendamente dejando que nos lleven al culo del mundo, a un terreno espantoso, porque a cambio nos entregarían un estadio cero kilómetro. Porque parece que endeudarse para dejar el Antonio Liberti a nivel primer mundo es malo.
La desesperación que tienen desde la dirigencia de River es tan grande que los lleva a hacer estas cosas. Como se les cayeron todas las excusas, las mismas que nosotros nos encargamos de dejar en evidencia, ahora comenzó el proceso de persuasión telefónica. Por suerte hay muchos socios de River que no se dejan engañar, tal el caso de mi amigo, pero no van a faltar los que compren espejitos de colores, buzones, y eso me preocupa. Porque son los mismos que con mucha soltura piden estadio nuevo sin saber cómo se pega un ladrillo, sin conocer las tierras en donde se levantaría, sin haber visto un dólar en toda su existencia ni tener la menor idea de todo lo que hay detrás de semejante “regalo”.
Nunca imaginé que el dinero, el poder, los buenos resultados futbolísticos, lo enceguecerían de tal manera que llegue a pensar que es capaz de hacer cualquier locura por su cuenta.