A mí me parece que ciertas cosas son discriminatorias, que tienen un cartel de tipo “le damos un lugar a la mujer” y en realidad terminan siendo “le damos un lugar secundario a la mujer, para que esté en un costado, no estorbe y nosotros seguimos manejando la cosa”. Las ramas femeninas en ciertas actividades son muy eso, me hacen acordar a los asaltos en donde nosotros teníamos que llevar la bebida. La función de las mujeres, claro está, era cocinar.
Por ejemplo, estuve a favor la vuelta en que se determinó que de las listas de candidatos, el 33% tenía que ser femenino. Aunque eso TAMBIÉN me pareció discriminatorio. Esa vuelta, decía… joya, con esto dicen que de 3 diputados, 2 tienen que ser hombres (pequeño detalle que nadie se percató) y 1 mujer. O sea, las dos terceras partes son masculinas. Y en realidad, yo pienso que las listas de candidatos deberían ser armadas por capacidad de los candidatos, sin importar el sexo. Pero claro… ahí me di cuenta de que ¿cómo medís la capacidad? ¿Y quién la mide? Entonces, mal que mal, la idea de poner una obligación de presencia femenina en las listas, aunque ERA discriminatoria, era la única manera de avanzar.
Abrazos, Martín.