Siempre se ha dicho que el vestuario de un equipo de fútbol debe ser un santuario y que lo que pase dentro no debe salir nunca fuera de sus cuatro paredes. Sin embargo, tal y cómo le dejó el ojo Munúa a su compañero Aouate, esconder lo sucedido resultaba imposible. Lotina y el club tomaron medidas y apartaron a ambos guardametas del equipo.
Sin embargo, la fiscalía de La Coruña, que a buen seguro tendrá asuntos mucho más importantes que resolver que los de una pelea entre dos futbolistas profesionales, entraba de oficio en el caso y citaba a ambos jugadores en los juzgados. Tras las declaraciones se celebraba un juicio rápido y hoy un juez ha condenado a seis meses de prisión a Gustavo Adolfo Munúa al entender que lo sucedido fue una agresión y no una pelea entre ambos.
Afortunadamente, el portero uruguayo no tiene antecedentes y eso impedirá que entre en prisión. De hecho, su pena quedará conmutada al abonar Munúa 3.600 euros de multa. Pero al margen de ello, lo que resulta chocante es que un puñetazo, aunque sea a traición, pueda salir tan caro y otras acciones dentro del mundo de fútbol queden indemnes.
No quiero con esto pedir penas de estas características para ningún futbolista, pero si a Munúa le caen seis meses de cárcel por los ocho puntos de sutura que tuvieron que darle a Aouate, entonces cuánto debería caerle al jugador que lesiona de gravedad a otro y lo aparta del fútbol. Me viene a la cabeza la tremenda entrada de Luis Figo al jugador del Zaragoza César Jiménez en enero de 2005 que acabaría con la retirada del fútbol del central abulense.
Creo que mejor mantener a la justicia y los tribunales ordinarios apartados del fútbol y dedicados a cosas más importantes, ya que de lo contrario podemos encontrarnos con que la fiscalía deba entrar de oficio prácticamente cada fin de semana.
Siempre se ha dicho que el vestuario de un equipo de fútbol debe ser un santuario y que lo que pase dentro no debe salir nunca fuera de sus cuatro paredes. Sin embargo, tal y cómo le dejó el ojo Munúa a su compañero Aouate, esconder lo sucedido resultaba imposible. Lotina y el club tomaron medidas y apartaron a ambos guardametas del equipo.
Sin embargo, la fiscalía de La Coruña, que a buen seguro tendrá asuntos mucho más importantes que resolver que los de una pelea entre dos futbolistas profesionales, entraba de oficio en el caso y citaba a ambos jugadores en los juzgados. Tras las declaraciones se celebraba un juicio rápido y hoy un juez ha condenado a seis meses de prisión a Gustavo Adolfo Munúa al entender que lo sucedido fue una agresión y no una pelea entre ambos.
Afortunadamente, el portero uruguayo no tiene antecedentes y eso impedirá que entre en prisión. De hecho, su pena quedará conmutada al abonar Munúa 3.600 euros de multa. Pero al margen de ello, lo que resulta chocante es que un puñetazo, aunque sea a traición, pueda salir tan caro y otras acciones dentro del mundo de fútbol queden indemnes.
No quiero con esto pedir penas de estas características para ningún futbolista, pero si a Munúa le caen seis meses de cárcel por los ocho puntos de sutura que tuvieron que darle a Aouate, entonces cuánto debería caerle al jugador que lesiona de gravedad a otro y lo aparta del fútbol. Me viene a la cabeza la tremenda entrada de Luis Figo al jugador del Zaragoza César Jiménez en enero de 2005 que acabaría con la retirada del fútbol del central abulense.
Creo que mejor mantener a la justicia y los tribunales ordinarios apartados del fútbol y dedicados a cosas más importantes, ya que de lo contrario podemos encontrarnos con que la fiscalía deba entrar de oficio prácticamente cada fin de semana.
Si van a meter en cana a todo el mundo q mete una piña tamos todos presos, aparte ni siquiera fue en publico fue en un vestuario entre dos flacos…deja quieto