Sacadísimo Tenembaum, le dijo TODO.
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Durísimo cruce entre el diputado Rossi y un periodista de radio Mitre
El jefe del bloque kichnerista y Ernesto Tenembaum se trenzaron en una fuerte discusión por la intervención del Estado en el fútbol; hubo insultos y pases de factura
Viernes 14 de agosto de 2009
El jefe del bloque kirchnerista en la Cámara de Diputados se trenzó esta mañana en una fuerte discusión con el periodista Ernesto Tenembaum.
El reportaje, que se emitió por radio Mitre en el programa “Primera mañana”, había comenzado con un intercambio sobre la situación de los jubilados y los índices de pobreza.
Mientras que el periodista aseguró que el 30% de los argentinos es pobre, el diputado retrucó que él “avalaba” las cifras del Indec, según las que la cantidad de personas afectadas por ese flagelo asciende al 16 por ciento. Rossi defendió el trabajo del Gobierno en materia social y Tenembaum le contestó que, para él, el saldo en el área es “exiguo”.
Fue entonces cuando surgieron los cruces más fuertes. Rossi acusó al periodista de “estar enojado” por la intervención del Gobierno en el futuro manejo del fútbol a partir de la recisión del contrato entre la AFA y Televisión Satelital Codificada (TSC) y atribuyó ese el supuesto malestar a la “pérdida de un gran negocio”.
Tenembaum le enrostró a Rossi “tener un líder que no puede justificar un patrimonio de 15 millones de dólares”, en obvia alusión a Néstor Kirchner y, enseguida, recordó el pasado menemista del ex presidente, lo acusó de haber “entregado” el petróleo y de haber indultado a los “asesinos de sus compañeros”.
A los gritos, tildó a Rossi de “mentiroso”, acusó al Gobierno de ser “autoritario y sectario” de “demonizar al periodismo” y de “impugnar la crítica”. Además aseguró que esa conducta emparentaba al kirchnerismo con las prácticas del gobierno de Carlos Menem.
Rossi no se quedó atrás. Contraatacó con alusiones a la vida profesional de Tenembaum.
También a los gritos le pidió que volviera a ser “el periodista que fue en la década del 90” e insistió en vincular el “enojo” de Tenembaum con los cambios en el negocio del fútbol.
Para el que diga: “Tenembaum opositor empedernido” les pego una nota que salió en El Argentino (diario oficial) hace unos días pegandole duro a la oposición:
[spoiler] Por Ernesto Tenembaum
Sobretodos
06-08-2009 /
Ernesto Tenembaum
Lita de Lazzari estaba eufórica: –Fue un discurso pleno de patriotismo –gritaba a quien quisiera oírla.
Se trataba de la magistral pieza oratoria en la que, minutos antes, Hugo Biolcati había calificado al Estado argentino como “predador”, en uno más de los intentos por demonizar el rol estatal en la economía. Cerca de ella, sonreía Mariano Grondona, Francisco de Narváez decía que se sentía como en casa y Mauricio Macri repartía besos por todas partes.
Hacía frío.
Todos, absolutamente todos ellos, se vestían con sobretodos muy elegantes y brillosos.
No es la especialidad del autor de estas líneas, pero de lejos parecían, además, muy caros (era raro el de Eduardo Buzzi).
Por la manera en que lo trataron la mayoría de los medios, y el silencio de los políticos, el discurso de Biolcati parecía un momento trascendente, una especie de bula eclesiástica, que se debe escuchar, aprender y recitar.
Raro: porque se trata de lo de siempre. A diferencia de lo que ocurría durante el conflicto rural del año pasado, donde los actores eran mucho más variados, en la Rural pasaba lo de siempre: un grupo de ricos, conservadores, dogmáticos, muy privilegiados, pontificaba acerca de lo que el país debía hacer.
Curiosamente, el acto de la Rural no contó con la asistencia de demasiados referentes políticos. Era lógico, dada su procedencia, que estuvieran Macri, De Narváez o Grondona. Pero, en cambio, no asistieron Hermes Binner, ni Felipe Solá, ni Luis Juez, ni Julio Cobos, ni Elisa Carrió, ni Daniel Scioli, ni Margarita Stolbizer.
Es prematuro saberlo pero, quizás, en la lista de presencias y ausencias a ese acto se puedan leer parte de los conflictos y dilemas que se van a producir en el futuro cercano.
Está claro que el poder kirchnerista está en retirada. Con suerte, van a evitar la anulación del aumento de tarifas y, con mucha suerte, retendrán las facultades delegadas en manos del Poder Ejecutivo –y con ello, la posibilidad de fijar los niveles de retenciones–. Y esto, antes de que cambie la composición del Congreso, cuando las cosas se pondrán mucho más difíciles.
Sin embargo, que el kirchnerismo vaya, lentamente, apagándose, no significa que los hombres de sobretodo puedan capturar el poder que va quedando vacante.
Está claro que, de alguna manera, si el oficialismo se cierra y se aísla, y si desde distintos sectores de la oposición no se establecen negociaciones serias con el Gobierno, el panorama no va a ser el mejor, ni para el oficialismo ni para el país. Lo peor que le puede pasar al kirchnerismo es encerrarse en una lógica de ellos o nosotros, contar sólo con la tropa propia e intentar ganar de esa manera. Esa estrategia lo llevó a una estruendosa derrota durante el conflicto por la resolución 125 y luego a otra en las elecciones del 28 de junio. Esa perspectiva dejará encerrados a otros sectores políticos, que quedarán presos de una lógica en la que Hugo Biolcati y los suyos aparecerán como su conducción.
Una de las muestras gratis sobre cómo están las cosas se dará en el debate que se acerca sobre las retenciones a la soja, el trigo y el maíz. El Gobierno intenta, naturalmente, no ceder nada. La Mesa de Enlace pretende una rebaja de diez puntos para la primera y a cero para los últimos dos cereales.
¿Cómo se dirimirá el resultado? ¿A suerte y verdad? ¿Será una pelea donde habrá un ganador y un perdedor, y donde nadie bajará las banderas? ¿O empieza una delicada negociación donde, como en las viejas recetas de las abuelas, se puede retocar un poco por acá, otro poco por allá y ni vencedores ni vencidos?
En lo inmediato, no hay otro tema tan delicado como las retenciones, porque eso, justamente eso, es lo que le da protagonismo al liderazgo rural. Terminado ese capítulo, habrá idas y vueltas, dimes y diretes, políticas más o menos sensibles, pero los protagonistas serán otros, más dispersos, menos visibles.
En otras palabras: ¿es, realmente, 35 y sólo 35 el porcentaje de retenciones con el que puede convivir la situación fiscal? ¿No hay nada que negociar para que un sector importante del radicalismo se pliegue y el Congreso alumbre un acuerdo por mayoría holgada que termine, por un tiempo, con la cuestión más irritativa? ¿Realmente quiere el Gobierno evitar el escenario de la pulseada a todo o nada al que lo empuja claramente la lógica de la Mesa de Enlace?
Kirchner solía estar convencido de que la polarización le convenía.
Durante la crisis del campo tuvo una evidencia palpable de que ello no era así.
Insistió por el mismo camino.
El 28 de junio recibió otra muestra gratis de cómo son las cosas.
En las próximas semanas, deberá elegir entre perseverar en el error o buscar mayorías mucho más amplias por medio de alianzas con sectores que, por lo demás, recibieron muchos votos: o sea, merecen ser escuchados. Es la cruel lógica de la democracia. El que quiere estar solo, se queda solo.
Además, si hay un acuerdo sobre cómo resolver el tema, será permanente. Si se juega a suerte y verdad, el resultado será transitorio, porque en diciembre cambian los números del Parlamento y entonces el escenario de conflicto encontrará al oficialismo mucho más debilitado. Fortalecer una vía de diálogo parlamentario con otras fuerzas mayoritarias –sin chicanas, sin tratar de ganar en la opinión pública peleas que siempre se pierden, sin hacerse los vivos– permitirá al Gobierno recostarse sobre una red de contención fuerte para los largos dos años y medio que le quedan. De lo contrario, estará débil frente a esos desafíos. Demasiado tiempo ha perdido el kirchnerismo en demostrar que era el único sector capaz de gobernar el país y que todos los demás eran inútiles, traidores, mediocres, entreguistas o todo eso junto. Quizá sea hora de pensar las cosas de una manera diferente: un poco, apenas un poco, más sofisticada.
Nadie dice que eso sea fácil.
Demasiada agua ha pasado bajo el puente: muchos años en los que la oposición era, meramente, un punching ball.
Y hay tanto rencor.
Pero la política, en realidad, no suele ser una tarea sencilla.
De eso se trata; de volver a ejercer el talento político que se perdió.
Mientras, los hombres de sobretodo se relamen.
Jamás hubieran tenido tanto protagonismo sin tantos favores que se les hizo, involuntariamente por cierto, desde el Gobierno.
Y saben que a Kirchner sólo es cuestión de esperarlo.
Tarde o temprano encuentra la manera de cederles más poder.
Ya aprendieron a encerrarlo, a desatar sus reacciones más autolacerantes.
Han vuelto a ser parte del poder.
Qué suerte que tengan sobretodo, ¿no?
Algo es algo.
Porque todavía hay que pasar el invierno.
Y el gas está tan caro.
Brrrr.
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