Los tiempos se acortan. Y las compras no aparecen. Lo mismo que las ventas que a excepción del apátrida Ahumada, todavía la escoba está nuevita y casi sin usar. No fueron suficientes los halls para transformar el “grito castigo” en barreras políticas de anticorrupción. La consecuencia fue una década de “bulímicos” jugadores que vistieron esta camiseta con hambre cero, mayoritariamente dirigidos por los “siempre listos” técnicos fusibles.
Por acción u omisión, la mayoría de nosotros construyó esta Babel. Una torre altísima, que todavía corre riesgo de autodestruirse. Excepto que la variedad de lenguas enrevesadas puedan destrabarse y establecer un idioma común del cual surja un alma colectiva que metabolice tantos pecados concebidos y exija a la Justicia hacerse cargo de los que lucraron y se enriquecieron con la pasión. Para que no cometamos el mismo error, vale recordar a Víctor Hugo Morales en Perfil del 1/9/2007, “parece que el hincha sólo muestra su disgusto a través de los resultados deportivos” (que todo lo pueden). Nunca una marcha en contra de la “corrupción”. ¿Qué nos pasó? Que nos dejamos estar, tanto tiempo.
Ya fue. “Lejos de la noria de causas y efectos se tiene el corazón que se trae por defecto, así como Aquiles por su talón es Aquiles, se es lo que se es” (J.Drexler). El pueblo de River tardó en reaccionar. Pero al final de cuentas lo hizo. Rompió el aparato. Ganó Passarella, cuando nadie se lo esperaba. Ni siquiera los “infalibles” encuestadores de turno que sospechosamente parecen influenciar ex profeso en las tendencias que a priori expresan con tanta seguridad.
Ya han pasado seis meses y un técnico ha dejado la banquilla. Estamos frente a horas decisivas. River debe achicar su plantel de jugadores profesionales casi a la mitad y reforzarse con 4 ó 5 figuras de calidad. Todos éramos absolutamente concientes del absurdo, que era creer que mágicamente iban a parecer inversores dispuestos a comprar como mínimo 20 jugadores que alternaron sin éxito en la Primera de River. Y mucho menos que con ese dinero iba a alcanzar para traer los refuerzos que, sí o sí, Cappa necesita para poner al equipo entre los que pelean la pole position del Apertura.
Si, en cambio, comienzan a aparecer versiones contradictorias sobre sus ilusiones que aparecen opacarse y que luego son desmentidas. Si Alexis Ferrero, no Demichelis, amenaza con buscar nuevos horizontes si el dinero que se le adeuda no aparece. Y si Bolatti no, Ortigoza tampoco, Defederico y Caruso siguen siendo materia de conversaciones y el hasta el Lobo Ledesma parecen difícil de recuperar. Y hoy hasta el Pelado Almeyda vuelve a poner en duda su continuidad. Todo hace suponer que falta plan “B”, ante los obstáculos suscitados las últimas semanas.
Hubo un extraño “fracaso” en las negociaciones con el Banco Nación del cual se iban a recibir 100.000.000 de pesos a través de un préstamo. Y si Cavallo, en serio era el mejor asesor que podía aportarnos alguna “ayudita de sus amigos”, más que plan “B”, estaríamos hablando de plan Nacional “B”. Recordar que Ramón no llegó también por problemas de cachet y va a ser un rival de fuste, junto al Boca de Borghi. No es para infundir temor, pero sí para pensar que River no está acostumbrado a sentir en la nuca el peso de la Promoción o el descenso. Hecho que obliga a pensar en todos los partidos como un clásico.
Ya no salvaremos el año ganándole a Boca, habrá que armar un plantel que haga diferencia en serio con los “viejos” equipos chicos y empareje a los grandes. Ya no alcanza con la autocrítica, que sirvió para que se vaya Aguilar, urge no revolvernos más en las llagas de lo que fue y adoptar una política “activa” que convoque adhesiones y una política creativa en materia de inversiones y por qué no donaciones de los 10.000.000 de hinchas que no vamos a soportar más humillaciones.
Hay un yo y un nosotros que han aprendido que a estos “pecados” se los combate con “una ética de la responsabilidad”. Passarella lo sabe. También que la imagen debe ser coherente con el audio. Y además que el crédito político, desgraciadamente, no contará con la pasividad que dispuso su antecesor. Todavía cuenta a su favor con quienes escuchan hablar de “los saldos de la Saladita”, las ironías de Aruba y las cuentas de Suiza y salen espantados.
De todos modos, las circunstancias obligan a acelerar la puesta en marcha de una nueva manera de hacer política. Estaba en su plataforma. Conseguir los recursos de una manera transparente y honesta para concretar las adquisiciones que pongan a River bien arriba, el lugar que la historia del fútbol argentino le ha deparado al equipo más campeón. Es hora de poner “manos a la obra”, cambiando el foco. “Ser lo que se es”. Hoy se impone la acción antes que la reacción. ¡Pongamos primera, ya!