Todos vemos a la marihuana como un simple estupefaciente, una sustancia prohibida y peligrosa para la sociedad. Eso es lo que nos dicen. Siempre admití como verdad que las razones de su prohibición tenían estrictamente que ver con los efectos que le producían a las personas luego de fumarla o injerirla de cualquier forma, como un boludito que acepta con los ojos cerrados lo que desde chico me enseñaron.
Pero, puede sorprender o no, la satanización del cáñamo tiene su origen en un criterio financiero, una medida mas para enriquecer a unos pocos y empobrecer a muchos. Muchos desconocen los diferentes usos que se le dio a esta planta antes de su prohibición. ¿Por qué se prohíbe su cultivo si está comprobado que tiene múltiples beneficios, ya sea desde el plano medicinal como en la manufactura de productos esenciales como la ropa, el papel, materiales de construcción o combustibles? Muy pocos saben que la declaración de la independencia de Estados Unidos fue firmada sobre papel de cáñamo, al igual que la mayoría de los libros de ésa época. O que las velas de la Pinta, Santa María y la Niña fueron hechas a partir de esta planta. Tampoco que el primer auto que Henry Ford construyó lo hizo en base al Cannabis Sativa (sativa en latín: últil), dándole de esta manera, un papel fundamental a los campesinos que la cultivasen. Menos aún, que funcionaba con un combustible que aprovechaba la biomasa de este vegetal.
Para explicar los porqués de la prohibición del cáñamo debemos remitirnos a la década del 30 y concentrarnos en su particular uso para hacer papel, mucho mas ecológico y de mejor calidad que el que se hace a partir de la madera de los árboles. Una hectárea de cáñamo rinde 4 veces mas que una plantada por árboles. Tenía la desventaja de necesitar mucha mano de obra, lo que hacía su cultivo poco rentable. Pero no pasó mucho tiempo hasta que la ingeniería agrícola inventó el descortezador mecánico. Este nuevo inventó no cayó nada bien en la industria de papel tradicional y, en espacial, a un hombre: William Hearst, un prestigioso periodista dueño de muchos medios masivos de comunicación. Hearst pensó que era una gran idea comprar los aserraderos, papeleras y todos los medios de producción de la industria de la celulosa. La nueva invención destinaba a una inminente desaparición a todo su imperio, por lo que comenzó una campaña de domonización del cannabis. Decía que creaba ladrones, violadores y asesinos y, lo que era peor, que era la droga de los mexicanos. La industria del cine, en la cual Hearst tenía mucha influencia, estrenó muchas películas en las que se relataban ridículas tragedias teniendo al consumo de marihuana como actor principal. A pesar de que diferentes estudios médicos y científicos negaban esta campaña mediática, Hearst logró poner al ingenuo pueblo de Estados Unidos de su lado.
Pero tener a la gente de su lado no era suficiente como para prohibirla, necesitaba socios y poderosos. Es aquí cuando entra en escena la conocida petroquímica DuPont. Esta empresa había desarrollado recientemente dos telas sintéticas: el rayón y el nylon. La que se producía a partir del cáñamo no solo era mas ecológica sino que también, en realidad lo único que importaba, era mas rentable. Además, tenían la patente del ácido sulfúrico, utilizado en la industria papelera para blanquear la madera, por lo que Hearst era uno de sus principales clientes.
El Bank Mellon, propiedad de Andrew Mellon, era el principal proveedor de instrumentos financieros de DuPont, con lo cual se veía altamente perjudicado por el cáñamo. Cuando se convirtió en tesorero del presidente Hoover, Mellon influyó para que nombrasen a su yerno, Harry Anslinger, primer comisionado del Federal Bureau of Narcotics, algo así como la DEA. Fue Anslinger quien llevó la guerra contra el cannabis al congreso. Alegaba que el consumo de esta planta creaba peligrosos y violentos criminales, argumentos refutados por numerosos estudios científicos que explicaban que no solo no producía tales efectos sino que aplacaba el ánimo. Por lo que Anslinger centró su discurso en que si se seguía permitiendo el cultivo de esta planta era imposible producir buenos soldados. Finalmente, lograron prohibirla. Primero en Estados Unidos y, gradualmente, en todo el mundo ya que el país que no aceptaba estas condiciones no podían tener relaciones comerciales con ellos.
No se puede pasar por alto la influencia de la mafia, que con sus contactos y “accidentes” ayudaron a los fines del stablishment. El mercado negro les abría una posibilidad de generar grandes riquezas como con la prohibición del alcohol una década antes.
Y así fue como criminalizaron a una planta, una planta que crecía en la Tierra desde mucho antes que el ser humano llegase a poblarla y le diera múltiples usos. Una planta que servía a varias civilizaciones como conexión con sus dioses, así como el vino para los cristianos. Nos prohibieron la interacción con una simple planta que puede salvar al mundo de muchas de sus desgracias. Si permitiéramos el cultivo del cáñamo no se talarían tantos árboles, usaríamos materiales textiles e industriales ecológicos y disminuiría la contaminación. Vivimos en un mundo en jaque solo porque algunos vieron peligrar sus enormes fortunas y no les importó empobrecer al resto del mundo a costa de mantenerse ridículamente millonarios.