La imagen de Antonio Puerta desplomándose en el suelo durante un partido de la Liga española aún permanece intacta. En el primer aniversario de su fallecimiento, [b]todo Sevilla lo extraña
[/b]Un año se cumple hoy del fallecimiento de Antonio Puerta, el reconocido futbolista del Sevilla que sufrió un paro cardíaco durante un partido de fútbol y que luego luchó tres días contra la muerte en un hospital de España.
La pasada iba a ser la temporada de Puerta, de 22 años, querido por la hinchada y clave en el once titular del ya poderoso Sevilla. El futbolista atravesaba, además, un gran momento personal, ya que esperaba entonces un hijo y recientemente había ampliado y mejorado significativamente el contrato con su club de siempre.
Toda la felicidad se truncó en la jornada inaugural de la temporada 2007-08 en la primera división, cuando el sábado 25 de agosto Puerta cayó desplomado en el primer tiempo del partido ante el Getafe, que se disputaba en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.
Se desvaneció en el área local ante la preocupada reacción de su compañero más cercano, el central serbio Ivika Dragutinovic, y la perplejidad de cuarenta mil espectadores que poblaban las tribunas del estadio.
Las atenciones médicas del primer momento y el hecho de que el futbolista saliera por sus propios medios del terreno de juego tranquilizó los ánimos y no hizo presagiar lo que posteriormente ocurrió.
Puerta, ya en los vestuarios, volvió a sufrir varios paros cardiorrespiratorios y tuvo que ser trasladado de urgencia en una ambulancia al Hospital Virgen del Rocío.
El futbolista entró en el centro sanitario en muy mal estado y luchó contra la muerte durante tres días, hasta que se anunció su fallecimiento a primera hora de la tarde del martes 28 de agosto.
La noticia tomó por sorpresa a los jugadores, técnicos y dirigentes sevillistas en Atenas, donde esa misma noche el equipo se jugaba ante el AEK de Lorenzo Serra Ferrer el pase a la fase de grupos de la Champions League.
El partido fue postergado y se regresó de urgencia a la capital andaluza para asistir a todos los multitudinarios actos fúnebres que se organizaron.
Con el Sevilla como segunda casa
Antonio Puerta Pérez, nacido en Sevilla el 26 de noviembre de 1984, se crió en el barrio de Nervión, muy cerca del Sánchez Pizjuán, y se formó como futbolista en las divisiones inferiores del Sevilla FC.
Debutó en Primera el 21 de marzo de 2004, de la mano del hoy entrenador del Athletic de Bilbao, Joaquín Caparrós, en un partido como local ante el Málaga.
En la temporada 2004-05 Puerta alternó presencias en el primer equipo con su participación en el filial, en el que un ex jugador también canterano, zurdo e internacional y ahora entrenador del primer plantel, Manolo Jiménez, lo mimó hasta convertirlo en el futbolista desequilibrante que acabó siendo.
Al final de esa campaña, tuvo un papel destacado en la obtención de la medalla de oro para España en los Juegos del Mediterráneo de Almería 2005.
Asiduo desde entonces en las convocatorias de la selección Sub 21, Puerta tuvo la oportunidad de debutar como internacional absoluto en un partido oficial ante Suecia, en octubre de 2006.
Toda su brillante y rápida trayectoria profesional quedará en la historia del fútbol nacional, pero el sevillismo siempre tendrá en un sitio preferente el gol que marcó el 27 de abril de 2006.
Aquella noche, una excepcional volea con su pierna buena, la izquierda, en la prórroga del choque ante el Schalke 04 alemán hizo retumbar las repletas tribunas del Sánchez Pizjuán.
El Sevilla se clasificó para su primera final en 44 años y le permitió, posteriormente, ganar la Copa de la UEFA, primer título del club en seis décadas y primero de una serie de cinco (dos copas de la UEFA, una Copa del Rey, una Supercopa de Europa y una Supercopa de España) en quince meses que asombró al mundo futbolístico europeo.
Toda España en general, y Sevilla en particular, le tienen reservado un lugar en su memoria.
una lastima que pasen este tipo de Cosas en el Futbol y en cualquier deporte ya hace un año moria antonio puerta de 22 AÑOS’ . increible sin palabras