La puse en mi web.
Acá se las dejo. Todo aquel que la pueda tomar a mal, le pido disculpas.
Carta a River
Hola, River, ¿cómo Andas? No, no me digas nada. Ya sé, estás moribundo, todo embarrado, enchastrado por aquellos que te saquearon, te vaciaron, te escupieron y te llevaron a la miseria. No, no me mires así. Ya sé que estás viejito. Que ya llevas 110 años en el lomo, que este golpazo parece ser letal. Pero, no vení, escúchame…
Vos y yo sabemos que en tus años mozos, cuando vestías galera y bastón y tu salud era de fierro, dabas cátedra. Que no había equipo en Argentina que llegará, si quiera, a los talones, que en vos jugaron los mejores jugadores de este país. Que en tu estadio, ese que hoy luce arrasado por la impotencia, la bronca, y, porque no, el desconsuelo de algunos de tus hijos, jugó la Máquina, jugó Don Alfredo, jugó Angelito, Jugó el Beto, jugó el Enzo.
Que en ese Monumental (¡qué linda casa que tenés por favor!) que hoy luce lleno de palos de butacas de madera, inundado por el agua de la infame represión, regado por el llanto de tus hijos, se dieron 33 sí, querido River, 33 vueltas Olímpicas, que levantaste dos veces la Copa Libertadores, que te cansas de humillar rivales, de hacerlos morder el polvo, ese polvo que hoy cruelmente te visita.
Sí, ya sé, me mirás con lágrimas en los ojos, con el ropaje hecho harapos, con astillas de vidrios rotos por todo el cuerpo y pensás que es el fin. Pensás que nunca vas a volver a ser lo que eras. Sí, en esta te doy la derecha, este es un golpazo, algo que recordarás por siempre, ¡pero no te me caigas viejo!
Vos sos River. VOS SOS RIVER. El campeón del Siglo XX, el que ninguno podrá alcanzar (Sí, por más que te quedes uno o dos años visitando a otros equipos), el de la gloriosa banda roja, el que más jugadores le dio a la celeste y blanca, la casa Blanca del fútbol Mundial. No, no llores. Ya sé que te hicieron mucho daño.
Que esos dos hijos de puta que llegaron en 2001, con el chamuyo de “nueva dirigencia” te vaciaron los órganos, te estrujaron el corazón y hasta te hicieron una lobotomía para que te olvides quien fuiste. Sí, lo sé. Y yo también los odio con toda mi alma.
No, no te levantes. Descansa ahí, toma aire. Ya sé que un señor, que supo jugar en ese glorioso césped y apoyar el trasero en ese banco hoy taponado de maderas y de dolor, te vino con el cuento de una medicina mágica. Sí, obvio que es mala praxis, Millo querido.
Pero, pará. No llores más. Sé que ese pecho que veo moverse para arriba y para abajo, esos espasmos de dolor que recorrer tu harapienta banda roja son fuertes. Pero vos haceme caso a mí. Soy uno de tus catorce millones (o más) de hijos directos.
Esos que van en procesión a verte, a alentarte. Esos que laburan codo a codo para que tengas un futuro mejor. Esos que hoy son jóvenes, no vieron tus mejores épocas, pero otros hijos como yo les explican cómo fueron y les prometen que volverán. Esos que dejan hasta el último centavo que tienen para viajar a verte, donde quieras que vayas, con tu andar que ya lleva 110 años.
¡Mirá si te vas a caer! Sí, ya sé que estás enfermo, ya sé que hoy te hirieron, ya sé que hoy te produjeron una herida de esas que tardan (y tardan…) en cicatrizar. Pero vos haceme caso a mí. No te vas a morir, River. Dale, vení, sacudite ese barro, esa tierra que te echaron. Hace brillar esa banda roja, rojo sangre, rojo fuego, rojo pasión que llevar bordada en tu pecho blanco puro, blanco de gala, blanco de lujo. Dale, ya sé que estas viejito, que los años no vienen sólo y que te vienen pegando jodido, duro, y abajo. Pero vos podés. ¡Vos podés carajo!
Yo, los millones de hinchas que te amamos, esa dirigencia joven que empieza a dar sus primeros pasos vamos a ayudarte a que vuelvas a gozar de buena salud. Como siempre. Estos diez años de ensuciarte, de violarte, de vaciarte de corromperte van a pasar River querido.
Dale, sácate esas lágrimas, ponete de pie, demostrale al país y al mundo que no es cuento lo que se dice de vos. Que sos el más grande de este bendito país. Se te viene un momento duro, durísimo, cosas desconocidas por delante. Pero no estás solo River. Catorce millones de tipos como yo, vamos a estar alentándote, todos los días de nuestra vida hasta que nuestro tiempo pase.
Aunque hoy estés tirado y con una sensación de muerte en vida, vos, querido Millo, estás destinado a otra cosa. Vos no te caigas, yo y todos los otros hinchas y socios, tus hijos directos, quienes te mantienen y le dan vida a tu incomparable grandeza, nos vamos a encargar de limpiar la lacra que te rodea, sacudirte la mugre que te mancha y que vuelvas a ser el que eras. Mientras, vos déjate de joder y tira para adelante. ¿Cómo te vas a caer? Sos River. SOS RIVER y a eso, por más caído que hoy estés, no habrá con qué darle.