El Diego de la gente

El Diego de la gente
Buonanotte hizo gozar al hincha y luego gozó de la primera gran ovación. Se lució en el 1-0 y siguió su show con un derechazo.

Hasta ése que viste de azul y negro, el único ser que recorre el pasto sin la facultad de pegarle a la pelota, se embelesa con su primera obra. Es que Carlos Maglio, con pasado de basquetbolista, sabe bien que lo de Diego Buonanotte es doblemente fantástico: resuelve con la extremidad más alejada del cerebro, y sin embargo su empeine izquierdo parece pensar. Maglio lo felicita y se atribuye haber imaginado 1-0 en el instante de su enganche. Pero ciertamente es el propio Buonanotte el que levanta la cabeza, el que observa el hueco, el que acelera ante el doble apremio de Escudero y Mercier y el que imprime la geometría de este golazo. Es también el que levanta la cancha en este minuto 32. Es el que recibe su bautismo popular con un “Enano, Enano”. Y es, al cabo, el que desde este 27 de abril pasa a ser el Diego de la gente de River.

Buonanotte no es solamente el resumen de esa genialidad. Le da oxígeno a un equipo ávido de su precisión en velocidad. Entrega 32 pases bien (ocho fueron a Ferrari). Pide siempre la bola. Dispara cinco veces al arco, todas con peligro. Arranca pisando mal por su molestia en el tobillo derecho. Se recupera. Y usa justamente su pierna menos hábil para sacar el remate que, tras el desvío en Caruzzo, declara el 2-1.

Su receta es conocida (“Me gusta enganchar hacia el medio, me siento más cómodo cuando arranco desde la derecha”, había confesado en una charla con el Beto Alonso). Sin embargo, los marcadores se suelen comer los platos de sus amagues. No arriesga. Ni siquiera pretende gambetear para evitar el roce. En uno de los intentos recibe un topetazo de Barzola. En otro, es anticipado por Mercier. Elige usufructuar su creatividad desequilibrante más cerca del área. Y su zurda intelectual regala otros placeres: una cucharita con la que le deja picando el remate a Ferrari y un servicio especial a Ortega. Más tarde va al medio, y luego comparte el doble enganche con su referente Burrito.

Buonanotte mete su doblete inicial. Llega a cinco y es el goleador del equipo en el torneo (lo sigue Falcao con cuatro). “No sé si fue mi mejor partido. Me voy feliz por el triunfo y por lo de la gente”, dice al final desde sus 161 centímetros. Una talla no proporcional a su talento. Una cifra para pensar que en su escolaridad fue el primero de la fila. Hoy es el alumno que brilla con el estilo-River. Aprobó, incluso, el examen de Maglio.

fuente:ole

El Diego de la gente
Buonanotte hizo gozar al hincha y luego gozó de la primera gran ovación. Se lució en el 1-0 y siguió su show con un derechazo.

Hasta ése que viste de azul y negro, el único ser que recorre el pasto sin la facultad de pegarle a la pelota, se embelesa con su primera obra. Es que Carlos Maglio, con pasado de basquetbolista, sabe bien que lo de Diego Buonanotte es doblemente fantástico: resuelve con la extremidad más alejada del cerebro, y sin embargo su empeine izquierdo parece pensar. Maglio lo felicita y se atribuye haber imaginado 1-0 en el instante de su enganche. Pero ciertamente es el propio Buonanotte el que levanta la cabeza, el que observa el hueco, el que acelera ante el doble apremio de Escudero y Mercier y el que imprime la geometría de este golazo. Es también el que levanta la cancha en este minuto 32. Es el que recibe su bautismo popular con un “Enano, Enano”. Y es, al cabo, el que desde este 27 de abril pasa a ser el Diego de la gente de River.

Buonanotte no es solamente el resumen de esa genialidad. Le da oxígeno a un equipo ávido de su precisión en velocidad. Entrega 32 pases bien (ocho fueron a Ferrari). Pide siempre la bola. Dispara cinco veces al arco, todas con peligro. Arranca pisando mal por su molestia en el tobillo derecho. Se recupera. Y usa justamente su pierna menos hábil para sacar el remate que, tras el desvío en Caruzzo, declara el 2-1.

Su receta es conocida (“Me gusta enganchar hacia el medio, me siento más cómodo cuando arranco desde la derecha”, había confesado en una charla con el Beto Alonso). Sin embargo, los marcadores se suelen comer los platos de sus amagues. No arriesga. Ni siquiera pretende gambetear para evitar el roce. En uno de los intentos recibe un topetazo de Barzola. En otro, es anticipado por Mercier. Elige usufructuar su creatividad desequilibrante más cerca del área. Y su zurda intelectual regala otros placeres: una cucharita con la que le deja picando el remate a Ferrari y un servicio especial a Ortega. Más tarde va al medio, y luego comparte el doble enganche con su referente Burrito.

Buonanotte mete su doblete inicial. Llega a cinco y es el goleador del equipo en el torneo (lo sigue Falcao con cuatro). “No sé si fue mi mejor partido. Me voy feliz por el triunfo y por lo de la gente”, dice al final desde sus 161 centímetros. Una talla no proporcional a su talento. Una cifra para pensar que en su escolaridad fue el primero de la fila. Hoy es el alumno que brilla con el estilo-River. Aprobó, incluso, el examen de Maglio.

fuente:ole

Tomemoslo con calma. Que no pase lo de Alexis

Siempre tienen que meter al drogon en el medio estos soretes?