No bien Néstor Gorosito asumió como entrenador de River, desde su conocimiento de vestuarios pronosticó que no lo esperaría el escenario ideal para iniciar un proyecto, aunque jamás se imaginó que se toparía con un plantel tan abatido y resquebrajado desde lo anímico. Tras un primer diagnóstico crudo e insoslayable, el técnico apostó por la motivación como la herramienta psicológica más rápida para combatir el desánimo y recuperar el vigor de sus jugadores. Y la receta, a corto plazo, le dio buenos resultados. “¿Qué busqué? De todo un poco. ¿Qué le podés decir en lo anímico? ‘Sos un fenómeno, sos un crack’, pero si después no tienen piernas para gambetear, para ir y venir, para aguantar el ritmo en el segundo tiempo, o no tienen fuerza para chocar, por más que vos le digas ‘sos un fenómeno’, si no hay cosas tácticas y cosas estratégicas, la motivación por motivación en sí, no… Si no, los psicólogos serían los entrenadores de los equipos”, confesó.
-¿Con qué te encontraste en ese sentido?
-Tristes, jugadores tristes, sólo encontré tristeza.
-¿…?
-Sí, para ellos era una carga venir al entrenamiento, jugar el partido, como que era una carga estar. Hoy, en cambio, nos gusta que termina el entrenamiento y todos se quedan: unos se prenden en el tenis, otros pateando… Genera un buen clima de laburo. Nosotros les dijimos a los jugadores: “Tinelli, Macri, Suar, son tipos muy exitosos en lo de ellos, pero dejarían todo lo que tienen por ser jugadores de fútbol. Entonces ustedes que tienen la suerte de ser jugadores, disfruten el laburo al máximo”. Estás bien, al aire libre, sos sano, la gente te quiere, ganás buena guita, ¿qué más podés pedir? Después la pelota entra o sale, es secundario. Las cosas las tenés que hacer por convencimiento, no por imposición.
-¿Pero cómo les sacaste ese peso de encima?
-Tratándoles de demostrar que si pierden la pelota, no importa. Que el que la pierde 25 veces, es porque la quiso 50. Y el que la pierde dos veces, es porque se escondió. No hay un jugador que la pierda a propósito, entonces que piensen en la próxima, no en la pelota que ya pasó.
-Para ellos, ¿en qué momento dejó de ser una carga entrenarse?
-De a poco, llevó su tiempo, un período lógico de conocimiento con nosotros. Si viene un jefe nuevo al trabajo, hay una etapa de estudio. De a poquito estamos generando una buena comunión. Ganaremos, no ganaremos, eso lo dirá el tiempo. Pero lo más importante es generar un buen clima de trabajo y que ellos sepan que nosotros somos compañeros de laburo. No tiene que haber tanta distancia entre el entrenador y los jugadores. No es necesario. ¿Les pongo un ejemplo?
-Dale…
-Yo a mis hijos los trato normal y me respetan. No necesito darles un palazo para decirles “esto no se toca”. Y no se toca y listo. Ahora estamos mucho mejor de como estábamos.
-¿Qué te sorprendió?
-Eso me sorprendió: la tristeza. No se hablaban entre las mesas. Comíamos en un salón cerrado, no había un chiste, demasiada seriedad. Es lindo ir a tu laburo y disfrutar. Si vos venís a tu trabajo y estás para la mierda, no podés ser vos. Y pensás “uh, mañana tengo que ir al entrenamiento.”. Es lindo decir “voy al laburo, le meto onda”. En definitiva, la vida es pasarla bien. Para mí, claro. Porque tal vez viene otro que piensa que hay que estar con cara de culo. A mí me gusta que me traten bien. No me gusta si el técnico me saca y no me habla en cuatro días.
-De hecho, pensaste concretamente en un psicólogo al encontrarlos tan golpeados.
-Sí, lo pensé. Pero primero quería ver cómo se desarrollaba todo y por ahora va bien. Igual, siempre es bueno tener un psicólogo por problemas personales, por un montón de cosas que conmigo no se van a abrir. Sin embargo, lo ideal sería que vengan desde abajo con esa costumbre. El tema de la exposición es muy importante. Todo el mundo tiene ego y de golpe aparecés en Olé, en Clarín y te sobrepasa.
Leeo estas notas y este tipo me da confianza, porque es claro con su mensaje, va de frente, y se ve que a los jugadores les cambio el bocho… Bien por Pipo.