Varias reflexiones interesantes de LaRedo!
No sé si les pasó (?) que estos superclásicos, a diferencia de años anteriores, no llevó la menor expectativa, más allá del interés regional en poder asistir a estos espectáculos. Sabemos que en Chaco y Mendoza no pasa un carajo, si les llevan el Obelisco de gira agotan también las entradas (?), pero de todas maneras ante el ojo del futbolero de ley ambos partidos pasaron no inadvertidos pero sí fueron fruto de análisis sumamente relativizados e incluso desde la mirada más subjetiva y enfervorizada del hincha tampoco hubo demasiado alarde. La excusa de “ya da lástima cargarlos” no es satisfactoria, el hincha de ley no se cansa nunca de eso. Lo intentó en Mendoza la gente de Boca simulando un velorio pero podés creer que llevaron banderas negras, insólito. Además, lástima a nadie, maestro (?).Agreguemos también que estaba el atenuante del detallecito ese menor de que River está en la B (?). Y que se dejó correr ese afán polemista de que la B es mejor que la A o que River llena más la vista que Boca. A ello le sumamos que hace tiempo no se enfrentaban por el descenso de River, en concreto había una multiplicidad de elementos como para enriquecer la cosa pero más allá de la política del afiche y de quienes la consumen, solo quedó la certeza de que Boca hizo valer su jerarquía ante un equipo tan bien intencionado como ingenuo y tierno. Seguramente a Boca le valió desde el punto de vista de la puesta a punto, Falcioni hizo jugar a titulares y suplentes y siempre quedó en claro el concepto de preparación, cuando se decía que Boca tenía mucho para perder la respuesta en la cancha fue totalmente diferente, nunca se tomó un superclásico como tal. Y ganó.
Desde hace tiempo River tiene un problema de liderazgo en su plantel. Sin ir más lejos no había un solo jugador que alzara la voz en tiempos de Jota Jota y gritara “no nos vamos a ir a la B”. La llegada de Cavenaghi y el Chori Domínguez hacía prever que el discurso derrotista cambiaría. El primero no es un amo y señor de la retórica y el segundo dijo que si River le ganaba a Boca “se les venía la noche”. Falla la conducción, claro y no es de extrañar dado que el emblema del equipo que mandó al descenso a River hoy es su entrenador.
Por lo tanto vemos que el asunto se encara de manera diferente en cada vereda y no por nada uno es campeón invicto y el otro pelea en la dura B Nacional. River no manejó como Boca la idea de pretemporada y asumió estos partidos como intento de recuperación del orgullo perdido ante tanta desdicha y tanta gastada. Y obviamente le fue mal. Al intentar sentirse par, homologarse ante un club de primera división, River perdió de vista el concepto de partido de preparación, que sí había tenido ante Racing y Estudiantes, y entró en una nebulosa de pelea histérica orgullosa. Así es como hay que leer la expulsión de Alejandro Domínguez en el primer partido, los nervios de muchos pibes, el apresuramiento de Cavenaghi en las definiciones y la inclusión de Trezeguet sin rodaje ni ritmo de partidos necesarios. Desde la planificación falló en todo en los superclásicos y Almeyda pecó no solo de su falta de experiencia sino también de su incapacidad.
El momento de River no está para estas torpezas, debía Almeyda consolidar las buenas perfomances contra algunos equipos en la primera rueda de la B Nacional, solucionar los inconvenientes enormes en su línea defensiva y en la definición y utilizar estos partidos de cara a la vuelta con Almirante Brown. Nada de ello sucedió y el propio Pelado se pone solito en la picadora de carne ante un mal resultado contra el equipo de Blas Giunta, y nombramos al entrenador a propósito. Por todo ello y para que no vuelva a suceder (?) es que desde estas modestas líneas perdidas en el espacio proponemos algo que no atente contra esta inteligencia.
El concepto de pretemporada debe ser tomado como tal, la idea no es medirsela cuán larga se la tiene sino justamente adecuar al equipo a una base que debe durar todo el año. Más allá de que acá el calendario está partido dicha base debe realizarse y los partidos tienen que inscribirse en esta disposición. Equipos de categorías menores constituyen una buena alternativa para trabajar en la confianza. Y si se quiere competir en relación al nombre y el prestigio que se supo conseguir, los amistosos internacionales siempre son interesantes en este sentido. Qué estamos diciendo con esto: que desde esta perspectiva River, y por qué no los otros clubes que participan, deberían dejar de lado los torneos de verano.
Pensemos en esta copa, llamada incluso Luis Nofal, uno de los directores de TyC que falleciera de cáncer. El nombre de la copa te lo dice (?), se trata de un empresario. La lógica del fútbol hoy está regida por la lógica empresarial, está claro. Pero al menos hay detrás de cada torneo el peso de la competición, en este caso la tradición de una copa de leche de verano es nula, por más chilenas del Enzo que recordemos siempre . Y en River incluso es negativa, Ramón Díaz alguna vez se fue luego de un torneo de verano. Decimos entonces que prima el interés televisivo y decididamente pega de lleno en la conformación de un equipo con las aspiraciones que tenga. Este gran negocio de Torneos, sí, todavía sigue haciendo grandes de negocios, impacta claramente en lo que vendrá, donde el amistoso pierde dimensión y se transforma en problema. Si se gana al otro día nadie se acordó y si se pierde las consecuencias son peligrosas. Someterse a esa apuesta es algo totalmente innecesario.
Fox vendía al superclásico como el partido más importante del mundo y sabemos que, claro, River y Boca sin dudas protagonizan tal vez la rivalidad más interesante que se pueda encontrar pero la situación del Millonario devalúa bastante la cosa. Está claro que hoy importante es Barcelona-Real Madrid, no esto. Si bien queda claro que el norte de River debe enfocarse hacia Almirante Brown, toda esta parafernalia hace que se desvíe el camino de manera banal y sin sentido. Es por esa razón y más allá del beneficio económico que estos partidos trajeran al club, tampoco es exorbitante, cuando llegue la solicitud para que River sea parte de estos torneos nefastos la respuesta de Passarella debería ser un sea un rotundo no y que de paso agregue: llamen a Vélez, Lanús y otros clubes modelos (?). Con esto no queremos decir que River y Boca no se enfrenten más sino que lo hagan cuando la competencia real lo indique, como sucede en casi todos los clásicos del mundo.
River ha pagado caro esta seguidilla de derrotas y por ello es la sugerencia de renuncia a estos certámenes. Que, dicho sea de paso, son inmirables. Sea el miedo a perder, a no poner de más, al entrenamiento o lo que fuera, cada uno de los encuentros del verano han sido deleznables. Por lo tanto, ni siquiera puede ser rescatado desde lo futbolístico, se trata de un juego y el negocio de unos pocos en los cuales muchos terminan, terminamos, siendo funcionales. Entre esos muchos están los hinchas que toman muy en serio el partido con Boca, como debe ser, y olvidan que solo es un partido para la puesta a punto, tal como lo tomó Falcioni. Desatender este negocio no va en detrimento de la solvencia económica del club, sí colabora al incremento de una solvencia deportiva. Ojalá los torneos de verano tal como son organizados hoy sean una triste anécdota en el futuro.