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Lanata: “Si no estoy de acuerdo con que le inventen una causa a Papel Prensa, me acusan de…”
Lanata hace dos años: 
 Papel Prensa y Dictadura, por Jorge Lanata 
 Publicado en “Critica de la Argentina” el 13 de abril de 2008
Publicado en “Critica de la Argentina” el 13 de abril de 2008
Sirve  para envolver huevos, para limpiarse el traste, para recortar  personitas tomadas de la mano, para hacer aviones o barquitos, para  reprocesarlo y hacer trapo y también para difundir ideas. Sirve para  abrir los ojos y para dar noticias, y estamos condenados a él desde hace  tres mil años antes de Cristo, o quizá más. Ha comenzado su agonía pero  fue, desde siempre, la materia prima soporte de la comunicación.  Controla mucho quien controla el papel. Es quien puede hacer que este  texto desaparezca, ahora, de sus manos. O que llegue tarde, o nunca. O  que cueste cien pesos, o diez. Por eso la historia que sigue puede  presentar personajes tan diversos y, sin embargo, tan unidos: Lanusse,  Víctor Civita, Videla, los Montoneros, Graiver, Clarín, La Nación, La  Razón, el fiscal Molinas, Menem, Kirchner, bailando alrededor del papel.
En  esta historia el “periodismo independiente” se hace trizas, la libertad  se vuelve una broma pesada y el doble discurso reina y se multiplica,  en un eterno juego de espejos.
BARROTES DE PAPEL
En  1950 el gobierno peronista comenzó a utilizar tenazas de papel como  instrumento de presión: el Estado concedía los permisos de importación y  se encargaba de fijar las cuotas de compra del insumo a cada diario.
En  aquel año La Nación, un diario crítico al oficialismo, importaba 8.388  toneladas de papel, ocupando el tercer lugar en el ranking de  circulación, debajo de La Prensa (que fue expropiado al año siguiente) y  de El Mundo, de Editorial Haynes. Tres años más tarde el matutino de  los Mitre pasó al séptimo lugar: el gobierno sólo autorizó la  importación de 2.097 toneladas.
Años después la dictadura de Onganía  creó el Fondo para el Desarrollo de la Producción de Papel y Celulosa  (decreto ley 18.312 de agosto de 1969) y fijó una “tasa de contribución”  del 10% a la importación de papel hasta que la fábrica de papel  argentina se pusiera en marcha. Todos los diarios del país pagaron,  durante diez años, el 10% de sus importaciones para montar una planta  que, finalmente, sólo se adjudicó a algunos de ellos.
El 31 de marzo  de 1971 otra dictadura, la de Lanusse, dispuso que la fábrica de papel  debía tener un 51% de capital nacional y que el Estado aportaría el  resto. Se llamó a licitación el 19 de abril de ese año y ninguno de los  oferentes cumplió con los requisitos. César Civita, de la entonces  poderosa Editorial Abril, editora de Claudia, Panorama y Siete Días,  entre otras revistas, presentó una oferta superadora pero después de la  apertura de los sobres.
En mayo de 1972 Lanusse declaró desierto el  concurso público y firmó una adjudicación directa con Civita, Doretti y  Rey. El “Grupo Fundador” de Papel Prensa recibió acciones clase A y el  Estado, acciones clase B. A finales de 1973 Rey ya había comprado el  ochenta por ciento de las acciones clase A y es entonces cuando entra en  escena el banquero David Graiver, financista ligado a los Montoneros.  “Dudi” Graiver estaba al frente a un imperio multinacional valuado en  doscientos millones de dólares de la época, y manejó parte del rescate  de 60 millones de dólares que Montoneros cobró por el secuestro de Jorge  y Juan Born.
En 1976, a través de testaferros, Graiver controlaba la  totalidad de Papel Prensa. El banquero, entonces de 35 años, murió en  un confuso accidente de un vuelo privado que cubría el trayecto Nueva  York-Acapulco. En David Graiver, banquero de los Montoneros Juan  Gasparini relató el momento del traspaso de acciones: “Lidia, la viuda,  fue convencida para firmar el preboleto de venta sin chistar. Reunió a  Juan (el padre de David) y a Isidoro (su hermano).
Mordiéndose de  rabia, les pidió que la acompañaran al solemne acto, celebrado en La  Nación, en Florida entre Corrientes y Sarmiento, en el despacho del Dr.  Bartolomé Mitre, a quien acompañaban Patricio Peralta Ramos de La Razón y  Héctor Magnetto de Clarín, encontrándose también como invitado Máximo  Gainza Castro de La Prensa”.
El traspaso a los tres diarios se firmó  el 18 de enero de 1977. Después de ceder las acciones los miembros del  Grupo Graiver fueron detenidos e intervenidos en todos sus bienes para  evitar que algún reclamo de heredederos afectara la tenencia de Clarín y  sus socios. El general Camps, jefe de Policía de la provincia de Buenos  Aires, efectuó personalmente las detenciones.
Los Graiver ni  siquiera cobraron la cesión de las acciones. Gracias a gestiones de la  dictadura, los diarios lograron dos créditos: del Banco Español del Río  de la Plata y del Banco Holandés Unido sucursal Ginebra, por 7.200.000  dólares, a sola firma y sin avales. Años más tarde, ante el fiscal de  Investigaciones Administrativas Ricardo Molinas, Magnetto declaró que el  préstamo tuvo un aval de una papelera internacional, pero se negó a  ratificarlo por escrito a pedido del fiscal.
En mayo de 1977, en una  solicitada publicada en su tapa, Clarín, bajo el título “A la opinión  pública” dio su versión de la compra de Papel Prensa, aclarando que “la  transacción se celebró a la luz pública y con el consentimiento previo y  posterior del Estado”, algo que se hizo –decía– “resguardando el  abastecimiento para todos los diarios de su principal insumo, en defensa  de la libertad de prensa, de conformidad con una centenaria tradición  argentina y respetando uno de los soportes de nuestro estilo de vida”.  El primero de agosto de 1978, en la tapa de La Nación, puede verse una  fotografía cívico-militar de inauguración de la planta.
(LA NOTA SIGUE…)
INVESTIGACIÓN: J. L. /LUCIANA GEUNA/JESICA BOSSI
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