Jorge Scalabrini Ortiz habla de su padre para evitar tergiversaciones

[LEFT]Posteo este artículo para el que le interese el pensamiento nacional que encerró Scalabrini, con el que me siento 100% identificado, que suele ser malinterpretado confundiéndolo con otras corrientes de pensamiento.
Espero les interese. Abrazo! Maxx
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JORGE SCALABRINI ORTÍZ HABLA SOBRE SU PADRE PARA EVITAR TERGIVERSACIONES

[LEFT]Por/ Jorge Scalabrini Ortiz [/LEFT]

Como es de conocimiento público, el 22 de diciembre pasado la Señora Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dictó el Decreto 2185/2008 (publicado en Boletín Oficial el 24/12/08) por el que se declara el año 2009 como el “Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”, destacando en los considerandos que el 30 de mayo próximo se cumplen 50 años de la desaparición física del “destacado pensador y escritor nacional Raúl Scalabrini Ortiz”, y que el PEN “considera importante resaltar y difundir la labor de quien realizara tan importantes aportes para la defensa del ser nacional” y que Scalabrini “perteneció a una generación que hizo propias las consignas del desarrollo de la industria nacional y la lucha contra el colonialismo dilucidando la historia oficial” mencionando sus principales libros y que “la vida e historia del pensador Raúl Scalabrini Ortiz son un ejemplo a seguir por la ciudadanía argentina”.
Dada entonces la trascendencia de la medida tomada por el Poder Ejecutivo es necesario aclarar a la opinión pública una serie de deformaciones vertidas por el señor Norberto Galasso en el libro que escribiera sobra la vida de Scalabrini Ortiz (publicado en 1970 y reeditado recientemente).
En dicho libro Galasso intenta en numerosas oportunidades dar a entender que Scalabrini tenía presente la ideología marxista cuando realizaba sus investigaciones sobre los capitales británicos (lo que hacen igualmente algunos seguidores de esa teoría). Esa falsa imputación queda terminantemente desmentida por Scalabrini en muchas oportunidades. En el artículo “Los ferrocarriles ingleses hicieron su capital con el esfuerzo de los argentinos”, publicado en la revista “Que” el 18 de septiembre de 1956 dice textilmente. Yo entré al estudio de la historia argentina por un atajo que no estaba previsto. Fui directamente, sin ideas preconcebidas, a enterarme del proceso de formación de nuestra economía. Además, el libro de Galasso estaba prologado por el Dr. Abelardo Ramos, un hombre de izquierda. Dice Ramos en la parte final de su prólogo que Raúl no era marxista, desmintiendo las afirmaciones de Galasso.
Galasso deforma igualmente el papel de los ingleses como fenómeno imperialista en Argentina al señalar en el epílogo del libro “Hoy los ingleses se han ido…” .
Por dichas afirmaciones, la esposa de Raúl Scalabrini Ortiz, no solamente no concurrió a la presentación del libro de Galasso, sino que envió al acto una carta aclaratoria para que la leyera el Dr. René Orsi, un seguidor de Scalabrini, y destacado escritor revisionista. Esos mismos conceptos, Mercedes Coraleras de Scalabrini Ortiz los hizo públicos en el periódico “Mayoría” de Capital Federal el 5 de diciembre de 1975, en Cartas al Director: En estos días puede verse en muchos de los quiscos del centro de la Capital Federal un folleto titulado Scalabrini Ortiz, correspondiente al Nº 22 de los cuadernos de una revista mensual. Es un extracto de un libro publicado sobre la vida de mi esposo.

Si bien el contenido de ese libro, como el del folleto, trata la vida de este gran argentino en un lenguaje preciso, claro y ameno en la mayoría de los temas tratados, el autor, Norberto Galasso, trata, equivocadamente, de dar a entender que Scalabrini se nutrió en el plano ideológico con las ideas de Lenin, Marx o Trotsky. Nada más erróneo. He compartido toda la vida y la lucha de ese extraordinario patriota, conociendo profundamente la totalidad de sus obras, su pensamiento sus momentos de lucha y sus ideales políticos, por lo que sé perfectamente que su pensamiento se nutrió de ese gran pensamiento nacional que brota de las multitudes argentinas Por eso estuvo ligado al gran movimiento justicialista que plasmó en las hechos las ideas por las cuales había luchado denodadamente, y a las que defendió hasta su último día, conociendo que la doctrina justicialista, tan alejada de los dos imperialismos que se disputan el dominio del mundo, representa la posibilidad real de la emancipación nacional.
No se apoyó Scalabrini en conocimientos de doctrinas extrañas, como se intenta confundir en ese trabajo, para interpretar la realidad nacional, sino que realizó esta tarea investigando la problemática argentina.
No intentó mi esposo formar un partido revolucionario de izquierda “comunista nacional o algo semejante…” porque se sentía totalmente interpretado y consustanciado con la doctrina justicialista.
Por otra parte, la propia obra de Scalabrini Ortiz desmiente terminantemente la falsa interpretación de ese folleto y de ese libro (como ya he aclarado públicamente en otras oportunidades), no sólo desde el punto de vista ideológico, sino también del particular enfoque de los imperialismos dominantes en la Argentina, ya que no sólo sufrimos la agresión norteamericana sino que también la inglesa, pero éstos, como a lo largo de toda la vida política argentina, como bien investigara Scalabrini, se movieron sin estridencias, pero obteniendo ventajas de variada índole. Aún hoy para dar sólo dos ejemplos, el Banco de Londres representa la entidad financiera extranjera más poderosa de la Argentina y la Shell, de nefasta acción en el país combaten con todas sus fuerzas al gobierno popular luego de la medida de nacionalización de la comercialización del petróleo.
Con el convencimiento de haber aclarado un tema de verdadera importancia, saludo al Sr. Director con mi mayor consideración.
Ahora bien, en cuanto al segundo tema, es de destacar que Galasso en su libro (pág 562) dice: “Hoy los ingleses se han ido y el imperialismo yanqui sofoca las posibilidades argentinas”. Si bien la segunda afirmación es real, no lo es la primera. Esta desvirtuación de las ideas de Scalabrini queda esclarecida en parte con las palabras Mercedes Coraleras. Pero debemos hacer presente que al momento de pronunciar Galasso esas palabras, no podía desconocer la presencia de los numerosos intereses británicos en nuestros país, no sólo de la Shell, sino de multitud de empresas navieras, agropecuarias, petroquímicas, mineras, frigoríficas, etc y muchas otras que es necesario investigar, lo mismo que los personeros a su servicio. El Fondo Monetario Internacional, en el Anuario Estadístico de Balance de Pagos (Balance of Paymentes Statics Yearbook 2007) destaca que en el año 2006 los ingresos de los cuatro países que obtuvieron mayores ganancias por la remisión de ganancias de sus empresas internacionales distribuidas en el mundo a sus respectivas naciones, estuvo encabezada por Estados Unidos, 650.454 millones de dólares, seguido por Inglaterra con 445.524 millones de u$s, Alemania 236.026 y Francia 186.163 millones por igual moneda por lo que sería convenientes nuevos estudios que demostrarán el importante papel que han seguido cumpliendo los ingleses en nuestro país, además de la abierta violación al apoderarse no sólo de nuestras Islas Malvinas sino de los recursos pesqueros y las áreas con posibilidades petroleras del sector marino que también usurparon.
Veamos otras deformaciones de Galasso. En el epílogo del libro, en la página 560 puntualiza que “…en sus escritos (se refiere a Scalabrini) vibra una honda fe por esos trabajadores morenos del gran Buenos Aires, a cuyo lado un glorioso 17 de octubre. Por eso carecía de resquemor al auténtico marxismo. Por eso leía y citaba a marx, Lenín y Trotsky…”.
Como en muchas otras afirmaciones de su libro junta verdades con mentiras. Es verdad que Scalabrini apoyó calurosamente el 17 de octubre de 1945 y escribió en su libro “Tierra sin nada tierra de profetas” (Tomo II de las obras completas, Fundación Editorial Ross, Rosario, 2008), una de las páginas más conmovedoras y reales del acontecimiento que cambiaría el modelo de desarrollo político, económico y social de la Argentina. Decía Scalabrini sobre ese día histórico (págs. 243-244) que: Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el substrato de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nuestra idioscincracia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía”. (No vivaban a Marx, Lenín ni Trotsky. No fue una gesta marxista. ¡Lo vivaban a Perón! Y entre ello estaba Scalabrini). Agrega Scalabrini: “Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifaceteado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.
Dice también Galasso sobre Scalabrini:
Su nacionalismo democrático giró a veces profundamente a la izquierda, especialmente en los años del peronismo…y que En esa época, creyó conveniente formar un partido de izquierda…Lo que importa ahora, sin embargo, a casi una década de su muerte, no es arrodillarse ante su pensamiento congelado, ni rastrear en sus libros una media frase para justificar las ideas de hoy. Lo que interesa es aprovechar al máximo su lección de que toda ideología –y especialmente una ideología revolucionaria como el marxismo- debe aplicarse a una realidad concreta que es necesario conocer profundamente. Esta es la lección más perdurable de Scalabrini Ortiz.

Aquí muestra el señor Galasso el sector ideológico al que pertenece y al que quiere introducir a este pensador nacional, intentando ligarlo con el grupo universitario Insurrexit, de tendencia marxista que según Galasso hubiera influido con posterioridad en su obra. Si embargo, esta calumnia queda desmentida por el propio Scalabrini que en su libro “El Hombre que está solo y espera”, publicado en 1931, puntualiza, en la Sección “Libreta de Apuntes”, que: Hay una enorme lucha ya planteada y entablada entre dos gigantescas potencias materialistas: E.E.U.U y la Rusia Soviética. Ninguna de las dos tiene una migaja de espíritu. Rusia lo perdió al iniciar el bolcheviquismo. La rebelión era el espíritu ruso. Ahora se les acabó el misticismo. Nosotros debemos abstenernos…( ¿Dónde está entonces la influencia del grupo Insurrexit?). Pero las falsas imputaciones de Galasso quedan también desvirtuadas por otras afirmaciones del propio Scalabrini Ortiz (“Bases para la Reconstrucción Nacional). Dice Scalabrini:
El realismo económico que propiciábamos en FORJA comenzó a ser desprestigiado como sospechoso de izquierdismo comunizante. Ahora, un cuarto de siglo más tarde, ha vuelto a insinuarse esa misma tendencia.
Algún día podré detallar la lucha decidida, tensa, a veces violenta, y con frecuencia sangrienta, que los americanos del norte sostuvieron contra los capitales extranjeros que se infiltraron en el campo norteamericano a pesar de sus legislaciones proteccionistas. Esa historia servirá como enseñanza para defendernos de ellos mismos y de las artimañas británicas. Y servirás, asimismo, para desenmascarar a los prevaricadores y mercenarios que procuran confundir a la opinión pública e intimidar y desalentar a los que defienden intereses nacionales con la acusación de que actitudes semejantes son manifestaciones totalitarismo o de nacionalismo exagerados, o rastros a veces inconscientes de influencias marxistas….”
Al impulso de las más bajas pasiones de desencadenó un maremoto de infamias, dicterios, acusaciones y calumnias, en que los más probos ciudadanos que habían prestado su colaboración desinteresada iban entreverados con los malandrines, aprovechadores y publícanos que en ningún régimen faltan, como no faltaron en el transcurso de la tiranía arambururrojista.
Para la maledicencia, el autor fue sucesivamente un instrumento del oro ruso, del oro yanqui y del oro nazi, y cada vez que se detuvo por imperativo de la necesidad cotidiana o pon no tener materialmente dónde publicar sus trabajos, se dijo que había sido doblegado por el oro británico.
Indica también Galasso en el epílogo de su libro (pág. 562) que “Hoy el proletario se moviliza y el líder exiliado en Madrid reconoce que el ‘mundo marcha hacia el socialismo’”. De esto se deduce que Galasso no sólo ha intentado deformar la pertenencia ideológica de Scalabrini sino que también intenta poner en su sector ideológico nada menos que al General Perón, el creador de la Tercera Posición, el notable presidente que levantó las banderas irrenunciables del Justicialismo, el hombre que llevó a la práctica los actos trascendentes a favor de la justicia social, el desarrollo industrial y de servicios del país, la soberanía política y tantas acciones más a favor de los intereses nacionales.
Finalmente, es necesario destacar la carta que el General Perón le enviara a la viuda de Scalabrini desde Ciudad Trujillo, con fecha 5 de julio de 1959, que dice lo siguiente:
Mi estimada Señora:
A pesar de haber encargado a algunos de mis compañeros que me hicieran espiritualmente presente en el acto de sepelio de su ilustre esposo, deseo hacerle llegar mi homenaje, mi recuerdo y mi más sentido pésame por la desaparición de este gran argentino.
Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortíz no podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que escucharon sus enseñanzas y lucharán por hacerlas triunfar en el tiempo y en el espacio.
Dios ha de acogerlo en la gloria que su gran espíritu conquistó y nosotros hemos de honrar su memoria y amistad.
Le ruego quiera aceptar, con la expresión de mi mayor afecto, mi más afectuoso saludo y consideración.
Juan Domingo Perón.

El artículo 3º del Decreto 2185/2008 de la sra. Presidenta de la Nación disponiendo el homenaje a Scalabrini dice “En orden a lo establecido en el artículo 1º del presente, el PODER EJECUTIVO NACIONAL, auspiciará actividades, seminarios conferencias y programas educativos que contribuyan a la difusión en el país de la trayectoria pública de Raúl SCALABRINI ORTÍZ, para valorizar aquellos hombres excepcionales que contribuyeron en el pensamiento nacional”.
Estas aclaraciones tienen la finalidad de contribuir a la difusión del pensamiento real y de las enseñanzas de Raúl Scalabrini Ortiz, que por otro lado están expresadas en sus numerosas publicaciones.

Dr. Jorge Scalabrini Ortiz.
Pensamiento Nacional

Muy interesante el prólogo de “Política británica en el Río de la PLata”. Les dejo el prólogo completo y el link con libro completo para descargar en PDF.:smiley:

[SPOILER]
por Raul Scalabrini Ortiz

La economía es un método de auscultación de los pueblos. Ella nos da palabras específicas, experiencias anteriores resumidas, normas de orientación y procedimientos para palpar los órganos de esa entidad viva que se llama sociedad humana. En puridad, la economía se refiere exclusivamente a las cosas materiales de la vida: pesa y mide la producción de alimentos de materia prima, tasa las posibilidades adquisitivas, coteja los niveles de vida y capacidad productiva, enumera y determina los cauces de los intercambios y, en momentos de fatuidad, pretende pronosticar las alternativas futuras de la actividad humana. Pero la economía bien entendida es algo más. En sus síntesis numéricas laten, perfectamente presentes, las influencias más sutiles: las confluentes étnicas, las configuraciones geográficas, las variaciones climatéricas, las características psicológicas y hasta esa casi inasible pulsación que los pueblos tienen en su esperanza cuando menos.

El alma de los pueblos brota de entre sus materialidades, así como el espíritu del hombre se enciende entre las inmundicias de sus vísceras. No hay posibilidad de un espíritu humano incorpóreo. Tampoco hay posibilidad de un espíritu nacional en una colectividad de hombres cuyos lazos económicos no están trenzados en un destino común. Todo hombre humano es el punto final de un fragmento de historia que termina en él, pero es al mismo tiempo una molécula inseparable del organismo económico de que forma parte. Y así enfocada, la economía se confunde con la realidad misma.

Temas para extraviar son todos los de la realidad americana. Esa realidad nos contiene, su calidad condiciona la nuestra. Somos un instante de su tiempo, un segmento de su espacio histórico. Ella delimita constantemente la posibilidad del esfuerzo individual. No podemos ser más inteligentes que nuestro medio sin ser perjudiciales a los que quisiéramos servir y a nosotros mismos. Valemos cuanto vale la realidad que nos circunda.

La realidad se anecdotiza incesantemente en nuestros actos y en nuestros pensamientos sin que la inteligencia americana se preocupe de consignarlos. Solemos referirnos a los pasados de América que se anotaron con trascendencia histórica, solemos hilvanar imaginerías sobre su porvenir, pero el instante vivo en que la historia se confecciona, sólo ha merecido desdén de la inteligencia americana que podía haberlos descrito. Y ésa es una de las grandes traiciones que la inteligencia americana cometió con América.

Cuatro siglos hacen ya que la sangre europea fue injertada en tierra americana. Tres siglos, por lo menos, que hay inteligencias americanas nacidas en América y alimentadas con sentimientos americanos, pero los documentos que narran la intimidad de la vida que esos hombres convivieron no se encontrarán, sino ocasionalmente, por ninguna parte.

Razas enteras fueron exterminadas, las praderas se poblaron. Las selvas vírgenes se explotaron y muchas se talaron criminalmente para siempre. La llamada civilización entró a sangre y fuego o en lentas tropas de carretas cantoras. El aborígen fue sustituído por inmigrantes. ëstos eran hechos enormes, objetivos, claros. La inteligencia americana nada vió, nada oyó, nada supo. Los americanos con facultades escribían tragedias al modo griego op disputaban sobre los exactos términos de las últimas doctrinas europeas. El hecho americano pasaba ignorado para todos. No tenía relatores, menos aún podía te´er intérpretes y todavía menos conductores instruídos en los problemas que debían encarar.

Sin un contenido vital, las palabras que en Europa determinan una realidad, en América fueron una entelequia, cuando no una traición. El conocimiento preciso de la realidad fue suplantado por cuerpos de doctrina, parcialmente sabidos, que no habían nacidop en nuestro suelo y dentro e los cuales nuestro medio no calzaba, ni por aptitudes, ni por posibilidades, ni por voluntad. La deliberación de las conveniencias prácticas fue reemplazada por antagonismos tan sin sentido que más parían antagonismos religiosos que políticos o intelectuales. En esas luchas personales o absurdamente doctrinarias se disipó la energía más viva y pura que hubiera podido animar a estasnacientes sociedades.

Los revolucionarios de 1810, por ejemplo, con exclusión de Mariano Moreno, adoptaron sin análisis las doctrinas corrientes en Europa y se adscribieron a un libre cambio suicida. No percibieron siquiera, esta idea tan simple: si España, que era una nación poderosa, recurrió a medidas restrictivas para mantener el dominio comercial del continente ¿cómo se defenderían de los riesgos de la excesiva libretad comercial estas inermes y balbuceantes repúblicas sudamericanas? Pero el manchesterismo estaba en auge y a su adopción ciega se le sacrificó todas las industrias locales.

América no estaba aislada. Fuerzas terriblemente pujantes, astutas y codiciosas nos rodeaban. Ellas sabían amenazar y tentar, intimidar y sobornar, simultáneamente. El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de alguna de esas falsías.

Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos. Bajo espejismos tentadores y frases que acarician nuestra vanidad para adormecernos, se oculta la penosa realidad americana. Ella es a veces dolorosa, pero es el único cimiento incorruptible en que pueden fundarse pensamientos sólidos y esperanzas capaces de resistir a las más enervantes tentaciones. Desgraciadamente, es difícil aprehender con seguridad a nuestro país. Hay que darlo por presente en las meras palabras que lo denominan o en los símbolos que lo alegorizan. O ser extremadamente sutil para asir entre lo ajeno y lo corrompido esa materia finísima, impalpable casi e incorruptible que es nuestro espíritu, el espíritu de la muchedumbre argentina: venero único de nuestra probabilidad.

Todo lo material, todo lo venal, transmisible o reproductivo es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera. Extranjeros son los medios de transportes y de movilidad. Extranjeras las organizaciones de comercialización y de industrialización de los productos del país. Extranjeros los productores de energía, las usinas de luz y gas. Bajo el dominio extranjero están los medios internos de cambio, la distribución del crédito, el régimen bancario. Extranjero es una gran parte del capital hipotecario y extranjeros son en increíble proporción los accionistas de las sociedades anónimas.

Hay quienes dicen que es patriótico disimular esa lacra fundamental de la patria, que denunciar esa conformidad monstruosa es difundir el desaliento y corroer la ligazón espiritual de los argentinos, que para subsistir requiere el sostén del optimismo.

Rechazamos ese optimismo como una complicidad más, tramada en contra del país. El disimulo de los males que nos asuelan es una puerta de escape que se abre a una vía que termina en la prevariación, porque ese optimismo falaz oculta un descreimiento que es criminal en los hombres dirigentes: el descreimiento en las reservas intelectuales, morales y espirituales del pueblo argentino.

No es un impulso moral el que anima estas palabras. Es un impulso político. Cuando los Estados Unidos de Norte América se erigieron en nación independiente, Inglaterra, vencida, parecía hundirse en la categoría oscura de una nación de segundo orden, y fue la energía ejemplar de William Pitt la salvadora de su prestigio y de su temple. Decía Pitt: "Examinemos lo que aún nos queda con un coraje viril y resoluto. Los quebrantos de los individuos y de los reinos quedan reparados en más de la mitad cuando se los enfrenta abiertamnete y se los estudia con decidida verdad". Ésa es la norma de este libro.[/SPOILER]

Política Britanica en el Rio de la Plata.pdf

[LEFT]Posteo este artículo para el que le interese el pensamiento nacional que encerró Scalabrini, con el que me siento 100% identificado, que suele ser malinterpretado confundiéndolo con otras corrientes de pensamiento.
Espero les interese. Abrazo! Maxx
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JORGE SCALABRINI ORTÍZ HABLA SOBRE SU PADRE PARA EVITAR TERGIVERSACIONES

[LEFT]Por/ Jorge Scalabrini Ortiz [/LEFT]

Como es de conocimiento público, el 22 de diciembre pasado la Señora Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dictó el Decreto 2185/2008 (publicado en Boletín Oficial el 24/12/08) por el que se declara el año 2009 como el “Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”, destacando en los considerandos que el 30 de mayo próximo se cumplen 50 años de la desaparición física del “destacado pensador y escritor nacional Raúl Scalabrini Ortiz”, y que el PEN “considera importante resaltar y difundir la labor de quien realizara tan importantes aportes para la defensa del ser nacional” y que Scalabrini “perteneció a una generación que hizo propias las consignas del desarrollo de la industria nacional y la lucha contra el colonialismo dilucidando la historia oficial” mencionando sus principales libros y que “la vida e historia del pensador Raúl Scalabrini Ortiz son un ejemplo a seguir por la ciudadanía argentina”.
Dada entonces la trascendencia de la medida tomada por el Poder Ejecutivo es necesario aclarar a la opinión pública una serie de deformaciones vertidas por el señor Norberto Galasso en el libro que escribiera sobra la vida de Scalabrini Ortiz (publicado en 1970 y reeditado recientemente).
En dicho libro Galasso intenta en numerosas oportunidades dar a entender que Scalabrini tenía presente la ideología marxista cuando realizaba sus investigaciones sobre los capitales británicos (lo que hacen igualmente algunos seguidores de esa teoría). Esa falsa imputación queda terminantemente desmentida por Scalabrini en muchas oportunidades. En el artículo “Los ferrocarriles ingleses hicieron su capital con el esfuerzo de los argentinos”, publicado en la revista “Que” el 18 de septiembre de 1956 dice textilmente. Yo entré al estudio de la historia argentina por un atajo que no estaba previsto. Fui directamente, sin ideas preconcebidas, a enterarme del proceso de formación de nuestra economía. Además, el libro de Galasso estaba prologado por el Dr. Abelardo Ramos, un hombre de izquierda. Dice Ramos en la parte final de su prólogo que Raúl no era marxista, desmintiendo las afirmaciones de Galasso.
Galasso deforma igualmente el papel de los ingleses como fenómeno imperialista en Argentina al señalar en el epílogo del libro “Hoy los ingleses se han ido…” .
Por dichas afirmaciones, la esposa de Raúl Scalabrini Ortiz, no solamente no concurrió a la presentación del libro de Galasso, sino que envió al acto una carta aclaratoria para que la leyera el Dr. René Orsi, un seguidor de Scalabrini, y destacado escritor revisionista. Esos mismos conceptos, Mercedes Coraleras de Scalabrini Ortiz los hizo públicos en el periódico “Mayoría” de Capital Federal el 5 de diciembre de 1975, en Cartas al Director: En estos días puede verse en muchos de los quiscos del centro de la Capital Federal un folleto titulado Scalabrini Ortiz, correspondiente al Nº 22 de los cuadernos de una revista mensual. Es un extracto de un libro publicado sobre la vida de mi esposo.

Si bien el contenido de ese libro, como el del folleto, trata la vida de este gran argentino en un lenguaje preciso, claro y ameno en la mayoría de los temas tratados, el autor, Norberto Galasso, trata, equivocadamente, de dar a entender que Scalabrini se nutrió en el plano ideológico con las ideas de Lenin, Marx o Trotsky. Nada más erróneo. He compartido toda la vida y la lucha de ese extraordinario patriota, conociendo profundamente la totalidad de sus obras, su pensamiento sus momentos de lucha y sus ideales políticos, por lo que sé perfectamente que su pensamiento se nutrió de ese gran pensamiento nacional que brota de las multitudes argentinas Por eso estuvo ligado al gran movimiento justicialista que plasmó en las hechos las ideas por las cuales había luchado denodadamente, y a las que defendió hasta su último día, conociendo que la doctrina justicialista, tan alejada de los dos imperialismos que se disputan el dominio del mundo, representa la posibilidad real de la emancipación nacional.
No se apoyó Scalabrini en conocimientos de doctrinas extrañas, como se intenta confundir en ese trabajo, para interpretar la realidad nacional, sino que realizó esta tarea investigando la problemática argentina.
No intentó mi esposo formar un partido revolucionario de izquierda “comunista nacional o algo semejante…” porque se sentía totalmente interpretado y consustanciado con la doctrina justicialista.
Por otra parte, la propia obra de Scalabrini Ortiz desmiente terminantemente la falsa interpretación de ese folleto y de ese libro (como ya he aclarado públicamente en otras oportunidades), no sólo desde el punto de vista ideológico, sino también del particular enfoque de los imperialismos dominantes en la Argentina, ya que no sólo sufrimos la agresión norteamericana sino que también la inglesa, pero éstos, como a lo largo de toda la vida política argentina, como bien investigara Scalabrini, se movieron sin estridencias, pero obteniendo ventajas de variada índole. Aún hoy para dar sólo dos ejemplos, el Banco de Londres representa la entidad financiera extranjera más poderosa de la Argentina y la Shell, de nefasta acción en el país combaten con todas sus fuerzas al gobierno popular luego de la medida de nacionalización de la comercialización del petróleo.
Con el convencimiento de haber aclarado un tema de verdadera importancia, saludo al Sr. Director con mi mayor consideración.
Ahora bien, en cuanto al segundo tema, es de destacar que Galasso en su libro (pág 562) dice: “Hoy los ingleses se han ido y el imperialismo yanqui sofoca las posibilidades argentinas”. Si bien la segunda afirmación es real, no lo es la primera. Esta desvirtuación de las ideas de Scalabrini queda esclarecida en parte con las palabras Mercedes Coraleras. Pero debemos hacer presente que al momento de pronunciar Galasso esas palabras, no podía desconocer la presencia de los numerosos intereses británicos en nuestros país, no sólo de la Shell, sino de multitud de empresas navieras, agropecuarias, petroquímicas, mineras, frigoríficas, etc y muchas otras que es necesario investigar, lo mismo que los personeros a su servicio. El Fondo Monetario Internacional, en el Anuario Estadístico de Balance de Pagos (Balance of Paymentes Statics Yearbook 2007) destaca que en el año 2006 los ingresos de los cuatro países que obtuvieron mayores ganancias por la remisión de ganancias de sus empresas internacionales distribuidas en el mundo a sus respectivas naciones, estuvo encabezada por Estados Unidos, 650.454 millones de dólares, seguido por Inglaterra con 445.524 millones de u$s, Alemania 236.026 y Francia 186.163 millones por igual moneda por lo que sería convenientes nuevos estudios que demostrarán el importante papel que han seguido cumpliendo los ingleses en nuestro país, además de la abierta violación al apoderarse no sólo de nuestras Islas Malvinas sino de los recursos pesqueros y las áreas con posibilidades petroleras del sector marino que también usurparon.
Veamos otras deformaciones de Galasso. En el epílogo del libro, en la página 560 puntualiza que “…en sus escritos (se refiere a Scalabrini) vibra una honda fe por esos trabajadores morenos del gran Buenos Aires, a cuyo lado un glorioso 17 de octubre. Por eso carecía de resquemor al auténtico marxismo. Por eso leía y citaba a marx, Lenín y Trotsky…”.
Como en muchas otras afirmaciones de su libro junta verdades con mentiras. Es verdad que Scalabrini apoyó calurosamente el 17 de octubre de 1945 y escribió en su libro “Tierra sin nada tierra de profetas” (Tomo II de las obras completas, Fundación Editorial Ross, Rosario, 2008), una de las páginas más conmovedoras y reales del acontecimiento que cambiaría el modelo de desarrollo político, económico y social de la Argentina. Decía Scalabrini sobre ese día histórico (págs. 243-244) que: Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio. Era el substrato de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substrato de nuestra idioscincracia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por una misma verdad que una sola palabra traducía”. (No vivaban a Marx, Lenín ni Trotsky. No fue una gesta marxista. ¡Lo vivaban a Perón! Y entre ello estaba Scalabrini). Agrega Scalabrini: “Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifaceteado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo”.
Dice también Galasso sobre Scalabrini:
Su nacionalismo democrático giró a veces profundamente a la izquierda, especialmente en los años del peronismo…y que En esa época, creyó conveniente formar un partido de izquierda…Lo que importa ahora, sin embargo, a casi una década de su muerte, no es arrodillarse ante su pensamiento congelado, ni rastrear en sus libros una media frase para justificar las ideas de hoy. Lo que interesa es aprovechar al máximo su lección de que toda ideología –y especialmente una ideología revolucionaria como el marxismo- debe aplicarse a una realidad concreta que es necesario conocer profundamente. Esta es la lección más perdurable de Scalabrini Ortiz.

Aquí muestra el señor Galasso el sector ideológico al que pertenece y al que quiere introducir a este pensador nacional, intentando ligarlo con el grupo universitario Insurrexit, de tendencia marxista que según Galasso hubiera influido con posterioridad en su obra. Si embargo, esta calumnia queda desmentida por el propio Scalabrini que en su libro “El Hombre que está solo y espera”, publicado en 1931, puntualiza, en la Sección “Libreta de Apuntes”, que: Hay una enorme lucha ya planteada y entablada entre dos gigantescas potencias materialistas: E.E.U.U y la Rusia Soviética. Ninguna de las dos tiene una migaja de espíritu. Rusia lo perdió al iniciar el bolcheviquismo. La rebelión era el espíritu ruso. Ahora se les acabó el misticismo. Nosotros debemos abstenernos…( ¿Dónde está entonces la influencia del grupo Insurrexit?). Pero las falsas imputaciones de Galasso quedan también desvirtuadas por otras afirmaciones del propio Scalabrini Ortiz (“Bases para la Reconstrucción Nacional). Dice Scalabrini:
El realismo económico que propiciábamos en FORJA comenzó a ser desprestigiado como sospechoso de izquierdismo comunizante. Ahora, un cuarto de siglo más tarde, ha vuelto a insinuarse esa misma tendencia.
Algún día podré detallar la lucha decidida, tensa, a veces violenta, y con frecuencia sangrienta, que los americanos del norte sostuvieron contra los capitales extranjeros que se infiltraron en el campo norteamericano a pesar de sus legislaciones proteccionistas. Esa historia servirá como enseñanza para defendernos de ellos mismos y de las artimañas británicas. Y servirás, asimismo, para desenmascarar a los prevaricadores y mercenarios que procuran confundir a la opinión pública e intimidar y desalentar a los que defienden intereses nacionales con la acusación de que actitudes semejantes son manifestaciones totalitarismo o de nacionalismo exagerados, o rastros a veces inconscientes de influencias marxistas….”
Al impulso de las más bajas pasiones de desencadenó un maremoto de infamias, dicterios, acusaciones y calumnias, en que los más probos ciudadanos que habían prestado su colaboración desinteresada iban entreverados con los malandrines, aprovechadores y publícanos que en ningún régimen faltan, como no faltaron en el transcurso de la tiranía arambururrojista.
Para la maledicencia, el autor fue sucesivamente un instrumento del oro ruso, del oro yanqui y del oro nazi, y cada vez que se detuvo por imperativo de la necesidad cotidiana o pon no tener materialmente dónde publicar sus trabajos, se dijo que había sido doblegado por el oro británico.
Indica también Galasso en el epílogo de su libro (pág. 562) que “Hoy el proletario se moviliza y el líder exiliado en Madrid reconoce que el ‘mundo marcha hacia el socialismo’”. De esto se deduce que Galasso no sólo ha intentado deformar la pertenencia ideológica de Scalabrini sino que también intenta poner en su sector ideológico nada menos que al General Perón, el creador de la Tercera Posición, el notable presidente que levantó las banderas irrenunciables del Justicialismo, el hombre que llevó a la práctica los actos trascendentes a favor de la justicia social, el desarrollo industrial y de servicios del país, la soberanía política y tantas acciones más a favor de los intereses nacionales.
Finalmente, es necesario destacar la carta que el General Perón le enviara a la viuda de Scalabrini desde Ciudad Trujillo, con fecha 5 de julio de 1959, que dice lo siguiente:
Mi estimada Señora:
A pesar de haber encargado a algunos de mis compañeros que me hicieran espiritualmente presente en el acto de sepelio de su ilustre esposo, deseo hacerle llegar mi homenaje, mi recuerdo y mi más sentido pésame por la desaparición de este gran argentino.
Los que hemos luchado por los ideales que inspiraron la vida de Scalabrini Ortíz no podremos olvidarlo, como no lo olvidarán las generaciones de argentinos que escucharon sus enseñanzas y lucharán por hacerlas triunfar en el tiempo y en el espacio.
Dios ha de acogerlo en la gloria que su gran espíritu conquistó y nosotros hemos de honrar su memoria y amistad.
Le ruego quiera aceptar, con la expresión de mi mayor afecto, mi más afectuoso saludo y consideración.
Juan Domingo Perón.

El artículo 3º del Decreto 2185/2008 de la sra. Presidenta de la Nación disponiendo el homenaje a Scalabrini dice “En orden a lo establecido en el artículo 1º del presente, el PODER EJECUTIVO NACIONAL, auspiciará actividades, seminarios conferencias y programas educativos que contribuyan a la difusión en el país de la trayectoria pública de Raúl SCALABRINI ORTÍZ, para valorizar aquellos hombres excepcionales que contribuyeron en el pensamiento nacional”.
Estas aclaraciones tienen la finalidad de contribuir a la difusión del pensamiento real y de las enseñanzas de Raúl Scalabrini Ortiz, que por otro lado están expresadas en sus numerosas publicaciones.

Dr. Jorge Scalabrini Ortiz.
Pensamiento Nacional

Muy interesante el prólogo de “Política británica en el Río de la PLata”. Les dejo el prólogo completo y el link con libro completo para descargar en PDF.:smiley:

[SPOILER]
por Raul Scalabrini Ortiz

La economía es un método de auscultación de los pueblos. Ella nos da palabras específicas, experiencias anteriores resumidas, normas de orientación y procedimientos para palpar los órganos de esa entidad viva que se llama sociedad humana. En puridad, la economía se refiere exclusivamente a las cosas materiales de la vida: pesa y mide la producción de alimentos de materia prima, tasa las posibilidades adquisitivas, coteja los niveles de vida y capacidad productiva, enumera y determina los cauces de los intercambios y, en momentos de fatuidad, pretende pronosticar las alternativas futuras de la actividad humana. Pero la economía bien entendida es algo más. En sus síntesis numéricas laten, perfectamente presentes, las influencias más sutiles: las confluentes étnicas, las configuraciones geográficas, las variaciones climatéricas, las características psicológicas y hasta esa casi inasible pulsación que los pueblos tienen en su esperanza cuando menos.

El alma de los pueblos brota de entre sus materialidades, así como el espíritu del hombre se enciende entre las inmundicias de sus vísceras. No hay posibilidad de un espíritu humano incorpóreo. Tampoco hay posibilidad de un espíritu nacional en una colectividad de hombres cuyos lazos económicos no están trenzados en un destino común. Todo hombre humano es el punto final de un fragmento de historia que termina en él, pero es al mismo tiempo una molécula inseparable del organismo económico de que forma parte. Y así enfocada, la economía se confunde con la realidad misma.

Temas para extraviar son todos los de la realidad americana. Esa realidad nos contiene, su calidad condiciona la nuestra. Somos un instante de su tiempo, un segmento de su espacio histórico. Ella delimita constantemente la posibilidad del esfuerzo individual. No podemos ser más inteligentes que nuestro medio sin ser perjudiciales a los que quisiéramos servir y a nosotros mismos. Valemos cuanto vale la realidad que nos circunda.

La realidad se anecdotiza incesantemente en nuestros actos y en nuestros pensamientos sin que la inteligencia americana se preocupe de consignarlos. Solemos referirnos a los pasados de América que se anotaron con trascendencia histórica, solemos hilvanar imaginerías sobre su porvenir, pero el instante vivo en que la historia se confecciona, sólo ha merecido desdén de la inteligencia americana que podía haberlos descrito. Y ésa es una de las grandes traiciones que la inteligencia americana cometió con América.

Cuatro siglos hacen ya que la sangre europea fue injertada en tierra americana. Tres siglos, por lo menos, que hay inteligencias americanas nacidas en América y alimentadas con sentimientos americanos, pero los documentos que narran la intimidad de la vida que esos hombres convivieron no se encontrarán, sino ocasionalmente, por ninguna parte.

Razas enteras fueron exterminadas, las praderas se poblaron. Las selvas vírgenes se explotaron y muchas se talaron criminalmente para siempre. La llamada civilización entró a sangre y fuego o en lentas tropas de carretas cantoras. El aborígen fue sustituído por inmigrantes. ëstos eran hechos enormes, objetivos, claros. La inteligencia americana nada vió, nada oyó, nada supo. Los americanos con facultades escribían tragedias al modo griego op disputaban sobre los exactos términos de las últimas doctrinas europeas. El hecho americano pasaba ignorado para todos. No tenía relatores, menos aún podía te´er intérpretes y todavía menos conductores instruídos en los problemas que debían encarar.

Sin un contenido vital, las palabras que en Europa determinan una realidad, en América fueron una entelequia, cuando no una traición. El conocimiento preciso de la realidad fue suplantado por cuerpos de doctrina, parcialmente sabidos, que no habían nacidop en nuestro suelo y dentro e los cuales nuestro medio no calzaba, ni por aptitudes, ni por posibilidades, ni por voluntad. La deliberación de las conveniencias prácticas fue reemplazada por antagonismos tan sin sentido que más parían antagonismos religiosos que políticos o intelectuales. En esas luchas personales o absurdamente doctrinarias se disipó la energía más viva y pura que hubiera podido animar a estasnacientes sociedades.

Los revolucionarios de 1810, por ejemplo, con exclusión de Mariano Moreno, adoptaron sin análisis las doctrinas corrientes en Europa y se adscribieron a un libre cambio suicida. No percibieron siquiera, esta idea tan simple: si España, que era una nación poderosa, recurrió a medidas restrictivas para mantener el dominio comercial del continente ¿cómo se defenderían de los riesgos de la excesiva libretad comercial estas inermes y balbuceantes repúblicas sudamericanas? Pero el manchesterismo estaba en auge y a su adopción ciega se le sacrificó todas las industrias locales.

América no estaba aislada. Fuerzas terriblemente pujantes, astutas y codiciosas nos rodeaban. Ellas sabían amenazar y tentar, intimidar y sobornar, simultáneamente. El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de alguna de esas falsías.

Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos. Bajo espejismos tentadores y frases que acarician nuestra vanidad para adormecernos, se oculta la penosa realidad americana. Ella es a veces dolorosa, pero es el único cimiento incorruptible en que pueden fundarse pensamientos sólidos y esperanzas capaces de resistir a las más enervantes tentaciones. Desgraciadamente, es difícil aprehender con seguridad a nuestro país. Hay que darlo por presente en las meras palabras que lo denominan o en los símbolos que lo alegorizan. O ser extremadamente sutil para asir entre lo ajeno y lo corrompido esa materia finísima, impalpable casi e incorruptible que es nuestro espíritu, el espíritu de la muchedumbre argentina: venero único de nuestra probabilidad.

Todo lo material, todo lo venal, transmisible o reproductivo es extranjero o está sometido a la hegemonía financiera extranjera. Extranjeros son los medios de transportes y de movilidad. Extranjeras las organizaciones de comercialización y de industrialización de los productos del país. Extranjeros los productores de energía, las usinas de luz y gas. Bajo el dominio extranjero están los medios internos de cambio, la distribución del crédito, el régimen bancario. Extranjero es una gran parte del capital hipotecario y extranjeros son en increíble proporción los accionistas de las sociedades anónimas.

Hay quienes dicen que es patriótico disimular esa lacra fundamental de la patria, que denunciar esa conformidad monstruosa es difundir el desaliento y corroer la ligazón espiritual de los argentinos, que para subsistir requiere el sostén del optimismo.

Rechazamos ese optimismo como una complicidad más, tramada en contra del país. El disimulo de los males que nos asuelan es una puerta de escape que se abre a una vía que termina en la prevariación, porque ese optimismo falaz oculta un descreimiento que es criminal en los hombres dirigentes: el descreimiento en las reservas intelectuales, morales y espirituales del pueblo argentino.

No es un impulso moral el que anima estas palabras. Es un impulso político. Cuando los Estados Unidos de Norte América se erigieron en nación independiente, Inglaterra, vencida, parecía hundirse en la categoría oscura de una nación de segundo orden, y fue la energía ejemplar de William Pitt la salvadora de su prestigio y de su temple. Decía Pitt: "Examinemos lo que aún nos queda con un coraje viril y resoluto. Los quebrantos de los individuos y de los reinos quedan reparados en más de la mitad cuando se los enfrenta abiertamnete y se los estudia con decidida verdad". Ésa es la norma de este libro.[/SPOILER]

Política Britanica en el Rio de la Plata.pdf

Muy bueno Maxx,parece que Galasso le erro feo,en 1970 acusar a un tipo de marxista,era lo mismo que acusarlo de ateo en el Medievo,sobre todo si no lo era.¿Sabes por que lo hizo o en que se baso?
Me quedo con esta frase:"Valemos cuanto vale la realidad que nos circunda".
Una vez escuche a Raimundi hablar de Scalabrini y siente la misma admiracion que vos.
Descargue el libro,cuando lo termine de leer,comento algo.
¿Esta medida de Cristina,te gusto?

Como es de conocimiento público, el 22 de diciembre pasado la Señora Presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, dictó el Decreto 2185/2008 (publicado en Boletín Oficial el 24/12/08) por el que se declara el año 2009 como el “Año de Homenaje a Raúl Scalabrini Ortiz”, destacando en los considerandos que el 30 de mayo próximo se cumplen 50 años de la desaparición física del “destacado pensador y escritor nacional Raúl Scalabrini Ortiz”, y que el PEN “considera importante resaltar y difundir la labor de quien realizara tan importantes aportes para la defensa del ser nacional” y que Scalabrini “perteneció a una generación que hizo propias las consignas del desarrollo de la industria nacional y la lucha contra el colonialismo dilucidando la historia oficial” mencionando sus principales libros y que “la vida e historia del pensador Raúl Scalabrini Ortiz son un ejemplo a seguir por la ciudadanía argentina”.

Que lástima que Scalabrini no puede aclarar estos puntos donde el hijo y la doña, se encargan de macartear a gusto como si la izquierda sea una especie de enfermedad terminal.

Vamos a ver que contesta uno de los mejores historiadores y lectores de nuestro pasado, presente y futuro, Norberto Galasso.

Para los del barrio es Jorge Canning.:mrgreen:

Es una joyita el libro, increíble que hayan pasado ya mas de 70 años desde que escribió eso!

CLaro que me gustó lo que hizo el kirchnerismo con la figura de Scalabrini! Siempre dije que gran parte del discurso kirchnerista lo comparto, lo que critico es parte de la práctica que para mí se contradice con ese discurso en temas que para mí son mas que trascendentes para los intereses de los argentinos, digo, las prácticas que no sólo no cambian para el lado del discurso sino que profundizan el camino opuesto, pero es un punto de vista nomás, ojalá tengan razón quienes dicen que para allá van…por eso me inclino por proyecto sur que dice por escrito hacia donde va y que si la gente vota votará ni mas ni menos que eso.

La idea del artículo no es pegarle a Galasso, ni mucho menos, el artículo se vale de unas máximas de Galasso que el tipo discute y que, mas allá de Galasso, explican la diferencia entre ideas de izquierda “internacionales” y el pensamiento Nacional.

En el prólogo lo dice claramente, abrazo! Maxx

[b]Sin un contenido vital, las palabras que en Europa determinan una realidad, en América fueron una entelequia, cuando no una traición. El conocimiento preciso de la realidad fue suplantado por cuerpos de doctrina, parcialmente sabidos, que no habían nacidop en nuestro suelo y dentro e los cuales nuestro medio no calzaba, ni por aptitudes, ni por posibilidades, ni por voluntad. La deliberación de las conveniencias prácticas fue reemplazada por antagonismos tan sin sentido que más parían antagonismos religiosos que políticos o intelectuales. En esas luchas personales o absurdamente doctrinarias se disipó la energía más viva y pura que hubiera podido animar a estasnacientes sociedades.

Los revolucionarios de 1810, por ejemplo, con exclusión de Mariano Moreno, adoptaron sin análisis las doctrinas corrientes en Europa y se adscribieron a un libre cambio suicida. No percibieron siquiera, esta idea tan simple: si España, que era una nación poderosa, recurrió a medidas restrictivas para mantener el dominio comercial del continente ¿cómo se defenderían de los riesgos de la excesiva libretad comercial estas inermes y balbuceantes repúblicas sudamericanas? Pero el manchesterismo estaba en auge y a su adopción ciega se le sacrificó todas las industrias locales.[/b]

América no estaba aislada. Fuerzas terriblemente pujantes, astutas y codiciosas nos rodeaban. Ellas sabían amenazar y tentar, intimidar y sobornar, simultáneamente. El imperialismo económico encontró aquí campo franco. Bajo su perniciosa influencia estamos en un marasmo que puede ser letal. Todo lo que nos rodea es falso o irreal. Es falsa la historia que nos enseñaron. Falsas las creencias económicas con que nos imbuyeron. Falsas las perspectivas mundiales que nos presentan y las disyuntivas políticas que nos ofrecen. Irreales las libertades que los textos aseguran. Este libro no es más que un ejemplo de alguna de esas falsías.

Volver a la realidad es el imperativo inexcusable. Para ello es preciso exigirse una virginidad mental a toda costa y una resolución inquebrantable de querer saber exactamente cómo somos.


No se me ponga así! El texto es viejo y Galasso ya respondió contundentemente, como no se puede esperar menos de él. Como puse arriba la idea no era ni en pedo pegarle a Galasso, pero la discusión con Galasso sirvió para aclarar el punto.

Te lo dejo si me prometés no tocarte, jajaja.

<H1 class=title>ACLARANDO POSICIONES, DE NORBERTO GALASSO SOBRE SCALABRINI ORTIZ[SPOILER]

Ingresado el 9 Febrero 2009 por discepolo en
[ul]
[li]Historia[/li][/ul]A continuación se transcriben palabras del historiador y escritor Norberto Galasso.
“Aclarando posiciones”
Eriberto De Pablo, un amigo jauretcheano hasta los tuétanos, me acaba de reenviar un texto que circula por Internet, publicado por Jorge Scalabrini Comaleras, hijo de Raúl Scalabrini Ortiz y Mercedes Comaleras, que le ha sido enviado por una escritora que no conozco, cuyo nombre o seudónimo es Bibiana Apolonia del Bruto. Este correo titulado “El hijo de Scalabrini refuta a Galasso” viene por vía de Bambú Press boletinbambu en yahoo.com, ha sido publicado en el diario “El liberal” y resultaría, según De Pablo, “un cartón lleno” si se hubiera publicado en “La Nación”. Allí, Jorge vuelve sobre una vieja disidencia que él manifestó en 1970: según él, yo habría sostenido que su padre era marxista. Más tarde, la viuda, Mercedes Comaleras (No Coraleras, como se afirma en el texto, lo que hace suponer que no lo escribió su hijo) publicó la misma crítica en “Mayoría”, el 5 de diciembre de 1975, en un momento poco oportuno para debatir sobre marxismo, cuando las TRES A desarrollaban plenamente su siniestra tarea.
Ahora bien, como Del Bruto parece no saberlo y el amigo De Pablo quizás lo haya olvidado, me veo obligado a aclarar algunos puntos, aunque desde ya agradezco la aclaración suficiente que hizo circular Néstor Gorojosky poniendo los puntos sobre las íes en pocas palabras, sobre este asunto.
En primer término, debo recordar que lanzado el libro en 1970, - con la garantía de que fue presentado por Arturo Jauretche-, Pedro Scalabrini -hijo mayor de Scalabrini Ortiz– me invitó a cenar para manifestarme su total coincidencia con la biografía y agradecerme haber sacado al padre del olvido (Scalabrini había muerto en 1959 y sólo se habían publicado dos pequeños esbozos biográficos, uno, en 1942, por el gran argentino que fue don Vicente Trípoli y otro, en 1961, firmado por un tal Enrique Barés, de quien nunca supe si era su nombre o un seudónimo, en ambos casos trabajos breves y debo recordar que Trípoli, con grandeza y generosidad, me pidió que lo acompañara en todos los homenajes a Scalabrini por considerar que mis 580 páginas ampliaban el homenaje y reconocimiento al gran patriota). En esa reunión, Pedro me dijo que gracias a mí había conocido en plenitud la lucha de su padre. Últimamente, un nieto de Scalabrini -Martín- al promover una reedición de Historia de los Ferrocarriles argentinos, me pidió que lo prologara como un reconocimiento a mi trabajo biográfico. Como en toda familia, hay concordancias y disidencias al respecto.
Lo cierto es que a través de los años nunca dejé de reivindicarlo a Scalabrini Ortiz, tanto en artículos como en conferencias y mesas redondas. Asimismo, en 1973 a través de un folleto editado por ese militante infatigable que se llama Antonio Ángel Coria, cuando fundamos en Punta Alta el “Centro Scalabrini Ortiz”; luego, en 1975, en un folleto editado por la revista “Crisis”; más tarde, en 1982, en una biografía reducida publicada por “Ediciones del Pensamiento Nacional”; después, en 1984 con Raúl Scalabrini Ortiz y la penetración inglesa, publicado en Centro Editor de América Latina por sugerencia de otro gran amigo: Oscar Troncoso: luego, en 2006, con Scalabrini contra el Imperio,publicado por el Ateneo Scalabrini Ortiz dirigido por Fabián Metler y últimamente, apareció la segunda edición de aquel libro del ´70, ahora por Colihue. Cuánta agua ha pasado bajo los puentes en estos cuarenta años y nadie, ningún forjista, ni ningún nacionalista, ningún viejo amigo de Raúl, ha salido a impugnar el libro, pero a Jorge no le gusta y su mamá, hace más de tres décadas se manifestaba bastante coincidente con él, seguramente influida por sus argumentos. Con ella tuve siempre una excelente relación, salvo que le molestó que yo dijera en el libro que habían pasado urgencias económicas (la señora era de una familia provinciana de cierto abolengo local) así como que sostuviera que en un momento de aislamiento y angustia, Scalabrini se tomó un vaso de whisky en una medianoche, considerado por ella como una presunción de alcoholismo, que no era tal. Pero, como se comprenderá, la verdad sobre un personaje que ya es historia en la Argentina, no resulta de cuantos familiares votan a favor ni cuantos en contra.
Desde aquel año 1970, Jorge embistió contra el libro y parece ser muy consecuente en sus planteos porque todavía, cuatro décadas después, lo sigue haciendo. Hubiera sido más efectivo quizás que escribiera una vida de su padre eliminando todo aquello que le disgusta o algunas conclusiones que todo biógrafo se ve obligado a realizar para explicar la vida del biografiado. No lo ha hecho, sin embargo, sino que se ha pasado 40 años fiscalizando mis ediciones para denigrarlas. Ahora se le agrega Del Bruto quien cree ver en la biografía una forma de apoyar “a la pareja presidencial” y sus sostenedores de “Carta Abierta”, es decir justamente a quienes rinden homenaje a Scalabrini, (decreto 2185, del 2008) y lo hace con entusiasmo: “Se trata del hijo”, exclama apasionadamente y lo califica de “ingenio en petróleo” (supongo que habrá querido escribir ingeniero) y de costado manifiesta su molestia por mi nota donde critico la política de Proyecto Sur, en Página/12, del 2 de febrero del presente año.
De cualquier modo, Del Bruto queda muy lejos del ánimo descalificador que exalta a Jorge.
El ha manifestado militantemente su desagrado y a tal punto que –caso único en el mundo- mandó varios chicos a volantear contra el libro en su acto de presentación en 1982, a quienes un insobornable forjista como Darío Alessandro, amigo de Raúl, que presentaba el libro, los sacó a cajas destempladas. Luego, Jorge publicó una extensa nota, el 26 de agosto de 1982, también dirigida a denigrar al libro. Últimamente, también protestó cuando el nieto -Martín- publicó Historia de los ferrocarriles argentinos y yo redacté el prólogo. Y ahora vuelve sobre el tema.
Pero, en fin, ¿qué dice Jorge?: que en mi biografía yo afirmo que el padre era marxista, actuando así al nivel de los yanquis que veían marxistas en todos lados y se horrorizaban, como lo sufrió Charles Chaplin e incluso nuestro Jorge L. Borges, por haber escrito “Los Salmos rojos”, en su juventud.
Así sostiene Jorge: l) que en el prólogo a la primera edición, Jorge A. Ramos “desmintiendo las afirmaciones de Galasso”, sostiene que Raúl no era marxista. Por lo que parece, no me reconoce demasiada inteligencia ni picardía como “tergiversador” pues si hubiera publicado un libro falseando que Raúl era marxista, no habría recurrido a un prologuista para que me desmintiese.
2) Reproduce la carta de “Mecha”, ya una señora anciana donde, en 1975, la hacen decir que “doy a entender que Sacalabrini se nutrió ideológicamente con las ideas de Lenin, Marx y Trotsky”. La imputación es falsa. Lo que yo digo es que Raúl integró el grupo Insurrexit en 1919, citando palabras de Scalabrini: “Contribuí a fundar el grupo Insurrexit… Esos dogmas dejaron luego de desvelarme, aunque la práctica del comunismo dejó en mí una huella tan honda que mi espíritu parece un par de brazos fraternales” (R. S. O., en Cuentsitas Argentinos de hoy, autorreportaje, Ediciones claridad, Bs. As., 1929)
3) Agrega Jorge que en p. 439 de mi libro, hago referencia a un comentario de Scalabrini sobre la conveniencia de formar un partido de izquierda nacional o comunista nacional. El texto dice: “Raúl viaja a La Plata y se encuentra en el tren con Juan José Hernández Arregui y en la conversación le dice: -¿Usted no cree, Arregui que ha llegado el momento de formar un partido comunista nacional? ¿No cree que dado el avance que hemos logrado últimamente es necesario un partido de izquierda que incida sobre el peronismo, una izquierda nacional?”. Este testimonio proviene de Hernández Arregui, y el libro se publicó en vida de este extraordinario intelectual del campo nacional, por lo cual yo no podía inventarlo, y en el caso supuesto que así fuera -que no va con mi rigurosidad histórica- Arregui lo habría desmentido.
4) También mi libro reproduce un texto del folleto “El capital, el hombre y la propiedad en la vieja y en la nueva constitución”, p.21, donde Raúl comenta la frase de Perón “humanizar al capital” y señala “El capital no fenece y por eso fundamentalmente es inhumano. Humanizar el capital significa entonces -a mi entender- emplazarlo, transformarlo en mortal y perecedero como las cosas a las cuales está aplicado. La frase del general Perón entreabre un nuevo mundo de posibilidades técnicas y matemáticas en que aparece factible una nueva relación entre los seres humanos”. Claro, comprendo, hay gente que esto no le gusta, pero no lo digo yo, lo dice Scalabrini.
5) Después, Jorge hace referencia al hermoso artículo de Scalabrini sobre el 17 de octubre y señala que las masas “no vivaban a Marx, a Lenin, ni a Trotsky. No fue una gesta marxista. Lo vivaban a Perón”. Por supuesto, a nadie se le ocurre suponer otra cosa. Y yo lo transcribo tal cual es, pero ocurre que como soy un historiador riguroso, trascribo también lo que dice Scalabrini, pocas semanas después, el 9 de enero de 1946, en el semanario “Política”, y esta trascripción parece que irrita a alguna gente: “Dentro de pocos días se cumplirá un nuevo aniversario de un acontecimiento que en mi juventud me conmovió profundamente, tanto como en el correr de los años debía de conmover al mundo: la rebelión del pueblo ruso, bajo la dirección de un genio político trascendental Nicolás Lenin. Las revoluciones destinadas a marcar una huella perdurable en la historia presuponen la existencia de dos factores: primero, un pueblo dotado de una elevada tensión espiritual y de un ímpetu de generosidad colindante con el mesianismo, como era el pueblo ruso, de acuerdo a sus intérpretes más fehacientes y como yo creía que era la facción más genuinamente diáfana del pueblo argentino. Segundo, conductores que estén íntima e inseparablemente imbuidos de ese espíritu, hasta el punto de ser sus intérpretes como lo fue Lenin. Lenin era un doctrinario dogmático, pero un ruso ‘profundamente nacional’ según el testimonio textual de Trotsky quien agrega: Para dirigir una revolución en la historia de los pueblos es preciso que existan entre el jefe y las fuerzas profundas de la vida popular un lazo indisoluble y orgánico que alcance a sus raíces esenciales” (pág. 303 de la primera edición de mi libro). Esto lo reproduzco yo, pero lo escribió Scalabrini, aunque a Jorge no le guste.
6) Curiosamente, en su crítica de estos días, Jorge transcribe una frase de un artículo de la revista “Qué” del 18/9/56 donde Raúl se refiere a que “los ferrocarriles se hicieron con el trabajo de los argentinos” –sobre lo cual estamos de acuerdo-, pero omite señalar, que en el mismo artículo, pocos párrafos después, su padre señala que “la construcción de los ferrocarriles en las colonias y países poco desarrollados no persigue el mismo fin que en Inglaterra. Es decir, no son parte esencial de un proceso general de industrialización. Esos ferrocarriles se emprenden simplemente para abrir esas regiones como fuentes de productos alimenticios y materias primas tanto vegetales como animales, no para apresurar el desarrollo social por un estímulo a las industrias locales. En realidad, la construcción de ferrocarriles coloniales y en país subordinado, como el nuestro, es una muestra de imperialismo, en su función antiprogresista que es su esencia”. ¡Magnífico!, ¿no es cierto? Es el eje de la posición scalabriniana. Sólo que Jorge, leyó hasta la página 93. Si hubiera seguido hasta la 95 se hubiera encontrado con esta notable definición de imperialismo, pero seguramente le hubiera disgustado que su padre sostenga que estas palabras entrecomilladas no son de él, sino que pertenecen a Allan Hutt, en su libro This final crisis, y Hutt -¡horror!- era una marxista inglés.
7) Con respecto a Perón, parece que yo también lo tergiverso, según mi crítico. Eso les pasa a algunos peronistas o nacionalistas por no leer a Perón. Vean el libro Esta es la hora de los pueblos, donde el General sostiene: “Frente a la caducidad insoslayable del capitalismo demoliberal, se puede predecir que el mundo será en el futuro socialista”. Líneas antes, Perón ha dicho: “Algunos creen que la solución puede ser el socialismo internacional dogmático, otros creen que la solución depende de un socialismo nacional” (La hora de los pueblos, 1968, p. 187). Lo dice Perón, aunque yo modestamente estoy de acuerdo.
Esto es todo. Raúl no era marxista (nunca lo afirmé), pero había leído a Marx, a Lenin, a Trotstky, como había leído a Anatole France, a Poe y tantos otros, especialmente al marxista Hutt que le sirvió para entender el trazado colonial de los ferrocarriles en la Argentina. Esto lo afirmo, en base a documentos, esto es lo que destaco. También destaco, y eso le gusta más a alguna gente que Scalabrini estuvo muy cerca de Gregorio de Laferrere, y de los Irazusta, en las tertulias del café Richmond , en la época del golpe contra Yrigoyen y que en principio, fue favorable al golpe. Si a alguien le gusta ese Scalabrini y prefiere quedarse con él, yo no le rendiría homenaje por maurrausiano y fascista. En ese caso, yo no tendría tampoco la culpa, pero sería una visión parcial de quien estaba en una búsqueda y en esa búsqueda angustiosa, aislado, con todos los medios en contra, también publicó en un diario alemán sus primeros escritos sobre el imperialismo inglés, el Franfurter Zeitung. Relatar ese hecho no es convertirlo en nazi. Como relatar que estuvo en Insurrexit o que citó a Trotsky no es hacerlo trotskista Era un patriota y en su búsqueda para develar la tragedia argentina hurgaba en todos lados, pero cuando los nacionalistas de derecha de “Nuevo Orden”, en 1940, le pidieron un artículo -que sería como escribir en “Cabildo” o “El Caudillo”- les contestó: “Hay algunos amigos que cayeron seducidos por las sirenas de la propaganda alemana y hoy quieren hacernos creer que el triunfo germánico abrirá para nosotros perspectivas más holgadas. Nosotros estimamos que esa suposición es una ingenuidad que puede acarrearnos graves males. Con ‘viejo orden’ o con ‘nuevo orden’, del extranjero no podemos esperar nada más que humillación. Nosotros sabemos que la libertad, la riqueza y la dignidad se conquistan. La obra de FORJA es la preparación de esa conquista que algún día hemos de emprender los argentinos”. Clarito, ¿no es cierto. No era nazi, como les gustaría a algunos. No era marxista. Era un antiimperialista consecuente, al cual algunas lecturas marxistas le sirvieron para descubrir los mecanismos de opresión imperialista, de esos que hablaba un tal Lenín en El imperialismo, etapa superior del capitalismo.
Aquí termina -o empieza la cuestión- porque ya en anterior ocasión, hace una “temeridad de años”, como acostumbraba a decir Atahualpa Yupanqui, le propuse a Jorge Scalabrini que buscáramos un coordinador serio y un lugar neutral para discutir estas cosas, suponiendo desde ya que su intención es sana en tanto resguardar las ideas del padre, pero que seguramente su padre no coincidiría con la perspectiva desde donde analiza este asunto. Yo lo hago desde la izquierda nacional. Estoy cansado de decirlo aunque tal ha sido mi defensa de los nacionalistas revolucionarios y del peronismo que hay gente que se disgusta, en vez de agradecerlo, y entonces descalifican mi obra creando oblicuamente la sospecha de que no soy riguroso, ni científico. Hay algunos de esos y ya son bastantes, que atacan desde el campo proimperialista. Seguramente su padre se enojaría mucho si lo viera coincidiendo con ellos, preocupado angustiosamente, durante 40 años, por denigrar a quien, precisamente, desde el campo nacional, ha redoblado esfuerzos para rendirle homenaje a él y reivindicar su lucha antiimperialista a través de una vida y una obra incuestionables.
Norberto Galasso

[/SPOILER]</H1>

Llegué a Scalabrini por recomendación de yomaxx … a Galasso por cuenta propia … un lujo leer a los dos.