Coincido en que los frentes populares no sirven prácticamente para nada, porque para conformarlos, lo primero que hay que negociar es lo imprescindible, las herramientas básicas necesarias para lograr realmente llevar a cabo una economía que reparta más equitativamente la torta y como consecuencia una sociedad más justa.
Cito un ejemplo referido, a mi criterio, a un tema de importancia crucial. El único camino viable en Argentina para lograr una recuperación económica de manera brusca es echar mano al recurso más importante que tenemos, que es el campo. En un país con muy poco desarrollo industrial como el nuestro, no existe otra manera de lograr un cambio drástico si no es a partir de una redistribución de las tierras. Pues bien, jamás escuché una propuesta de reforma agraria que venga de parte de un frente popular. Solo hubo un presidente que elevó al Congreso un proyecto de reforma agraria y que por supuesto no le dieron la menor bola; ese presidente fue, por increíble que parezca, Arturo Frondizi. Después de eso fue abandonada esa idea sustancial, nunca más se volvió a hablar del tema. Lo que pasó después con Frondizi ya lo sabemos, era tan volátil y tenía tan poco poder político que terminó en Alsogaray como ministro de economía, pero lo cito porque es un hecho histórico que demuestra que no es ningún delirio hablar de reforma agraria. Es sabido que hasta J.F. Kennedy dijo en su momento que el camino para Latinoamérica era redistribuir las tierras. Esos dos tipos hablaron de una propuesta que la dirigencia “progre” de nuestro país ni siquiera se atreve a mencionar; de hecho, se instaló como un tema tan insólito que cada vez que planteo esto con amigos y conocidos me miran como si estuviese perdidamente loco.
En este país, con una pampa húmeda donde tirás un clavo y crece, tenemos un índice de Gini aplicado a tierras de casi un 0,8, cuando, según el sistema ideado por Gini, cero sería que todos los ciudadanos tuviésemos la misma cantidad de tierras y uno indicaría que haya un solo habitante que fuese dueño de toda la tierra. Un índice de 0,8 es inadmisible, paupérrimo, sobre todo si, insisto, la tierra es por lejos el bien más preciado de nuestra economía.
Fijate que aún en manos de terratenientes y corporaciones extranjeras, aún cuando el negocio lo hacen Grobocopatel & Cía llevándose todas las ganancias para afuera, aún así el campo es el motor de la economía argentina.
Que alguien me diga cómo piensan equilibrar la balanza comercial para que no sigamos gastando más de lo que generamos como pasó en los últimos 50 años, porque ese es el problema central, si salen más divisas de las que entran significa que para compensar eso hay que endeudarse o emitir moneda, dos situaciones nefastas a la que han recurrido sistemáticamente todos los gobiernos desde mitad del siglo veinte para acá. Hay dos maneras, una es la que propone el FMI, recorte de gastos y todos culo para el norte, que quede vivo el que pueda sobrevivir y a cagar con todo. La otra es generar más recursos, y si separamos la paja del trigo y dejamos de darle cabida al verso que proviene de la mayoría de los políticos, la única manera de generar más recursos es poniendo el bien más preciado de la economía al servicio del país.
Entonces, los únicos dos caminos son, o el que propone Macri con el FMI para bajar los gastos, o una redistribución de tierras para generar más ingresos. Y si no, que me digan de dónde mierda va a salir la guita para dejar de gastar más de lo que generamos y salir, por fin, de la miseria.
Todo lo que vaya por el medio de esas dos vertientes es verso, coyuntura, como ocurrió en los últimos 50 años en que han destrozado la economía hasta un punto tal que tuvimos cinco monedas, y que 1 peso actual equivale a 50 BILLONES de pesos originales, o sea, el peso verdadero, el que vale. El desastre ha sido tan enorme que hemos tenido que sacarle ceros a nuestra moneda original cuatro veces, llevando al peso a un lugar absolutamente simbólico, ya que carece del mínimo respaldo como para considerarla como tal.
Es un problema de recursos, de guita, se va más de la que entra, y no encuentro a nadie que proponga una solución real, que me diga de dónde mierda va a salir la guita para solucionar esto antes que desaparezcamos del mapa. Creo que es claro como el agua, tenemos un gobierno que ya propuso y eligió un camino, el déficit cero a costa del hambre, la miseria, que la guita la pongan los que menos tienen para que la economía se equilibre y pueda seguir la fiesta de concentración de poder y dinero en manos de unos pocos. Falta ahora generar e instalar una contrapropuesta cuyo primer paso, aunque obviamente no el único, es redistribuir las tierras cultivables, y volviendo al principio del tema que dio origen a mi respuesta, mientras haya frentes populares que desestimen las herramientas básicas imprescindibles para elaborar propuestas serias de alternativa con el fin de “suavizar” la metodología a implementar para captar votos y tomar atajos para llegar al poder, seguiremos navegando en las aguas de la intrascendencia que nos lleva al barranco, o caeremos una vez más en manos del liberalismo económico.
Para cerrar y cubrirme de las críticas, cito a dos grande como Groucho y Borges. “Si no les gustan mis principios, tengo otros”, je, y por último, si les parece muy incoherente lo que digo, “disculpen mi ignorancia”.
Saludos a tutti