Elecciones en Capital -Buenos Aires para pocos-

¿Bussi gobernador de Tucumán? Update right now…

Bussi no fue gobernador de Tucumán?

Pero me parece que el tiro iba por el lado actual.

Un gobernador en Lituania arrolló con un tanque a un auto mal estacionado

Un gobernador en Lituania arrolló con un tanque a un auto mal estacionado - lanacion.com *
El mandatario de Vilnius, capital del país europeo, utilizó un blindado de guerra para pasar por arriba a un automóvil parado sobre una bicisenda; accedé al video

El gobernador de Vilnius, capital de Lituania, utilizó un tanque de guerra para pasar por arriba de un auto importado que se encontraba mal estacionado sobre una senda de bicicletas.
“Ya tuve suficiente paciencia con estos conductores que estacionan sus autos de lujo en los carriles para bicicletas y pasos para peatones”, exclamó Arturas Zuokas, de 43 años, tras arrollar el auto.

Y agregó: “Este tanque es una buena herramienta para resolver el problema de estacionamiento en el lugar equivocado”.
En el video, se puede apreciar como el supuesto dueño queda asombrado por el violento acto y cómo el automóvil es llevado por un camión grúa. La bicisenda se habilitó luego de que personal de limpieza barriera los vidrios del auto que explotaron por el paso del tanque.


Toma nota Mauricio! Asì se resuelven los problemas de trànsito!!

Varias cosas:

Matías: gonzalez no es peronista, es recontra peronista. Es más el tubo a su cargo una unidad básica y se dice, no sé si es cierto, que de esa unidad salieron las armas que mataron a rucci.

Ale: me gustó el video que pusiste, y me interesó también el libro que publicitaban, voy a ver si lo hojeo un día de estos. No hice una anología con heidegger, por qué lo decís? porque heidegger era nazi? y nietzsche racista y antisemita (igual convengamos que es muy contradictorio en sus textos, los fragmentos de sus obras se pueden usar tanto para defenestrarlo como para encumbrarlo en los altares de la bonhomia),

Marianito las veces que les ganamos fue porque me cansé de hacer goles, es verdad que erro, pero bueno jajaja. Y otra cosa, tenés un nivel dialéctico de la reputísima madre, estás a otro nivel macho.

Belén: comparto plenamente lo que pusiste de marx.

Ah y para vos matías y gus y demás tanto boquearon y todavía no armaron un puto partido, será que le tienen miedo al gorilaje? eso sí rey carmesí, mariano, juega para nosotros, porque debo reconocer que el tipo además de ser muy inteligente juega muy bien.

Al final terminamos todos amigos como siempre, esto así no tiene gracia.:lol:

Alguno sabe a ciencia cierta cuantos km de subte hizo macri?

0,4 (400 metros)

Ninguna estación inauguró?

La línea H que inauguró hace un año estaba casi lista antes de que asumiera en 2007.

//youtu.be/uZ-ocY0Jiog

En la ciudad de los sueños
Donde nunca ha habido dueño
Y la gente se mira al pasar
No hay mierda King ni mierda Donalds
Tampoco culo cola
Y las calles las ponen a una hora más normal

En la ciudad de los sueños
Vivienda, drogas ni sexo
Son motivos de preocupación
no hay policías ni ladrones
Ni fusilan fumadores
Las horas punta son las de la siesta y botellón

Y la paz reinó y el amor venció
Y que bonito el cuadro me quedo

En la ciudad de los sueños
No hay soldados ni banqueros
Y a los viejos se les mima sin dudar
Los juzgados son viveros
Las iglesias son museos
Y el único partido es el del equipo local

Y la paz reinó y el amor venció
Y felices dormían sin temor
Y la paz reinó y el amor venció
Y a las perdices nadie se las comió

En la ciudad de los sueños
Sanidad y conocimientos
Son derechos que nunca hay que pagar
No se hacen contratos-basura
Se persigue la usura
La cultura no es negocio ni es el arma pa mandar

En la ciudad de los sueños
No hay sida ni pedigüeños
Corte inglés, parquecito pa jugar
No se hacen vallas anti-moros
Tampoco matan toros
Y en los atascos se hace gala de muy buen humor

La ciudad despertó
Y el dueño volvió
Y los sueños se fueron al cajón
Y colorín colorao
Este cuento se ha acabao
Y los sueños cumplieron su misión.

Puan y Carabobo de la línea A también se inauguraron durante la gestión de Macri en 2008, aunque también creo que estaban casi listas.

Temazo!!

Inaguró al público 2 estaciones de la A ( Puan y Carabobo ) las cuales ya estaban listas, incluso Telerman había hecho el viaje inagural antes de dejar el mandato. Faltaba laburo de señalización nada más, y 1 de la línea B ( Corrientes ), esa sí la hizo Macri se podría decir. O sea, 4 cuadras en 4 años.

En villa urquiza se esta haciendo el gil, mas le vale que las estaciones esten listas para el próximo año.

Yo te dije que sin serlo termina siendo Peronista, pero que el entiende que la historia politica argentina se explica IN TOTUM desde el peronismo. Pero no es peronista “en origen”.

Y es Doctor, a vos que te gustan esos supuestos logros :slight_smile:

Vamos a jugar, cagones. Equipos?

Cómo se hizo la campaña de Macri en Internet - lanacion.com

Ya sé que es doctor, hizo un doctorado en la universidad de san pablo sino me equivoco, 20 años después de recibido.

Vamos a jugar, pero se hacen los distraídos parece, como siempre el único que recoge el guante sos vos, los demás brillan por su ausencia.

Encontré la respuesta de mi querido juan josé a horacito gonzalez a una nota publicada por él en página 12 como respuesta a una de aquél que apareció en perfil. Dedicada, con todo cariño a alejito.
j.j. sebreli: una respuesta a Horacio Gonzalez

El barroco y los medios

El sociólogo publicó el 31 de agosto pasado, en este mismo espacio, un ensayo en el que rastreaba las influencias que moldeaban las decisiones intelectuales de los Kirchner. El también sociólogo y director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, contestó aquel artículo el 19 de septiembre en “Página/12”. Sebreli recoge aquí el guante, habla del deber de comunicar de la buena filosofía e invita a González a debatir acerca de los problemas esenciales: las cuestiones políticas, sociales, económicas y culturales de la actualidad argentina en las que tienen posiciones encontradas.

Por Juan Jose Sebreli

Popular. Jean-Paul Sartre expresaba sus ideas con sencillez, porque buscaba llegar a una audiencia masiva.

El que no escribe a la manera barroca es apenas un divulgador mediático; en términos generales, ése es el núcleo de la nota de Horacio González “Barroco y política” (Página/12, 19 de septiembre) en respuesta a mi artículo “Neopopulismo latinoamericano” (PERFIL, 31 de agosto). González se despreocupa de los temas principales que planteo, y toma sólo el párrafo dedicado a la prosa barroca. Esto es coherente con la teoría posestructuralista, asumida por González, que agota el contenido en el análisis de la forma. Mi posición respecto a la estética barroca y a la prosa barroca como medio para difundir ideas no se limita a una breve frase en un artículo: está desarrollada en libros que aún espero sean contestados por quienes deberían sentirse aludidos, entre otros muchos adherentes a Carta Abierta.
Reconozco que el estilo de la filosofía ofrece dificultades para su comprensión y obliga a una atenta lectura. Mis filósofos preferidos, Kant, Hegel, Marx, Weber, Sartre, Merleau Ponty, Adorno y Habermas, distan mucho de ser fáciles, pero su contenido es claro y comprensible. El lenguaje de los filósofos posestructuralistas, en cambio, es deliberada e innecesariamente difícil, una oscuridad que simula lo profundo y responde a concepciones irracionalistas. Lo contrario del barroco sería, para González, la prosa sencillista de la “divulgación”, descalificada como “didáctica de mercado”, “teoría liberal de la razón”, “idioma liberal comunicacional” o, citando a Severo Sarduy, “reglas de intercambio capitalista”. El calificativo “liberal” es usado en todos estos casos, con carácter siempre denigrante. Por ese camino se está peligrosamente a un paso –que González no da– de reducir la libertad de expresión a un formalismo también liberal, que debería ser regulada por un Estado “nacional y popular”. Es necesario señalar que históricamente el liberalismo, junto a la democracia y el socialismo –más allá de las deformaciones sufridas por esos términos–, fueron los pilares de la modernidad y de la concepción racional laica, humanista y universal de la sociedad.
Hubiera preferido discutir con González y con el grupo Carta Abierta acerca de las similitudes y diferencias entre esos términos, de los problemas esenciales de la filosofía política y de las cuestiones políticas, sociales, económicas y culturales de la actualidad argentina que nos preocupan, y sobre las que tenemos posiciones contrarias. Lamentablemente el tono personalizado de la nota de Página/12 me aparta de esos temas.
Lo opuesto al lenguaje barroco sería, según el reduccionismo de González, la “estética de los medios”, ejemplificada por mi supuesta integración a los medios de comunicación masiva. Debo recordar que, exceptuando un breve ciclo en un canal marginal junto a Tomás Abraham, Horacio Sanguinetti y Antonio Carrizo, nunca he sido un profesional de los medios, a diferencia de uno de los más notorios firmantes de Carta Abierta, que pertenece al elenco del canal oficial. Tal vez a él se refiera González cuando habla de “patéticos esfuerzos para adecuarse a las necesidades divulgativas”. Por lo visto, la armonía no reina entre los intelectuales K.
Apenas si soy un invitado esporádico a los canales de cable en horario nocturno, el exiguo espacio destinado a los intelectuales y también a los políticos de la oposición. Nunca hice concesiones en mis fugaces intervenciones televisivas, eludí toda manipulación demagógica y expresé lo que pensaba, a veces en contra de las ideas de los propios entrevistadores y aun de lo esperado por parte del público. González dice ser mi lector desde los años 60 y considera con cordialidad mi itinerario intelectual. No puede entonces llamarme escritor mediático o proveniente de la “estética de los medios”, ni desconocer que treinta años antes de aparecer por primera vez en la pantalla ya había sacado a la sociología de los claustros para arrojarla a la calle. Además, uno de mis temas constantes ha sido la desmitificación del delirio colectivo del fútbol, precisamente eje central del sistema televisivo. Esta confrontación es descalificada por González como un “capricho de índole también liberal”, o como una “curiosidad tolerada”, desconociendo las agresiones verbales que me costaron.
Debo a mi vez recordar la incongruencia entre la teoría y la práctica respecto a los medios del propio González y de los intelectuales K. Los arrogantes académicos antimedios redactores de Carta Abierta no vacilaron en recurrir a la radio y a la televisión –donde nunca hubieran llegado por sus libros– para difundir sus declaraciones a favor del Gobierno. En cuanto a González, recuerdo haberlo conocido un sábado de 1996 en un programa televisivo que conducía Jorge Dubatti y compartimos con nuestro común amigo Carlos Correas. Luego, casi siempre, nuestros encuentros tuvieron lugar en la televisión: en Los siete locos de Cristina Mucci, en un programa de Chacho Alvarez donde participaron Juan Carlos Portantiero y Nicolás Casullo, y en otro dirigido por Joaquín Morales Solá donde intervenían David Viñas y Fernando Iglesias, aunque este último misteriosamente nunca fue transmitido. Estos nombres de variadas tendencias muestran que los medios, con todas sus limitaciones y perversiones, ya analizadas por Pierre Bordieu y por Giovanni Sartori, ofrecen, no obstante, algunos resquicios. Estos son aprovechados también por los neopopulistas, y no hay por qué reprochárselo. ¿Son tal vez los estudios de televisión a la hora de programas de poca audiencia el equivalente de los viejos cafés donde escritores, artistas y políticos tenían la oportunidad de conocerse? Mis relaciones con González se limitaron a los cafés de la calle Corrientes y a esos estudios de Palermo Hollywood tan denigrados por él. Lo digo, aun corriendo el riesgo de que, además del estigma de “intelectual mediático”, me endilguen el de “filósofo de café”.
El lenguaje mediático es vinculado por González a la “divulgación” filosófica o sociológica, acusándola de simplificadora. El lenguaje transparente se relaciona, en cambio, según mi modo de ver, a la democratización del saber, a la creencia ilustrada en la potencial igualdad de los hombres y la aspiración a una equitativa oportunidad de acceso al conocimiento. El rechazo a la divulgación es una posición elitista y excluyente. Más que de barroquismo debe hablarse de lenguaje hermético de sectas cerradas que, a la vez que reciben, otorgan en forma exclusiva a sus iniciados prestigio cultural, influencia política y, en algunos casos, apoyo económico.
El director de la Biblioteca Nacional dice que aplico superficialmente la filosofía de Sartre y que ésta “no se presta a la divulgación”. Le respondo con palabras del mismo Sartre, en El existencialismo es un humanismo: “Cuando se exponen teorías, se acepta debilitar un pensamiento para hacerlo comprender y esto no es tan malo. Si se tiene una teoría del compromiso es necesario comprometerse hasta el fin”.

La nota que despertó la ira de gonzalez, el intelectual funcionario del kirchnerismo.

Los intelectuales y el kirchnerismo

Neopopulismo latinoamericano

El sociólogo rastrea la genealogía de las influencias intelectuales que gravitan en la toma de decisión de Néstor Kirchner y de la presidenta Cristina Fernández. Y establece la inspiración de su característica forma de gobernar. ¿Quiénes son y cómo piensan Ernesto Laclau y Chantal Mouffe, el matrimonio de intelectuales que inspiró la política kirchnerista? “Del viejo populismo y el posestructuralismo francés de los 70 surgió el modelo del neopopulismo latinoamericano que, según sueña Laclau, puede llegar a jugar un papel protagónico en el futuro”, escribe aquí Sebreli.

Por Juan José Sebreli

El nuevo populismo entiende que la socialdemocracia ya no puede satisfacer demandas populares.

Durante el conflicto del campo, cartas abiertas, entrevistas radiales y televisivas y hasta un diálogo público con Néstor Kirchner han dado a conocer un nuevo estilo político, el de los peronistas posmodernos o “intelectuales K”. Conforma un derivado del impreciso “neopopulismo latinoamericano” o “socialismo del siglo XXI”, que representan Hugo Chávez, Evo Morales, Rafael Correa, Daniel Ortega y los hermanos Fidel y Raúl Castro, sempiternos patriarcas. Para el matrimonio Kirchner se trata de un viaje de ida y vuelta, del antiguo al nuevo populismo; ellos imitan a Chávez que, a su vez, se inspira en Perón. No hay muchas diferencias entre el viejo y el nuevo populismo, el modelo es el mismo: movimientismo opuesto al sistema de partidos, líderes autoritarios, manipulación de masas, desprecio por las instituciones republicanas y una economía mercadointernista y antiexportadora. Más sofisticados que los populistas históricos, los neopopulistas promueven un autoritarismo suave o, como decía un opositor venezolano, “un totalitarismo light”, de acuerdo a los tiempos medianamente democráticos que vive el continente.
Algunos adherentes al movimiento llamado Carta Abierta son funcionarios públicos o montoneros reciclados y algún firmante equívoco como David Viñas que luego, en un acto en la Biblioteca Nacional, declaró: “No soy un intelectual K”. En ese agrupamiento apresurado y heteróclito se destaca, con perfiles propios, un subgrupo inspirado por Ernesto Laclau, a su vez mentor intelectual de los Kirchner. Cristina Kirchner se dice discípula de Chantal Mouffe, mujer de Laclau, y En torno a lo político pasa por ser su libro de cabecera. Laclau mantuvo diálogos telefónicos desde Londres con los Kirchner aconsejándoles no transar con el campo y en su último viaje participó en un acto kirchnerista. La biografía intelectual de Laclau explica en parte sus complicadas posiciones. Hizo su primera intervención política allá por los años 50 en el FIP (Frente Izquierda Popular), agrupación trotkista-peronista presidida por Jorge Abelardo Ramos, inventor del nacionalismo de izquierda. Sin embargo, ya por entonces Laclau se acercaba más a Gramsci y al concepto de “lo nacional y popular” que al internacionalismo proletario de Trotsky, aunque se mantuvo apartado de los gramscianos argentinos a los que menospreciaba por “liberales”. También se fue alejando de Marx, difícil de conciliar con el nacionalismo, aunque se le agregara el calificativo de popular.
Esas preferencias del joven Laclau señalaban un rasgo que definiría su concepción posterior: el predominio de lo político sobre lo económico y de las particularidades nacionales sobre el universalismo. Después Laclau se estableció en Gran Bretaña, estudió en Oxford, fue profesor en la Universidad de Essex y reconoció en París su “verdadera patria espiritual”. En ese derrotero intelectual, insólito para un tercermundista, entró en contacto con las corrientes filosóficas europeas en boga: althusserismo, lacanismo, deconstructivismo. De esa mezcla rara entre el viejo populismo de su juventud porteña y el posestructuralismo francés de los 70, surgió el modelo del neopopulismo latinoamericano que, según sueña Laclau, puede llegar a jugar un papel protagónico en el futuro.
La fracción laclauista de Carta Abierta está integrada por profesores y sus discípulos de las facultades de humanidades de la UBA, incluido algún decano. Próximos a disciplinas periféricas como los estudios culturales, algunos de ellos se dedicaron a hacer filosofía de la literatura, y ahora quieren hacer literatura de la política. Su repercusión se ha reducido a los enclaves universitarios de las calle Puán o Marcelo T. De Alvear, y a engrosar las escuálidas huestes de las izquierdas en los actos kirchneristas; apenas una tormenta en un vaso de agua.
Este populismo de cátedra es distinto al de los años 60 y 70 centrado entonces en las “cátedras nacionales” originadas en el nacionalismo católico. El nuevo populismo proviene de la progresía convencida por Laclau de que la corriente institucionalista socialdemócrata es incapaz de responder a las demandas populares; acusa a Tabaré Vazquez y a Michelle Bachelet de “traidores” y a Lula Da Silva de “ambiguo”.
Pero el verdadero pensamiento de los intelectuales K es muy difícil de desentrañar dado que la prosa de Laclau y sus continuadores es críptica, comprensible tan sólo por una elite de iniciados, extraña opción para quienes se proponen “la construcción de un pueblo”, “la constitución de un nuevo sujeto político”. El estilo de Laclau está empedrado de indefinidos plurales: “Ideales emancipatorios”, “prácticas articulatorias”, “materialidades de la estructura discursiva”, “especificidades del vínculo hegemónico”, que traen el eco del barroco krausista-yrigoyenista. Con esa misma jergosidad academicista están escritas las proclamas de los intelectuales K y con la retórica hermética de sus papers o sus tesis universitarias hablan en los medios de comunicación. Más que declaraciones políticas parecen ser ejercicios de estilo. El alambicamiento sustituye a la argumentación y a la ausencia de datos objetivos. La oscuridad oculta la trivialidad y anacronismo de consignas que compañeros de ruta menos sutiles como Luis D’Elía reducen a antagonismos simplistas como pueblo-oligarquía y patria-colonia.
Además de los posestructuralistas franceses, otra fuente inesperada de Laclau es Carl Schmitt, jurista del nazismo a quien, aunque con reservas, reivindica. Se trata de un Schmitt algo distinto del admirado por los viejos populistas Arturo Sampay y Joaquín Díaz de Vivar, que querían convencer a Perón de invitarlo a la Argentina. El neoschmittianismo ha sido blanqueado de su nacionalsocialismo por la nueva izquierda después de que el jurista elogió las guerrillas campesinas. A través de Laclau y Mouffe, los Kirchner se enteraron de que eran schmittianos sin saberlo, ya que practican la concepción política preconizada por el teórico alemán: confrontación permanente, antagonismo insuperable de amigo-enemigo y decisionismo como forma opuesta a la discusión liberal. Aprendieron de Schmitt que el poder no reside en las instituciones republicanas sino en la persona del “soberano”, el que decide en el estado de excepción ante la crisis. Esta estrategia no les ha dado, sin embargo, los resultados esperados, y hasta llegó a ser derrotada en el Parlamento por la –para ellos– desdeñable deliberación indecisa de la democracia formal.
El laclauismo K tiene su parte de razón cuando sostiene que los conceptos de izquierda y derecha no están caducos y que sólo sus contenidos deben ser reconsiderados. Pero se equivoca cuando, al analizar las situaciones concretas, identifica a la izquierda con el populismo y a la derecha con la democracia liberal o la socialdemocracia. Se equivoca al calificar despectivamente de optimismo utópico al universalismo racionalista y democrático, y oponerle las “identidades colectivas” de pueblo y nación cuando éstas se están disolviendo ante el avance conjunto del individualismo y la globalización. El resurgimiento actual de los particularismos religiosos, étnicos y nacionales parecería darles la razón a los neopopulistas. Pero en la historia de las ideas políticas siempre ha ocurrido así, el avance avasallador de una tendencia provoca la reacción crispada de lo opuesto que lucha desesperadamente antes de morir.

Ah sebrelli lo empece a escuchar hace un par de meses en Metro los domingos, es crack.

Después lo leo más tranca, dylan. Ya de movida no coincido para nada en que Sartre sea un autor claro para leer … La nausea y El ser y la nada son terriblemente densos.