A mí lo que me preocupa es como se entiende y se interpreta a la política. La política es mucho más que un cargo, es mucho más que una candidatura, es mucho más que una banca.
Para simplificar voy a dividir en dos: primero respecto de lo que opino específicamente de este caso, y segundo, renuevo y ratifico mi crítica a la conducción y organización del partido y del movimiento.
Antes de arrancar, lo primero que tengo que aclarar es que esta chica es inocente. Dicho esto, mi problema con Ofelia Fernández es que es una persona sin experiencia política. El que me venga a decir que militar en el colegio, así sea el Carlos Pellegrini, como la militancia universitaria (pregúntele al comandante de TNT de económicas) se asemejan en algo a la política global. Desde ya que existen muchos políticos experimentados que hacen cualquier cosa, con lo cual la “inexperiencia política” en este caso no es un argumento válido, porque, en definitiva, hacia donde voy, no pasa por ahí. De todas formas va a formar parte de la legislatura porteña, con gente como Cerruti, y otros tantos ilustres desconocidos. Van a gestionar CABA, con lo cual, lo que pase dentro de la Gral. Paz me tiene sin cuidado.
El tema de la política es que la están usando. Por lo menos que sepa y que se entere que la están usando, con lo cual ya rosaría algo así como la prostitución intelectual (¡vamos che! si existe la honestidad intelectual, ¿cómo no va a existir la prostitución intelectual que vendría a ser justamente aquel que no tiene honestidad intelectual y se prostituye intelectualmente vendiéndose al mejor postor?). La están usando porque precisamente no tiene ninguna experiencia política. La están usando porque es una chica que habla del tópico de moda, sin demasiada profundidad y donde filosóficamente cualquiera puede dar una opinión subjetiva coherente que pasa como válida. Se caga la vida porque va a pasar a cobrar 100 lucas, 150 lucas, una chica de 19 años. ¿Qué va a hacer de su vida a los 23 años cuando deje de cobrar esa platita? Se va a volver un caso más de Donditis aguda, de sindicalismo perpetuo, de danza de postulaciones para vivir siempre de abajo, de la silla, de la banca. Ya hemos visto mucho travestismo político, con lo cual no es nada nuevo. ¿Pero para qué engendrar una nueva bestia de cero?
En política legislativa, uno forma parte de un cuerpo. No se trata de que hayan votado a una persona, uno integra una lista y forma parte de un partido político. Con lo cual, aquel que me venga a decir “es una piba con muy buenas ideas, con cancha y experiencia, que sabe y entiende cómo viene la mano y quién es el enemigo”, no me alcanza porque le van a hacer levantar la manito, ir a reuniones, y tragarse varios sapitos que me encantaría saber si esta chica está dispuesta a comerse un balazo para salvar un compañero. Así es como se terminan entregando a los compañeros, cuando uno no los defiende, cuando uno es “simplemente uno mismo”, eso en la política no suma. La política no es un colectivo feminista, sindical, trabajador, representativo de una minoría. En las elecciones, por mandato e imperio de la Constitución Nacional, se eligen partidos políticos. Esto significa, que uno no es un individuo, es parte de un partido político y el que manda es el partido político. Entonces cuando esta chica dice que tiene 19 años, que es feminista, ¿a qué partido político pertenece? ¿Qué ideas programáticas representa? ¿Sabe hacia donde tiene que ir?
Eso por un lado. Por el otro, el tema de la dirigencia, de la conducción del espacio.
Sinceramente, no sé quién es, o quiénes son. ¿Quién es el líder del movimiento? ¿Quién es el vocero? ¿Alberto? ¿Cristina? ¿Máximo? ¿Vamos hacia un mundo sin una conducción política? ¿A este nivel de modernidad líquida llegamos?
Yo ya no sé qué se entendió de 2015. Yo pensaba que de alguna manera se había entendido que si ganaba Macri, iba a ser un desastre. Si Macri es simplemente un interregno, un mal menor, un “bueno, y qué le vamo’ a ‘cer”; estamos mal. Muy mal. Más allá de que es siempre una posibilidad latente el perder en las urnas, yo había entendido y escuchado a miles de compañeros, desde lo más alto hasta este foro, que se había aprendido la lección. Que son el enemigo, que hay que desterrarlos, que hay que militar a morir para que no ocupen nunca más el poder político. ¿Y? ¿Ahora de qué nos disfrazamos?
O sea, si ahora “hacemos cualquier cosa para ganar”, ¿Ofelia Fernández es cualquier cosa? Si por hablar de amplitud y rellenar lugares con gente de otros espacios como para que los votantes de ese colectivo minoritario (como el que Ofelia Fernández representara, en su caso parece ser el feminismo, los jóvenes… y no sé qué alguna otra cosa más). No escarmentamos aún con lo que pasó cuando hicimos gran junta gran en 2007 con la UCR y con Cobos como vicepresidente, evidentemente. Que me vengan a decir “pero ahora es distinto, es una chica con buenos valores, del Nacional Buenos Aires, del Carlos Pellegrini, colegio preuniversitario, no es Cobos” y bueno, pero lo mismo, ¿entonces qué es? Si vamos a seguir tanteando, probando, vamos mal.
El enemigo es muy poderoso, es el capitalismo internacional enraizado con un sector de la sociedad que se conforma con sus migajas (léase el sector exportador). Se combate de una manera muy sencilla, con una nación orgullosa de sí misma, que labure a fondo para sacar este país adelante, produciendo a morir, a destajo, como nos gusta a nosotros. A todos nos encantaría estar en un lugar (de trabajo) donde podamos desarrollar y exponer todas nuestras capacidades. El que haya tenido un emprendimiento propio sabe la satisfacción que implica laburar fuerte para ver como su “bebé (económico jaja)” crece y se desarrolla. No necesitamos políticos filosóficos que nos vengan a decir cómo leer el diccionario. Necesitamos guerreros con los huevos bien puestos, y guerreras que den la vida por los compañeros. Como Evita. Ella no era mero discurso, iba y ponía la bala donde había que ponerla. Porque si no la pone el campo nacional primero, la pone el enemigo. Vivimos en una guerra fría interminable, donde la única salida es combatiendo.
Ofelia Fernández es solamente una víctima más. Ella es inocente. Pero la van a pervertir y una vez más, la que va a salir lastimada es la política, por haber elegido alguien que no entiende nada de política.