00:00 | FLUMINENSE 3 - BOCA 1
Cada vez más solo
Riquelme fue el eje en la previa, cuando se habló de un conflicto interno entre él y parte del plantel. Qué pasa con sus actitudes. Su imagen tras la derrota. Y más…
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La peor postal: Román se va con cara de pocos amigos luego de la eliminación. Esta vez, no pesó la magia…
Más solo que nunca. Una imagen, a veces, vale más que mil palabras. El árbitro pitó el final, marcó lo que significó la derrota y la eliminación de Boca en esta Copa y él, Juan Román Riquelme, no se unió al resto del equipo en la mitad de la cancha sino que encaró derechito hacia el túnel que lo llevó al vestuario. Así, solitario, no hizo más que darle de comer a la versión que circuló ayer y que hablaba de un conflicto interno. El 10 por un lado (a diferencia de la Copa anterior, esta vez no se irá sino que fue la gran apuesta del año y tiene contrato hasta el 30/6/2010) y el plantel, molesto por ciertas actitudes del enganche, del otro.
No parece casual que el rumor haya tomado tanta fuerza justo la tardecita previa a jugar la semifinal. Pero no hay una razón, al menos clara, para que haya sucedido. No hubo una sola persona en todo el Sheraton Barra que no haya escuchado hablar de una pelea entre Riquelme y el resto de los jugadores del plantel. Y hasta ayer una fuente le dijo a Olé que habría habido una fuerte discusión entre el 10 y Migliore, en el entretiempo del partido de ida ante el Flu en Avellaneda.
La historia surgió en la tarde del martes en Buenos Aires y tomó cada vez más fuerza con la cercanía de esta revancha. Si hasta Pedro Pompilio primero y José Beraldi después, tuvieron que salir a aclarar la cuestión: “No hay peleas entre los jugadores. Hay discusiones como en todos lados, es algo normal”, coincidieron ambos dirigentes, intentando enfriar la situación. “Aquí no hay ningún problema. Estamos todos subidos al mismo carro del sacrificio, del trabajo y esto es lo que ha llevado a Boca a conseguir tan buenos resultados. Esto no se alteró en lo más mínimo. Están todos muy tranquilos y satisfechos. Compartí el almuerzo con ellos y no vi ningún malestar de nadie. Así que lo descarto por completo”, agregó el flamante presidente.
“No se puede ser amigo de todos. Como en todos los grupos humanos, yo también tengo más afinidad con unos que con otros. Es algo normal”, repitió Jesús Dátolo, uno de los pocos jugadores que se dieron una vuelta por el lobby después del almuerzo. El resto se fue a las habitaciones. Ante semejante repercusión, sorprendió entonces ver a Riquelme y Palermo, quienes no mantendrían una relación fluida, subiendo juntos al ascensor hasta el cuarto piso. Allí, el goleador se quedó descansando (y sacando fotos desde su balcón con vista al mar) junto con Migliore y Chávez.
Diferencias, que las hay las hay. Seguro que no todos están de acuerdo con algunas de las decisiones o actitudes de Román, un tipo con un carácter particular. A algunos les molesta más, claro (e intentan dejarlo en evidencia por lo bajo), y otros dejan pasar esa constante soledad del 10, que elige hacer el reconocimiento de campo en cada viaje acompañado sólo por su celular. También el hecho de que no integra el grupo de los que mejor se llevan, lo aisla. La sensación es que la convivencia no es la ideal pese a los abrazos en la previas de los partidos. La imagen final de ayer, ¿vale más que mil palabras?
Río de Janeiro (enviada).