Egipto, cae Morsi?

Cayo.

y se enchastro mucho el piso??

PARÁ, MARIO !!! :surprised:

“golpe de estado en egipto” titula TN

Puta madre entre para hacer el mismo comentario.

Y vengo acá a decir lo mismo:

claro 6 meses de gobierno :lol: golpe de estado 40 años de dictadura no hacen nada :twisted:

Vengador Recargado
Hace 7 horas
Golpe militar en Egipto. Adivinen quien asumio? El presidente de la corte suprema de justicia. lara, lara lara

Chau Funes Morsi!

:lol::lol::lol::lol::lol:

Si te llamás Morsi seguro te hacen un golpe de Estado los boy scouts con cubiertos de plástico.

La segunda revolucion egipcia

“Ahora estamos en vísperas de una nueva revolución popular”. Estas palabras son parte de la convocatoria de uno de los nucleamientos sindicales que actúa en Egipto, la Federación Egipcia de Sindicatos Independientes, a las protestas que sacudieron el país y que culminaron con la caída del gobierno.

La destitución del presidente Morsi por un golpe militar se produjo luego de concentraciones multitudinarias en las principales ciudades pidiendo la renuncia -empezando por El Cairo, que reunió a medio millón de personas. Los medios internacionales indican un número de 14 a 17 millones de manifestantes en todo el país.

Crisis de régimen

El golpe militar es un recurso desesperado de las fuerzas armadas para salvaguardar un régimen que los tiene como principales beneficiarios. “Los militares son un Estado dentro de un Estado en Egipto. El ejército cuenta con sus propios tribunales y un imperio económico propio con empresas” (Ambito, 3/7). Integran el establishment con propiedades en bancos, agencias de viajes o fábricas que explican cerca del 40 por ciento del producto bruto. Morsi estableció una alanza con el ejército, previa selección de una nueva cúpula militar afín, que asumió el control de la fuerza luego del desplazamiento de las camarillas más comprometidas con el viejo régimen de Mubarak. Como contrapartida, el gobierno de los Hermanos Musulmanes preservó sus privilegios y prebendas. La constitución de Morsi garantizó la autonomía y los negocios de las fuerzas armadas.

Lo mismo vale para la burocracia estatal, que no fue removida. “Plétoras de políticos y consejeros que pueblan los ministerios y la Cámara alta testimonian la ausencia de renovación del personal político” (Le Monde, 30/6). Esto es aún más acentuado en las provincias, donde los viejos caciques vinculados a la época de Mubarak siguen teniendo una influencia determinante.

Morsi tuvo frecuentes choques con el Poder Judicial -donde está enquistada una numerosa masa de funcionarios vinculados con el viejo régimen depuesto- pero fue impotente en remover ese obstáculo. De la misma manera, el presidente egipcio fue incapaz de enfrentar la extorsión del FMI, que venía reclamando la implementación de un ajuste en regla contra el pueblo. El imperialismo venía sosteniendo a Morsi como la soga sostiene al ahorcado, exigiéndole la supresión de los subsidios a los combustibles, tarifazos y un plan de austeridad a gran escala a cambio de otorgarle un socorro financiero.
De modo que cuando el presidente denuncia el golpe y la conspiración de la derecha oculta que ese gigantesco edificio reaccionario se ha mantenido intacto y apañado bajo su mandato. Es cierto que los sectores pro-Mubarak están tratando de obtener su ganancia a río revuelto, pero eso no puede llamar a confusión sobre la naturaleza y el alcance de la movilización en curso.
La rebelión popular que se llevó puesto a Morsi es un golpe al conjunto del Estado como a sus instituciones, y al gran capital.

Situación insostenible

La crisis industrial y el parate económico es uno de los principales motores de la rebelión popular. Cuatro mil fábricas han cerrado en este último período, provocando la pérdida de miles de puestos de trabajo. Casi el 60 por ciento de los jóvenes está desocupado.

Ese cuadro general está en la base de la creciente insurgencia popular. Desde la subida de Morsi al poder, han tenido lugar 3.817 protestas obreras. El gobierno de los Hermanos Musulmanes ha respondido intensificando la represión y persecución gremial. La vieja ley sindical mordaza de Mubarak sigue rigiendo las relaciones laborales.
La desorganización económica se ha apoderado del país, con cortes de electricidad y de agua, escasez de combustibles, carestía creciente, desabastecimiento y fuga de capitales. Egipto está en virtual cesación de pagos y sobrevive agónicamente por los préstamos de Qatar y Arabia Saudita.

La revolución en una nueva etapa

Las concentraciones actuales vinieron acompañadas por el desarrollo de una campaña Tamarrud (rebelión), una suerte de plebiscito para recoger firmas entre la población contra Morsi, que habría logrado reunir 22 millones de adhesiones. Esta iniciativa surgió de parte de grupos “de jóvenes revolucionarios de izquierda que, decepcionados por la incapacidad de la oposición para organizar la protesta, se lanzaron a fin de mes a una empresa incierta” (Le Monde, 30/6). “Sin recursos pero con el apoyo de decenas de miles de militantes, estos sectores crearon comités en todas las provincias del país, que tomaron en sus manos la recolección de firmas… Todos los petitorios son enviados a El Cairo, donde un “comité central de una veintena de miembros reúne las firmas luego de verificar su validez” (ídem).
La plataforma de Tamarrud, incluye, por lo que se conoce, demandas sociales y políticas, aunque de características difusas.

Muchos de los miembros que estuvieron al frente de la campaña Tamarrud, un año atrás, habían votado por Morsi en la segunda vuelta. Es un indicador del desplazamiento político de las masas egipcias. La propia base islámica de apoyo al gobierno giró hacia un frente con los laicos, acicateada por una crisis social que se agrava día a día.

Dique de contención y alternativas

Frente a este escenario, Obama venía presionando por un compromiso. Declaró que “apoyaba las protestas pacíficas” e instó “a Morsi y a la oposición al diálogo” (ídem). La cabeza de la oposición, el Frente de Salvación Nacional, con fuertes vasos comunicantes con el establishment y las potencias occidentales, trabajó en esa dirección.

Las fuerzas armadas han tomado ese libreto y “pondrían en marcha una serie de medidas, que se aplicarían con la participación de todas las fuerzas políticas” (Clarín, 2/9). El Ejército “planea suspender la Constitución, disolver el parlamento e instaurar un gobierno de transición liderado por el presidente de la Corte Suprema” (Ambito, 3/7). El plan “incluye un breve periodo de gobierno interino que será seguido por elecciones presidenciales y parlamentarias”, según el parte dado a conocer por la agencia estatal de noticias del país. El gobierno militar debe atravesar un campo minado. La posibilidad de pilotear el proceso dependerá de los acuerdos políticos que logre enhebrar con el conjunto de partidos, incluido el propio movimiento islámico depuesto.

“El jeque de la institución islámica de Al Azhar, Ahmed al Tayeb, el papa copto, Teodoro II, el representante de la oposición, Mohamed El Baradei, y jóvenes del movimiento “Tamarrud” anunciaron junto a jefes militares la hoja de ruta que se aplicará para sacar a Egipto de la crisis” (El País, 3/6). La agenda deberá pasar la prueba de intereses contradictorios y hasta antagónicos. Por un lado, el gobierno deberá retomar las negociaciones empantanadas con el FMI y buscar sellar un acuerdo. Por el otro, está la agenda de las masas, cuyas demandas apremiantes entran en choque con las pretensiones del capital y de sus órganos financieros. Se pondrá a prueba la capacidad de pilotear la crisis, en momentos que se agrava la bancarrota capitalista y se traslada a los países emergentes. La luna de miel puede terminarse muy rápido. Lo que está claro es que el escenario donde deberán operar los militares está dominado por la iniciativa popular. Dos años después de la destitución de Mubarak, esa iniciativa ha provocado la caída del islamismo, una de las principales cartas de las que se viene valiendo el imperialismo para frenar la revolución que sacude al mundo árabe.

La segunda revolucion egipcia : PARTIDO OBRERO

Tiene muchos aspectos interesantes el quilombete en “Al Musr”. A mi me pega particularmente porque estuve varias veces alli, conozco la gente, las calles, la onda del lugar.

1- Da la sensacion de que la salida fundamentalista islamica no es lo que el comun de la gente realmente buscaba (y busca) durante las revueltas del arab spring de hace 2 años. El tema es que estos flacos eran los unicos que contaban con cierta organizacion, cierto poder de fuego y la actitud lo suficientemente belicosa para salir a confrontarse con los resquebrajados aparatos de gobierno dictatoriales en los distintos paises, por lo cual contaron con el apoyo popular al principio, pero es obvio que, al menos en el caso de Egipto, no tenian plan de gobierno, no tenian idea de como administrar semejante pais con las reservas de gas, petroleo, el canal de Suez, el turismo de las piramides, el subsidio nro 2 en el mundo de parte de USA, etc…

2- La ironia de quebrar el sistema democratico a traves de un golpe militar supuestamente para favorecer el camino a una democracia mas occidental y burguesoide no se le escapa ni a propios ni extraños. Por un lado, como legitimizas semejante cosa ? Esta bien, Morsi no le habia dado via constitucionalmente a un sistema legal que permitiera que un presidente, ante cualquier eventualidad, sea destituido, como ocurre en la mayoria de las constituciones de las democracias mas establecidas (paso con Nixon en USA, paso con Bucaram en Ecuador y en otros paises) y supuestamente los milicos y el Tamarod tenian el “apoyo popular” Pero guarda, el 30% sigue apoyando a Morsi hasta el dia de hoy y ya hubo trifulcas con muertos y quilombetes mayusculos. Obama y occidente, por supuesto, se hacen los boludos ya que Morsi nunca fue el chabon que querian en un pais tan clave como Egipto y ven la posibilidad de que emerja alguien del Tamarod, o de los que en su momento eran cercanos o pertenecientes al gobierno de Mubarak (y por ende cercano a USA-Yisrael) pero sin el delirio de grandeza y eternizacion en el poder como el viejo Hosni, sino mas bien con la intencion de establecer una democracia mas o menos moderna, mas o menos secular y mas o menos burguesa y burocrata.

El problema es, que el precedente que queda es, si el gobierno es una mierda, llamemos a los milicos, y vaya si tienen poder los milicos en Egipto. Un par de fracasos de gobiernos democraticos y tenes a las botas de vuelta por un buen tiempo. Será que a algunos no les disgustaría esto ??

Bueno, voy a tener que esperar un mes hasta que Ezequiel sea desbaneado para conocer su postura con respecto a este tema. Esperemos que no se ponga en diva como M80 y su tribu k y vuelva a postear despues de que le levanten el cepo.

se te hace familiar esa historia? como dije antes la historia de la argentina

En algunos aspectos, puede ser. El tema es que Egipto geopoliticamente es bastante mas clave que Argentina y socialmente hay que agregarle el tremendo poder sociocultural que tiene la religion musulmana

Tambien creo que el nivel de pobreza e indigencia en promedio, es mayor en Egipto que en cualquier momento de la historia argentina moderna, incluso las peores epocas. O mejor dicho, hay menos clase media, la cual vive peor que en Argentina.

Hoy dijeron que asumía como interino un ex funcionario de Mubarak. ¿Será el Duhalde faraónico?

Egipto, nuevos y viejos frentes de tormenta

El gobierno militar ha terminado de integrar su gabinete. Se hará cargo de la cartera de Finanzas Ahmed Galal, un economista de la Universidad de Boston que trabajó durante dos décadas como investigador en el Banco Mundial. Como ministro de Exteriores fue nombrado Nabil Fahmi, quien fuera embajador en Washington durante nueve años bajo el gobierno de Mubarak. Son hombres de confianza del gran capital, quienes tienen fluidos vasos comunicantes con el imperialismo. Asistimos, bajo la tutela de los militares, a una convergencia entre la oposición burguesa liberal y los viejos residuos del gobierno de Mubarak. “En Egipto, el Estado profundo levanta cabeza nuevamente” (The Wall Street Journal, 12/7). Bajo esta denominación, se engloba a la masa de ex funcionarios, burócratas, políticos, militares y empresarios que manejaron los asuntos de estado bajo el régimen depuesto en 2011. “Los militares eligieron presidente a un juez de la era Mubarak. Otro de estos jueces ha sido designado para encabezar los esfuerzos para elaborar una nueva Constitución” (ídem). Un digitado consejo de notables estaría a cargo de redactarla, para ser sometida luego a un referendum. El “consejo” de reformistas está copado por juristas y personajes ligados al viejo régimen, lo cual aumenta las sospechas de que los militares estén pensando en prolongar su permanencia en el poder. Por lo pronto, Al Sisi, jefe de la cúpula militar que asestó el golpe, mantiene la cartera de Defensa y ocupa también el puesto de viceprimer ministro. Por otra parte, se le acaban de otorgar superpoderes al nuevo presidente. Son las mismas facultades extraordinarias que se le negaron a Morsi -cuyo pedido desató una revuelta popular a finales del año pasado. El nuevo presidente tiene el poder de dictar leyes y decretar el estado de emergencia. Esta decisión ha merecido el rechazo de la oposición laica que apoya al gobierno y de las organizaciones populares. Entre ellas se encuentra Tamarrod, el grupo juvenil que organizó la campaña de firmas que se convirtió en un plebiscito masivo contra el gobierno islamista.

Primeras fracturas

Estas primeras grietas se producen cuando todavía el gobierno no comenzó a lidiar con el frente económico. Las estimaciones reales de desempleo rondan el 40 por ciento, en lugar del 13 por ciento que indican las estadísticas oficiales.

En medio de esta olla a presión, el nuevo ministro de Hacienda tendrá que negociar un préstamo de 3.650 millones de euros al FMI, el cual está condicionado a la aplicación de un plan de austeridad. La principal medida que exigen los organismos financieros es la supresión de los subsidios a los combustibles y alimentos -de los cuales una parte sustancial se importa de otros países. Ello representaría un golpe fenomenal para una población que ya se encuentra en una situación desesperante.

A esto, se agrega el abismo creciente entre el nuevo gobierno y la población musulmana. La persecución y matanza a la que fueron sometidos los seguidores de los Hermanos Musulmanes ha soliviantado a los trabajadores -incluidos sectores no religiosos-, ahondando el distanciamiento de las fracciones islámicas que, en un primer momento, apoyaron el golpe. La organización salafista -ultraislámica- de Al Nour ha desistido integrar el nuevo gabinete. Pero sin el apoyo islámico, la transición está cuestionada. El imperialismo está empeñado en forzar un compromiso.

Según ha revelado la agencia Reuters, el movimiento islamista ha propuesto la mediación de Bernardino León, el enviado especial de la Unión Europea para el sur del Mediterráneo, para abrir negociaciones con el gobierno.

Los líderes de la Hermandad estarían dispuestos a celebrar elecciones presidenciales anticipadas, la principal petición de la oposición antes de la destitución de Morsi. Pero no piensan reconocer la legitimidad de la asonada. Por su parte, los militares habrían ofrecido poner en libertad a los líderes islamistas arrestados -entre ellos, a Morsi- y archivar todas las causas judiciales en su contra recién abiertas, a cambio de poner fin a las movilizaciones. Pero la pretensión de una transición política armónica en manos del gobierno militar está jaqueada por la bancarrota económica y la crisis social galopante, las que siguen actuando como telón de fondo de la revolución egipcia.

Egipto, nuevos y viejos frentes de tormenta : PARTIDO OBRERO

Asume el Baradei o los hermanos musulmanes se bajan los pantalones con el ejercito.

Ven? uno que volvio del ostracismo y sin infulas de divas…