Entrevista a Gorosito en Ole

Les dejo la entrevista completa, ahi menciona el tema River.

Pipo responde todo y habla de todo con Olé: “Yo me salvé por un milímetro y ahí tomé conciencia de que si me muero, no se para el mundo”, dice.

¿Querés que te lea una idea?

-Dale…

-Es lindo llegar a Bariloche. Pero no sólo hay que disfrutar del destino final. También es lindo ir mirando los lagos, los caminos… En la vida y en el fútbol pasa lo mismo.

En la mesa de la cocina hay tres hojas lisas. En las hojas, letras cursivas, tachones y algún jeroglífico. Néstor Raúl Gorosito tiene entre manos ese manuscrito que sueña transformar en libro. Lo empezó a escribir en los días posteriores al grave accidente automovilístico que sufrió en febrero. Un accidente que lo dejó en cama por dos meses, que lo alejó de la dirección técnica de Argentinos y que, según parece, le marcó las fibras de la espiritualidad.

-¿Nació un nuevo Pipo?

-La verdad que fue un susto grandísimo. No es que de un día para otro me convertí en Víctor Sueiro, pero esto me hizo pensar mucho.

-¿O sea que no volviste del más allá?

-Pasé cinco días en terapia. Estaba realmente asustado porque veía mucha gente, muchas visitas: pibes de River, de Chicago, de Lanús. Veía a mis hijas llorando. Por eso llamé a mi señora y le pregunté si me tenía que enterar de algo.

-¿Sentías las piernas?

-Tenía mucho dolor en la espalda. Me explotaron dos vértebras. Una de ellas, la que está abajo del ombligo, es la que te genera la pérdida de la movilidad. Me salvé por un milímetro. También tuve comprometido el riñón, el hígado, el pulmón… Se pensaba que tendría cuatro meses de reposo. Y acorté el tiempo a la mitad.

-En ese momento se decidió que no siguieras en Argentinos. ¿Fue apresurada la decisión?

-No, no, no. Mi relación con Argentinos superaba lo profesional. Yo no tenía cara para seguir cobrando un sueldo mientras me recuperaba. Se insinuó que siguiera el resto del cuerpo técnico, pero los muchachos no quisieron.

-¿Cómo lo tomaste?

-Y… A los parientes los heredás. A tus amigos los elegís. Me siento orgulloso de mis amigos. Es una de las cosas que valoro en el día a día. Por eso quiero disfrutar más de mis afectos, de mis hijos.

-Es cuestión de bajar la velocidad.

-Sí. Todo es reciente, no sé si voy a sostenerlo, pero trataré de ir más despacio.

-¿A cuánto ibas?

-Nunca fui de ir a 100 kilómetros por hora. Iba a 80 y las cosas me pasaban rápidos. Quiero ir a 60.

-¿Qué te pasó aquella noche del accidente?

-Agarré un charco y no me dio tiempo de nada. La camioneta se me fue contra el guard rail, quise enderezarla para encarar la bajada de la colectora y no hubo caso. Se fue como si fuera un jabón en la mesa… Después ya no me acuerdo de nada. Me despertaron en la ambulancia para pedirme el teléfono de mi familia.

-¿Volviste a manejar?

-No. Espero no hacerlo como antes. Siempre quería llegar rápido. Era por el vértigo y la locura en que vivimos. Y la realidad es que desaparecés en un error, en un chasquido de dedos. Y la vida sigue. Tomé conciencia de que si yo me muero, el mundo no se para.

-¿Te aferraste a la fe, a la religión, a algún santo?

-Simplemente soy creyente, aunque me cuesta entender ciertas cosas. No me tocó. Quizá fue porque debía seguir en este infierno.

-¿Este infierno es el mundillo del fútbol?

-Puede ser, aunque lo mismo pasa en la calle. Lo peor del fútbol es que se juega muy mal.

-¿A tus equipos no le pasaba lo mismo?

-Claro, me hago cargo. Salvo Vélez, todo es igual. A Boca se lo criticó a pesar de que había sacado 12 puntos de ventaja. Cómo debíamos estar los otros, ¿no? -¿Entonces la culpa siempre es del sistema? -Es de las personas. Yo aprendí a convivir en este medio. Al principio me peleaba y me di cuenta de que eso no conducía a nada.

-Con la pausa que te tomaste, ¿cambiarías algo de tu propia carrera?

-En el día a día, estoy conforme con lo que hago.

-¿Y mirando lo que ya te ocurrió?

-Si pudiera cambiar algo de lo que me pasó, no volvería a dirigir a River en las condiciones en que asumí. Tendría que haber esperado otra oportunidad. Fue un gran error, aunque era difícil negarme. Allí estuve desde los seis hasta los 24 años. Después, encima, no puse un límite cuando vendieron a Augusto, Falcao, Ahumada, Mateo (Musacchio). Les había avisado a José María -Aguilar-, a Gallardo y a Ferrari que iba a ser difícil pasar de la quinta fecha.

-¿Ningún otro lamento?

-No, todo lo que hice fue por algo. Cuando era chico sabía que iba a ser jugador. Siendo jugador sabía que iba a ser técnico.

-¿Y ahora qué querés ser cuando seas grande?

-Me gusta mucho la docencia, mucho.

-¿Es incompatible la docencia con la Primera?

-Es difícil cambiar a un hombre. La falta de técnica se debería corregir desde las bases. Fijate la cantidad de jugadores que terminan con la cabeza cortada. Nunca vi tanto. No es casualidad. Sin precisión, dividís y chocás. El otro día me preocupé un montón cuando lo vi a Luquitas Orban desmayado.

Las hojas del futuro libro permanecen en la mesa del comedor. En este rincón de la casa también hay nueve pelotas de fútbol -una azul y roja que Pipo elegirá para la foto-. Hay una pantalla de televisión que tal vez sea un poquito más grande que las de los complejos de cine Village. Y hay una carpeta anillada llena estadísticas, de planificación de entrenamientos, con abdominales, test de Cooper y, sobre todo, datos de las habilidades técnicas de los últimos jugadores que dirigió.

-Susana alguna vez le preguntó a Charly qué haría después de la recuperación. A partir de tu desencanto con el juego actual, ¿volverías al banco?

-Sí, me gustaría volver a dirigir. Ya me dieron el alta y tuve ofertas del Jerez de España… Sólo que aún no puedo hacer deportes. Así que esperaré tranquilo.

-¿Cómo administrás la ansiedad? ¿Estuviste yendo al psicólogo?

-No.

-¿No lo necesitás?

-No lo sé. Lo que sí me doy cuenta es de que ahora estoy más blando, más maricón. Cualquier cosa que veo en la tele me emociona.

-¿Mirás muchas películas, novelas, chimentos?

-Miro mucho fútbol, pero a la noche me encanta ese programa de Canal 13 en el que cantan. Me la paso llorando como un boludo. Lloro más que Iúdica. Me conmuevo mucho por cualquier canción. Pero sobre todo me emociona ver llorar a Valeria Lynch. Se nota que es verdad lo que siente, eso me dicen sus ojos.

-¿Y en el fútbol te estás emocionando con algo?

-Con Messi, con Riquelme. También me identifico con el mensaje de Guardiola, con el Tata Martino. Todas las cosas que dicen es como si las dijera yo. Vemos el mismo fútbol. Al que más conozco de ellos es a Román. Es auténtico. Y juega como vive.

-…

-Sé que les compró casas a sus amigos y nadie se enteró. Y por ahí otro tipo consigue de canje un globo, se lo da al pibito y lo publica en todas las revistas.

-Justamente es lo que hace Caruso Lombardi.

-Sí…

-¿Te genera alguna contradicción que hoy esté dirigiendo a San Lorenzo?

-Yo quiero que a San Lorenzo le vaya bien. Soy amigo de Pipi, Botti y Orti, lo otro es circunstancial.

-Con Caruso en el banco, vienen invictos…

-Sí, no se perdió. Dios quiera que siga así. Una pelota o una jugada te puede cambiar lo que tenías planificado. Igual que un charco que se te cruza con el auto, ja.

Les dejo la entrevista completa, ahi menciona el tema River.

Pipo responde todo y habla de todo con Olé: “Yo me salvé por un milímetro y ahí tomé conciencia de que si me muero, no se para el mundo”, dice.

¿Querés que te lea una idea?

-Dale…

-Es lindo llegar a Bariloche. Pero no sólo hay que disfrutar del destino final. También es lindo ir mirando los lagos, los caminos… En la vida y en el fútbol pasa lo mismo.

En la mesa de la cocina hay tres hojas lisas. En las hojas, letras cursivas, tachones y algún jeroglífico. Néstor Raúl Gorosito tiene entre manos ese manuscrito que sueña transformar en libro. Lo empezó a escribir en los días posteriores al grave accidente automovilístico que sufrió en febrero. Un accidente que lo dejó en cama por dos meses, que lo alejó de la dirección técnica de Argentinos y que, según parece, le marcó las fibras de la espiritualidad.

-¿Nació un nuevo Pipo?

-La verdad que fue un susto grandísimo. No es que de un día para otro me convertí en Víctor Sueiro, pero esto me hizo pensar mucho.

-¿O sea que no volviste del más allá?

-Pasé cinco días en terapia. Estaba realmente asustado porque veía mucha gente, muchas visitas: pibes de River, de Chicago, de Lanús. Veía a mis hijas llorando. Por eso llamé a mi señora y le pregunté si me tenía que enterar de algo.

-¿Sentías las piernas?

-Tenía mucho dolor en la espalda. Me explotaron dos vértebras. Una de ellas, la que está abajo del ombligo, es la que te genera la pérdida de la movilidad. Me salvé por un milímetro. También tuve comprometido el riñón, el hígado, el pulmón… Se pensaba que tendría cuatro meses de reposo. Y acorté el tiempo a la mitad.

-En ese momento se decidió que no siguieras en Argentinos. ¿Fue apresurada la decisión?

-No, no, no. Mi relación con Argentinos superaba lo profesional. Yo no tenía cara para seguir cobrando un sueldo mientras me recuperaba. Se insinuó que siguiera el resto del cuerpo técnico, pero los muchachos no quisieron.

-¿Cómo lo tomaste?

-Y… A los parientes los heredás. A tus amigos los elegís. Me siento orgulloso de mis amigos. Es una de las cosas que valoro en el día a día. Por eso quiero disfrutar más de mis afectos, de mis hijos.

-Es cuestión de bajar la velocidad.

-Sí. Todo es reciente, no sé si voy a sostenerlo, pero trataré de ir más despacio.

-¿A cuánto ibas?

-Nunca fui de ir a 100 kilómetros por hora. Iba a 80 y las cosas me pasaban rápidos. Quiero ir a 60.

-¿Qué te pasó aquella noche del accidente?

-Agarré un charco y no me dio tiempo de nada. La camioneta se me fue contra el guard rail, quise enderezarla para encarar la bajada de la colectora y no hubo caso. Se fue como si fuera un jabón en la mesa… Después ya no me acuerdo de nada. Me despertaron en la ambulancia para pedirme el teléfono de mi familia.

-¿Volviste a manejar?

-No. Espero no hacerlo como antes. Siempre quería llegar rápido. Era por el vértigo y la locura en que vivimos. Y la realidad es que desaparecés en un error, en un chasquido de dedos. Y la vida sigue. Tomé conciencia de que si yo me muero, el mundo no se para.

-¿Te aferraste a la fe, a la religión, a algún santo?

-Simplemente soy creyente, aunque me cuesta entender ciertas cosas. No me tocó. Quizá fue porque debía seguir en este infierno.

-¿Este infierno es el mundillo del fútbol?

-Puede ser, aunque lo mismo pasa en la calle. Lo peor del fútbol es que se juega muy mal.

-¿A tus equipos no le pasaba lo mismo?

-Claro, me hago cargo. Salvo Vélez, todo es igual. A Boca se lo criticó a pesar de que había sacado 12 puntos de ventaja. Cómo debíamos estar los otros, ¿no? -¿Entonces la culpa siempre es del sistema? -Es de las personas. Yo aprendí a convivir en este medio. Al principio me peleaba y me di cuenta de que eso no conducía a nada.

-Con la pausa que te tomaste, ¿cambiarías algo de tu propia carrera?

-En el día a día, estoy conforme con lo que hago.

-¿Y mirando lo que ya te ocurrió?

-Si pudiera cambiar algo de lo que me pasó, no volvería a dirigir a River en las condiciones en que asumí. Tendría que haber esperado otra oportunidad. Fue un gran error, aunque era difícil negarme. Allí estuve desde los seis hasta los 24 años. Después, encima, no puse un límite cuando vendieron a Augusto, Falcao, Ahumada, Mateo (Musacchio). Les había avisado a José María -Aguilar-, a Gallardo y a Ferrari que iba a ser difícil pasar de la quinta fecha.

-¿Ningún otro lamento?

-No, todo lo que hice fue por algo. Cuando era chico sabía que iba a ser jugador. Siendo jugador sabía que iba a ser técnico.

-¿Y ahora qué querés ser cuando seas grande?

-Me gusta mucho la docencia, mucho.

-¿Es incompatible la docencia con la Primera?

-Es difícil cambiar a un hombre. La falta de técnica se debería corregir desde las bases. Fijate la cantidad de jugadores que terminan con la cabeza cortada. Nunca vi tanto. No es casualidad. Sin precisión, dividís y chocás. El otro día me preocupé un montón cuando lo vi a Luquitas Orban desmayado.

Las hojas del futuro libro permanecen en la mesa del comedor. En este rincón de la casa también hay nueve pelotas de fútbol -una azul y roja que Pipo elegirá para la foto-. Hay una pantalla de televisión que tal vez sea un poquito más grande que las de los complejos de cine Village. Y hay una carpeta anillada llena estadísticas, de planificación de entrenamientos, con abdominales, test de Cooper y, sobre todo, datos de las habilidades técnicas de los últimos jugadores que dirigió.

-Susana alguna vez le preguntó a Charly qué haría después de la recuperación. A partir de tu desencanto con el juego actual, ¿volverías al banco?

-Sí, me gustaría volver a dirigir. Ya me dieron el alta y tuve ofertas del Jerez de España… Sólo que aún no puedo hacer deportes. Así que esperaré tranquilo.

-¿Cómo administrás la ansiedad? ¿Estuviste yendo al psicólogo?

-No.

-¿No lo necesitás?

-No lo sé. Lo que sí me doy cuenta es de que ahora estoy más blando, más maricón. Cualquier cosa que veo en la tele me emociona.

-¿Mirás muchas películas, novelas, chimentos?

-Miro mucho fútbol, pero a la noche me encanta ese programa de Canal 13 en el que cantan. Me la paso llorando como un boludo. Lloro más que Iúdica. Me conmuevo mucho por cualquier canción. Pero sobre todo me emociona ver llorar a Valeria Lynch. Se nota que es verdad lo que siente, eso me dicen sus ojos.

-¿Y en el fútbol te estás emocionando con algo?

-Con Messi, con Riquelme. También me identifico con el mensaje de Guardiola, con el Tata Martino. Todas las cosas que dicen es como si las dijera yo. Vemos el mismo fútbol. Al que más conozco de ellos es a Román. Es auténtico. Y juega como vive.

-…

-Sé que les compró casas a sus amigos y nadie se enteró. Y por ahí otro tipo consigue de canje un globo, se lo da al pibito y lo publica en todas las revistas.

-Justamente es lo que hace Caruso Lombardi.

-Sí…

-¿Te genera alguna contradicción que hoy esté dirigiendo a San Lorenzo?

-Yo quiero que a San Lorenzo le vaya bien. Soy amigo de Pipi, Botti y Orti, lo otro es circunstancial.

-Con Caruso en el banco, vienen invictos…

-Sí, no se perdió. Dios quiera que siga así. Una pelota o una jugada te puede cambiar lo que tenías planificado. Igual que un charco que se te cruza con el auto, ja.

Sinceramente no quiero leer nada que diga el forro pelotudo del orto este, vengo a dejar un insulto.

Como pudiste ser tecnico de River, todavia no lo entiendo, como fue la puta madre, donde estaba ese dia viejo, no me acuerdo del dia ese en que tomaste a River.

A cuantos les dimos de comer, vos fuiste uno de ellos lacra, porque es tan basura la gente en la vida, sabes que no tenes condiciones para dirigir a River, PORQUE AGARRAS FLACO SI RIVER TE QUEDA GRANDE, NO AGARRES, PENSA EN LOS DEMAS LA CONCHA DE TU MADRE, NOS FUIMOS A LA B ME CAGARON LA VIDA UN POCO, NOSE NI PORQUE DIGO ACA ESTO, LA OCNCHA DE MI MADRE.

El problema no es solo los que se fueron sino que no exigio recambio, la salida de Falcao se veia venir hace rato, Ahumada no podia seguir en River por cuestiones extrafutbolisticas, Augusto Fernandez daba lastima y se queria ir, a Musacchio le dijo él que se vaya… cuanto mal nos hicieron los dt sin personalidad que se dejaron usar, hijos de puta.

Ponele negrita a las preguntas al menos, es ilegible eso.

Que tipo inoperante este eh, uno a veces se pone a pensar como puede ser que estemos donde estamos, repasas un poquito los errores y cierra perfectamente todo.

El peor técnico que vi en River.

Ni cerca, el actual es mucho peor.

Gorosito saco 27 puntos con un equipo que sin miedo a equivocarme fue el PEOR de toda la historia de River, al otro torneo arranco mal y se fue.
Sera que lo vi jugar de pibe en la década del 80 y por eso no le tengo odio como le tienen muchos, lo vi dar la vuelta en la cancha de Boca, un gusto para pocos.

Su error fue haber aceptado, despues sean sinceros con ustedes mismos, QUE MIERDA PODIA HACER CON ESE EQUIPO DE CUARTA QUE LE DIERON???

gorosito, cappa , astrada y el padre de la criatura simeone…NI OLVIDO , NI PERDON

El primer torneo de Gorosito fue aceptable. El Clausura 2009. Agarró un equipo que venía de salir último y sacó 27 puntos, con una gran campaña de local. Aunque haya quedado afuera de la primerda ronda de la Libertadores.
Despues se fue todo a la mierda. Pretemporada en Canadá. Triple enganche con Ortega, Gallardo, Buonanotte y Fabbiani de 9. Maxi Coronel titular. Rapida elminación en la Sudamericana con Lanus y no mucho más.

Se dio la lógica en base al equipo de mierda que tenia, simple.
El mejor ejemplo de todo es Astrada cuando le dieron un equipo bueno lo saco campeón y ganándole a Boca, 2004, cuando le dieron un rejunte de perros no paro de perder, no es tan difícil, los que juegan son los jugadores, salvo que seas un DT de puta madre, que no es el caso, despues la gran mayoría depende de los jugadores, por eso yo no encuentro mayor culpa en Gorosito, no tenia una mierda, dale al River de hoy vas a ver como inclusive y no tengo dudas hace mejor las cosas que Almeyda.

Con esto coincido. Era un plantel de cuarta.

“Va ser dificil pasar de la quinta fecha”

Por que no saliste a meter presion por los refuerzos? por que no te fuiste? FORRO

Yo no me olvido, pero entre las lacras que tiene y tuvo Rive, este es uno de los mas safables.