Ya se qué esto iría en el otro thread. Pero creo, trata dos cosas diferentes. El otro es sobre el conflicto este es más de un gran articulo que encontré.
Si los moderadores creen que no es así, unanlo. Pero creo que es diferente el enfoque de los threads. Muchas gracias.
Los argentinos que viven en Malvinas
Según el último censo de Malvinas, 28 argentinos viven en las islas del Atlántico Sur. A continuación sus historias y testimonios.
La cumbia villera resuena en el Globe, el más tradicional de los pubs de las Malvinas. Bajo las banderas británicas, mapas de las “Falklands” y un fusil exhibido como trofeo de guerra, un grupo de argentinos, chilenos y uruguayos baila extasiado junto a sus amigos kelpers’. Es la nueva realidad malvinense: una invasión distinta a la de 1982.
La prosperidad económica en las Malvinas ha convertido a estas islas en receptoras de inmigrantes, la mayor parte de los cuales llegan de la también británica isla de Santa Helena y de Chile. “Hay 62 nacionalidades representadas en las islas”, dice el jefe de Gobierno, Chris Simpkins.
Según el último censo, 158 chilenos (el 5% de la población) viven en el archipiélago cuya soberanía reclama Argentina. Llamativamente, ese censo refleja también la presencia de 28 argentinos, entre ellos Florencia D’Avino, quien con 26 años decidió irse de Buenos Aires, huyendo de la inseguridad. Envió un currículm a uno de los hoteles de Stanley y rápidamente la contrataron hace seis meses.
“Me gusta, es tranquilo, seguro”, dice sonriendo, mientras toma mate y escucha una grabación de Andrés Calamaro.
Carlos Rodríguez, de 44 años, también llegó a Puerto Stanley, junto con su esposa, huyendo de la inseguridad. Los dos trabajan en un matadero local.
Carlos tiene un segundo trabajo, como limpiador de la escuela. Ambos dicen ganar lo suficiente para ahorrar e ir de visita a Argentina. “Sólo de visita”, aclara Carlos.
Otro argentino, Sebastián Socodo, es bombero y trabaja para el gobierno local. Desde marzo es, además, el nuevo encargado del mantenimiento del cementerio argentino que está en Darwin, a poco más de 100 kilómetros de Stanley.
Allí, entre unas 230 cruces castigadas por el viento y la lluvia, Socodo cuenta su proyecto de 8.000 dólares anuales, financiado por un empresario argentino, para rescatar del olvido el cementerio.
“La pintura se está pelando, las ovejas se comen los árboles, las placas de granito se están saliendo y el ácido se come las letras”, resume Socodo, de 27 años, quien está casado con una isleña. Para junio espera tener terminada la primera etapa del trabajo.
Ninguno de los argentinos consultados afirma haber sido discriminado de ninguna manera. “La primera pregunta que nos hacen siempre es ¿cómo llegaste acá?”, cuenta Florencia D’Avino. Pero más allá de la sorpresa inicial, el trato siempre es amable, agregan los tres.
“No nos preocupa que la inmigración argentina pueda cambiar el balance de la población”, dice el jefe de Gobierno Simpkins. Sin embargo, si la cifra de argentinos -entre los escasos 3.000 habitantes de las islas- creciera demasiado, “seguramente la gente no va a querer contratarlos”, advierte.
Los argentinos están siempre en contacto con los chilenos y los uruguayos. Se reúnen, salen juntos a bailar y a las tabernas locales. La mayoría de los hoteles, pubs y restaurantes de Stanley están atendidos por chilenos.
Este intercambio no es nuevo para las Malvinas. Sólo cambia la dirección del flujo. Antes de la guerra, la mayoría de los isleños estudiaban en colegios británicos de Uruguay, Argentina o Chile. Durante la guerra, muchos se fueron a vivir al continente.
Fuente: Terra