Nah, fijate que ni la opo ni la corpo se animan a mentir con eso…
Según Néstor, Clarín empezó a escribir en contra del Gobierno porque Magnetto quería comprar Telecom y el Gobierno se lo negó.
Aunque para mí el “quiebre” se dio de forma más sencilla, y tal cual ha hecho este Gobierno con otros grupos de poder con los que confrontó: Me intentás extorsionar, te mando sin escalas a la concha de tu madre.
Claro… te seguís morfando el discurso épico del gobierno ale? Hay que tratar de diferenciar los hechos de una moral que se basa en un discurso épico que oculta o niega los problemas sociales.
Capaz este artículo te sirve…
LAS COSAS POR SU NOMBRE
El catonismo
Por Guillermo Raffo
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16/06/12 - 11:45
Podría jactarme de ver el futuro, pero voy a decir la verdad. Fue el diario La Nación el que –negando su fama de conservador– quebró el continuum temporal publicando el miércoles una nota que yo había contestado acá el domingo anterior. Nada será igual. Romina Manguel objetó el uso de “nazi”. Si hoy contesto lo que ella escribirá la semana que viene explota el universo, así que voy a seguir de largo con los nazis, intentando acomodar un poco. Romina, ¿no te gusta nazi? Hay otras palabras.
Barrington Moore, un sociólogo benigno, sincero y progresista que dedicó su vida a comparar los orígenes de las dictaduras con los de las democracias, buscó en la Roma antigua un nombre para esta inmanencia prefascista de destino incierto que tanto nos está costando bautizar. La llamó “catonismo”, haciendo referencia a los escritos y las prácticas de Catón el Censor, un latifundista patriota bastante kirchnerista. El catonismo moderno según Moore es más actitud y doctrina que ideología propiamente dicha. Pregona una moralidad que no es instrumental; no tiene como objetivo una vida mejor, y entiende la felicidad como una ilusión burguesa decadente. La moral del catonismo es, según Moore, la base de un discurso épico que le sirve para ocultar o negar las condiciones sociales reales. Valora la obediencia y las jerarquías, pero no en el sentido burocrático del Soviet sino proponiendo la restauración de valores patrióticos perdidos: camaradería, gemeinschaft, heimat.
(Hace milenios, en 2005, Hernán Iglesias Illa fue el primero en notar, con muy buen humor y prudente preocupación, que el concepto de heimat –o amor a la patria como elemento constitutivo de la identidad– asomaba de nuevo en el horizonte argentino. Su comentario fue injustamente ignorado por la mayoría y objetado con la sarasa habitual por parte de los patriotas de turno, que ni lo entendieron. Pero los años fueron sumándole actualidad a aquella reflexión, que también giraba en torno a las definiciones. En inglés, decía Hernán, no hay una palabra para “patria” ni una específica para “pueblo”. Y agregaba: “Los alemanes, los tanos y nosotros tenemos ‘patria’ y tenemos ‘pueblo’, y las cagamos a palos: nos las tiramos por la cabeza, como si sirviera para algo”).
El catonismo, según Moore, reivindica una idea provinciana del arte, alentando expresiones folklóricas y rechazando las foráneas. Y también –su condición más siniestra, la que más me llamó la atención– se constituye a partir de enemigos. “El extranjero decadente, el intelectual cosmopolita, el mundo de las finanzas, el comerciante”. No sé si les suena.
Podríamos llamar catonismo a lo nuestro y nos acercaríamos bastante. Sin embargo, la analogía no termina de resolver el problema del presente. Es cierto que el Catón original inspiró a Spengler y (vía Spengler), a Mussolini y a los nazis. Pero la república francesa también es hija de la guillotina. Y ni Catón ni Spengler ni Robespierre ni Mussolini habrían actuado de la misma manera en Facebook, o en el subte. Su mundo era otro. Hasta el mundo de Moore era otro; “industrialización” es el escenario más moderno que imagina en su libro de 500 páginas que abarca dos mil años pero fue escrito en los 60. No es del todo convincente. Además, hay algo ampuloso y deshonesto en llamar a tus contemporáneos por el nombre de un escritor romano cuya existencia sin duda desconocen. Por supuesto que se parecen, pero el catonismo de Gabriel Mariotto no es de Catón; supera en rusticidad incluso al peronismo. Y el gobierno al que responde no está librando la batalla de las Termópilas. Sí parecería estar usurpando el Estado para beneficio propio, una característica fascista como pocas.
¿Banalizamos a Filippo Marinetti si arriesgamos que el kirchnerismo es neofascista de verdad? Haremos la prueba la semana que viene, siempre y cuando La Nación del futuro no nos sorprenda con algo más urgente.
El que se morfa algún discurso me parece que sos vos. Lo digo a consecuencia de haber leído la nota que posteaste: Hay que estar trastornado, o ser muy hijo de puta y querer confundir a sus lectores, para ver en este gobierno algo parecido a los nazis.
Me parece que no leíste bien o no querés entender, porque no creo que te falte capacidad, a qué apunta el que escribió la nota. Creo que es bastante claro el autor.
Habla de una “usurpación del poder”. ¿Qué se entiende por “usurpar”? ¿Ganar en elecciones legítimas con el 54% de los votos?
Y lo de que la lengua inglesa no tiene traducciones literales para “patria” y “pueblo”, con lo cual son conceptos que quedarían reservados para “los tanos, los alemanes y nosotros”, primero que es algo que pongo en duda ya que “patria” se puede traducir como “fatherland”. Segundo que es totalmente inconsistente, como si ningún presidente yankee de ningún tiempo se hubiera referido a “the people of the United States” tal como acá se conceptualiza a “el pueblo”. A quién se refería John Lennon cuando cantaba “power to the people”?
Me parece que no estás entendiendo. No dice usurpación del poder, dice del estado, y se entiende esto como un uso discrecional, partidista, que hace el gobierno del estado.
Respecto a lo segundo, y ya acá la explicación sería muy larga, y no tengo realmente ganas de ponerme a escribir al respecto, pero voy a tratar de resumirlo muy brevemente. Acá es claro que hace referencia al término volk y la resonancia que ha tenido el término en la ideología nazi. No es el power of the people, ni the people of the united states. Es el suelo alemán, que hace referencia a su grandeza, a una genealogía que viene desde la roma imperial, a la raza aria pura, no contaminada. Luego de la primer guerra mundial, que alemania pierde, queda un gran resentimiento de sus habitantes por lo cual se vuelven hacía sus costumbres, sus tradiciones, y demás. Se exacerba el sentimiento nacionalista, su propia cultura, superior a las demás, en su opinión. Y ahí abrevan en movimientos como el romanticismo y sus corolarios más recalcitrantes y nefastos como wagner. El nazismo no surguió de la nada, tiene sus orígenes ideológicos ya a fines del s S XVIII. Y quién anticipa con total clarividencia esto es, entre otros, heinrich heine.
Pero bueno, me tengo que ir, se me va el micro, en todo caso sino se entiende después lo amplio.
No hace falta que me expliques las raíces del nazismo. En todo caso deberías tratar de dar algo de sustento al disparatado paralelismo que la nota pretende trazar. En verdad no es más que una crítica ideológica de la reacción que intenta permanentemente descalificar procesos políticos que buscan otorgar reivindicaciones con un sentido de reparación histórica, de recuperación de cierta identidad. Agarra uno o dos aspectos, los ata con alambre y los tilda de fachos. Aunque no lo escribe, en algo tiene razón el autor de la nota: El liberalismo económico no tiene patria. Es un debate más viejo que la escarapela y a nadie llama la atención que un periodista de La Nación plante esa bandera. Eso sí, no tiene nada que ver con una cuestión lingüística.
Por empezar el tipo no es periodista, es escritor y cineasta, y escribe en perfil, no en la nación. Por otro lado, tampoco es un liberal, como tu inferencia escatológica intenta dar entender.
Yo no veo ningún disparate, les está diciendo a los kirchneristas que son neofascistas. Y da un par de ejemplos; tenía un blog el tipo y después sacaron el libro holly fuck! Qué querés que escriba un tratado en una nota el tipo? Los paralelismos son muy claros. Si vos no los ves, no tengo la culpa.
Además, se burla del nacionalismo berreta que trata de exacerbar el kirchnerismo, del provincianismo de los valores locales, del folclore argento, todo el tiempo reivindicados, aunque la dama se vista en luis vuitton. Se burla del autoritarismo de cartón de cristinita, de ese volkgeist que quiere revitalizar, ni hace falta que de ejemplos.
“Se burla”? Tildar de “fascista” o “neofascista” a procesos populares pacíficos y de respeto activo a los derechos humanos, suena más a una burla en sí mismo que a una (des)calificación seria.
La cuestión lingüística traída a colación da cuenta de que la crítica es ideológica, así como de la ideología del autor: El liberalismo económico no tiene “patria” ni “pueblo”, por eso puede ir a quemar nenitas con napalm a Vietnam en nombre del “mundo libre”.
Veo que seguís sin entender, y que seguís haciendo una interpretación delirante. Te recuerdo que la única característica del fascismo no es la violencia física…