Ni un arma para el pueblo

Me gustó la nota. Qué opinan ?

Ni un arma para el pueblo

Por Tomás, el 26 de Julio de 2010.burbujascondetergente.blogspot.com |

fuyusepe@hotmail.com

¿Y si empezamos a hablar en serio de seguridad? Está bien la cuestión de que el delito tiene causas socioeconómicas, y está bien que evadir ese diagnóstico te lleva por autopista, directo, al discurso ineficiente de la mano dura. También está bien decir que en el medio no sólo hay que decir algo, sino también avanzar con políticas públicas específicas. Es falso que la seguridad es un problema “de clase media” (por cierto, si lo fuera…¿qué?, ¿este gobierno no gobierna -y mucho- también para la clase media?). Es un problema legítimo, que atraviesa casi todos los sectores, y para el cual las respuestas del Estado suelen resultar casi siempre insuficientes.

El delito existió, existe y va a seguir existiendo. No es un fenómeno natural, pero mínimamente es un fenómeno que permanece. Las grandes soluciones mágicas contra el delito, las que prometen resolver la cuestión con un plan estudiado por técnicos de no-sé-dónde, terminan siempre en el fracaso, no por fallas técnicas sino por exagerar los objetivos. Con el delito no se termina porque sos más piola y estudiaste en un montón de lugares. El delito es un fenómeno complejo, es dinámico y el Estado no puede garantizar su desaparición total. Lo que puede, en cambio, es avanzar al menos con políticas públicas chiquitas, específicas, que dificulten la opción por el delito, que creen las condiciones necesarias para que la opción por delinquir resulte menos conveniente que la opción por no hacerlo (por decirlo de alguna manera zonza).

Hay cosas que son discutibles. La cuestión de las cámaras es discutible (la verdad es que a priori, en plazas públicas, estaciones de trenes, etc. no sé cuáles son las objeciones), algunas ciudades del Interior avanzaron en cuestiones relativas a la iluminación del espacio público que traen algunos buenos resultados. Pero hay, quizás, una política pública que trasciende las esferas municipales, y que tiene que ver con el acceso a las armas de fuego. Intentar “regular” el delito, es intentar, por ejemplo, disminuir la violencia de los mismos. Ahí resulta fundamental dificultar el acceso a armas de fuego. Hay un informe (que no pude encontrar y que está citado en otros lugares) del Ministerio de Justicia que arrojó este resultado: el 99% de los delitos violentos se cometen con armas ilegales, es decir, no registradas en el RENAR. Terminante.

En el 2002 el diputado por la UCR Carlos Iparraguirre presentó un proyecto para la destrucción de las armas decomisadas en procedimientos judiciales y/o policiales. El proyecto se puede ver acá y fue reingresado para su tratamiento con la cofirmante Margarita Stolbizer en el 2004. Al día de hoy no fue tratado, y la ley, claro, no fue sancionada. Los motivos por los que no se trató se pueden intuir (razones económicas, intereses particulares, falta de interés en el tema, etc.) pero lo importante es por qué no promoverla de acá para adelante. La ley de canje de armas es un avance y este proyecto puede complementarlo: los juzgados y organismos en los que se depositan las armas no tienen la infraestructura necesaria para albergar las armas decomisadas. Una parte del mercado ilegal proviene de armas que reingresan al circuito después de haber sido confiscadas. Sin armas, o con menos, el delito es menos violento.

Falta mucho, casi que todo, acá por hacer. El gobierno civil sobre la Federal (“la única institución que no sufrió una sola reforma desde la vuelta de la democracia“) es una deuda pendiente de cada uno de los sectores del poder político. El auto-gobierno sobre la Federal se traduce en el dictado de sus propias reglas, ajenas a la de las instituciones del Estado democrático: la calesita, por ejemplo, que consiste en trasladar a otros destinos los miembros de la fuerza acusados de apremios ilegales o simplemente a los comisarios responsables de alguna situación determinada. Una policía que se auto-gobierna es también una Policía que tiene la potestad para hacer esto: reclutar a chicos en situación de vulnerabilidad y liberarles algunas zonas para cometer delitos para la comisaría. Hablar de la Policía, también, implica tal vez quitarse algunos prejuicios -ciertamente válidos a veces -y comenzar a pensar en sus miembros como trabajadores estatales con malas condiciones laborales de las que también hay que decir algo.

La cuestión carcelaria es, quizás, uno de los temas menos problematizados socialmente por la clase política y la sociedad civil en los últimos treinta años. En el día del Penitenciario, Alak dijo que el problema de superpoblación carcelaria se superó en 2008. Eso es cierto, pero habría que agregarle alguna cosa más. Por ejemplo, que se trata de las cárceles federales, y que muchos presos federales están en unidades provinciales, comisarías y edificios de Gendarmería, por diversos convenios firmados. También es cierto que hay un dato más alentador, y que tiene que ver con que el 72% de los internos reciben algún tipo de educación. El hacinamiento es uno de los principales problemas, y está superado sólo a nivel federal (y está superado, también, porque hay presos federales derivados en comisarías). Pero el Servicio Penitenciario Federal tiene, a mi entender, dos problemas previos. El primero, que se relaciona mucho con las condiciones de detención, es que el 75% de los detenidos no tiene condena firme: son procesados (no tuvieron sentencia o apelaron y la cámara se expidió aún. Esto tiene que ver, también, con algo que viene diciendo Lucas acá: el problema de la Justicia, que no es menor, que muchas veces es causa, como lo es ahí, en tantos procesados). El segundo, y quizás uno de los problemas más graves en materias de derechos humanos en la Argentina, es la cuestión de la tortura. La última encuesta de la Procuración Penitenciaria expresa que el 64% de los detenidos entrevistados sufrió algún tipo de agresión por parte del personal penitenciario. Acá no hay que avanzar: hay que empezar, y la Procuración, junto con el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria y el Grupo de Estudios del Sistema Penal y DDHH de la UBA, presentaron las bases para crear un Registro Nacional de Casos de Tortura.

¿Es casual que la seguridad se problematice desde los medios?, ¿eso pasa porque los medios “son malos” o “mienten”? No. Pasa porque no hay Estado, o hay poco. El interés por la seguridad es reactivo. Hay temas que si no los problematiza la política, se problematizan solos. A mí me parece que se logran mejores resultados cuando pasa lo primero.

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Ni un arma para el pueblo

Por Tomás, el 26 de Julio de 2010.burbujascondetergente.blogspot.com |

fuyusepe@hotmail.com

¿Y si empezamos a hablar en serio de seguridad? Está bien la cuestión de que el delito tiene causas socioeconómicas, y está bien que evadir ese diagnóstico te lleva por autopista, directo, al discurso ineficiente de la mano dura. También está bien decir que en el medio no sólo hay que decir algo, sino también avanzar con políticas públicas específicas. Es falso que la seguridad es un problema “de clase media” (por cierto, si lo fuera…¿qué?, ¿este gobierno no gobierna -y mucho- también para la clase media?). Es un problema legítimo, que atraviesa casi todos los sectores, y para el cual las respuestas del Estado suelen resultar casi siempre insuficientes.

El delito existió, existe y va a seguir existiendo. No es un fenómeno natural, pero mínimamente es un fenómeno que permanece. Las grandes soluciones mágicas contra el delito, las que prometen resolver la cuestión con un plan estudiado por técnicos de no-sé-dónde, terminan siempre en el fracaso, no por fallas técnicas sino por exagerar los objetivos. Con el delito no se termina porque sos más piola y estudiaste en un montón de lugares. El delito es un fenómeno complejo, es dinámico y el Estado no puede garantizar su desaparición total. Lo que puede, en cambio, es avanzar al menos con políticas públicas chiquitas, específicas, que dificulten la opción por el delito, que creen las condiciones necesarias para que la opción por delinquir resulte menos conveniente que la opción por no hacerlo (por decirlo de alguna manera zonza).

Hay cosas que son discutibles. La cuestión de las cámaras es discutible (la verdad es que a priori, en plazas públicas, estaciones de trenes, etc. no sé cuáles son las objeciones), algunas ciudades del Interior avanzaron en cuestiones relativas a la iluminación del espacio público que traen algunos buenos resultados. Pero hay, quizás, una política pública que trasciende las esferas municipales, y que tiene que ver con el acceso a las armas de fuego. Intentar “regular” el delito, es intentar, por ejemplo, disminuir la violencia de los mismos. Ahí resulta fundamental dificultar el acceso a armas de fuego. Hay un informe (que no pude encontrar y que está citado en otros lugares) del Ministerio de Justicia que arrojó este resultado: el 99% de los delitos violentos se cometen con armas ilegales, es decir, no registradas en el RENAR. Terminante.

En el 2002 el diputado por la UCR Carlos Iparraguirre presentó un proyecto para la destrucción de las armas decomisadas en procedimientos judiciales y/o policiales. El proyecto se puede ver acá y fue reingresado para su tratamiento con la cofirmante Margarita Stolbizer en el 2004. Al día de hoy no fue tratado, y la ley, claro, no fue sancionada. Los motivos por los que no se trató se pueden intuir (razones económicas, intereses particulares, falta de interés en el tema, etc.) pero lo importante es por qué no promoverla de acá para adelante. La ley de canje de armas es un avance y este proyecto puede complementarlo: los juzgados y organismos en los que se depositan las armas no tienen la infraestructura necesaria para albergar las armas decomisadas. Una parte del mercado ilegal proviene de armas que reingresan al circuito después de haber sido confiscadas. Sin armas, o con menos, el delito es menos violento.

Falta mucho, casi que todo, acá por hacer. El gobierno civil sobre la Federal (“la única institución que no sufrió una sola reforma desde la vuelta de la democracia“) es una deuda pendiente de cada uno de los sectores del poder político. El auto-gobierno sobre la Federal se traduce en el dictado de sus propias reglas, ajenas a la de las instituciones del Estado democrático: la calesita, por ejemplo, que consiste en trasladar a otros destinos los miembros de la fuerza acusados de apremios ilegales o simplemente a los comisarios responsables de alguna situación determinada. Una policía que se auto-gobierna es también una Policía que tiene la potestad para hacer esto: reclutar a chicos en situación de vulnerabilidad y liberarles algunas zonas para cometer delitos para la comisaría. Hablar de la Policía, también, implica tal vez quitarse algunos prejuicios -ciertamente válidos a veces -y comenzar a pensar en sus miembros como trabajadores estatales con malas condiciones laborales de las que también hay que decir algo.

La cuestión carcelaria es, quizás, uno de los temas menos problematizados socialmente por la clase política y la sociedad civil en los últimos treinta años. En el día del Penitenciario, Alak dijo que el problema de superpoblación carcelaria se superó en 2008. Eso es cierto, pero habría que agregarle alguna cosa más. Por ejemplo, que se trata de las cárceles federales, y que muchos presos federales están en unidades provinciales, comisarías y edificios de Gendarmería, por diversos convenios firmados. También es cierto que hay un dato más alentador, y que tiene que ver con que el 72% de los internos reciben algún tipo de educación. El hacinamiento es uno de los principales problemas, y está superado sólo a nivel federal (y está superado, también, porque hay presos federales derivados en comisarías). Pero el Servicio Penitenciario Federal tiene, a mi entender, dos problemas previos. El primero, que se relaciona mucho con las condiciones de detención, es que el 75% de los detenidos no tiene condena firme: son procesados (no tuvieron sentencia o apelaron y la cámara se expidió aún. Esto tiene que ver, también, con algo que viene diciendo Lucas acá: el problema de la Justicia, que no es menor, que muchas veces es causa, como lo es ahí, en tantos procesados). El segundo, y quizás uno de los problemas más graves en materias de derechos humanos en la Argentina, es la cuestión de la tortura. La última encuesta de la Procuración Penitenciaria expresa que el 64% de los detenidos entrevistados sufrió algún tipo de agresión por parte del personal penitenciario. Acá no hay que avanzar: hay que empezar, y la Procuración, junto con el Comité contra la Tortura de la Comisión Provincial por la Memoria y el Grupo de Estudios del Sistema Penal y DDHH de la UBA, presentaron las bases para crear un Registro Nacional de Casos de Tortura.

¿Es casual que la seguridad se problematice desde los medios?, ¿eso pasa porque los medios “son malos” o “mienten”? No. Pasa porque no hay Estado, o hay poco. El interés por la seguridad es reactivo. Hay temas que si no los problematiza la política, se problematizan solos. A mí me parece que se logran mejores resultados cuando pasa lo primero.

lo de las armas estaria bueno, igualmente es algo bastante dificil de controlar eso. despues con las carceles tienen que hacer algo, construir nuevas y en mejores condiciones para terminar con el hacinamiento, y tambien enseñar y educar a los presos para que cuando salgan no tengan que volver a delinquir, por que sino es como un metegol entra… roba uno, va preso, sale de la carcel, roba otro va preso, sale de la carcel, el que salio antes vuelve a robar…

comparto la nota… y es lo que yo siempre pregunto cuando me dicen que los menores tienen armas y bla bla bla… de donde mierda salen las armas?? eso hay que atacarlo, claramente… el estado tiene que monopolizar la coaccion…
y con respecto al sistema carcelario, es necesaria una reforma… siempre lo hablamos en mi casa, je… ahora, a quien le corresponde esto?? al poder judicial? al poder legislativo? al poder ejecutivo con sus ministerios?? aunque eso es secundario, si no hay voluntad previa…

Cuando se menciona la palabra “inseguridad”, generalmente se hace referencia a la posibilidad de que algún “morochito”, seguramente “villero” y seguramente “para comprar paco”, te asalte en la calle y te meta un tiro o un cuchillazo ante la mínima resistencia. Y quizás, hasta sin resistencia porque “no saben ni como se llaman, si están drogados”.

El delito y la inseguridad siempre están ligadas a ese prototipo delictivo. Y ese modelo de delito siempre viene configurado desde los sectores en donde se perpetúan delitos más graves. ¿Cuánta gente mata de hambre el sistema por el cual se ve beneficiado un Macri, por ejemplo? A mí, Macri, un Jefe de Gobierno espía, me causa inseguridad. Un Jefe de Gobierno que manda demoler locales de laburantes, por no tener tal o cual papel, un Jefe de Gobierno que manda a su monstruosa fuerza a pisotear las artesanías de vendedores públicos, porque, según él, el espacio público no les corresponde a ellos, sino a la “gente”. Un Jefe de Gobierno que te manda un grupo de tareas a meterte palos en la cabeza a la madrugada para sacarte de tu casa, porque según él, no cumpliste algún trámite burocrático. Todo eso me genera inseguridad.

Ahora, volviendo al tema específico de la “inseguridad” prototípica, creo que poner el foco en la palabra “inseguridad” es un poco limitado. ¿Inseguridad de quién? ¿Nadie se pone a pensar en la “inseguridad” social y cultural en la que vive una persona que sale a robar? La exclusión genera esos comportamientos anti-sociales. Es la exclusión, sin dudas. Porque, yo voy por la calle y te miro con asco, si te miro. Voy por la calle y me pedís una moneda para el colectivo, y ya ni con asco te miro, ni te contesto, sigo para adelante, no existís, ni existirás nunca. Eso sí, cumplime las leyes, querido. Esas leyes que nadie cumple con vos, vos cumplilas conmigo; esto con los militares no pasaba.

Les doy un ejemplo, a menor escala, por supuesto, pero que sirve para imaginarnos de otra forma cómo la exclusión social es también una exclusión del régimen legal. Yo quiero comprarme un CD de Lady Gaga, digamos, pero el doble, la edición limitada de “The Fame Monster”. Perfecto. No tengo plata. Y Lady Gaga me dice, todo bien, pero si querés escuchar mi música, tenés que pagarme, y si no me pagás, no me escuchás. Si querés verme en un recital, tenés que pagar la entrada, y si no me pagás, no me ves. Ni pienses en venir a saludarme, porque no te voy a recibir, soy una estrella, pertenezco a otro mundo, superior al tuyo. Quizás si algún día nos cruzamos en la calle, y me hablás, avanzo rápido sin contestarte. En fin, estamos absolutamente excluidos del círculo de Lady Gaga. Esa exclusión total, hace que, sin la menor culpa, y sabiendo que es un delito, que probablemente quedará impune, voy a descargar todo lo que encuentre de ella por Internet. Es un delito, sé que le hago un daño a la industria discográfica, pero no me importa, porque estoy tan alejado de ese sistema, que no lo siento. Sé, también, que al sistema discográfico en general, es ínfimo el daño que la causo: un disco menos, qué importa, total, todo seguirá igual.
Bien, no estoy equiparando los delitos a nivel cualitativo. Simplemente quiero demostrar que la estructura exclusión-“delito” es la misma. Y pongo “delito”, entre comillas, porque si un sistema está conformado por personas, y esas personas establecen las leyes de convivencia, una infracción a esas leyes por parte de una persona que no hace el pacto social con nosotros porque nosotros lo hemos excluido, merece mínimamente que si vamos a llamar “delito” a ese incumplimiento lo pongamos entre comillas.

Yo creo que la clase media está muy asustada, principalmente por los medios de comunicación que usan la palabra “inseguridad” con fines políticos. Siempre la plataforma electoral de la derecha, endulza a los votantes de derecha con la palabra “inseguridad” y como “combatirla” (se combate, en definitiva, al delincuente, pero no a la delincuencia radicalmente; lo mismo que Macri, combate al pobre, no a la pobreza). Sin embargo, junto con Uruguay, Argentina es el país con menor índice de inseguridad en Latinoamérica.

Yo estoy convencido de que para que se reduzcan estos comportamientos callejeros antisociales, es preciso que, principalmente la clase media y clase alta modifique sus propios comportamientos. No se dan cuenta que están generando exactamente aquello que tanto temen.

y el PSUR que propone presi?


eso es fundamental

Buena nota, la leí hoy en AP.

No tenía ese datito del 99%, aunque era de suponerse. La verdad que el proyecto de ley para destruir las armas es imperioso que se trate. ¿Dónde están los medios cuando se los necesita para fijar la agenda?

Y lo de la cantidad de detenidos sin condena es un reclamo permanente de la CSJN, sin duda una aberración jurídica y humana por la que nadie se preocupa.

Tomemos el caso Holandés. En Holanda, donde existen una absoluta inclusión social, cuyos habitantes viven una vida con muchas menos restricciones y represiones culturales en comparación con otros países (bares de marihuana, libertad sexual, etc.), miren los resultados (marco en negrita algunas cuestiones):

EL SISTEMA PENITENCIARIO DISPONE DE 14.000 CELDAS DE LAS QUE SOBRAN 2.000

Holanda: por fin, un país donde sobran cárceles

El descenso de la delincuencia en Holanda es una buena noticia, excepto para los funcionarios de prisiones, que temen perder su puesto. Por eso la Secretaria de Estado del Ministerio de Justicia, Nebahat Albayrak, ha anunciado una serie de medidas para solucionar los problemas laborales que trae consigo el cierre de 8 prisiones. El excedente de celdas se debe también al descenso de la delincuencia en los Países Bajos.

COPE - ACEPRENSA (CARMEN MONTON).- Habrá que reciclar los edificios para otro fin y evitar que el personal empleado en estas instituciones penitenciarias vaya al paro. De momento se han ofrecido 500 celdas en Tilburg al gobierno belga, al que le faltan cárceles y que envía delincuentes a casa por falta de espacio en las prisiones.

El actual sistema penitenciario holandés dispone de 14.000 celdas, de las que sobran 2.000. El problema del excedente de celdas tiene su “prehistoria”. En los años 70 creció la criminalidad en el país, por lo que de 1985 al 1995 se dobló el número de celdas y aún no eran suficientes.

En 1989 se introdujo un cambio en el Código Penal por el que el juez podía imponer como sanción un número de horas de trabajo en servicio de la comunidad, en vez de la pena de prisión. Por ejemplo, 240 horas de servicio en lugar de 6 meses de cárcel. Estas nuevas sanciones no se pusieron en práctica hasta 1997, y el número de encarcelados con pena de más de 6 meses bajó de 23.500 a 18.000.

Las protestas que habían surgido en décadas anteriores sobre la desproporción entre delito y pena y las críticas sobre lo inhumanos que resultaban los castigos también aceleraron el cambio de sanciones. Sus defensores argumentaban que [b]los trabajos a favor de la sociedad favorecerían la reinserción social del trasgresor, no se le estigmatizaba como criminal por la pérdida de libertad y, en el caso de jóvenes, se involucraba a los padres en el seguimiento de la evolución de la conducta del delincuente.

Y, en efecto, se demostró que el tanto por ciento de reincidentes entre los que habían sido condenados a trabajos sociales era un 20% inferior al de los que habían estado en prisión.[/b]

También hay argumentos económicos que abogan a favor de sistema. Un delincuente castigado a trabajos sociales sigue con su empleo y realiza las tareas en tiempo libre, su trabajo genera algún bien a la sociedad, mientras que un preso cuesta al Estado 100.000 euros por año.

Según apunta el Ministerio Fiscal, el excedente de celdas se debe también al descenso de la delincuencia en los Países Bajos. Aunque los políticos de partidos de la derecha atribuyen este descenso a que los jueces imponen penas menos severas en delitos como atracos con violencia, crimen, homicidio y delitos relacionados con drogas.

Esto último ha originado discusiones en la Segunda Cámara. Los partidos de la oposición, Liberales VVD y Populistas, PVV, han pedido un debate sobre la situación. El Ministro de Justicia, Enrst Hirsch Ballin, democristiano, ha tenido que enviar una carta a los diputados puntualizando qué tipo de faltas se pueden sancionar con trabajos sociales y qué delitos son suficientemente graves como para merecer prisión.

http://www.nodo50.org/tortuga/Holanda-por-fin-un-pais-donde

Es interesante lo que ocurre en Holanda. Y también interesante cómo se cumple en esa nota lo que dije acerca de la derecha, que no puede despegarse de sus discursos tipo superhéroes que luchan contra el crimen, aún en un país donde no saben qué carajo hacer con sus cárceles, porque están cada vez más vacías.

Comparto la nota. El diagnóstico acerca de las armas es inapelable.

No comparto el post de hombrejingle (el de su opinión, no el de Holanda). Me parece más de lo mismo: echarle el fardo a la clase media, criminalizar la pobreza, etc. Me parece un diagnóstico desacertado en cuanto a la ponderación que le da a le exclusión en el asunto.

Yo no criminalizo la pobreza. Yo digo que la exclusión, sea de la forma que sea, genera conductas antisociales, entre ellas, hechos delictivos. No digo que todo excluido lo hará, pero es probable que la gran mayoría de los que lo hacen están excluidos de alguna forma u otra.

Prohibir el uso y venta de armas no es la solucion,la merca esta prohibida y se consigue en cualquier lado.Doy un ejemplo:las grandes bandas de asaltantes usan FAL,todos sabemos que es un arma de guerra y de uso exclusivo de las FFAA,sin embargo los malandras tienen acceso a ellas.Ni hablar de las bandas de narcos brasileñas,que en la ultima "guerra"contra la policia de San Pablo estaban armados con FAL de Fabricacion Argentina.

Es un derecho tener acceso a un arma, y no necesariamente hay una relación directa entre hechos de violencia y mayor tenencia de armas en una sociedad. Les doy el ejemplo de Canada donde tener rifles y armas es una tradición de la época de las colonias y sin embargo el número de hechos delictivos y de violencia doméstica es bajo.


El proyecto de ley no obstante es muy bueno.

el derecho a las armas me la soba:)…
igual aca se habla de controlar el trafico negro de armas, al menos la nota parece que apunta ahi…

armas para el pueblo, armas para el pueblo ya ejei ♫

A ver, gente. Hay ejemplos que vienen de Holanda y Canadá… ¿Realmente les parece apropiado hacer una extrapolación tan lineal a estas latitudes?
Decir: “en Canadá se permiten armas y no pasa nada” o “en Holanda se condena va menos gente a prisión y ahora están mejor” ¿Garantiza algo? ¿Acá? ¿Cuántos puntos hay en común entre la sociedad argentina y la canadiense u holandesa?

Hay un dato contundente: el 99% de los delitos violentos se hacen con armas no registradas. Es un dato que no resiste análisis! La propuesta de destruirlas una vez secuestradas, es una propuesta que podría haber evitado muchas muertes. Y si destruís los FAL también estás impidiendo que vuelvan a circular. Hay que prohibir las armas al ciudadano común, y restringir y atacar todos los circuitos clandestinos de venta de armas. Para mí es una medida bárbara que ayuda un montón a paliar lo más importante de la delincuencia: las desgracias irreparables.

Comparto el tema de erradicar las armas como medida para paliar consecuencias inmediatas. Ahora, las mediatas, tienen como unica solucion la educaciòn.

Yo creo que si fuera como vos decís, o por lo menos, en la medida que vos decís, hoy estaríamos viviendo en guerra civil.
Para mí el delito se soluciona con capacidad profesional e idoneidad en las fuerzas de seguridad y en la justicia. Estoy convencidísimo que si estas 2 áreas del estado funcionaran como debieran, el delito bajaría a menos de la mitad. Y con el mismo nivel de exclusión que hay actualmente. Para mí la exclusión no explica la mayor parte del delito. Este punto es lo que creo un error que se repite en los postulados “progresistas” para explicar el fenómeno.

No comparto. Lo que vos decis, es el postulado de la “mano dura”, que es por demas nefasto y no lleva a ningun lugar ni a disminuir el delito. El tema es educacional.

Da lo mismo si se consiguen armas o no, aca lo que hay que hacer, es que a los chorros les de miedo pisar la carcel, que no esten seguro que si matan a alguien a los 2 dias estan afuera, que no esten seguros que chorean un reloj y a la hora lo vuleven hacer…
Los DDHH deberian ser para toda la gente que no le hace un mal a los otros…
Cuando leo " hacer carceles mas decentes" no se si me da rabia o asco… que un violador , un asesino, un psicopata luego de cometer tremendo acto, pase un tiempo de su vida , en un lugar decente, con comida gratis, con tv, con juegos etcc… no me entra… Estos hijos de puta tienen que sufrir…

Hay que combatir la corrupción en las fuerzas de seguridad con efectividad desde adentro, ese sería un gran paso.