El policía que enfrentó a la dictadura, tuvo su premio

Alberto Juan Cola, un oficial de la policía de Santa Fe que fue dejado cesante en 1976 por negarse a participar de la represión ilegal, fue reincorporado esta semana a la fuerza de seguridad en la localidad santafesina de San Lorenzo a través de un decreto del gobierno, informó hoy el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos provincial.

“Es un paso adelante para la verdad y la justicia; aunque tarde, es mejor que nunca”, dijo en declaraciones a Télam el ahora oficial subinspector de la policía de Santa Fe.

Además de ser dado de baja de la fuerza, Cola fue secuestrado y trasladado al principal centro clandestino de detenciones que funcionó en Rosario, el Servicio de Informaciones de la policía local, y tras permanecer 14 días en condición de desaparecido pasó “18 meses en la cárcel (santafesina) de Coronda a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, contó.

“Hoy, a los 60 años, sé que tengo que aportar lo mejor de mí para que tengamos un mundo mejor, no tengo ningún resentimiento contra nadie”, expresó.

El policía fue reincorporado el lunes 18 por medio del decreto provincial 528, que adhiere a la ley reparatoria para la administración pública sancionada en 1983 y prorrogada en Santa Fe hace dos años.

Según contó a esta agencia, ingresó a la escuela de oficiales de la policía de Santa Fe en 1970, porque de esa manera evitaba realizar el Servicio Militar Obligatorio.

“No tenía una gran vocación, pero cuando me recibí comprendí que la policía, como cualquier profesión, es noble: la degradan o la enaltecen los que la hacen”, señaló.

Con el quiebre institucional de 1976, Cola quiso seguir cumpliendo su función policial “con valores y principios”.

“En aquella época era todo corrupto, y cuando vino la lucha antisubversiva, mejor habría que decir el Terrorismo de Estado, era muy difícil manejarse”, recuerda ahora el oficial subinspector reincorporado.

Y añadió: “Yo no quería aceptar órdenes anticonstitucionales”.

“En aquella época venían miembros del Ejército, traían a gente detenida y decían: Vamos a ingresar a esta persona pero no hay que darle entrada en el libro de guardia; yo decía que no, me tienen que decir a disposición de quién está”, explicó sobre su negativa a ilegalizar la represión estatal de la dictadura cívico-militar.

Por esa razón tuvo “choques con personas del Ejército” que hicieron que “fuera trasladado desde la Unidad Regional XVII (de policía, con asiento en San Lorenzo) a una comisaría de Roldán”.

A fines de 1976, cuando esperaba un ascenso, “porque era el mejor promedio provincial de mi jerarquía”, el oficial Cola recibió la noticia contraria: “me dieron de baja”, contó.

Y agregó que “cometí el error de denunciar al gobernador de la provincia y mandarle una carta al presidente de facto”.

“Uno no sabía que las órdenes de exterminio emanaban de (el entonces titular de la Junta, el general Jorge Rafael) Videla”, dice ahora sobre su ingenuidad del pasado.

“A los dos días me detuvieron, en ese momento yo estaba de día vendiendo máquinas de escribir en una empresa de San Lorenzo, y a la noche trabajaba de mozo en una pizzería de Rivadavia y San Martín, un lugar muy céntrico de San Lorenzo, que ya no está más”, detalló.

Y agregó: “vinieron ahí cuando estaba trabajando, hicieron la detención en forma espectacular, vinieron cuatro, me golpearon, me pusieron la capucha delante de la gente”.

Indicó, en tanto, que pasó 14 días detenido en el Servicio de Informaciones y 18 meses en la cárcel de Coronda, “sin causa judicial”.

“Yo siempre mantuve mis convicciones y mis principios, no me arrepiento de nada”, dice ahora Alberto Juan Cola.

“Pasé muy mal estos años, esto deja secuelas”, lamenta.

Desde el lunes pasado fue reincorporado a la policía provincial en la localidad de San Lorenzo, donde vive con su esposa Silvana, “que era mi novia hace 34 años y sufrimos juntos todo lo que pasó”, señaló.

Finalmente, Cola aseguró que “lo que hemos hecho los argentinos en cuanto al juicio a las violaciones a los derechos humanos es un ejemplo para el mundo”.

En ese sentido, rescata la lucha por la justicia de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “nunca venganza, nunca revancha, nunca métodos violentos”, subrayó.

En un texto que él mismo escribió para difundir su historia, porque también se dedicó al periodismo, expresa sus deseos: “Hoy, a los 60 años, sé que tengo que aportar lo mejor de mí para tener un mundo mejor. No tengo ningún resentimiento contra nadie. Quiero justicia, igualdad, fraternidad, libertad seguridad social, trabajo, viviendas dignas para todos, educación, salud, respeto por nuestros pueblos originarios, profundizar nuestras raíces culturales y lograr hermandad con nuestros hermanos indoamericanos”.

Alberto Juan Cola, un oficial de la policía de Santa Fe que fue dejado cesante en 1976 por negarse a participar de la represión ilegal, fue reincorporado esta semana a la fuerza de seguridad en la localidad santafesina de San Lorenzo a través de un decreto del gobierno, informó hoy el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos provincial.

“Es un paso adelante para la verdad y la justicia; aunque tarde, es mejor que nunca”, dijo en declaraciones a Télam el ahora oficial subinspector de la policía de Santa Fe.

Además de ser dado de baja de la fuerza, Cola fue secuestrado y trasladado al principal centro clandestino de detenciones que funcionó en Rosario, el Servicio de Informaciones de la policía local, y tras permanecer 14 días en condición de desaparecido pasó “18 meses en la cárcel (santafesina) de Coronda a disposición del Poder Ejecutivo Nacional”, contó.

“Hoy, a los 60 años, sé que tengo que aportar lo mejor de mí para que tengamos un mundo mejor, no tengo ningún resentimiento contra nadie”, expresó.

El policía fue reincorporado el lunes 18 por medio del decreto provincial 528, que adhiere a la ley reparatoria para la administración pública sancionada en 1983 y prorrogada en Santa Fe hace dos años.

Según contó a esta agencia, ingresó a la escuela de oficiales de la policía de Santa Fe en 1970, porque de esa manera evitaba realizar el Servicio Militar Obligatorio.

“No tenía una gran vocación, pero cuando me recibí comprendí que la policía, como cualquier profesión, es noble: la degradan o la enaltecen los que la hacen”, señaló.

Con el quiebre institucional de 1976, Cola quiso seguir cumpliendo su función policial “con valores y principios”.

“En aquella época era todo corrupto, y cuando vino la lucha antisubversiva, mejor habría que decir el Terrorismo de Estado, era muy difícil manejarse”, recuerda ahora el oficial subinspector reincorporado.

Y añadió: “Yo no quería aceptar órdenes anticonstitucionales”.

“En aquella época venían miembros del Ejército, traían a gente detenida y decían: Vamos a ingresar a esta persona pero no hay que darle entrada en el libro de guardia; yo decía que no, me tienen que decir a disposición de quién está”, explicó sobre su negativa a ilegalizar la represión estatal de la dictadura cívico-militar.

Por esa razón tuvo “choques con personas del Ejército” que hicieron que “fuera trasladado desde la Unidad Regional XVII (de policía, con asiento en San Lorenzo) a una comisaría de Roldán”.

A fines de 1976, cuando esperaba un ascenso, “porque era el mejor promedio provincial de mi jerarquía”, el oficial Cola recibió la noticia contraria: “me dieron de baja”, contó.

Y agregó que “cometí el error de denunciar al gobernador de la provincia y mandarle una carta al presidente de facto”.

“Uno no sabía que las órdenes de exterminio emanaban de (el entonces titular de la Junta, el general Jorge Rafael) Videla”, dice ahora sobre su ingenuidad del pasado.

“A los dos días me detuvieron, en ese momento yo estaba de día vendiendo máquinas de escribir en una empresa de San Lorenzo, y a la noche trabajaba de mozo en una pizzería de Rivadavia y San Martín, un lugar muy céntrico de San Lorenzo, que ya no está más”, detalló.

Y agregó: “vinieron ahí cuando estaba trabajando, hicieron la detención en forma espectacular, vinieron cuatro, me golpearon, me pusieron la capucha delante de la gente”.

Indicó, en tanto, que pasó 14 días detenido en el Servicio de Informaciones y 18 meses en la cárcel de Coronda, “sin causa judicial”.

“Yo siempre mantuve mis convicciones y mis principios, no me arrepiento de nada”, dice ahora Alberto Juan Cola.

“Pasé muy mal estos años, esto deja secuelas”, lamenta.

Desde el lunes pasado fue reincorporado a la policía provincial en la localidad de San Lorenzo, donde vive con su esposa Silvana, “que era mi novia hace 34 años y sufrimos juntos todo lo que pasó”, señaló.

Finalmente, Cola aseguró que “lo que hemos hecho los argentinos en cuanto al juicio a las violaciones a los derechos humanos es un ejemplo para el mundo”.

En ese sentido, rescata la lucha por la justicia de la Madres y Abuelas de Plaza de Mayo: “nunca venganza, nunca revancha, nunca métodos violentos”, subrayó.

En un texto que él mismo escribió para difundir su historia, porque también se dedicó al periodismo, expresa sus deseos: “Hoy, a los 60 años, sé que tengo que aportar lo mejor de mí para tener un mundo mejor. No tengo ningún resentimiento contra nadie. Quiero justicia, igualdad, fraternidad, libertad seguridad social, trabajo, viviendas dignas para todos, educación, salud, respeto por nuestros pueblos originarios, profundizar nuestras raíces culturales y lograr hermandad con nuestros hermanos indoamericanos”.

había que tener huevos para hacer lo que hizo este flaco ehh. No se a cuantos nos hubiese dado el cuero para bancarsela asi.

un policía con verdadera vocación

Un poli de verdad.Llevamos 30 años de democracia y recien ahora se acuerdan.

…Y agregó que “cometí el error de denunciar al gobernador de la provincia y mandarle una carta al presidente de facto”

Durmiendo con el enemigo.
A buen puerto fue por leña !!. Mira a quien le aviso !!8|8|8|

Era un ingenuo,no sabia nada de politica y se penso que los de arriba no sabian nada.
A algunas Madres de Plaza de Mayo les paso lo mismo.

Pobre tipo !. Por eso escribi eso…
Y a las Madres se les metia Astiz con su carita de angel :confused:

Claro,por que era gente que nunca habia estado en politica y no tenian la menor idea de a quien recurrir.¡Que epoca mamita!