Carta de un hincha de River: "No somos dignos"

Nuestro principal problema es que nunca nos extirpamos el dolor de ya no ser. O lo que es peor, creemos que ese dolor no existe, que no hace mella, que es cosa del pasado. El 26 de junio de 2011 nos fuimos al descenso porque lo merecimos. Fue el epílogo de una muerte anunciada, el correlato de una sucesión de hechos que contribuyeron al naufragio. A partir de ese día, hubo un antes y un después que nadie supo asimilar.
Es cierto. Al año siguiente, Almeyda, Cavenaghi, el Chori, Trezeguet y compañía nos trajeron de vuelta. Pero en ese alivio de regresar al lugar de pertenencia, al sitio de donde nunca se tendría que haber ido, también hubo olvido. Una lección que no fue aprendida, una herida que cicatrizó demasiado pronto. Al cabo, un baño de humildad para el que apenas se utilizaron gotas.
Hoy, a casi un año y medio del regreso, no estamos a la altura. No somos dignos. Las cuatro “ni”: ni los jugadores, ni los dirigentes, ni cuerpo técnico ni los hinchas. Todos contribuimos para que los problemas se acentúen. Abundan las carencias porque sobra egoísmo, falta de planificación, imprevisión.

Hay futbolistas que no están a la altura. Sin querer personalizar sobre los bajos rendimientos, apelo por la contraria a dos casos muy recientes que pintan de cuerpo entero la realidad futbolística de River. Juan Carlos Menseguez, dos años inactivo, fue el encargado de cortar con una sequía de 459 minutos sin hacer goles. Matías Kranevitter, 20 años y un puñado de partidos en Primera, fue el mejor en el 0-3 contra Lanús. Son, apenas, dos botones de una muestra que reúne una colección que cualquier modista envidiaría.
Anoche en el Monumental, hubo dirigentes con pretensiones llegar a la presidencia del club que se alegraron por la eliminación. Eso, la derrota, creen, les abre más posibilidades de ganar la elección. Así de limitado es su razonamiento, el mismo con el que pretenden conducir a una institución con más de 120 mil socios. Los que están ahora no son mucho más presentables. Passarella, con su soberbia innata como ladera incondicional, recién anunció esta semana que no se presentará a la reelección. Como si hiciera falta. Muchos de los integrantes de la cúpula le soltaron la mano desde hace tiempo, pero poco hicieron para hacer valer sus convicciones. Y todos, absolutamente todos, son responsables de la paupérrima política de transferencias de jugadores, un déficit que ya lleva más de 10 años.
Ramón coquetea con su condición de ídolo hasta el hartazgo. Se extralimita en un juego que entiende de sobremanera. Porque aparentando absorber la presión que recae sobre sus digeridos, aprovecha la tajada para ponerse por delante de la institución. Los hinchas no nos olvidamos cuando en La Bombonera les hizo “no, yo no” con el deditos a los bosteros que le cantaban “Vos sos de la B”. Vos sí, Ramón. ¿O acaso vos no sos River? O acaso vos no sos de River? Ocupes o no un cargo. Sobre el equipo actual, al margen de la permanente variación de nombres y esquemas que dificultan la memorización de un equipo, le cuestiono la decisión de no saber llevar a Teo Gutiérrez -el jugador más conflictivo del fútbol argentino-, generando el recelo de sus compañeros. El colombiano ya hizo méritos dialécticos como para estar bien lejos de Nuñez

Los hinchas también tenemos culpa. En 60 minutos, pasamos de cantar “Que vamo’ a salir campeones” a “Que se vayan todos”, “Jugadores la concha de su madre”, y a pedir por Cavenaghi y Trezeguet. Es cierto que no pueden pedirnos cordura en una cancha de fútbol, pero como termómetro que somos deberíamos estar más allá. Porque nosotros sabemos bien que también jugamos. A veces odio a algunos hinchas de mi equipo. En parte, es por todo lo que pasa antes de los partidos.
Ayer, sin ir más lejos, antes de entrar a la cancha. se me acercó uno con la camiseta puesta por Figueroa Alcorta a querer afanarme. Lo miré con cara de “no me rompas las pelotas” y seguí caminando. Después, bajó tres cambios y me decía que la estaba careteando, que lo ayudara con una moneda. Ya al lado de la puerta de ingreso, en un lapso de veinte minutos se me acercaron cuatro tipos a querer revenderme entradas. Esas son cosas que también me rompen las pelotas. Y me la agarro con los “hinchas” en su conjunto.
Ahora que lo pienso, nunca nadie dijo a qué se refiere ese “dolor de ya no ser”. ¿Ser qué? ¿No ser qué? Pienso rápido y se me ocurre que puede referirse a la dignidad. Y no me gusta pensar eso, pero en definitiva lo pienso: hoy no somos dignos. De todas maneras, la esperanza no la pierdo. Eso jamás porque esto tiene salida. Hay luz al final del túnel del Monumental. Porque como dice Galeano, hemos sido mal hecho, pero no estamos terminados.

Carta de un hincha de River: “No somos dignos” | Fanaticos | Pasión Libertadores

Nuestro principal problema es que nunca nos extirpamos el dolor de ya no ser. O lo que es peor, creemos que ese dolor no existe, que no hace mella, que es cosa del pasado. El 26 de junio de 2011 nos fuimos al descenso porque lo merecimos. Fue el epílogo de una muerte anunciada, el correlato de una sucesión de hechos que contribuyeron al naufragio. A partir de ese día, hubo un antes y un después que nadie supo asimilar.
Es cierto. Al año siguiente, Almeyda, Cavenaghi, el Chori, Trezeguet y compañía nos trajeron de vuelta. Pero en ese alivio de regresar al lugar de pertenencia, al sitio de donde nunca se tendría que haber ido, también hubo olvido. Una lección que no fue aprendida, una herida que cicatrizó demasiado pronto. Al cabo, un baño de humildad para el que apenas se utilizaron gotas.
Hoy, a casi un año y medio del regreso, no estamos a la altura. No somos dignos. Las cuatro “ni”: ni los jugadores, ni los dirigentes, ni cuerpo técnico ni los hinchas. Todos contribuimos para que los problemas se acentúen. Abundan las carencias porque sobra egoísmo, falta de planificación, imprevisión.

Hay futbolistas que no están a la altura. Sin querer personalizar sobre los bajos rendimientos, apelo por la contraria a dos casos muy recientes que pintan de cuerpo entero la realidad futbolística de River. Juan Carlos Menseguez, dos años inactivo, fue el encargado de cortar con una sequía de 459 minutos sin hacer goles. Matías Kranevitter, 20 años y un puñado de partidos en Primera, fue el mejor en el 0-3 contra Lanús. Son, apenas, dos botones de una muestra que reúne una colección que cualquier modista envidiaría.
Anoche en el Monumental, hubo dirigentes con pretensiones llegar a la presidencia del club que se alegraron por la eliminación. Eso, la derrota, creen, les abre más posibilidades de ganar la elección. Así de limitado es su razonamiento, el mismo con el que pretenden conducir a una institución con más de 120 mil socios. Los que están ahora no son mucho más presentables. Passarella, con su soberbia innata como ladera incondicional, recién anunció esta semana que no se presentará a la reelección. Como si hiciera falta. Muchos de los integrantes de la cúpula le soltaron la mano desde hace tiempo, pero poco hicieron para hacer valer sus convicciones. Y todos, absolutamente todos, son responsables de la paupérrima política de transferencias de jugadores, un déficit que ya lleva más de 10 años.
Ramón coquetea con su condición de ídolo hasta el hartazgo. Se extralimita en un juego que entiende de sobremanera. Porque aparentando absorber la presión que recae sobre sus digeridos, aprovecha la tajada para ponerse por delante de la institución. Los hinchas no nos olvidamos cuando en La Bombonera les hizo “no, yo no” con el deditos a los bosteros que le cantaban “Vos sos de la B”. Vos sí, Ramón. ¿O acaso vos no sos River? O acaso vos no sos de River? Ocupes o no un cargo. Sobre el equipo actual, al margen de la permanente variación de nombres y esquemas que dificultan la memorización de un equipo, le cuestiono la decisión de no saber llevar a Teo Gutiérrez -el jugador más conflictivo del fútbol argentino-, generando el recelo de sus compañeros. El colombiano ya hizo méritos dialécticos como para estar bien lejos de Nuñez

Los hinchas también tenemos culpa. En 60 minutos, pasamos de cantar “Que vamo’ a salir campeones” a “Que se vayan todos”, “Jugadores la concha de su madre”, y a pedir por Cavenaghi y Trezeguet. Es cierto que no pueden pedirnos cordura en una cancha de fútbol, pero como termómetro que somos deberíamos estar más allá. Porque nosotros sabemos bien que también jugamos. A veces odio a algunos hinchas de mi equipo. En parte, es por todo lo que pasa antes de los partidos.
Ayer, sin ir más lejos, antes de entrar a la cancha. se me acercó uno con la camiseta puesta por Figueroa Alcorta a querer afanarme. Lo miré con cara de “no me rompas las pelotas” y seguí caminando. Después, bajó tres cambios y me decía que la estaba careteando, que lo ayudara con una moneda. Ya al lado de la puerta de ingreso, en un lapso de veinte minutos se me acercaron cuatro tipos a querer revenderme entradas. Esas son cosas que también me rompen las pelotas. Y me la agarro con los “hinchas” en su conjunto.
Ahora que lo pienso, nunca nadie dijo a qué se refiere ese “dolor de ya no ser”. ¿Ser qué? ¿No ser qué? Pienso rápido y se me ocurre que puede referirse a la dignidad. Y no me gusta pensar eso, pero en definitiva lo pienso: hoy no somos dignos. De todas maneras, la esperanza no la pierdo. Eso jamás porque esto tiene salida. Hay luz al final del túnel del Monumental. Porque como dice Galeano, hemos sido mal hecho, pero no estamos terminados.

Carta de un hincha de River: “No somos dignos” | Fanaticos | Pasión Libertadores

Lei solo la ultima parte y dice que no se puede putear, que teniamos que alentar perdiendo 3 a 0 en 60’
Andate a la concha de tu madre

No habíamos quedado en que íbamos a dejar de escribir cartas de hinchas por dos años?

Que carta pelotuda. BAN!

Me dormí en la mitad.

Es nefasta.

Leí un par de cosas y no seguí porque sale sacada de ojos

Ban

Es muy mala la carta.

volvieron las cartas abiertas? lpm, que ganas de cortarse el pito a portazos

Es malisima, que se pretende que los plaudamos por no poner actitud y corazon en ganar un partido y en humillarnos una vez màs?? que me chupen bien la pija

Que se vaya a lavar el orto.

Los dos primeros parrafos son bastante ciertos, en el tercero derrapa mal. Igual ya me tienen las bolas llenas con las cartas, que se las manden a los reyes magos y dejense de joder

Mamadera no aprenden mas algunos, basta de estas cartitas maracas y depresivas

"Los hinchas también tenemos culpa. En 60 minutos, pasamos de cantar “Que vamo’ a salir campeones” a “Que se vayan todos”, “Jugadores la concha de su madre”, y a pedir por Cavenaghi y Trezeguet. Es cierto que no pueden pedirnos cordura en una cancha de fútbol, pero como termómetro que somos deberíamos estar más allá. Porque nosotros sabemos bien que también jugamos. A veces odio a algunos hinchas de mi equipo. En parte, es por todo lo que pasa antes de los partidos. "
Andá a cagar!

Leí la primera línea del último párrafo, porque la mencionó alguno, y ni me gasté. Me tienen los huevos llenos estas cartitas pedorras. Encima, parece que sólo llegaran a los medios las que son patéticas y dan pie para el gaste.

Gracias por el resúmen, adhiero a mandarlo a la concha de su madre. Saludos.

para que postean estas pavadas escritas por boludos

:smiley: