La imagen a finales de 2001 del ex presidente Fernando de la Rúa subiendo a un helicóptero en el techo de la Casa Rosada para abandonar el poder parece algo muy lejano. Pero han pasado tan solo ocho años desde que se produjo la peor crisis económica y social de Argentina, marcada por el corralito aplicado a los depósitos bancarios y la cesación de pagos de los compromisos financieros del país. Es decir, la entrada en default.
Recién en 2005 el entonces presidente Néstor Kirchner y su ministro de economía, Roberto Lavagna, abrieron un canje de bonos para los acreedores locales y extranjeros que tenían en sus manos papeles sin fecha de pago. En esa oportunidad se ofreció un canje sobre el monto vencido -que llegaba a los 81.835 millones de dólares-, por nuevos bonos pero con una quita del 65%.
El escándalo no tardó en llegar: argentinos, italianos, japoneses, estadounidenses –entre otros bonistas o holdouts- se negaban a perder ese dinero. Pero ante una obstinada posición del Gobierno argentino, finalmente el 76% de los bonistas aceptó la propuesta. El resto se dividió entre los que encararon juicios internacionales y los que decidieron esperar.
Cuatro años después de aquel canje, la primera mandataria Cristina Fernández de Kirchner –esposa de Néstor- y Armando Boudou, ministro de Economía, anunciaron a finales de octubre la reapertura del canje de deuda para los restantes 20.000 millones de dólares que aún quedan en default. En realidad llegaría a los 30.600 millones si se incluyen los intereses no pagados y otros conceptos por mora.
Dudas y certezas
Para poder llevar a cabo la reapertura del canje de deuda, el Gobierno de Kirchner envió un proyecto al Congreso para suspender la llamada “Ley cerrojo”, que impedía volver a negociar con los bonistas. En la Cámara de Diputados ya se le dio media sanción y ahora se espera la aprobación en el Senado.
Mientras tanto, falta saber algunos detalles, como el monto final del descuento que se hará sobre los bonos en default o los plazos que tendrán los nuevos papeles. Boudou se ha mostrado optimista en sus declaraciones a los medios sobre la aceptación del proyecto y cree que por lo menos un 60% se plegará a la propuesta.
Para Conrado Martínez, profesor de finanzas del MBA de la Universidad de Palermo (UP), es factible que el canje de bonos “llegue a concretarse. El objetivo es cambiar bonos en default por bonos performing –con cumplimiento regular- que sean más líquidos. La letra chica falta está por definirse, pero independientemente de eso los resultados pueden ser favorables”.
En esto coincide el Lic. Aldo Abram, director Ejecutivo del CIIMA, el Centro de Investigaciones de Instituciones y Mercados de Argentina que depende del instituto universitario ESEADE: “Es muy probable que el nivel de aceptación supere el 60% e incluso el 70%. Los bonistas que no participaron del canje de 2005 han comprobado, a estas alturas, que la Argentina no tiene ninguna voluntad de cumplir con sus compromisos. Además, la vía judicial se ha demostrado absolutamente ineficaz para el cobro de los pasivos impagos. Por lo tanto, es mejor tener un papel que tiene valor de mercado, paga intereses y amortización, antes que nada”.
En la actualidad, unos U$S 4500 millones de los más de U$S 30.000 millones en cesación de pagos están en manos de bonistas que tienen demandas contra el país. En Estados Unidos se encuentran vigentes al menos 163 demandas contra Argentina. Si bien por ahora no han logrado avanzar ni obtener embargos sobre fondos del país del tango, algunos grupos de holdouts y de fondos buitres (aquellos que compran deudas baratas para buscar cobrarlas en la justicia a mejores precios) dijeron en los últimos días que no cederán ante quitas menores a las de 2005.
El Lic. Cristian Alonso, asistente de investigación del Área de Economía del IAE (Universidad Austral) advierte que, en todo caso, el tema “es complejo, porque varias asociaciones de bonistas han recurrido a la justicia y al CIADI -Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones- y están a la espera de que los tribunales se pronuncien Hay que tener en cuenta que los tenedores de bonos que no aceptaron el canje de 2005, no aceptarán el nuevo -que implica peores condiciones- a menos que consideren que ésta sí ya es la última oportunidad de recuperar algo”.
Los más de 30.000 millones de dólares que Argentina dejó de pagar a partir de 2001 a los bonistas forman parte de una abultada deuda del país que hoy asciende a 149.800 millones de dólares. “La deuda argentina es una pesada carga, y lo será aún más a futuro teniendo en cuenta que los intereses que hoy devenga, y hay que pagar año a año, son sustancialmente inferiores a lo que tendría que pagar en caso de salir al mercado de capitales”, señala Martínez, de la UP.
Frente a otros países de la región, Argentina es una de las peores posicionadas en cuanto al tratamiento de su deuda y la posibilidad de mejorar su imagen en el exterior. “El problema argentino es la falta de credibilidad y la irresponsabilidad en el manejo de las cuentas fiscales. Brasil tiene un nivel de deuda superior, pero con un buen manejo de las finanzas públicas esto no es un problema”, detalla Alonso, del IAE.
Raúl Ochoa, director de la maestría en Relaciones Comerciales Internacionales de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (UNTREF), confirma que para la mayoría de los países de la región la situación de la deuda “ha mejorado sustancialmente. Además de Brasil, que tiene más reservas que deuda externa, Chile también es un acreedor neto que ha creado un fondo soberano por 28.000 millones de dólares para evitar la apreciación de su moneda. Perú y Colombia también están en situación favorable. El excelente crecimiento de los años 2003-2008 le ha permitido a los países vecinos superar la crisis internacional sin demasiados sofocones”.
Club de París y FMI
Unos 7.748 millones de dólares son los que reclama el Club de París desde 2001, cuando se terminó la convertibilidad, es decir la paridad del peso argentino y el dólar 1 a 1. Los principales acreedores son Alemania, Estados Unidos, España, Holanda, Italia y Japón.
“Sin duda, refinanciar la deuda del Club de París y mejorar la relación con el FMI (Fondo Monetario Internacional) daría un gran impulso a los mercados y a la economía argentina. Para poder “arreglar”, lo único que se necesita es normalizar la relación con el FMI. El problema es que parece difícil que ese organismo pueda cumplir con las condiciones de monitorear la economía argentina en el marco del “Capítulo IV”. Los datos que le pueda proveer el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), hoy, están en su mayoría distorsionados y no parece que esto tenga una solución a corto plazo”, explica Abram, del CIIMA ESEADE.
El famoso “Capítulo IV” consiste en la revisión de cuentas de la economía argentina, algo que el país no le permite al FMI desde 2006. Eso incluye los datos del INDEC, que cuenta con la constante intervención del ministro de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
Además, las gestiones con el Club de París y con el FMI son clave para pertenecer al G20: los países miembro deben someterse a las auditorías del FMI. “Hay que dejar de dar vueltas y arreglar con el Club de París”, remarca Alonso, del IAE-. “Y hay que acabar con esa ridiculez de no permitir las auditorías del FMI. Todos los países del mundo son auditados. Es importante que exista una institución global que revise el estado de las economías para prevenir los desequilibrios y provea su visión única”, añade.
El Gobierno argentino ya firmó una carta de intención con los bancos Barclays, Citi y Deutsche para que encabecen la transacción con los bonistas. Además de cambiar los paleles en default por otros nuevos, se realizará una nueva emisión de bonos, parte en dólares y parte en pesos, que deberán aceptar los bonistas y pagarlos en efectivo. De esta forma, la administración de Kirchner recibiría fondos frescos por al menos 1.000 millones de dólares. Todavía no se saben los montos y los plazos que tendrán.
Ahora Kirchner y Boudou esperan que se terminen los trámites en el Congreso y en el exterior para poder efectivizar la reapertura del canje. El objetivo de fondo es bajar el costo del crédito en el exterior -que tiene tasas del 12% anual-; facilitarle a las empresas privadas la emisión de deuda y la llegada a mejores créditos en los mercados internacionales; propiciar la llegada de nuevas inversiones; y mejorar la imagen del país ante un pasado que todavía pesa en el imaginario internacional. ¿Pero podrá hacerlo?
“Cerrar este episodio de la deuda en default es un buen paso en el sentido de no estar totalmente aislado del mercado de deuda voluntario, indispensable tanto para el sector público como para empresas privadas”, dice Ochoa, de la UNTREF. De hecho, las empresas argentinas no emiten deuda en el exterior desde 2007.
Si el canje cuenta con buena aceptación, explica Aldo Abram, del CIIMA ESEADE, “veremos que la Argentina tendrá posibilidad de colocar bonos; aunque no en forma masiva, pero eso es mejor que el nulo crédito que tenemos hoy. Respecto de la tasa de interés, si los actuales excesos de liquidez internacional continúan, esto puede tentar a los inversores a colocar en papeles de alto riesgo, como los argentinos, a tasas que ronden el 10%. No cabe duda que un canje exitoso implicará un mayor flujo de capitales y menor percepción de riesgo, con un efecto positivo sobre la demanda interna”.
Sin embargo, además del tema de la deuda, Argentina tiene muchas cuentas pendientes por solucionar: “El clima anti inversiones no mejorará aún cuando el canje llegue a concretarse, a menos que haya decisión política al respecto”, advierte Conrado Martínez, de la UP.
Raúl Ochoa, de la UNTREF, cree que es difícil que lleguen nuevas inversiones genuinas porque “tienen que ver con el clima de negocios y sus perspectivas y en ese sentido pesan muy negativamente el conflicto (del Gobierno) con el (sector) agro, las restricciones a las importaciones, la captura (o estatización) de los fondos de las AFJP (jubilaciones), los insólitos subsidios a las tarifas y a los combustibles, etc. Todo eso hace muy difícil para un CEO de una filial argentina defender por qué conviene invertir en el país”.
En cuanto a lo que Argentina puede esperar de todo esto, Cristián Alonso, del IAE, vuelve al caso de Brasil: “la reapertura del canje le permitirá a la Argentina volver al mercado de crédito internacional. Pero de ahí a pensar que se podrá obtener financiamiento con tasas de 1 dígito suena a demasiado. Brasil con su solidez y la imagen que le ha vendido al mundo paga tasas de entre el 6% y el 7%. Para que nosotros lleguemos a ese nivel el Gobierno debería trabajar para recrear la confianza”.
Publicado el: 18/11/2009
Canje de bonos: Argentina da un paso para su vuelta al ruedo internacional