Alguien podría desmentir/afirmar esto?? ("El caño de Diego a Lacoste")

Bueno, eso. Quería que leyeran este artículo y que me digan si es verdad. Me genera desconfianza que el diario es una gacetilla de prensa oficialista, y hacen quedar a maradona como un héroe, y a nosotros como el oscuro club procesista. Sobre todo después del video que trascendio la semana pasada donde se lamentaba de no ir a River

Fuente: El caño de Diego a Lacoste | Miradas al Sur

                                   A 30 años de su debut en Boca, así fue la jugada de  Maradona para saltar el poder de la dictadura y pasar al club de la  Rivera        

Domingo Corigliano quedó frío. La voz del Gallego Héctor Ricardo García del otro lado del teléfono no sonaba cargada de entusiasmo como días antes. “Vengan para la oficina del diario ya, pasó algo con el préstamo de Maradona”, dijo.
En los cinco minutos de auto que separan todavía la cancha de Boca de la redacción de Crónica, ni Corigliano ni Martín Benito Noel pronunciaron palabra.
La oficina del diario estaba desarreglada, tanto como su dueño: “Se cayó el pase de Maradona, me amenazaron de muerte”, dijo el Gallego. Corigliano apoyó los codos sobre el vidrio del escritorio y se tomó la cabeza.
Urgencias. El empresario Martín Benito Noel necesitaba un golpe de efecto en su presidencia y los hinchas de Boca, en la autoestima. Noel, candidato de la Agrupación La Bombonera, había derrotado en las elecciones del 14 de diciembre de 1980 a Alberto J. Armando, presidente del club durante 20 años.
Tenían dos temas urgentes por resolver. Una, lavar la imagen del equipo después de la pésima campaña de ese año con una contratación resonante. La otra, buscar un técnico.
La segunda urgencia quedó resuelta por un asesor de lujo que tenía Noel, Luis Carniglia, fino jugador xeneize de principios de los ‘40. Las opciones eran Roberto Rogel y Silvio Marzolini. Yiyo eligió al rubio marcador de punta. Faltaba la primera necesidad.
Causa. Domingo Corigliano, un financista muy famoso de aquellos años, conocedor de los rincones del fútbol y del poder, estaba al tanto de que Diego Maradona, a pesar de las constantes ofertas del Barcelona, no iba a ser vendido al exterior hasta el Mundial ’82. La dictadura también tenía en sus manos el futuro de Diego y lo necesitaba para el campeonato de España. La ayuda que Argentinos Juniors recibió del Estado a través de la publicidad de Aerolíneas Austral en su camiseta en 1980 –cuando los sponsors no existían en el fútbol local– es un ejemplo de que Maradona, como cantaban las tribunas, era “patrimonio nacional”. Sólo que antes de partir debía dejar su sello en un equipo grande.
El almirante Carlos Lacoste, brazo ejecutor de Massera y un matón al que el fútbol argentino le debe la designación de Julio Grondona al frente de la AFA, tenía un sueño personal: ver a Diego con la camiseta de River. Y utilizó todo su poder mafioso, el mismo con el que presionó a varios dirigentes y jugadores cuando mandaba en el fútbol local.
Efecto. El gran problema, una vez que Argentinos Juniors fue empujado a ceder a Maradona a préstamo a un club local, fue quién se quedaba con el jugador. Los tres millones y medio de dólares que el club de La Paternal pedía por el préstamo hasta el Mundial, eran inaccesibles. Lacoste avanzó con un plan que conocía de memoria, utilizar las páginas de El Gráfico, revista de Editorial Atlántida, como material propagandístico y de presión. Había hecho lo mismo durante el Mundial ’78 falsificando una carta al holandés Ruud Krol, donde le contaba a su hija que “los fusiles de los militares argentinos disparaban flores y no balas”. En diciembre de 1980 la revista dedicó dos tapas a Maradona. La primera era una foto del crack poniéndose la camiseta de River luego de cambiarla al final de un partido: “El caso Maradona: River, ¿una solución?”, se preguntaba en letras amarillas. La otra, publicada 15 días después con una foto más pequeña, también sugería el pase a los Millonarios.
Servicio. Lacoste estaba al tanto de que en los últimos meses de 1980 Héctor Ricardo García había tenido una reunión con Noel y Corigliano por el pase del 10. “Lo recuerdo como si fuera hoy –cuenta Corigliano– nos propuso darnos la plata para comprar el pase definitivo en U$S 6,5 millones. ¿Las condiciones? Devolver ese dinero en seis años, el 25 por ciento de un futuro pase y el préstamo del estadio para unos recitales y unos eventos cuya figura central sería un artista del exterior que cerrarían con un partido y Maradona como atracción.” La desconfianza de las caras de los dirigentes ante el planteo fue interpretada por García. “Se levantó, trajo un plazo fijo del Banco Rural por 7 millones de dólares que vencía en cuatro días y lo puso arriba de la mesa. Con la plata en la mano era mucho más fácil negociar con Argentinos”, dice Corigliano
El mismo día del vencimiento, García los convocó al diario y les contó lo de la amenaza. Mientras tanto, Maradona y su primer representante, Jorge Cysterpiller, fueron convocados a las oficinas de River. Allí, Rafael Aragón Cabrera, presidente del club y una figura fácilmente manipulada por Lacoste, trató de aconsejarlo a Diego: “Te voy a pagar mejor que a Fillol, que a Alonso y que a Jota Jota. Vení a jugar a River, Diego. Yo sé por qué te lo digo”.
Maradona, que no había hecho declaraciones públicas sobre su pase, se enteró del poder que desplegaba Lacoste para llevarlo a River. Uno de sus periodistas amigos en esa época, el tano Francisco Franconieri, de Crónica, lo llamó un viernes de enero de 1981. “Escuchá Diego, mirá que Cónsoli (Próspero, presidente de Argentinos) tiene todo arreglado con Lacoste a través de Suárez Mason y te quieren llevar a River, ¿vos querés jugar ahí?” Aunque Diego era un confeso hincha de Independiente, su padre era de Boca. Y entre ambas opciones, le seducía un poco más el club de la Rivera. “Ni loco –dijo Maradona–, hace una nota y decí que quiero jugar en Boca.” Lo que lo terminó de convencer a Diego fue una charla que tuvo con Cysterpiller días después de la reunión con Aragón. “Diego, mirá que hay gente pesada atrás de todo esto. Si no aceptás ir a River nos van a mandar inspecciones de la DGI y la vamos a pasar muy mal.” Algo hizo un quiebre en la cabeza del 10: “¿Sabés qué? Rompé toda posibilidad de arreglar con esta gente. Yo quiero ir a Boca”.
Al otro día, Franconieri sacó una doble central con el título “Quiero jugar en Boca”. El periodista, fanático del club, corrió con el diario a Brandsen 805. Allí estaban Corigliano, el dirigente Antonio Moreira y Noel reunidos. Nota en mano, los increpó: “Quiere jugar en Boca, ¿ustedes qué van a hacer?”.
–Y… lo traemos –contestó Corigliano-.
Con ayuda de un fondo inversor, más ahorros del club y amistosos que se jugarían durante todo el año 1981, se realizó el préstamo por 3,5 millones de dólares hasta el Mundial ’82.
Luego vendrían el debut contra Talleres el 22 de febrero de 1981, el 3 a 0 a River, la apretada de la barra en La Candela, el gol de Perotti a Ferro y la vuelta olímpica contra Racing. River, para contrarrestar la compra, había comprado a Mario Kempes. Mientras Diego daba la vuelta en agosto de 1981, Angel Labruna, técnico de River esperaba a Lacoste y a Aragón Cabrera en el Monumental para que le dijeran algo sobre su futuro. Nunca llegaron. El almirante y el presidente del club estaban cenando con Alfredo Di Stéfano en la Cantina de David, arreglando la llegada de la Saeta para dirigir el club en el Nacional 1981.
Calificación:

Bueno, eso. Quería que leyeran este artículo y que me digan si es verdad. Me genera desconfianza que el diario es una gacetilla de prensa oficialista, y hacen quedar a maradona como un héroe, y a nosotros como el oscuro club procesista. Sobre todo después del video que trascendio la semana pasada donde se lamentaba de no ir a River

Fuente: El caño de Diego a Lacoste | Miradas al Sur

                                   A 30 años de su debut en Boca, así fue la jugada de  Maradona para saltar el poder de la dictadura y pasar al club de la  Rivera        

Domingo Corigliano quedó frío. La voz del Gallego Héctor Ricardo García del otro lado del teléfono no sonaba cargada de entusiasmo como días antes. “Vengan para la oficina del diario ya, pasó algo con el préstamo de Maradona”, dijo.
En los cinco minutos de auto que separan todavía la cancha de Boca de la redacción de Crónica, ni Corigliano ni Martín Benito Noel pronunciaron palabra.
La oficina del diario estaba desarreglada, tanto como su dueño: “Se cayó el pase de Maradona, me amenazaron de muerte”, dijo el Gallego. Corigliano apoyó los codos sobre el vidrio del escritorio y se tomó la cabeza.
Urgencias. El empresario Martín Benito Noel necesitaba un golpe de efecto en su presidencia y los hinchas de Boca, en la autoestima. Noel, candidato de la Agrupación La Bombonera, había derrotado en las elecciones del 14 de diciembre de 1980 a Alberto J. Armando, presidente del club durante 20 años.
Tenían dos temas urgentes por resolver. Una, lavar la imagen del equipo después de la pésima campaña de ese año con una contratación resonante. La otra, buscar un técnico.
La segunda urgencia quedó resuelta por un asesor de lujo que tenía Noel, Luis Carniglia, fino jugador xeneize de principios de los ‘40. Las opciones eran Roberto Rogel y Silvio Marzolini. Yiyo eligió al rubio marcador de punta. Faltaba la primera necesidad.
Causa. Domingo Corigliano, un financista muy famoso de aquellos años, conocedor de los rincones del fútbol y del poder, estaba al tanto de que Diego Maradona, a pesar de las constantes ofertas del Barcelona, no iba a ser vendido al exterior hasta el Mundial ’82. La dictadura también tenía en sus manos el futuro de Diego y lo necesitaba para el campeonato de España. La ayuda que Argentinos Juniors recibió del Estado a través de la publicidad de Aerolíneas Austral en su camiseta en 1980 –cuando los sponsors no existían en el fútbol local– es un ejemplo de que Maradona, como cantaban las tribunas, era “patrimonio nacional”. Sólo que antes de partir debía dejar su sello en un equipo grande.
El almirante Carlos Lacoste, brazo ejecutor de Massera y un matón al que el fútbol argentino le debe la designación de Julio Grondona al frente de la AFA, tenía un sueño personal: ver a Diego con la camiseta de River. Y utilizó todo su poder mafioso, el mismo con el que presionó a varios dirigentes y jugadores cuando mandaba en el fútbol local.
Efecto. El gran problema, una vez que Argentinos Juniors fue empujado a ceder a Maradona a préstamo a un club local, fue quién se quedaba con el jugador. Los tres millones y medio de dólares que el club de La Paternal pedía por el préstamo hasta el Mundial, eran inaccesibles. Lacoste avanzó con un plan que conocía de memoria, utilizar las páginas de El Gráfico, revista de Editorial Atlántida, como material propagandístico y de presión. Había hecho lo mismo durante el Mundial ’78 falsificando una carta al holandés Ruud Krol, donde le contaba a su hija que “los fusiles de los militares argentinos disparaban flores y no balas”. En diciembre de 1980 la revista dedicó dos tapas a Maradona. La primera era una foto del crack poniéndose la camiseta de River luego de cambiarla al final de un partido: “El caso Maradona: River, ¿una solución?”, se preguntaba en letras amarillas. La otra, publicada 15 días después con una foto más pequeña, también sugería el pase a los Millonarios.
Servicio. Lacoste estaba al tanto de que en los últimos meses de 1980 Héctor Ricardo García había tenido una reunión con Noel y Corigliano por el pase del 10. “Lo recuerdo como si fuera hoy –cuenta Corigliano– nos propuso darnos la plata para comprar el pase definitivo en U$S 6,5 millones. ¿Las condiciones? Devolver ese dinero en seis años, el 25 por ciento de un futuro pase y el préstamo del estadio para unos recitales y unos eventos cuya figura central sería un artista del exterior que cerrarían con un partido y Maradona como atracción.” La desconfianza de las caras de los dirigentes ante el planteo fue interpretada por García. “Se levantó, trajo un plazo fijo del Banco Rural por 7 millones de dólares que vencía en cuatro días y lo puso arriba de la mesa. Con la plata en la mano era mucho más fácil negociar con Argentinos”, dice Corigliano
El mismo día del vencimiento, García los convocó al diario y les contó lo de la amenaza. Mientras tanto, Maradona y su primer representante, Jorge Cysterpiller, fueron convocados a las oficinas de River. Allí, Rafael Aragón Cabrera, presidente del club y una figura fácilmente manipulada por Lacoste, trató de aconsejarlo a Diego: “Te voy a pagar mejor que a Fillol, que a Alonso y que a Jota Jota. Vení a jugar a River, Diego. Yo sé por qué te lo digo”.
Maradona, que no había hecho declaraciones públicas sobre su pase, se enteró del poder que desplegaba Lacoste para llevarlo a River. Uno de sus periodistas amigos en esa época, el tano Francisco Franconieri, de Crónica, lo llamó un viernes de enero de 1981. “Escuchá Diego, mirá que Cónsoli (Próspero, presidente de Argentinos) tiene todo arreglado con Lacoste a través de Suárez Mason y te quieren llevar a River, ¿vos querés jugar ahí?” Aunque Diego era un confeso hincha de Independiente, su padre era de Boca. Y entre ambas opciones, le seducía un poco más el club de la Rivera. “Ni loco –dijo Maradona–, hace una nota y decí que quiero jugar en Boca.” Lo que lo terminó de convencer a Diego fue una charla que tuvo con Cysterpiller días después de la reunión con Aragón. “Diego, mirá que hay gente pesada atrás de todo esto. Si no aceptás ir a River nos van a mandar inspecciones de la DGI y la vamos a pasar muy mal.” Algo hizo un quiebre en la cabeza del 10: “¿Sabés qué? Rompé toda posibilidad de arreglar con esta gente. Yo quiero ir a Boca”.
Al otro día, Franconieri sacó una doble central con el título “Quiero jugar en Boca”. El periodista, fanático del club, corrió con el diario a Brandsen 805. Allí estaban Corigliano, el dirigente Antonio Moreira y Noel reunidos. Nota en mano, los increpó: “Quiere jugar en Boca, ¿ustedes qué van a hacer?”.
–Y… lo traemos –contestó Corigliano-.
Con ayuda de un fondo inversor, más ahorros del club y amistosos que se jugarían durante todo el año 1981, se realizó el préstamo por 3,5 millones de dólares hasta el Mundial ’82.
Luego vendrían el debut contra Talleres el 22 de febrero de 1981, el 3 a 0 a River, la apretada de la barra en La Candela, el gol de Perotti a Ferro y la vuelta olímpica contra Racing. River, para contrarrestar la compra, había comprado a Mario Kempes. Mientras Diego daba la vuelta en agosto de 1981, Angel Labruna, técnico de River esperaba a Lacoste y a Aragón Cabrera en el Monumental para que le dijeran algo sobre su futuro. Nunca llegaron. El almirante y el presidente del club estaban cenando con Alfredo Di Stéfano en la Cantina de David, arreglando la llegada de la Saeta para dirigir el club en el Nacional 1981.
Calificación:

Mirá vos…Igual ese Domingo Corigliano es una lacra en la historia de Boca. Sobre todo en el nefasto (para ellos) año 1984.