Vos querés que generalice, porque desde un primer momento pretendiste encontrar una contradicción en mi discurso y el problema pasa por tu capacidad de entendimiento o tus ganas de tener razón a toda costa. Ese grupo ultra específico es el que se está beneficiando con la gestión y lo tiene muy presente, desde un primer momento fue su objetivo a la hora de votar por Macri. Por eso lo remarco, ya que a diferencia de sectores como los de clase media y baja ellos optan siempre por su conveniencia y no se dejan manipular por Página/12. En realidad no hay forma de manipularlos, porque ellos son lo que quieren ser, aquello que les dicta su cabeza, y no personas con la aspiración de pertenecer o sentirse parte de algo que está muy lejos de su alcance. El manipulado siempre es un ingenuo que se cree más piola, vivo, culto, formado, inteligente, apto, digno y un largo etcétera que los demás. No quien lo es realmente.
Que algunos tengan ganas de llenarse los bolsillos no es el problema, sino que se materialice su interés particular a costa del desastre general. El que se llena los bolsillos mientras millones pasan hambre y no le importa tres carajos es un macrista de ley, no el pelotudo que hoy no llega a fin de mes pero “sigue creyendo” en el presidente o comparte cadenas que exponen los “logros” de la gestión actual. A ese le lavaron el bocho, y en mi mensaje previo cité al que podría ser su equivalente. La cuestión es que ese equivalente no existe, por ende no funciona de ese modo para desgracia del pueblo en general. A esa gente no la podés convencer de nada, sólo sirve imponerle un proyecto de país que beneficie a las mayorías. El justicialismo no cree en la conciliación espontánea de clases, sino en la negociación que beneficia a todos y aporta a la grandeza del país. Para que la negociación sea posible, un Estado fuerte debe acompañar los intereses de sectores con escaso poder y capacidad para enfrentar los dictados del gran capital. De la clase media y los pobres, de los obreros y asalariados, de los profesionales y los estudiantes, de los ancianos y los desvalidos, etc.
No todos los espacios políticos benefician a un sector ultra reducido y se olvidan de la amplia mayoría, o la tiran al muere directamente. Esa es la diferencia. También el hecho de que algunos quizá instalan resentimiento y odio contra aquellos que oprimen al ciudadano de a pie, y otros contra aquellos que benefician a las masas. Para mí odiar es una pérdida de tiempo, pero entiendo el odio cuando se aplica contra un mal parido que hace daño. Nunca cuando se odia sin motivo a la persona o al proyecto político que te brindó contención y oportunidades para vivir mejor (y ser mejor).
Por supuesto que era más cercano. El problema no es Scioli, sino el hecho de ser “anti-K” sin un motivo razonable. Si el hecho de ser “anti-K” te cuesta tu calidad de vida, tu trabajo, el estudio de tus hijos o la caída de todos tus proyectos y no recibís nada a cambio, sos un pelotudo atómico. No era difícil, Macri o Scioli. No fue Scioli contra Altamira, Massa, Rodríguez Saa o Lavagna. Esa elección fue definida por los que no tienen en claro cómo piensan, que son los ignorantes políticos (aunque suene fuerte). Los manipulables a través de medios masivos y redes sociales, los que cargan un odio o un resentimiento que no pueden justificar y que generalmente es heredado o adoptado para no diferenciarse del grupo. Si vamos a casos específicos, pueden haber motivos diversos pero esto es lo general (y lo que definió el resultado). Eso que mamamos todos los días, aunque cada vez menos dado el fracaso rotundo de la gestión.
Entonces eras potentado o indigente, o mantenido. Cuando a uno lo mantienen no suele notar grandes diferencias porque no hace el esfuerzo para conseguir los medios de vida, o no debe decidir qué se corta y qué es fundamental. El potentado, igualmente, ahora tiene libertad para ganar guita mucho más fácil. El indigente, quizá haya perdido la poca ayuda social que recibía más allá de vivir en una tapera desde siempre. Difícil encontrar a alguien que esté igual con la forma en que cambió la economía argentina y cómo se desequilibró la balanza entre ganadores y perdedores.