Una fecha tan importante y significativa no puede pasarse por alto.
Un 23 de abril de 1616 moría uno de los más grandes escritores de habla hispana, Miguel de Cervantes Saavedra, autor de “El Ingenioso Hidalgo, Don Quijote de La Mancha”.
Paradójicamente, ese mismo día, en Stratford upon Avon, fallecía también otro genio de las letras: William Shakespeare.
Ambos autores llevaron la belleza de su lenguaje materno al punto más alto.
Personalmente, los considero genios y sus libros, obras de arte.
Hicieron con la lengua lo que pocos se animaban: dotarla de lo cotidiano, mixturar términos, estilos, desde lo vulgar (en el sentido de “vulgus”, pueblo) hasta el lenguaje refinado, tradiconal.
Por ello, en homenaje más al primero que al segundo, se instituye el 23 de abril como el día del idioma.
Mucho se puede reflexionar, decir y debatir sobre el idioma; su vigencia, su uso, desuso o mal uso.
Lo cierto es que estamos hechos de lenguaje y todo en nosotros comunica.
En homenaje a esta fecha, me quedo con el discurso de otro genio: Roberto Fontanarrosa y su exposición sobre “las malas palabras”.
(dejo el video porque escucharlo al negro es simplemente un placer)
YouTube - Fontanarrosa y las malas palabras
Lo elijo porque, más allá del tema en sí, lo que Fontanarrosa quiere transmitir es que cada palabra- buena, mala, linda, fea, hiriente, - posee en sí misma fuerza, intención y el truco milenario de traernos el mundo y dotarnos de humanidad