El nuevo Jefe
Ahumada brilla en un River lleno de talento, lo disfruta y acepta que le tocó la más difícil: “Tengo que contagiar al resto para que corra”.
En ese rincón se vende como un habilidoso. Dice que tira caños, que mete lujos y que cuando hay que meter, mete. Le falta presentarse como un especialista en sombreritos, pero eso obviamente orillaría la exageración de sus capacidades en el metegol. La modestia sólo se interrumpe en esos segundos en que Oscar Ahumada, descontracturado, se sienta en la oficina de marketing del club, frente a los muñequitos de madera que suele manejar con idéntico oficio que al transformarse en cinco. Porque, de ese tema se trata, es el cinco de moda. Es el promedio más alto del equipo de Passarella en el actual Apertura: 6,60. Ni Ortega, ni Falcao, ni Belluschi. Es el que pierde más de dos kilos por partido, un hombre que habla poco, que dice mucho, el Nuevo Jefe que conversa con Olé. “Estoy pasando mi mejor momento. Tengo respaldo y la continuidad que necesitaba”.
—¿Te extraña tener el mejor promedio entre tantos talentosos?
—Lógico, porque los que hacen la diferencia son los enganches y delanteros. Pero yo me siento cómodo de cinco. Tiene que ver con mi forma de ser, con mi temperamento. No podría ser delantero: no me imagino esperando hasta que me pasen la pelota.
—¿Jugás como vivís?
—Sí, soy activo, inquieto…
—Y calentón, ¿no?
—Ahora lo estoy controlando mejor. Era de carácter fuerte, muy impulsivo.
—¿Eso te perjudicó?
—Sí, sobre todo con Pellegrini. Hoy aprendí a decir las cosas con respeto.
—¿Y en la cancha también cambiaste?
—Sí, creo que mejoré. Me ayudó mucho este cuerpo técnico. Sabella, por ejemplo, trabajó conmigo la entrega de la pelota. Eso me dio confianza y seguridad.
—¿Por qué a River siempre le cuesta tanto encontrar a los cincos?
—Porque es uno de los puestos más complicados en un equipo ofensivo.
—¿Qué se necesita?
—Cubrir muchos espacios. Y la adaptación no se da de un día para otro. Si uno se crió con eso tiene cierta ventaja. El que salió de abajo entiende el juego. Por ejemplo, Nico Domingo lo hace muy bien. El Rana Lima, si bien es más técnico, también tiene oficio.
—¿Por eso Ponzio debió cambiar de posición?
—Pasa que Leo se suelta más cuando tiene libertad. Y se adapta. Por eso en Europa jugaba como lateral.
—¿Y a vos no te mueven de tu lugar de cinco?
—Jugué de cuatro, de ocho y hasta por izquierda. Pero amo jugar como cinco.
—¿Te sentís jefe?
—Siento que puedo ir para todos lados, achicar, ayudar, presionar, estar por donde pasa la pelota.
—¿Molesta que no seas de los más aplaudidos?
—En mi puesto tenés que pasar bastante tiempo para llegar a ídolo. Pero tengo onda con el hincha. Cuando me expulsaron contra Botafogo pensé que me iban a matar, me iban a chiflar, pero la gente me aplaudió.
—Igual no te reconocen como a Mascherano…
—Es cierto, pero lo de Masche fue re loco. Le empezaron a cantar el día que se iba y lo ovacionaron cuando vino con Corinthians. Ojalá no tenga que esperar a irme para que me canten algo, je. Pero así es River: lucen los de arriba. A Buonanotte en tres partidos lo corean. Ojo, no me quejo.
—¿Desde el medio cómo explicás la irregularidad?
—El juego de River cambió muchísimo en este semestre. Tenemos que llegar ocho veces para convertir dos. Y eso lo terminamos pagando. Porque justamente el problema defensivo de River es su poder ofensivo: ataca con defensores, volantes y se desequilibra. San Lorenzo, por ejemplo, llega dos veces y hace dos.
—¿Sentís que se reconciliaron con los hinchas?
—Es lógica la actitud de la gente. Pero creo que hoy se reconoce que recuperamos el estilo. Ojo, no alcanza. La gente viene acumulando bronca. Se puede bancar un año, dos, pero ya pasamos tres sin nada.—¿Por qué?
—Por el desarme. No pudimos tener a los mismos jugadores dos semestres seguidos. Recién ahora nos rearmamos para pelear.
—¿Y van a pelear?
—Sí, cuando miramos dentro del vestuario decimos: “Puta madre (sic) con estos jugadores tenemos que salir campeones. Están Belluschi, Ortega, Falcao…”
—Y tienen a Ahumada…
—Je, je. Yo me mato recuperando la pelota porque sé que se la voy a dar a tipos que marcan diferencias. Desde adentro se disfruta. River juega lindo.
—¿Te contagiás de la habilidad de tus laderos?
—Sí, una gambeta, un sombrero o una asistencia te motivan. Y creo que yo tengo que tratar de contagiar a los otros para que corran.
Mierrrrrda lo que hace un superclasico, hasta a Ahumada le hacen notas :lol:. Bien autodefiniendose un “Lirico de metegol”, esta buena la nota y la realidad es que es de lo mejorcito de River en este ultimo semestre ojala siga en este nivel asi se viene la bandera “Perdon Salchichon”. Igual con lo de Masche le pinto el resentimiento …
[Saludos]