Cuba.

CRONICA DE UN VIAJE A CUBA Lo nuevo pide pista

Por Eduardo Aliverti Desde La Habana
Es lo de siempre. Está intacto. En lo personal, es la sexta visita a este país que, como hace 52 años, continúa siendo –hoy más que nunca, quizá– un enorme desafío emocional e intelectual.
Estuve aquí en los ’80, cuando la presencia de la URSS asentaba una perspectiva de estabilidad económica sin mayores sobresaltos. Estuve a comienzos de los ’90, ya con la implosión soviética como tremenda amenaza. Estuve a mediados de esa década, en la etapa más dramática y cuando medio mundo, en sentido convencional y literal, caracterizaba a la experiencia cubana como una muerta inminente. Estuve hace poco más de dos años, ya sin Fidel al mando cotidiano y con grandes interrogantes en torno de cuánto de capaz sería esta particularísima construcción socialista para recrear muchos de sus paradigmas. Y estoy ahora, tratando no más que de otear, oler, indagar e indagarnos, acerca de cuáles respuestas habrá al modo en que esas preguntas se amplificaron.

Se dice en esta tierra y se lo dice en voz inéditamente alta, en  todas las esferas, que Cuba necesita una nueva revolución dentro de la  revolución. Y eso, por las dudas, es lo primero que debería quedar  claro. Todo lo que tenga que cambiar tendrá que ser cambiado, sentenció  Fidel hace ya tiempo. Pero ni en la dirección del partido ni en sus  cuadros secundarios ni –lo decisivo– en la gran o inmensa mayoría de la  población, de acuerdo con los análisis y comentarios que pueden  recogerse en cuanto ámbito significativo se quiera, hay la menor  intención de que esas modificaciones supongan un cambio radical de  sistema. Por fuera de la burocracia que milita en el anquilosamiento, no  hay deseo masivo alguno de que las cosas sigan achanchadas, como lo  están a pesar de las múltiples apelaciones, públicas, desde la  conducción suprema. Pero debe reiterárselo: nadie tampoco, comenzando  por lo que se escucha en ese termómetro invalorable que es la calle, y  siguiendo por los fortísimos debates institucionales de los últimos  meses, quiere mención de otra palabra que no sea socialismo. Entiéndase  por esa definición el mantenimiento de todo aquello que aseguró a los  cubanos pasar del prostíbulo de América al modelo capaz de garantizarles  un nivel de vida digno, atravesado por dificultades gigantes que jamás  implican hambre, indigencia, exclusión, abandono del Estado. Quieren  consumir, los fatiga la precariedad, están cansados de las trabas por  doquier. El pluripartidismo les importa un pito, eso sí, y el  apoliticismo que se advierte no es producto de pretender alternativas de  régimen. Dentro del sistema todo y fuera del sistema nada es el lema  que todavía permanece enhiesto, con el paso de ya tantos años y la  renovación cada vez más provocativa de los desafíos.


¿Cuáles son esos cambios primordiales que la dirigencia de primer  grado plantea como imprescindibles? Basta de un Estado omnipresente a  cada momento y decisión a tomar, excepto por los trazos macro del timón  estratégico de la economía. Basta de tierras improductivas por obra de  la pereza que rige, a la espera de órdenes lejanas que tantas veces no  llegan o lo hacen equivocadas y contradictorias. Basta de una ineficacia  falazmente endosable al bloqueo comercial de los Estados Unidos. No es  ese cerco repugnante del Imperio lo que empuja que dos o más  trabajadores consuman la labor que bien puede estar a cargo de uno. No  es esa actitud criminal lo que explica que un vago y un laborioso tengan  el mismo ingreso. Este pueblo heroico y sus líderes revolucionarios  edificaron un esquema soberano sobre tres ejes admirablemente  protegidos: defensa, salud y educación. Esos bastiones encarnan una  epopeya, vistas las condiciones de acecho externo, histórico, presente,  bajo las cuales se prodigaron. Esta isla más chica que varias de  nuestras provincias tenía el destino de Haití, que a su manera sigue  aguardándola si se produce la inoculación del virus que revolotea a  apenas 90 millas. Los cubanos resistieron y resisten gracias a la  primera eficiencia de todas, que es la ideológica. Pero llegó la hora de  incorporar el eje del desarrollo productivo. Aquí se habla con énfasis  del cambio de mentalidad que eso requiere. Es unánime. Sin embargo,  muchos se preguntan si tal reversión puede provenir de una generación de  cuadros de avanzada edad, y hasta intermedios, ya demasiado habituados a  que de esta forma se puede caminar bien; o a que, en cualquier caso, es  mejor no tomar riesgos de innovación.


El martes pasado y en la ciudad de Ciego de Avila, a más de 400 km  de La Habana, el número dos de Raúl dio un discurso de dura autocrítica  al conmemorarse los 58 años del asalto al Moncada. A oídos extranjeros  resuena sorprendente, pero los cubanos nos advierten que ese tinte pasó a  ser lo acostumbrado. José Ramón Machado Ventura dijo frente a la  multitud, y al propio Raúl, que ya no se soporta aprobar medidas para  ver cómo duermen el sueño de los justos en un cajón. Y agregó que deben  vencerse prejuicios sobre el sector no estatal de la economía. Cabe  conjeturar que, al menos en parte, hizo alusión a lo que un título  periodístico argentino, hace unos meses, rotuló como “capitalismo pyme”.  Un tanto exagerado pero válido, define lo que se ve. Trescientos diez  mil cubanos ya trabajan legalmente por cuenta propia y a más de 200 mil  les otorgaron licencias como empleados privados, según recientes cifras  oficiales. También se ampliaron los mercados de venta libre en  materiales de construcción. Pululan puestos callejeros que ofrecen una  suerte de “todo por dos pesos”, aunque más diversificado. Y esa gente  está más contenta, a estar por sus testimonios. ¿Es la marcha hacia una  economía mixta con fuerte dirección y control del Estado? Fernando  Martínez Heredia, uno de los más lúcidos y reconocidos investigadores  sociales de Cuba, lo pone en duda. Opina que simplemente se trata de  recursos de subsistencia, sin horizonte de acumulación de capital como  para que pueda hablarse de la formación de una clase empresaria. Pero  menta también la existencia de sectores, antes estatales que del  partido, que podrían ser receptivos a los cantos de sirena de valores  capitalistas más pronunciados. Por ese motivo, subraya con contundencia,  esta etapa cubana es, en cierto aspecto, más peligrosa que la del  “período especial” siguiente a la desaparición soviética. Aquellos años  fueron terribles; pero la idea y necesidad de resistencia conllevaron el  convencimiento popular de que había que mantenerse en el socialismo,  como única herramienta para garantizar los logros de la revolución. Hoy,  quedó dicho, esa seguridad persiste en las mayorías pero la utopía  renovadora no está tan clara. ¿Es el dichoso “cambio de mentalidad” la  convocatoria única o más re-energizante que imponen las circunstancias?  ¿No habría que pensar, como ejemplo no precisamente secundario, en un  virulento plan de reconstrucción y edificación de viviendas, que  amortigüe y a largo plazo corrija ese drama de todo Cuba?


Es muy difícil acertarle con total seguridad al futuro de este país  incomparable. Sin embargo, a ojímetro, con la información y experiencia  que nutren a la seriedad intuitiva, uno diría que otra vez van a vencer.  Los cubanos están más quejosos; hay ya una generación crecida con el  signo de que sólo le hablan de dificultades; esa fatiga por la  precariedad lastima; la burocracia agobia. Pero ni aun buscándolo con  todas las fuerzas podrá encontrarse que perdieron la alegría. Y si hay  indiferencia en franjas amplias, también hay debate público como tal vez  nunca se vio. Y Raúl no es Fidel, al margen de que nadie puede ser como  Fidel, pero por aquí dicen que lo que le falta de oratoria le sobra de  hacedor. Y de a poco se nota un periodismo que sigue aburrido pero más  cerca de lo que le pasa a la gente. Y la delincuencia urbana poco menos  que no existe, y lo valoran. Y tienen esa estatura sintáctica al  expresarse que revela la condición de comunidad instruida, y lo saben y  saben a quién se lo deben. Y la barbarie de los cinco patriotas presos  en Estados Unidos, por revelar las acciones terroristas contra el país,  les reactiva el reflejo de no perder de vista quién es el enemigo.


Vaya a saberse cómo continúa este rumbo cubano. Pero si hay un  pueblo que merece seguir metido en la historia de las grandes gestas,  sigue siendo éste.

Hay varias entrevistas sobre el tema Cuba. Todavía no las escuché, estoy en eso:

MARCA DE RADIO

CRONICA DE UN VIAJE A CUBA Lo nuevo pide pista

Por Eduardo Aliverti Desde La Habana
Es lo de siempre. Está intacto. En lo personal, es la sexta visita a este país que, como hace 52 años, continúa siendo –hoy más que nunca, quizá– un enorme desafío emocional e intelectual.
Estuve aquí en los ’80, cuando la presencia de la URSS asentaba una perspectiva de estabilidad económica sin mayores sobresaltos. Estuve a comienzos de los ’90, ya con la implosión soviética como tremenda amenaza. Estuve a mediados de esa década, en la etapa más dramática y cuando medio mundo, en sentido convencional y literal, caracterizaba a la experiencia cubana como una muerta inminente. Estuve hace poco más de dos años, ya sin Fidel al mando cotidiano y con grandes interrogantes en torno de cuánto de capaz sería esta particularísima construcción socialista para recrear muchos de sus paradigmas. Y estoy ahora, tratando no más que de otear, oler, indagar e indagarnos, acerca de cuáles respuestas habrá al modo en que esas preguntas se amplificaron.

Se dice en esta tierra y se lo dice en voz inéditamente alta, en  todas las esferas, que Cuba necesita una nueva revolución dentro de la  revolución. Y eso, por las dudas, es lo primero que debería quedar  claro. Todo lo que tenga que cambiar tendrá que ser cambiado, sentenció  Fidel hace ya tiempo. Pero ni en la dirección del partido ni en sus  cuadros secundarios ni –lo decisivo– en la gran o inmensa mayoría de la  población, de acuerdo con los análisis y comentarios que pueden  recogerse en cuanto ámbito significativo se quiera, hay la menor  intención de que esas modificaciones supongan un cambio radical de  sistema. Por fuera de la burocracia que milita en el anquilosamiento, no  hay deseo masivo alguno de que las cosas sigan achanchadas, como lo  están a pesar de las múltiples apelaciones, públicas, desde la  conducción suprema. Pero debe reiterárselo: nadie tampoco, comenzando  por lo que se escucha en ese termómetro invalorable que es la calle, y  siguiendo por los fortísimos debates institucionales de los últimos  meses, quiere mención de otra palabra que no sea socialismo. Entiéndase  por esa definición el mantenimiento de todo aquello que aseguró a los  cubanos pasar del prostíbulo de América al modelo capaz de garantizarles  un nivel de vida digno, atravesado por dificultades gigantes que jamás  implican hambre, indigencia, exclusión, abandono del Estado. Quieren  consumir, los fatiga la precariedad, están cansados de las trabas por  doquier. El pluripartidismo les importa un pito, eso sí, y el  apoliticismo que se advierte no es producto de pretender alternativas de  régimen. Dentro del sistema todo y fuera del sistema nada es el lema  que todavía permanece enhiesto, con el paso de ya tantos años y la  renovación cada vez más provocativa de los desafíos.


¿Cuáles son esos cambios primordiales que la dirigencia de primer  grado plantea como imprescindibles? Basta de un Estado omnipresente a  cada momento y decisión a tomar, excepto por los trazos macro del timón  estratégico de la economía. Basta de tierras improductivas por obra de  la pereza que rige, a la espera de órdenes lejanas que tantas veces no  llegan o lo hacen equivocadas y contradictorias. Basta de una ineficacia  falazmente endosable al bloqueo comercial de los Estados Unidos. No es  ese cerco repugnante del Imperio lo que empuja que dos o más  trabajadores consuman la labor que bien puede estar a cargo de uno. No  es esa actitud criminal lo que explica que un vago y un laborioso tengan  el mismo ingreso. Este pueblo heroico y sus líderes revolucionarios  edificaron un esquema soberano sobre tres ejes admirablemente  protegidos: defensa, salud y educación. Esos bastiones encarnan una  epopeya, vistas las condiciones de acecho externo, histórico, presente,  bajo las cuales se prodigaron. Esta isla más chica que varias de  nuestras provincias tenía el destino de Haití, que a su manera sigue  aguardándola si se produce la inoculación del virus que revolotea a  apenas 90 millas. Los cubanos resistieron y resisten gracias a la  primera eficiencia de todas, que es la ideológica. Pero llegó la hora de  incorporar el eje del desarrollo productivo. Aquí se habla con énfasis  del cambio de mentalidad que eso requiere. Es unánime. Sin embargo,  muchos se preguntan si tal reversión puede provenir de una generación de  cuadros de avanzada edad, y hasta intermedios, ya demasiado habituados a  que de esta forma se puede caminar bien; o a que, en cualquier caso, es  mejor no tomar riesgos de innovación.


El martes pasado y en la ciudad de Ciego de Avila, a más de 400 km  de La Habana, el número dos de Raúl dio un discurso de dura autocrítica  al conmemorarse los 58 años del asalto al Moncada. A oídos extranjeros  resuena sorprendente, pero los cubanos nos advierten que ese tinte pasó a  ser lo acostumbrado. José Ramón Machado Ventura dijo frente a la  multitud, y al propio Raúl, que ya no se soporta aprobar medidas para  ver cómo duermen el sueño de los justos en un cajón. Y agregó que deben  vencerse prejuicios sobre el sector no estatal de la economía. Cabe  conjeturar que, al menos en parte, hizo alusión a lo que un título  periodístico argentino, hace unos meses, rotuló como “capitalismo pyme”.  Un tanto exagerado pero válido, define lo que se ve. Trescientos diez  mil cubanos ya trabajan legalmente por cuenta propia y a más de 200 mil  les otorgaron licencias como empleados privados, según recientes cifras  oficiales. También se ampliaron los mercados de venta libre en  materiales de construcción. Pululan puestos callejeros que ofrecen una  suerte de “todo por dos pesos”, aunque más diversificado. Y esa gente  está más contenta, a estar por sus testimonios. ¿Es la marcha hacia una  economía mixta con fuerte dirección y control del Estado? Fernando  Martínez Heredia, uno de los más lúcidos y reconocidos investigadores  sociales de Cuba, lo pone en duda. Opina que simplemente se trata de  recursos de subsistencia, sin horizonte de acumulación de capital como  para que pueda hablarse de la formación de una clase empresaria. Pero  menta también la existencia de sectores, antes estatales que del  partido, que podrían ser receptivos a los cantos de sirena de valores  capitalistas más pronunciados. Por ese motivo, subraya con contundencia,  esta etapa cubana es, en cierto aspecto, más peligrosa que la del  “período especial” siguiente a la desaparición soviética. Aquellos años  fueron terribles; pero la idea y necesidad de resistencia conllevaron el  convencimiento popular de que había que mantenerse en el socialismo,  como única herramienta para garantizar los logros de la revolución. Hoy,  quedó dicho, esa seguridad persiste en las mayorías pero la utopía  renovadora no está tan clara. ¿Es el dichoso “cambio de mentalidad” la  convocatoria única o más re-energizante que imponen las circunstancias?  ¿No habría que pensar, como ejemplo no precisamente secundario, en un  virulento plan de reconstrucción y edificación de viviendas, que  amortigüe y a largo plazo corrija ese drama de todo Cuba?


Es muy difícil acertarle con total seguridad al futuro de este país  incomparable. Sin embargo, a ojímetro, con la información y experiencia  que nutren a la seriedad intuitiva, uno diría que otra vez van a vencer.  Los cubanos están más quejosos; hay ya una generación crecida con el  signo de que sólo le hablan de dificultades; esa fatiga por la  precariedad lastima; la burocracia agobia. Pero ni aun buscándolo con  todas las fuerzas podrá encontrarse que perdieron la alegría. Y si hay  indiferencia en franjas amplias, también hay debate público como tal vez  nunca se vio. Y Raúl no es Fidel, al margen de que nadie puede ser como  Fidel, pero por aquí dicen que lo que le falta de oratoria le sobra de  hacedor. Y de a poco se nota un periodismo que sigue aburrido pero más  cerca de lo que le pasa a la gente. Y la delincuencia urbana poco menos  que no existe, y lo valoran. Y tienen esa estatura sintáctica al  expresarse que revela la condición de comunidad instruida, y lo saben y  saben a quién se lo deben. Y la barbarie de los cinco patriotas presos  en Estados Unidos, por revelar las acciones terroristas contra el país,  les reactiva el reflejo de no perder de vista quién es el enemigo.


Vaya a saberse cómo continúa este rumbo cubano. Pero si hay un  pueblo que merece seguir metido en la historia de las grandes gestas,  sigue siendo éste.

Hay varias entrevistas sobre el tema Cuba. Todavía no las escuché, estoy en eso:

MARCA DE RADIO

En Cuba no hay hambre.

Muy buena la nota. Ojalá los cubanos puedan cambiar las cosas que necesiten, re-organizarse, establecer un buen plan de viviendas; seguir resistiendo y construyendo el futuro, pensando entre todos, debatiendo, decidiendo desde el pueblo cuál es el camino a seguir, y sin perder de vista esos tres principios fundamentales.

Parece que Cuba nos está refutando también a todos los que pensábamos que sin Fidel se terminaba todo, porque nos equivocamos, un pueblo que ya está alfabetizado, educado, que tiene salud y dignidad es un pueblo que puede elegir su propio camino.

Viva la Revolución!

Es una relación casi sinérgica la del lider con el pueblo, mas en estos casos de protosocialismos heredados de la URSS. Es positivo saber que hay mucho de mito en torno a la estabilidad en base a Fidel, pero no se puede negar que sus lecturas de los momentos mundiales permitieron sortear varios obstaculos internos. Quizá hoy el pueblo sí pueda desprenderse de su histórico líder pero 20 años atrás creo que hubiera sido imposible que la isla soportase esa pérdida. También es positivo saber que evolucionan desde la práctica de vivir y hacer el socialismo y no desde la lectura teórica pura.

Ahora bien, concretamente, me gustaría saber cuales son las faltas de comodidades a las que Aliverti hace mención. No creo que sean jugar al COD 4 con unas pringles y cocacola a las 4 de la mañana pero todo es posible.

A lo que me refiero, más que nada, es a la voluntad del pueblo cubano de seguir llevando a cabo la revolución, de no dejar atrás la palabra socialismo. La base que sentó de apoyo popular al régimen, con el resto sí, va a ser difícil sin un líder fuerte con la inteligencia y la capacidad, más el apoyo que tiene Fidel.
Concretamente alude a la vivienda que es la gran falencia del régimen, el hacinamiento. Después supongo que se referirá a tener un auto, una linda casa, una computadora, lo que nosotros conocemos como “comodidades”, no lujos, que allá no todos pueden tener.

Concuerdo. Y por otro lado creo que sería un gran acierto integrar a Cuba al UNASUR, aún cuando sabemos que países capitalistas y socialistas no pueden convivir en paz por fuera de los liderazgos carismáticos.

Gran debate representa Cuba. Creo que, como todo, tiene matices. No obstante y teniendo en cuenta lo que representa el Estado Cubano y sus políticas en vistas al mundo y más precisamente al imperio caben solo dos posiciones: o se está a favor o se está en contra.
Particularmente estoy a favor de la Revolución Cubana.

Es demasiado binario plantearlo como un River-Boca. Hay varios matices de Cuba que son negativos, sobre todo en lo referente a derechos civiles. Además hay que analizar a cada sociedad en base a sus valores, no a sus modelos internos. Los valores de los yankees difieren de los de los cubanos. A pesar de la sistemática tocada de orto, el pueblo yankee sigue creyendo en sus bases fundacionales: las libertades individuales y el culto al éxito, que son tan antiguas como los libros de Weber. En cambio los cubanos a partir de la revolución construyeron otros valores, no obstante siempre tuvieron un fuerte componente religioso católico. Cada sociedad puertas adentro y por fuera del analisis crítico debe ser respetada. EEUU al querer imponer por la violencia la democracia en el mundo demuestra poco respeto, pero es sabido que esas decisiones imperiales las toman 100 personas ligadas a la política, las empresas y los empresas - medios de comunicación. Yo no estoy a favor de una revolución ni de una democratización mundiales. Estoy a favor de que cada nación respete los procesos culturales y políticos de las otras. Ningun modelo es perfecto.

El tema con Cuba es filosófico. ¿Cuánta libertad política y económica estás dispuesto a ceder con tal de tener una sociedad sin delito, sin droga, sin indigencia y con educación y salud? La respuesta que cada uno dé a esta pregunta va a determinar la opinión que tenga sobre Cuba.

Lo respeto a aliberti,muchas cosas que dice estoy de acuerdo.Ahora esto me me hace reir …él habla como turista,ahora quedate a vivir ahi y deja todas tus posesiones aca : el BMW,el chalet,el laburo de periodista,la cuenta bancaria y que vaya a cosechar caña de azucar …a la semana lo vemos en una balsa peleando con los tiburones.

Es un dilema entre libertad económica y seguridad económica. ¿Que tanto hay que cederle a una, cortando la otra?
Entre ambición y tranquilidad. ¿Qué espacio le damos a una en detrimento de la otra?

Pensaba en el modelo opuesto más cercano que tenemos que es Chile, donde se tiene la mayor libertad económica y se da espacio a la ambición, pero se recortan herramientas educativas para alcanzar dicha ambición, a quien no tuvo recursos de entrada
En cambio en Cuba se otorgan las herramientas intelectuales a todos, y se recortan las ambiciones alcanzables con dicha preparación

Es que las economías planificadas necesariamente tienen sus problemas particulares, por eso se le hace tan difícil al comunismo establecerse como alternativa absolutamente superior al capitalismo. Yo creo que ese trade off que mencionas vos no necesariamente va a ser eterno, en “potencial”, una economía planificada debería ser superior porque no sufre de las contradicciones internas de la dinámica del capital. Pero de ahí a llevarlo a la práctica exitosamente hay un trecho largo. Lo bueno es que se siga intentando en algun lugar del mundo, la idea es no resignarse

¿Al comunismo lo arruina el egoísmo natural del ser humano, o simplemente, al planificar con tanto detalle, es imposible fallar?

Aliverti quedate a vivir en Cuba si tanto te gusta.

Este tipo es el que critica los lobbys y hace lobby pro cuba. Chupame un huevo Liberti

Es complejo, porque el comunismo en principio tiene como objetivo ser una superación en todos los sentidos, en lo material y en lo social al capitalismo. Así como este último lo fue también en ambos sentidos con respecto al feudalismo.

El capitalismo tiene un rol histórico, que es el desarrollar las fuerzas productivas de la sociedad en forma acelerada y continua. Las economías planificadas que se utilizaron en los distintos estados socialistas en general no han podido estar a la altura en ese aspecto, excepto quizás la gran expansión industrial de la URSS durante el Estalinismo (a expensas de una superexplotación del campesinado, bien hay que decirlo), que fue objeto de estudio y admiración por parte de economistas occidentales de la posguerra, y en la que se inspiraron para el desarrollo de las ideas desarrollistas.

Pero con el paso de los años esa aparente ventaja se fue deteriorando. La economía moderna cada vez se hizo mas grande y diversificada, menos industrializada y mas volcada hacia los servicios, y eso para una burocracia planificadora complica mucho las cosas.

La gradual apertura de china, que comenzó a finales de los 70 con Deng Xiaoping, tenía como objetivos resolver esos problemas. La idea era introducir los incentivos de mercado, especialmente en la producción agraria campesina y en los servicios urbanos, sin renunciar a la propiedad estatal o colectiva, para evitar el surgimiento de acumulación capitalista en esos sectores. En la gran industria se mantuvo el férreo control de la burocracia estatal. Y se abrió la economía a inversiones productivas de capitales extranjeros. Si bien se puede decir que tuvo relativo éxito, la acumulación de capital se generalizo porque china se inserto en el mercado mundial e inevitablemente la desigualdad creció enormemente. Cuando la dinámica capitalista toma el control, es muy difícil a pesar de la poderosa burocracia estatal evitar que los problemas típicos del capitalismo afloren…

¿Que es hacer lobby por Cuba?

¿Qué sería un lobby pro Cuba si no significa vender nada, ni imponer un candidato? Si se trata de que respeten su auto determinación como país, también haría lobby pro Cuba